¡°En 2.000 a?os no hemos aprendido ni a amar al vecino¡±
El escritor rumano ha perdido la fe en la capacidad del ser humano para vivir en comunidad
El escritor sale del ascensor, coge las manos de la periodista y pregunta: ¡°?No deber¨ªamos ir a bailar?¡±, con la sonrisa de alguien que sabe que lo ¨²nico que merece la pena en la vida es ser feliz. Norman Manea sigue teniendo una energ¨ªa imparable y una ilusi¨®n quincea?era por cambiar las cosas. Aunque est¨¦ cansado, aunque tenga 77 a?os, no cree en una segunda vida. As¨ª que, dice, ¡°no tenemos m¨¢s remedio que seguir haciendo todo lo que podamos por mejorar nuestra situaci¨®n en esta¡±.
En esa sonrisa permanente se esconde un esp¨ªritu reivindicativo que tampoco desaparece nunca. Manea est¨¢ de paso por Bruselas para participar en los debates Reinventar Europa. Hay 100 participantes, pero solo siete son mujeres. ¡°Eso es un error, las mujeres son la mitad de la poblaci¨®n¡±, dice indignado. El escritor que ha sido testigo de los horrores del siglo XX considera que ni Europa, ni ninguna parte del mundo, puede reinventarse si no se hace con las mujeres y los hombres por igual.
Habla sin prisa pero sin pausa, y durante la media hora en que recorre los males de esta era, no tiene tiempo para probar el caf¨¦ con leche que tiene ante s¨ª. Manea sufri¨® un campo de concentraci¨®n cuando solo ten¨ªa cinco a?os y sobrevivi¨®, pero el drama no termin¨® entonces. Al finalizar la II Guerra Mundial, volvi¨® a Ruman¨ªa a estudiar ingenier¨ªa y estuvo trabajando en la construcci¨®n de diques. Pero tambi¨¦n empez¨® a escribir, y al r¨¦gimen comunista de Ceaucescu no le gustaron sus textos, cr¨ªticos con el sistema. Tuvo que exiliarse a Berl¨ªn y de all¨ª a Estados Unidos, donde reside desde hace casi 30 a?os.
Esa cultura de los diques se ha quedado fijada en su discurso y sale a flote cuando habla de c¨®mo frenar el populismo que amenaza al Viejo Continente: ¡°Para que un dique funcione hay que saber cu¨¢nta agua se debe bloquear, y ahora resulta dif¨ªcil cuantificar el populismo que se extiende por Europa¡±. A pesar de la dureza de su discurso est¨¢ tranquilo, no le sorprende el ascenso de los extremismos, como no le preocupa que el caf¨¦ se enfr¨ªe. ¡°Los populismos tambi¨¦n son democracia¡±, explica, y en una crisis como esta, su ascenso es lo m¨¢s normal y m¨¢s parecido ¡°a lo que ya ocurri¨® en Alemania con el partido nazi¡±.
Hotel Sheraton. Bruselas
Dos caf¨¦s con leche
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Total: 7 euros
Dos dictaduras le cambian la vida a cualquiera. El Holocausto y el comunismo rumano han marcado su literatura. En su opini¨®n, aunque el cristianismo predique el amor al pr¨®jimo, en 2.000 a?os no hemos aprendido ¡°ni a amar al vecino¡±. Manea ha perdido la fe en la capacidad del ser humano para vivir en comunidad y devora con la propia experiencia a cualquier abanderado del comunismo que lo defienda sin haberlo vivido. Y aun as¨ª, la sonrisa, como el caf¨¦, no cambian de sitio.
Manea tiene todav¨ªa toda la vida por delante. A sus 77 a?os sigue escribiendo y viajando. Entre sus ¨²ltimos viajes, recuerda especialmente una visita a Atenas durante las grandes manifestaciones de 2011. Le entusiasm¨® el esp¨ªritu de los griegos, que despu¨¦s de las protestas segu¨ªan siendo capaces de salir a tomar algo y re¨ªr. Por eso, el norte a¨²n tiene mucho que aprender del sur, seg¨²n el escritor: ¡°No se puede ir al sur solo en vacaciones y que el resto sea solo trabajo, trabajo y trabajo, en esta vida lo m¨¢s importante es disfrutar¡±. Sabe bien de lo que habla.
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