Una industria a la deriva
Las importaciones y los cambios regulatorios, tras las cr¨ªticas por competir con cultivos alimentarios, ponen en jaque a m¨¢s de 50 plantas en Espa?a
Lo que hace unos a?os parec¨ªa un negocio seguro, subvencionado y con la valorada etiqueta de ¡°bajo en emisiones contaminantes¡±, es ahora una industria pol¨¦mica, en riesgo de extinci¨®n, que no sabe a qu¨¦ norma atenerse. En poco m¨¢s de diez a?os, el sector de los biocarburantes ha pasado de ser una apuesta inversora de grandes compa?¨ªas (Cepsa, Abengoa, Acciona o Ebro Puleva) a un rosario de plantas cerradas o con una actividad bajo m¨ªnimos.
La patronal del sector asegura que se han invertido 1.800 millones de euros para erigir 48 f¨¢bricas de biodi¨¦sel (que se mezcla con el gas¨®leo) y cinco de bioetanol (con la gasolina), aunque de la lista se han ca¨ªdo al menos diez factor¨ªas en los ¨²ltimos meses. Las cifras de empleo (6.300 trabajadores) tienen tambi¨¦n mucho de te¨®rico porque cunden los ERE en una industria encogida: en 2012, la producci¨®n de biodi¨¦sel no lleg¨® al 10% de lo que pod¨ªan generar las plantas, mientras que la de bioetanol se qued¨® en el 65% de su capacidad te¨®rica.
2008 marc¨® un punto de inflexi¨®n para la industria. Hasta entonces, los proyectos de construcci¨®n de plantas de biocarburantes se suced¨ªan, alentados por las ayudas p¨²blicas, las exenciones fiscales y los objetivos medioambientales de la Uni¨®n Europea, que exig¨ªan cubrir un 10% de la energ¨ªa consumida por el transporte con fuentes renovables en 2020. Pero aquel a?o se registr¨® un hist¨®rico repunte de los precios internacionales de los cereales, que pusieron a los pa¨ªses m¨¢s pobres contra las cuerdas. Y, aunque hay informes para todos los gustos, entre los factores que influyeron en la escalada se incluy¨® el desv¨ªo de la oferta de algunos cereales, sobre todo el ma¨ªz en EE UU, de usos alimentarios (o para piensos) a la fabricaci¨®n de bioetanol.
Las importaciones de Argentina e Indonesia cubren un 76% del consum
Desde entonces, la pol¨¦mica sobre la competencia con cultivos alimentarios persigue al sector. Adem¨¢s, se formularon tambi¨¦n cr¨ªticas a la limitada reducci¨®n de emisiones que se consigue con el biodi¨¦sel. Pero el golpe m¨¢s duro para las plantas espa?olas no viene de ah¨ª, sino de las importaciones de Argentina e Indonesia, que llegan a cubrir un 76% del biodi¨¦sel que se consume en Espa?a.
Las empresas espa?olas acusan a Argentina e Indonesia de cargar con m¨¢s impuestos la materia prima (aceites de soja y palma, respectivamente) que necesitan las f¨¢bricas espa?olas, que el biodi¨¦sel ya elaborado que exportan. Un argumento que la Comisi¨®n Europea asumi¨® en junio, al imponer un arancel, que el sector cree insuficiente. La alternativa que plantea el sector, que el Gobierno asigne cuotas de producci¨®n a las plantas espa?olas, no acaba de formalizarse. No solo eso, el Ejecutivo ha decidido no prorrogar las exenciones fiscales de las que disfrutaron durante diez a?os y ha rebajado el objetivo de mezcla de biocarburantes para abaratar los combustibles.
Hay m¨¢s cambios regulatorios en el horizonte. Y no pintan bien para la industria. Bruselas asumi¨® a finales de 2012 parte de las cr¨ªticas y propuso limitar el objetivo de biocombustibles al 5% cuando se produzcan a partir de cultivos plantados espec¨ªficamente para ello. La idea de imponer esta restricci¨®n ha sido muy bien acogida por los grupos ecologistas, sobre todo por las implicaciones que tienen fuera de Europa. Estas organizaciones denunciaban que en pa¨ªses como Brasil ¡ªpionero en el uso de biocombustibles¡ª hubiera poblaci¨®n pasando hambre mientras las tierras agr¨ªcolas se dedican a producir gasolinas vegetales. Y hab¨ªan advertido de que hab¨ªa grupos europeos comprando tierras en pa¨ªses africanos para extender el cultivo de arbustos con frutos ricos en aceites.
La propuesta de la Comisi¨®n Europea, sobre la que el Parlamento Europeo debe adoptar una posici¨®n definitiva en septiembre, aboga porque el otro 5% se cubra con biocombustibles obtenidos directamente de desechos de plantas comerciales o de algas. Y que, a partir de 2020, solo se subvencione a estos.
Es aqu¨ª donde investigaciones como la publicada en Science puede cobrar una importancia vital. El principal obst¨¢culo para la industria es c¨®mo lograr la transformaci¨®n de la celulosa de los residuos de cultivos agr¨ªcolas (los restos de los cereales o el bagazo de la ca?a de az¨²car) en alcohol. La eficacia en el uso de enzimas, como la descubierta por los cient¨ªficos belgas es clave en este proceso. Abengoa, una de las compa?¨ªas espa?olas que m¨¢s invierte en biocombustibles, ha optado tambi¨¦n por esta l¨ªnea de investigaci¨®n y conf¨ªa en lograr un ¡°biocombustible de segunda generaci¨®n¡± competitivo en 2016.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.