La estrategia que triunf¨® en Valencia
La Generalitat abri¨® cinco hospitales en 11 a?os; Madrid quer¨ªa hacerlo con seis de una tacada Castilla-La Mancha y Extremadura han parado sus planes de externalizaci¨®n
Con el frenazo en seco del Gobierno de Madrid en su proyecto de transferir a la gesti¨®n privada seis hospitales de la red asistencial, la Comunidad Valenciana seguir¨¢ siendo la autonom¨ªa que m¨¢s lejos ha llevado el prop¨®sito de entregar porciones de la sanidad p¨²blica al sector empresarial. Lo ha conseguido con el impulso sostenido de sucesivos Gobiernos del PP y levantando una oposici¨®n incomparablemente inferior a la que ha conseguido tumbar los planes del Ejecutivo de Ignacio Gonz¨¢lez. O la que se produjo en Castilla-La Mancha meses antes de que su presidenta auton¨®mica, Dolores de Cospedal, optara por retirar una iniciativa similar que afectaba a cuatro hospitales.
Hay varios motivos que explican que desde que en 1999 comenzara a experimentarse con la gesti¨®n privada, en la Comunidad Valenciana no haya habido una movilizaci¨®n de la intensidad que ha tenido en Madrid.
Por un lado, en la Comunidad Valenciana, la estrategia privatizadora ha estado presidida por la progresividad. En enero de 1999 abri¨® las puertas el hospital de la Ribera en Alzira. En principio, se limit¨® la experiencia a un solo centro sanitario y a la actividad hospitalaria exclusivamente.
Tras unos primeros a?os de rodaje, a la firma encargada de la gesti¨®n (una uni¨®n de empresas con participaci¨®n mayoritaria de Adeslas y Ribera Salud) no le salieron las cuentas. En 2003, en vista de que no funcionaba el modelo en su dise?o inicial, se rescat¨® y se modific¨® con unas condiciones m¨¢s atractivas para la adjudicataria, de forma que se sac¨® a concurso no solo el hospital sino tambi¨¦n todo el departamento de Salud al que sirve de centro de referencia. Es decir, adem¨¢s de la actividad hospitalaria, se extendi¨® la gesti¨®n privada a toda la atenci¨®n primaria, lo que supuso ceder el control de la atenci¨®n sanitaria integral de los 260.000 habitantes de la comarca de La Ribera.
Bajo esta f¨®rmula, se export¨® el modelo a otros departamentos sanitarios. Primero fue Torrevieja (2006). Luego lleg¨® D¨¦nia (2006), Manises (2009) y finalmente Elche (2010). Hasta que, sin hacer demasiado ruido, en estos momentos la salud de 870.000 valencianos, casi uno de cada cinco, est¨¢ en manos de una empresa privada.
No es que en Valencia no hubiera protestas. CC OO llev¨® a los tribunales los planes que el Ejecutivo, entonces presidido por Eduardo Zaplana, ten¨ªa para Alzira por considerar que la concesi¨®n administrativa no era una f¨®rmula v¨¢lida para ceder la gesti¨®n de una instalaci¨®n sanitaria p¨²blica. Pero una vez el Tribunal Superior de Justicia valenciano dio carpetazo al asunto, la Generalitat sigui¨® con sus planes, paso a paso, sin encontrar demasiada oposici¨®n.
Madrid sigui¨® un proceso similar al valenciano con los centros de Valdemoro, Torrej¨®n y M¨®stoles. Pero rompi¨® esta estrategia y opt¨® por dar un aceler¨®n a sus intenciones al anunciar en octubre de 2012 su intenci¨®n de privatizar de una tacada la gesti¨®n privada de seis hospitales y del 10% de los centros de salud.
Junto a este salto cualitativo que muestran unas maneras mucho m¨¢s bruscas, existe otra diferencia notable entre los pasos que se han seguido en ambas autonom¨ªas y que explica por qu¨¦ en la Comunidad Valenciana la resistencia a la privatizaci¨®n ha sido menor. En este caso,
todos los hospitales fueron de obra nueva. Por ello, fueron recibidos incluso con satisfacci¨®n por parte de la poblaci¨®n, que se alegraba de contar con atenci¨®n hospitalaria cercana. El caso m¨¢s claro es Alzira. Gracias al hospital, los vecinos dejaron de tener que desplazarse 40 kil¨®metros para acudir a Valencia.
No es lo mismo construir un hospital nuevo (como ha sucedido en la Comunidad Valenciana) que transferir un recurso ya existente a una empresa privada para que lo explote, como se pretend¨ªa hacer con la externalizaci¨®n de los hospitales Infanta Sof¨ªa, Infanta Leonor, Infanta Cristina, Del Henares, Del Sureste y del Tajo. Y tambi¨¦n es mucho m¨¢s traum¨¢tico que la empresa concesionaria asuma trabajadores del sector p¨²blico en lugar de contratarlos, como sucedi¨® en Alzira, D¨¦nia, o el resto de centros valencianos.
Las maniobras privatizadoras del PP est¨¢n perdiendo fuelle no solo en Madrid. En verano, Mar¨ªa Dolores de Cospedal anunci¨® que daba marcha atr¨¢s en su intenci¨®n de externalizar los hospitales de Almansa y Villarobledo (Albacete) y Tomelloso y Manzanares (Ciudad Real). La tambi¨¦n secretaria general del PP dijo entonces que los recortes ¡ªlos ¡°ahorros muy importantes¡±, se?al¨®¡ª permit¨ªan prescindir de los planes privatizadores que preve¨ªan aplicar el modelo Alzira a estos centros.
Tambi¨¦n est¨¢n paralizadas las intenciones que baraj¨® el Gobierno extreme?o (del PP con apoyos de IU) para los hospitales de Don Benito-Villanueva y el paralizado nuevo hospital de C¨¢ceres. En este caso, la idea era un modelo mixto que consist¨ªa en ceder la construcci¨®n y los servicios no sanitarios al sector privado y preservar el personal sanitario bajo el control p¨²blico.
Ni siquiera corren buenos tiempos en la cuna del modelo. Las dificultades financieras de la Generalitat han pasado factura al modelo, a pesar de los esfuerzos del Gobierno valenciano de blindar el pago de las deudas. Adem¨¢s, los socialistas valencianos han anunciado su intenci¨®n de integrar los hospitales a la red p¨²blica si gana las elecciones, lo que ha sembrado la inquietud entre las empresas concesionarias.
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