Una violaci¨®n cada ocho horas
Al a?o se presentan m¨¢s de 1.100 denuncias - Superar el trauma requiere meses de ayuda
En el garaje, en una calle poco iluminada tras una noche de fiesta, de madrugada al acudir al trabajo, en un rinc¨®n oscuro del portal de casa, en un parque, en el dormitorio. Por parte de familiares, de personas del entorno cercano o de perfectos desconocidos. Cada a?o se denuncian en Espa?a 1.161 violaciones (agresiones sexuales con penetraci¨®n, en la jerga policial) seg¨²n los ¨²ltimos datos que facilita el Ministerio del Interior, de 2011. Son tres cada d¨ªa; una cada ocho horas.
Detr¨¢s de cada una de ellas hay una profunda humillaci¨®n, violencia f¨ªsica y ps¨ªquica, y unas secuelas que tardar¨¢n m¨¢s o menos tiempo en cicatrizar (quiz¨¢s no lo hagan nunca) con las que la v¨ªctima tendr¨¢ que aprender a convivir, generalmente con apoyo psicol¨®gico. ¡°Nosotras no tenemos una goma de borrar, pero podemos conseguir que la herida no duela y que el recuerdo de la experiencia no cree un malestar tal que impida a la v¨ªctima vivir con normalidad¡±, explica Beatriz Mergelina, psic¨®loga del Centro de Atenci¨®n a V¨ªctimas de Agresiones Sexuales (Cavas) de Valencia.
No todas las violaciones que se denuncian acaban en condena. A pesar de ello, es m¨¢s que probable que las agresiones que tienen lugar en Espa?a sean bastantes m¨¢s que las 1.161 que recogen las estad¨ªsticas. No solo porque en los datos facilitados por el Gobierno no incluyen las denuncias registradas en Catalu?a (581 agresiones sexuales en 2011, seg¨²n los datos ofrecidos por los Mossos d'Esquadra, que no especifican las violaciones). Sino porque buena parte no se denuncian ¡ªespecialmente las que se producen en el ¨¢mbito del hogar y a menores¡ª. Es dif¨ªcil saber cu¨¢ntas llegan a trasladarse finalmente a una comisar¨ªa.
Santiago Redondo, profesor de psicolog¨ªa y de criminolog¨ªa de la Universidad de Barcelona y autor de diversos estudios sobre delincuencia sexual apunta que la informaci¨®n que se maneja a este respecto se obtiene de encuestas, como la que se realiz¨® en Catalu?a en 2010 en la que el 2,9% de las mujeres aseguraron haber sido violadas en alg¨²n momento de su vida. Estas consultas tambi¨¦n apuntan que entre el 50% y el 55% de estas agresiones sexuales no se denuncian. Por ello, los especialistas consideran que la cifra real de este tipo de abuso podr¨ªa rondar las 2.000 violaciones al a?o.
¡°Tratamos de que la herida no duela¡±, comenta una psic¨®loga
Clara, de 28 a?os, es una de las mujeres que forma parte de estas estad¨ªsticas. Acudi¨® a tomar una copa a un pueblo cercano de su localidad ¡ªque prefiere ocultar, al igual que su nombre real¡ª. Era la primera vez que iba a ese bar de copas. All¨ª no conoc¨ªa a nadie m¨¢s que a las dos amigas con las que sali¨® aquella noche. Un chico se le acerc¨® y le invit¨® a fumar un cigarro a las puertas del local. Accedi¨®.
¡°Su aspecto era normal, recuerdo que charlamos tranquilamente mientras d¨¢bamos una vuelta¡±. Clara se muerde las u?as mientras rememora aquel terrible episodio.
A pesar de que se nota que est¨¢ pasando un mal trago, ha accedido a relatar su caso por si puede ser de ayuda a otras mujeres.
Clara estuvo cuatro a?os acudiendo a terapia para superar la agresi¨®n
El paseo les llev¨® a una zona despoblada, junto a un campo de naranjos. De repente, el chaval abandon¨® la amabilidad que hab¨ªa mostrado hasta ese momento. ¡°Se baj¨® los pantalones y me pidi¨® que le hiciera una felaci¨®n¡±, relata Clara. Ella se neg¨® y la reacci¨®n fue de una violencia desmesurada. La joven apenas recuerda m¨¢s all¨¢ de los primeros golpes que recibi¨®. Despu¨¦s, no hay m¨¢s que una sucesi¨®n de im¨¢genes aisladas. ¡°Estaba sin ropa interior, y con la cara ensangrentada; vi a unos chavales a los que ped¨ª ayuda; me acuerdo de la ambulancia que me llev¨® al hospital y de un polic¨ªa que me pidi¨® el tel¨¦fono de mi padre¡±.
