Los enemigos aceleran juntos
Sus cumbres son surrealistas. Cient¨ªficos de Israel, Ir¨¢n y Palestina construyen juntos el primer sincrotr¨®n de Oriente Pr¨®ximo. En el Proyecto S¨¦samo la ciencia adelanta a la pol¨ªtica
Tibia noche de invierno en Jerusal¨¦n. Eiliezer Rabinovici, profesor de F¨ªsica de Altas Energ¨ªas de la Universidad Hebrea, en Jerusal¨¦n, viaja en taxi camino de Jordania para lograr un imposible: ¡°Nos hemos propuesto algo que es como un cuento de las Mil y una noches¡±, afirma el cient¨ªfico israel¨ª.
El taxi ha tomado una carretera que desciende casi mil metros en direcci¨®n al mar Muerto. Rabinovici empieza a hablarnos de S¨¦samo, uno de los experimentos f¨ªsicos m¨¢s audaces del planeta. ¡°Construimos una especie de universo paralelo. Incluso a pesar de que nuestros pa¨ªses est¨¢n parcialmente enfrentados, nosotros, los investigadores, queremos construir el primer acelerador de part¨ªculas de Oriente Pr¨®ximo¡±.
S¨¦samo es un sincrotr¨®n, una especie de gigantesco aparato de Rayos X aunque much¨ªsimo m¨¢s potente que las m¨¢quinas utilizadas en la medicina. Hay m¨¢s de cuarenta sincrotrones funcionando en el mundo. Rabinovici es vicepresidente del Proyecto S¨¦samo. El organismo de investigaci¨®n independiente que construye el acelerador y habr¨¢ de gestionarlo act¨²a bajo el paraguas de la Unesco. El dinero y los investigadores proceden sobre todo de los pa¨ªses miembros oficiales. Junto a Israel est¨¢n presentes, entre otros, Turqu¨ªa, Chipre, Pakist¨¢n, Egipto¡ e Ir¨¢n.
Es una cumbre casi surrealista en el lugar m¨¢s bajo de la superficie terrestre, a cerca de 400 metros bajo el nivel del mar.
Suena incre¨ªble, pero es cierto: f¨ªsicos de Israel e Ir¨¢n construyen en colaboraci¨®n un acelerador de part¨ªculas. Tambi¨¦n el arranque del experimento casi parece un cuento: ¨¦rase una vez, en el a?o 1995, cuando investigadores de Israel y Palestina se reunieron en una tienda de beduinos en Egipto y comenzaron a planear un sincrotr¨®n en Oriente Pr¨®ximo. Pocas semanas antes, el primer ministro israel¨ª, Isaac Rabin, hab¨ªa sido asesinado. ¡°Empezamos a conmemorarle juntos con un minuto de silencio¡±, relata Rabinovici. ¡°A¨²n me resuena en los o¨ªdos¡±. Nada m¨¢s comenzar el minuto de silencio, en el desierto se produjo un temblor de tierra, aunque nadie result¨® herido. ¡°La cosa arranc¨® con dificultades¡ y as¨ª ha proseguido¡±, contin¨²a Rabinovici.
La atm¨®sfera se va haciendo opresiva. Barreras en la carretera y torretas de vigilancia anuncian la transici¨®n hacia la frontera que cruza el r¨ªo Jord¨¢n. Para eludir una espera que puede durar horas, Rabinovici compra un visado VIP que, junto al breve viaje en coche para pasar la frontera, le cuesta el equivalente a 120 euros.
En los ¨²ltimos tiempos, el cient¨ªfico se ha visto obligado a emprender con frecuencia este tedioso viaje. Jerusal¨¦n ha quedado descartado como lugar de reuni¨®n: Ir¨¢n proh¨ªbe visitar Israel. ¡°Trato de disfrutar en lo que puedo¡±, comenta Rabinovici sonriendo. ¡°A fin de cuentas, es el viaje en taxi m¨¢s caro del mundo¡±.
Nombres muy importantes apoyan S¨¦samo, entre ellos el de sir Christopher Llewellyn Smith, f¨ªsico y ex director general del CERN de Ginebra, espejo en el que se miran los investigadores de Oriente Pr¨®ximo. ¡°En cualquier caso, el CERN fue fundado despu¨¦s de la guerra, lo que facilit¨® las cosas¡±, afirma Rabinovici con sequedad.
Nuevo cambio de veh¨ªculo en el control fronterizo jordano. Un tercer taxi lleva a Rabinovici al hotel donde se celebra la reuni¨®n, junto al mar Muerto. Han hecho falta tres horas para concluir un viaje que en cincuenta kil¨®metros ha dado la vuelta al mundo. En la otra orilla se ven las luces de un kibutz, que casi parecen poder tocarse, pero que son inalcanzables.
En el vest¨ªbulo del hotel, palestinos, israel¨ªes e iran¨ªes se saludan como viejos amigos, se preguntan por la familia y por asuntos relacionados con la investigaci¨®n. Cient¨ªficos de Turqu¨ªa y Chipre se dan la mano, y a ellos se suman paquistan¨ªes, egipcios y delegados del CERN, de la Unesco y del Organismo Internacional de la Energ¨ªa At¨®mica (OIEA) de Viena. Una cumbre casi surrealista en el lugar m¨¢s bajo de la superficie terrestre, a cerca de 400 metros bajo el nivel del mar.
