¡°Me apena que haya gente que se comer¨ªa a mi perro¡±
La activista denuncia que la gente consume carne sin haberlo elegido libremente
Era la chica amante de la pizza de carne y doble de queso en su adolescencia. Pero a los 23 a?os se hizo vegetariana despu¨¦s de sufrir una intoxicaci¨®n con una hamburguesa en mal estado que la llev¨® al hospital. Melanie Joy, de 47 a?os, es hoy una activista defensora de los derechos de los animales que recorre el mundo con una idea: ¡°Quiero que las personas sepan que tienen elecci¨®n de no comer alimentos de origen animal¡±. Una opci¨®n que, seg¨²n dice, no existe. En su opini¨®n, nacemos en sociedades carn¨ªvoras y pasamos de la lactancia materna al filete.
Delgada, de apariencia m¨¢s joven que lo que revela su fecha de nacimiento, Joy dice sentirse m¨¢s saludable que cuando com¨ªa carne. ¡°Al principio no sab¨ªa nada sobre el tema, en EE UU hab¨ªa poca informaci¨®n, y cre¨ªa que al hacerme vegetariana pod¨ªa ponerme enferma¡±, recuerda. Eso no sucedi¨® y, desde entonces, esta profesora de Psicolog¨ªa y Sociolog¨ªa de la Universidad de Massachusetts (Boston) ha eliminado de su dieta cualquier ingrediente que antes tuviera ojos. De hecho, cita la entrevista en una cafeter¨ªa donde no se sirve leche de vaca. Ella opta por aclarar su caf¨¦ con una de soja.
Con todo, Joy dice que no defiende no comer carne, sino que se haga o no por una ¡°elecci¨®n libre¡±, y cuando se sienta a la mesa con un amigo que devora una pierna de cordero no le juzga. ¡°Reconozco que es el mundo que hemos heredado¡±, justifica. Sin embargo, cree que el sacrificio de animales para el uso humano, tambi¨¦n para la ropa, es ¡°una atrocidad mundial¡±. ¡°Todos los animales tienen el deseo de continuar viviendo¡±, razona. Sin embargo, dice, a unos los queremos como mascota y jam¨¢s les hincar¨ªamos el diente y a otros los echamos a la cazuela. Los motivos de esa elecci¨®n son los que escudri?a en su libro Por qu¨¦ amamos a los perros, nos comemos a los cerdos y nos vestimos con las vacas (Plaza y Vald¨¦s Editores), que ha venido a presentar en Espa?a.
Joy viaja mucho y por eso ya no tiene perro. ¡°Pero tuve uno y me pone triste pensar que hay gente de algunas culturas que se lo comer¨ªa¡±, dice. La activista se refiere a ¡°una parte de la poblaci¨®n China¡± que s¨ª consume este animal. Pero apostilla que ella no distingue entre especies. No quiere ninguna en su men¨² o en su armario. Y como ella, hay cada vez m¨¢s gente. ¡°He estado en muchos pa¨ªses y conocido muchas culturas y cada vez son m¨¢s los que se preocupan por los animales¡±, dice.
Se agota el caf¨¦ antes que el tiempo y Joy recuerda que estudi¨® Lenguas Extranjeras en la universidad. Combina el ingl¨¦s con un espa?ol bastante avanzado. ¡°Tengo que mejorarlo¡±, justifica cada vez que pregunta alguna palabra. La activista dej¨® los idiomas a la vez que la pizza de carne. Aquella hamburguesa en mal estado no solo cambi¨® su manera de comer y la llev¨® a crear su propia organizaci¨®n, Caan (red de concienciaci¨®n y acci¨®n sobre el carnismo). Tambi¨¦n recondujo su carrera hacia la investigaci¨®n sobre la violencia y se doctor¨® en Psicolog¨ªa Social. ¡°Creo en la justicia, tanto para los seres humanos como para los animales¡±, repite. Una idea que hace un a?o decidi¨® tatuarse. Una balanza adorna su mu?eca. En el centro, una C de coraje sostiene sin vencerse hacia un lado u otro a la compasi¨®n y la curiosidad. ?Qu¨¦ significa? ¡°Vive tu verdad¡±.
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