El hombre que ech¨® un pulso a la calle
Nervioso y, a veces exaltado, Javier Fern¨¢ndez-Lasquetty no ha vacilado con su plan para la sanidad madrile?a
Javier Fern¨¢ndez-Lasquetty (Madrid, 1966) lo ha pasado mal durante estos 14 meses de marea blanca de oposici¨®n a su proyecto sanitario estrella, el que sin duda definir¨¢, seguramente para su pesar, el paso de este abogado por la Consejer¨ªa m¨¢s conflictiva del Gobierno madrile?o. Lasquetty es un pol¨ªtico de maneras suaves, capaz de inspirar cordialidad incluso cuando una cuesti¨®n le incomoda o directamente le fastidia. Suele sobreponerse y contestar con correcci¨®n. Pero en ocasiones no es as¨ª. A veces una repregunta ¡ªya sea de un periodista o de un adversario pol¨ªtico en el Parlamento regional¡ª le saca de sus casillas y pierde las formas. Y durante estos 14 meses le ha ocurrido en m¨¢s de una ocasi¨®n. Se le ha visto inquieto, balbuceante, con calenturas en la boca y m¨¢s delgado, seg¨²n han se?alado hasta sus compa?eros de partido.
Nervioso. Exaltado hasta el punto de pr¨¢cticamente insultar en p¨²blico a los m¨¦dicos cuando estos le retaban con una huelga indefinida en lo m¨¢s crudo del conflicto. Pero nunca vacilante en lo que respecta a su plan de privatizaci¨®n de la gesti¨®n sanitaria. Ah¨ª Lasquetty nunca ha flaqueado. Pese a no tener el apoyo de ninguna organizaci¨®n sanitaria ¡ªhasta el Colegio de M¨¦dicos de Madrid, instituci¨®n tradicionalmente poco dada a contrariar al Gobierno regional, se le ech¨® encima¡ª ni el aliento de su propio partido en otras autonom¨ªas o desde el Ejecutivo nacional, el ya exconsejero de Sanidad siempre ha defendido que su plan iba a mejorar la gesti¨®n de los hospitales, y a menor precio.
Nunca pudo convencer a los m¨¦dicos ¡ªque son cient¨ªficos, como a ellos les gusta recordar¡ª de las bondades de su plan, porque no present¨® estudios serios que demostraran la mayor eficiencia de la gesti¨®n privada de la sanidad. Y tampoco aclar¨® los n¨²meros; ese supuesto ahorro que iba a reportar la entrada de las empresas en la sanidad p¨²blica. Pero nada de eso impidi¨® que siguiera adelante. Porque si hay algo que define a Lasquetty, una caracter¨ªstica a la que aluden tanto sus adversarios pol¨ªticos o sindicales como sus propios compa?eros de partido, es el ¡°dogmatismo¡±. Hace un a?o, cuando el conflicto empezaba a erosionar su imagen y, de rebote, la del presidente, Ignacio Gonz¨¢lez, una persona que colaboraba con ¨¦l atribu¨ªa los errores de comunicaci¨®n del plan privatizador a ¡°la aproximaci¨®n excesivamente dogm¨¢tica al problema¡± de Lasquetty.
El exconsejero es mucho m¨¢s que un hombre de partido. Pr¨¢cticamente toda su carrera profesional ¡ªa excepci¨®n de cuatro a?os en el sector privado, a finales de los ochenta¡ª se ha desarrollado en cargos de confianza en el PP. Su entrega al partido empez¨® de adolescente en las Nuevas Generaciones del barrio de Salamanca de Madrid. Su primera oportunidad relevante se la dio Esperanza Aguirre cuando, siendo ella concejala de Cultura del Ayuntamiento de Madrid, le nombr¨® consejero t¨¦cnico en 1994. ?l ten¨ªa 28 a?os y ya no volver¨ªa a salir de debajo del ala protectora de la lideresa.
Aguirre le convirti¨® en el director general m¨¢s joven del primer Gobierno de Aznar. Ten¨ªa 30 a?os cuando lo nombr¨® su director de Gabinete en el Ministerio de Educaci¨®n y Cultura. A los 33 estaba en el Senado, tambi¨¦n como director de Gabinete de Esperanza Aguirre, entonces presidenta de la C¨¢mara Alta. Tras las elecciones generales de 2000, Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar lo ficha para su Gabinete. En 2004 ya es diputado en el Congreso por Madrid y secretario general de FAES. Una carrera fulgurante que ejemplifica el ascenso mediante promoci¨®n interna de algunos j¨®venes pol¨ªticos del PP. ¡°El perfecto representante de la ¨¦lite del apparatchik¡±, dec¨ªa una fuente del Gobierno regional.
Es probable que, de alguna manera, Aguirre se lo cediera a Aznar temporalmente, porque no tard¨® en recuperarlo y llev¨¢rselo al Gobierno regional de Madrid, que hab¨ªa conquistado en 2003 despu¨¦s del oscuro episodio del Tamayazo. No le encomend¨® de golpe una cartera tan dif¨ªcil como Sanidad, sino que en 2007 le nombr¨® consejero de Inmigraci¨®n. La sorpresiva dimisi¨®n de Juan Jos¨¦ G¨¹emes, en marzo de 2010, para fichar por la empresa privada precipit¨® los cambios. Lasquetty pasaba a Sanidad. Iba a gestionar pr¨¢cticamente la mitad del presupuesto regional, pero se encontraba con un sector ya muy caliente por privatizaciones parciales previas ¡ªmenos contestadas que la actual, pero que tambi¨¦n generaron abucheos a sus predecesores¡ª y tensiones sindicales.
El anuncio de la privatizaci¨®n de la gesti¨®n de seis hospitales y 27 centros de salud, el 31 de octubre de 2012, incendi¨® a la comunidad sanitaria y le puso en la picota. Por primera vez, eran los m¨¦dicos y no profesionales de otras categor¨ªas sanitarias los que lideraban las protestas. Fuentes cercanas al PP admiten que quiz¨¢ se infravalor¨® la capacidad de movilizaci¨®n de los facultativos, porque nunca antes se hab¨ªan unido y su participaci¨®n en otros conflictos sanitarios hab¨ªa sido muy secundaria. Hab¨ªa un problema a?adido: que eran de los suyos. Muchos votantes del PP se estaban lanzando a las calles a defender la gesti¨®n p¨²blica de la sanidad p¨²blica. En los despachos, Lasquetty no avanzaba en las negociaciones con sus representantes. Quienes se sentaron con ¨¦l aseguran que a muchas reuniones enviaba a sus subordinados y que, aunque escuchaba, nunca dio muestras de querer tomar en consideraci¨®n sus propuestas.
Tampoco los sucesivos varapalos en los juzgados le hicieron cambiar de opini¨®n. Ahora su plan se ha suspendido y se queda fuera del Gobierno, pero ni ¨¦l ni el presidente Gonz¨¢lez han admitido que, quiz¨¢, estaban equivocados.
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