Ten¨ªa la mand¨ªbula partida en cuatro fragmentos. La operaron y pas¨® una semana en el hospital. Tras recibir el alta, volvi¨® a ingresar por una fiebre que result¨® ser un herpes que le hab¨ªa transmitido el agresor y que le apareci¨® en la zona de la boca. Entre los problemas que ten¨ªa para alimentarse y el trauma posterior a la agresi¨®n, Clara adelgaz¨® 10 kilos en los veinte d¨ªas siguientes.
Las v¨ªctimas suelen presentar estr¨¦s postraum¨¢tico, entre otros s¨ªntomas
¡°Las consecuencias de una violaci¨®n dependen tanto de las caracter¨ªsticas de la v¨ªctima, de su edad, del entorno que tiene o de su personalidad, como del tipo de agresi¨®n que ha sufrido¡±, explica Encarnaci¨®n Sueiro, profesora de psicolog¨ªa de la Universidad de Vigo. ¡°En las consultas, yo lo que pretendo es que normalicen su vida¡±, a?ade esta psic¨®loga cl¨ªnica que atiende a v¨ªctimas de abuso en un centro de orientaci¨®n familiar de la red p¨²blica gallega.
¡°Lo habitual es que vengan impactadas, con estr¨¦s postraum¨¢tico¡±, se?ala Beatriz Mergelina, a cuyo centro llegan mujeres remitidas por la Generalitat valenciana. ¡°Suelen sufrir alteraciones del sue?o, de la ingesta, reviven escenas de la agresi¨®n a modo de flashback repetidos, est¨¢n en un estado de hipersensibilidad a los olores, al tacto de otras personas...¡± a?ade la psic¨®loga cl¨ªnica valenciana.
Los especialistas advierten del uso de drogas que anulan la voluntad
En Cavas, el seguimiento a las v¨ªctimas suele mantenerse a lo largo de cuatro a?os (con los menores, hasta que superan la adolescencia). En los primeros meses, las terapias son semanales, A medida que pasa el tiempo se van espaciando, aunque es frecuente que con ocasi¨®n del juicio y la tensi¨®n que genera, vuelva a reforzarse la ayuda. ¡°Las chicas saben que nos pueden llamar en cualquier momento que se sientan mal¡±, explica la terapeuta.
A Clara le cost¨® tiempo volver a sus rutinas. Tard¨® medio a?o en salir con sus amigas por la noche. Y otro a?o poder volver a subir al tren. Antes de su parada est¨¢ la del pueblo donde fue agredida y no soportaba pasar por la estaci¨®n de esta localidad de camino a casa. ¡°Me entraban unas ganas insoportables de echar a correr¡±, explica. El objetivo del tratamiento consiste en recuperar la vida que las v¨ªctimas llevaban antes de la agresi¨®n enfrent¨¢ndolas a sus miedos. Para ello, por ejemplo, Beatriz acompa?¨® a Clara al bar de copas donde arranc¨® aquella fat¨ªdica noche.
¡°Ahora, si te acuerdas de aquello ya no es lo mismo, no te afecta igual, aunque es algo que sigue estando ah¨ª¡±, comenta esta joven valenciana. Los recuerdos pueden volver a emerger, aunque de forma controlada. Como ha sucedido las ¨²ltimas semanas, a ra¨ªz de la detenci¨®n del falso monje shaolin de Bilbao asesino de prostitutas. ¡°No puedo con ese tema, cada vez que sale en la tele me voy¡±, explica.
Sin olvidar nunca que el ¨²nico culpable de una agresi¨®n es el propio violador, los especialistas recomiendan tomar precauciones b¨¢sicas para prevenir situaciones de riesgo. M¨¢s all¨¢ de las cl¨¢sicas de tratar de ir acompa?ada o evitar zonas oscuras o poco concurridas, Beatriz Mergelina advierte de que no hay que perder de vista las copas por la noche.
A lo largo de los ¨²ltimos a?os los centros que atienden a mujeres agredidas han detectado un incremento en el uso de drogas que inhiben la voluntad. Son unas sustancias que se emplean, diluidas en la bebida en un descuido de la v¨ªctima, para cometer robos y abusos sexuales. Es dif¨ªcil evaluar el porcentaje de agresiones en las que se han usado estas sustancias. Manuel L¨®pez-Rivadulla, catedr¨¢tico de Toxicolog¨ªa de Universidad de Santiago de Compostela especialista en estas drogas, explica que puede rondar entre el 10% y el 20% de los casos: ¡°Es lo que dicen estudios elaborados en pa¨ªses de nuestro entorno, como Francia o Inglaterra¡±. L¨®pez-Rivadulla se?ala que en Espa?a no existen datos, pero conf¨ªa en que haya pronto, gracias al protocolo que elabor¨® el a?o pasado el Instituto Nacional de Toxicolog¨ªa en el que se establecen las pautas que deben seguir los especialistas en los hospitales para detectar los asaltos sexuales en los que se han empleado las llamadas drogas de violaci¨®n.