Los f¨ªsicos sin fronteras trabajan febrilmente para hacer operativo el sincrotr¨®n el a?o que viene, pero el sprint final es una carrera de obst¨¢culos. M¨¢s de cincuenta delegados hablan en el hotel sobre gigaelectrovoltios y millones que no llegan. Se han invertido en la instalaci¨®n m¨¢s de 36 millones de euros, y har¨ªan falta casi otros seis. El funcionamiento del centro tendr¨¢ un coste inferior a los 4,5 millones. ¡°Eso es el chocolate del loro para pa¨ªses como Alemania¡±, afirma un representante palestino que considera que Europa no se implica lo suficiente en el proyecto. El plan inicial era que S¨¦samo estuviera listo hace ya m¨¢s de diez a?os. La falta de financiaci¨®n produjo constantes retrasos.
S¨¦samo recuerda un poco a la West-East Divan Orchestra de Daniel Barenboim, compuesta por m¨²sicos palestinos e israel¨ªes. ¡°Barenboim, en comparaci¨®n, lo tiene f¨¢cil¡±, asegura Rabinovici. ¡°?l une dos culturas; nosotros, una docena¡±. En 2010 dos f¨ªsicos del Proyecto S¨¦samo murieron en atentados con bomba en Teher¨¢n. Hubo rumores seg¨²n los cuales ambos participaban en el supuesto programa iran¨ª para hacerse con el arma nuclear. Una vez m¨¢s hubo minutos de silencio en S¨¦samo.
Cuando la situaci¨®n pol¨ªtica se pone peliaguda, los f¨ªsicos se retraen a su microcosmos: los cuantos son invulnerables a los agitadores y predicadores del odio. Quien busca acelerar electrones, lo hace mejor en el vac¨ªo, tambi¨¦n pol¨ªtico. El acelerador est¨¢ siendo ensamblado en una zona industrial a unos 35 kil¨®metros al noroeste de la capital jordana, Amm¨¢n. Un grupo de cient¨ªficos se afana en el lugar de construcci¨®n. Uno egipcio comenta que quiere investigar sobre nanopart¨ªculas. Una jordana afirma que desea estudiar el c¨¢ncer de piel. La idea de un investigador de Jerusal¨¦n es utilizar el acelerador para examinar documentos b¨ªblicos, como los rollos de Qumran. Cuando entran en la sala, les saluda en primer t¨¦rmino un gran vac¨ªo. Un t¨²nel circular construido con hormig¨®n conforma el revestimiento del anillo del acelerador.
¡°El coraz¨®n del acelerador ya funciona¡±, afirma Erhard Huttel, un ingeniero de Karlsruhe (Alemania) que pasa la mitad del a?o en Amm¨¢n y aparenta preocupaci¨®n. ¡°?Cuidado, peligro de muerte!¡±, advierte una placa en alem¨¢n sobre la bomba central de electrones, una donaci¨®n de Berl¨ªn. Cuando en los a?os noventa se renov¨® el sincrotr¨®n berlin¨¦s, este componente estaba destinado a la chatarra, pero ahora resucitar¨¢ en el desierto.
Actualmente se trabaja en los imanes del anillo de almacenamiento. Cuando en diciembre nev¨® inopinadamente en Jordania, el techo cedi¨® bajo el peso de la nieve y las reparaciones volvieron a retrasar el proyecto. En verano habr¨¢n concluido. Como el resto de los investigadores que colaboran en S¨¦samo, Fatemeh Elmi se est¨¢ impacientado. Pese a su aspecto t¨ªmido y recatado, la iran¨ª es una de las integrantes del equipo que goza de mayor popularidad. Para ella, S¨¦samo es una puerta al mundo. Es profesora de Qu¨ªmica en Babolsar, peque?o puerto del mar a unos 200 kil¨®metros al noreste de Teher¨¢n. En 2004 obtuvo una beca para formarse en Taiw¨¢n con vistas a trabajar en el sincrotr¨®n S¨¦samo. Posteriormente realiz¨® estancias de investigaci¨®n en Noruega y Francia. S¨¦samo le ha cambiado la vida. No hay muchos iran¨ªes que puedan dejar su pa¨ªs con tanta frecuencia.
Elmi fue una de las primeras investigadoras que trabaj¨® con los ordenadores y laboratorios de S¨¦samo: analiz¨® c¨¦lulas de pacientes con c¨¢ncer de mama que hab¨ªan sido tratadas previamente en un sincrotr¨®n franc¨¦s. Con un hilillo de voz juvenil recita la lista de colegas con los que ya ha trabajado en una docena de publicaciones especializadas. Hace muy pocos a?os, habr¨ªa sido impensable que investigara codo con codo junto a colegas israel¨ªes.
?No es su trabajo una afrenta a los mul¨¢s? Sonriente, de pie en el centro vac¨ªo del acelerador de part¨ªculas, nos recita el mantra de S¨¦samo: ¡°Yo no tengo nada que ver con la pol¨ªtica; solo quiero hacer buena investigaci¨®n¡±.
Traducci¨®n: Jes¨²s Albores.
? 2014 Der Spiegel
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