¡°Cuando se escribe m¨²sica hay que ser inmoral¡±
El joven compositor valenciano ha estrenado algunas de sus piezas con prestigiosas orquestas
¡°T¨² eres compositor y vives en Londres y yo soy pintor y vivo en Par¨ªs. Si los dos fu¨¦ramos tenistas, t¨² vivir¨ªas en Valencia y yo en Mallorca¡±. Para ilustrar que un artista espa?ol, musical o pl¨¢stico, tiene que seguir busc¨¢ndose la vida fuera, Francisco Coll recuerda esta cita de Miquel Barcel¨® cuando fue a conocerlo a su estudio en la capital francesa. Este joven valenciano, que se autodenomina ¡°compositor de la crisis¡±, comenz¨® su carrera como creador musical en 2008, cuando a los 23 a?os cambi¨® Madrid, donde estaba acabando Composici¨®n, por Londres, invitado por su ¨ªdolo y maestro, el prestigioso autor brit¨¢nico Thomas Ad¨¨s, para recibir clases privadas en exclusiva.
Hoy tiene 28 a?os, pero a los 10 ya tocaba en una banda como trombonista y, antes de eso, a Francisco ya le gustaba, tanto como la pintura, improvisar con la guitarra, la flauta o el organillo. A los 19 le lleg¨® su primer encargo como compositor para el doble quinteto de metales de la Canadian Brass y la secci¨®n de metales de la Filarm¨®nica de Nueva York. A los 22, la Orquesta de la Universidad de Valencia estren¨® su Opus n¨²mero 1 en el Palau de la M¨²sica, cuya grabaci¨®n mand¨® a Ad¨¨s, del que recibi¨® el visto bueno. Aquel contacto le permiti¨® cuatro a?os de estancia londinense para estudiar un m¨¢ster y que la Sinf¨®nica de Londres le seleccionara entre sus j¨®venes compositores, adem¨¢s de ser fichado por la reconocida editorial Faber Music. Tiempos de ensue?o en el que el sustento llegaba con becas y concursos de composici¨®n.
La m¨²sica sinf¨®nica
no tiene por qu¨¦
llenar estadios"
La cita se da en un local del centro de Valencia, adonde volvi¨® en diciembre para recibir un premio local de j¨®venes talentos y pasar las fiestas en familia, antes de regresar con su novia a Lucerna, en Suiza, donde Francisco vive desde hace dos a?os. ¡°Espa?a tiene buenos artistas, pero les cuesta mucho conseguir oportunidades¡±, lamenta. Emoci¨®n, intelecto y matem¨¢tica definen a la m¨²sica contempor¨¢nea, un g¨¦nero que cultiva y que dentro y fuera de Espa?a, reconoce, lo tiene dif¨ªcil: ¡°No nos educan para disfrutarla, pero tambi¨¦n se lo ganaron los propios compositores de posguerra con obras que se alejaban del p¨²blico, y la gente prefiri¨® a los Beatles¡±.
Sin m¨®vil, carn¨¦ de conducir ni televisor, no le atrapan las modas a este joven compositor que dice verlo todo a trav¨¦s de los sonidos. Con una media de cuatro encargos al a?o, acaba de escribir, inspirado en sus paseos en la monta?a suiza, una ¨®pera de c¨¢mara, Caf¨¦ Kafka, que estrenar¨¢ en marzo en el festival de Aldeburgh, en la Royal Opera House y en la Opera North en Inglaterra.
En un mundo de exigente constancia, afirma que en m¨²sica hay que ser rebelde. ¡°Hoy la disciplina es un acto de rebeld¨ªa. El compositor necesita ser inmoral. Cuando se escribe m¨²sica, no debe pensarse en valores morales presentes ni hist¨®ricos. No se puede componer con ideas, pero la m¨²sica debe provocarlas¡±. No lamenta que al compositor, como lo fuera hasta el siglo XIX, ya no se le considere una estrella. ¡°Si la cultura que se preocupa por la profundidad de las ideas est¨¢ alejada de la banalidad del pop, mucho mejor. La m¨²sica sinf¨®nica no tiene por qu¨¦ llenar estadios. Beethoven le puso m¨²sica a la revoluci¨®n y su pueblo le escuch¨®. Hoy se ignora a nuestros pensadores y se les sustituye por personajes de Gran Hermano o un futbolista famoso¡±.
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