Los datos del Ministerio de Interior reflejan un descenso de las denuncias por violaciones de un 16% entre los a?os 2008 y 2011. ¡°Hay que tener en cuenta que este tipo de delitos son relativamente poco numerosos: el 1% del total. Con estas prevalencias tan bajas pueden producirse oscilaciones relativamente relevantes cuyo significado ignoramos. Probablemente tenga que ver m¨¢s con el azar que cualquier otra cosa¡±, detalla Santiago Redondo, que quita importancia a las variaciones. ¡°Las cifras suelen mantenerse bastante estables a lo largo de los a?os¡±, a?ade.
El agresor de Clara fue detenido, juzgado y condenado a una pena de siete a?os y medio de c¨¢rcel. ¡°Me parece muy poco tiempo, en estos casos, la condena siempre me parece que es poca¡± se?ala la joven.
Un 20% de reincidentes
Hace un par de semanas, la Polic¨ªa inform¨® de la detenci¨®n en Alicante de un violador en serie. Era el cuarto arrestado en 12 meses en la ciudad. Casos como este, o como el de Francisco L¨®pez Ma¨ªllo, el violador del Eixample, que fue condenado en 1985 por haber cometido 29 violaciones en Barcelona, pueden trasladar la idea de que todos los agresores sexuales se caracterizan por su reincidencia. Sin embargo, esta sensaci¨®n es err¨®nea.
¡°Las personas condenadas por delitos sexuales no suelen tener un perfil de violador sistem¨¢tico¡±, comenta Santiago Redondo, profesor de psicolog¨ªa y criminolog¨ªa de la Universidad de Barcelona y exresponsable del servicio de rehabilitaci¨®n de las prisiones catalanas. ¡°La tasa de reincidencia ronda el 18% o el 20% seg¨²n distintos estudios mundiales¡±, a?ade.
?Se puede hacer algo para corregir el impulso que mueve a estas personas a volver a abusar de mujeres? La mitad de los 70 centros penitenciarios que hay en Espa?a cuentan con programas de intervenci¨®n con agresores sexuales con este fin. Y, a pesar de que los especialistas consideran la agresi¨®n sexual como uno de los comportamientos delictivos m¨¢s resistentes al cambio, distintos trabajos apuntan en la direcci¨®n de que estos tratamientos pueden aportar resultados positivos.
En Espa?a se han elaborado dos estudios con resultados similares para evaluar la eficacia de los programas terap¨¦uticos con agresores. Uno de ellos, dirigido por Redondo, analiz¨® en 2006 el tratamiento de la prisi¨®n de Brians (Barcelona). Se compar¨® un grupo de 49 agresores sexuales que fue sometido a terapia con otro de 74 que no accedi¨® a estas sesiones. Despu¨¦s de cuatro a?os, la tasa de reincidencia en el primer grupo fue del 6% frente al 18% del segundo. El estudio concluy¨® en la ¡°considerable potencia rehabilitadora del tratamiento¡±, aunque Redondo admite que quiz¨¢s los cuatro a?os de seguimiento son un periodo demasiado breve para obtener resultados m¨¢s concluyentes.
Tina Alarc¨®n, presidenta de la Asociaci¨®n de Asistencia a Mujeres Violadas de Madrid insiste en esta idea. ¡°Debe de pasar m¨¢s tiempo para saber si estos programas funcionan, son demasiado recientes¡±, se?ala. Ella no conf¨ªa en los tratamientos: ¡°Los resultados son m¨ªnimos¡±. Prefiere apostar por la prevenci¨®n en etapas escolares ¡°donde se incide muy poco¡±. ¡°En la asociaci¨®n ofrecemos cursos a colegios y es desolador observar como se mantienen los estereotipos machistas que est¨¢n detr¨¢s de estas actitudes¡±, asegura. La responsable de la entidad de ayuda a v¨ªctimas de agresiones sexuales destaca que buena parte de estos comportamientos comparten la ra¨ªz con los ataques machistas: ¡°En multitud de ocasiones el impulso de estas conductas no es el placer sexual, sino el ejercicio del poder, de la sumisi¨®n y dar salida a las frustraciones¡±. De ah¨ª, se?ala, la relevancia de trabajar las actitudes desde la escuela.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.