¡°No se puede privatizar el periodismo ¨¦tico¡±
El excorresponsal y escritor holand¨¦s plantea el mecenazgo de la informaci¨®n
Ni caso al zumo. Raro es que el vaso no haya volado con los aspavientos con los que acompa?a su reflexi¨®n, meditada, sin improvisaci¨®n, de cosecha propia. Joris Luyendijk (?msterdam, 1971), periodista y escritor, anda como Pedro por su casa en el mundillo del s¨ªmil. Compara y compara hasta su conclusi¨®n. Aqu¨ª va una: para Luyendijk, los medios deber¨ªan atraer a su p¨²blico como lo hacen Greenpeace o los partidos pol¨ªticos en EE UU. Seg¨²n imagina ¨¦l, ¡°si quieres salvar a las ballenas, paga 100 euros; si quieres que salga elegido Obama, dame 100 d¨®lares¡±. Y si quieres mejor informaci¨®n, apoquina por ello.
Elige sentarse junto a su interlocutor. Prueba a meterse en una charla de t¨² a t¨², con los ojos bien abiertos, en lugar de responder y responder¡ Vuelve al ejemplo de Greenpeace: ¡°Mi idea es que la informaci¨®n no es un producto, es un bien, es educaci¨®n¡±, afirma el hoy columnista del diario brit¨¢nico The Guardian. ¡°Si no se pueden privatizar unos juzgados¡±, se?ala Luyendijk, ¡°tampoco el periodismo ¨¦tico¡±. Pero pide un cambio de paradigma: ¡°Hasta ahora, los peri¨®dicos han trabajado en el mundo de McDonald¡¯s, es decir, no te damos una hamburguesa si no pagas por ella¡±.
Hotel de las Letras. Madrid
? Caf¨¦ con leche: 3,50 euros.
? Zumo de manzana: 3,35 euros.
? Total: 6,85 euros.
El holand¨¦s, invitado a la apertura del Hay Festival de Segovia, atento este a?o a la crisis del periodismo, tiene una alternativa: ¡°?Podr¨ªa yo atraer a gente que quiere mejorar la opini¨®n p¨²blica?¡±, se pregunta. Piensa que s¨ª y pronto lo probar¨¢ en su pa¨ªs natal. El ejemplo que coge es el siguiente: imaginemos que los profesores espa?oles no est¨¢n contentos con la informaci¨®n sobre educaci¨®n; imaginemos que un grupo de periodistas quiere mejorarla con un presupuesto de 100.000 euros para un a?o (entrevistas, soportes, salarios¡). ?Y ahora qu¨¦? ¡°Ahora necesitar¨ªa 1.000 personas¡±, prosigue Luyendijk, ¡°capaces de darme 100 euros cada una¡±. ¡°Si las hay, este es mi n¨²mero de cuenta¡±. Y si no, la informaci¨®n seguir¨¢ siendo accesible y gratuita como anta?o, pero ya sin ese esfuerzo period¨ªstico enfocado; sin esa acci¨®n made in Greenpeace dirigida a un objetivo.
Pero el plan puede tener fisuras y ante esto, Luyendijk, descamisado, grande y casi encajado en la silla, se para. Se toma cuatro segundos y resuelve lo siguiente: ?Y si el tema es relevante solo para el periodista? ¡°Tendr¨ªamos una suerte de Congreso de donantes que financien aquello de lo que quieren saber m¨¢s y un Senado de gente propia que diga ¡®aunque usted no crea que esto es interesante, nosotros s¨ª lo pensamos¡±.
Es una idea, tan original como el blog que cuelga en The Guardian, donde da voz bajo condici¨®n de anonimato a algunos de los protagonistas de la crisis financiera. Es su actual obsesi¨®n, despu¨¦s de a?os de periodismo de batalla entre El Cairo, Beirut, Ramala, Bagdad¡ De esa vivencia, la de un reportero paracaidista en la zona m¨¢s caliente del planeta, naci¨® con un tono muy cr¨ªtico hacia los medios el libro Hello everybody (Pen¨ªnsula). ¡°La gente ve a alguien en Siria y cree que lo sabe todo¡±, explica el periodista holand¨¦s, ¡°y yo he sido esa persona y no sab¨ªa nada; esa es una gran historia¡±.
Tan grande como la del caballero que mata al drag¨®n para rescatar a la princesa. Un relato que le gusta para hablar del buen periodismo. ¡°Es una historia que funcion¨® muy bien en el cristianismo durante 2.000 a?os¡±, dice, ¡°pero no hemos contado la perspectiva del drag¨®n o de la princesa; la arquitectura del cerebro humano necesita un protagonista¡±.
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