¡°Si no se denuncia, los abusos seguir¨¢n ocurriendo¡±
Miguel Hurtado se sent¨ªa seguro en la Iglesia. A salvo. Hasta los 16 a?os, cuando el sacerdote responsable del grupo de j¨®venes de su parroquia abus¨® de ¨¦l. ¡°Fue un shock.Vengo de una familia muy cat¨®lica y jam¨¢s hab¨ªa esperado algo as¨ª¡±, remarca. Confundido y apenado, decidi¨® hablar con otro sacerdote con el que ten¨ªa mucha confianza. Necesitaba consejo. Hablar de lo ocurrido. Y aquel otro religioso, a cargo de una parroquia barcelonesa, lo ¨²nico que hizo fue quitarle hierro al asunto. ¡°Me dijo que hablar¨ªa con su superior, que seguramente se le diera un toque, pero que siguiera yendo al grupo. Tambi¨¦n me dijo que mejor no se lo contara a mis padres, que lo ¨²nico que conseguir¨ªa es hacerles sufrir¡±, relata.
Hurtado es ahora psiquiatra, tiene 31 a?os y trabaja en un hospital de Londres. Habla sin tapujos de lo ocurrido 15 a?os atr¨¢s. ¡°?l se aprovech¨® de que yo estaba pasando una ¨¦poca dif¨ªcil para abusar de m¨ª¡±, remarca. Explica tambi¨¦n que al principio hizo caso al sacerdote que le aconsej¨® guardar silencio. Pero no lograba librarse de la desaz¨®n. De la sensaci¨®n de que no se estaban haciendo las cosas bien. Al final, se lo cont¨® a su familia: ¡°Mis padres, muy religiosos, se pusieron en contacto con su superior. ?l le dijo a mi madre que mover¨ªa a mi abusador de sitio y la felicit¨® por haber tomado la ¡®buena decisi¨®n¡¯ de no denunciar¡±.
A los 22 a?os, ¡°m¨¢s fuerte e independiente¡±, decidi¨® acudir a la justicia, pero el caso hab¨ªa prescrito. ¡°Llegamos a un acuerdo extrajudicial con sus superiores para los gastos de terapia...¡±, dice. Le dieron 7.500 euros. ¡°Solo quer¨ªamos eso, para que no pudieran decir, como suelen hacer, que ¨ªbamos tras el dinero¡±, insiste. Tras el acuerdo, en el que se compromet¨ªa a guardar discreci¨®n, sigui¨® con su vida, pero a?os m¨¢s tarde, tras leer sobre el caso de un sacerdote estadounidense que hab¨ªa abusado de decenas de j¨®venes, empez¨® a investigar a su agresor. A pensar que quiz¨¢ hab¨ªa otros como ¨¦l. ¡°Descubr¨ª que hab¨ªa publicado un libro sobre su labor frente al grupo de j¨®venes, que aquellos que dijeron que le alejar¨ªan le homenajeaban as¨ª. En ese momento me di cuenta de que si no denunci¨¢bamos, los abusos seguir¨ªan ocurriendo¡±, dice.
Hurtado es una de las v¨ªctimas que acudi¨® a contar su historia ante el comit¨¦ de la ONU que analizaba el comportamiento del Vaticano ante decenas de casos como el suyo: ¡°All¨ª, por una vez no nos cuestionaron. Y lo trataban todo con tanta transparencia... Me di cuenta de que lo m¨¢s da?ino para m¨ª no hab¨ªa sido el abuso, sino el encubrimiento¡±. Cree que el varapalo de la ONU ¡ªque pide al Vaticano que entregue a los pederastas¡ª servir¨¢ de acicate para que las autoridades civiles se atrevan a perseguir estos delitos. La respuesta de la Iglesia, sin embargo, que ha alegado que este se trata de un ataque m¨¢s contra la libertad religiosa, no le ha sorprendido. ¡°Muchas veces las v¨ªctimas, tambi¨¦n algunos que como yo hemos dejado de creer, respondemos de una manera cristiana ante los obispos. Ellos, en cambio, se comportan m¨¢s como fariseos¡±.
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