¡°En el XIX ya hab¨ªa bodegas de dise?o en acero¡±
El acad¨¦mico dirige una enciclopedia sobre ingenier¨ªa, que supera las 6.000 p¨¢ginas


¡°El otro d¨ªa un padre contaba que su hijo cre¨ªa que las vacas cagaban los tetrabricks. Entonces te preguntas: hay algo que estamos haciendo mal si el conocimiento no se transmite¡±, reflexiona el acad¨¦mico de ingenier¨ªa Manuel Silva. Por ese motivo desde hace algo m¨¢s de una d¨¦cada este catedr¨¢tico de la Universidad de Zaragoza est¨¢ al frente de una ambiciosa enciclopedia, T¨¦cnica e ingenier¨ªa en Espa?a, que tiene ya m¨¢s de 6.000 p¨¢ginas y supera los 125 autores.
Silva viaj¨® a Madrid para presentar el s¨¦ptimo tomo y en la capital tuvo lugar esta entrevista. Recuerda el ingeniero industrial que ya en los ochenta protagoniz¨® la contra de este diario cuando mont¨® la primera feria de rob¨®tica en Espa?a. Y se lamenta de que los ingenieros no hayan sido ¡°capaces de hacer propaganda de la t¨¦cnica como han hecho los cient¨ªficos con la ciencia¡±.
Nacido en Sevilla, es un conversador nato y apasionado por miles de cosas. Piensa, a veces, que quiz¨¢ demasiadas. ¡°He expuesto mis fotograf¨ªas, colecciono m¨¢s de 300 nacimientos ¡ªhe hecho hasta un libro¡ª, me interesa el mundo del arte y la econom¨ªa¡¡±, sostiene. Una versatilidad que plasma en la enciclopedia. En vez de centrarse en los inventos y sus inventores, relata sus v¨ªnculos con el concepto de modernidad y de progreso que se ten¨ªa, los movimientos filos¨®ficos, las patentes o la pintura. ¡°Por ejemplo, c¨®mo cambia el estilo de escritura. El del XVIII es muy pomposo con tintes eruditos y en el XIX es pr¨¢ctico y preciso¡±.
El grupo de fil¨®sofos, soci¨®logos, economistas o historiadores andan ya inmersos en el primero de los cuatro tomos del siglo XX y se parar¨¢n en los setenta, cuando las escuelas de ingenier¨ªa dejan de depender de los ministerios. ¡°En la inauguraci¨®n del primer curso que estaba en la escuela, en 1968, esperaba ver a unos catedr¨¢ticos vestidos de obispos y me los encontr¨¦ uniformados como de banda de m¨²sica. La escuela pertenec¨ªa al Ministerio de Industria¡±, rememora su sorpresa.
Su curiosidad por estos uniformes le llev¨® a rescatar el de principios del XX en un maniqu¨ª para la Escuela de Ingenieros Industriales que dirigi¨® y a escribir un libro sobre los trajes de ingenieros: ¡°Puse caras de colegas a los bocetos de los trajes y hubo mucho cachondeo¡±. Se r¨ªe a carcajadas.
Le enfada que a cualquier cosa se le llame innovaci¨®n y quiere homenajear a todos los ingenieros espa?oles que vieron triunfar sus proyectos fuera. ¡°En el XIX se hac¨ªan las cosas a impulsos y era un desastre. Un puente sin carretera o una de ocho carriles que terminaba en pocos kil¨®metros, con la que se quer¨ªa aparentar delante del rey...¡±. Y lo que se hizo bien se desconoce. Como la empresa Portilla & White, en Sevilla, que lleg¨® a tener 600 empleados. ¡°Hac¨ªan motores para barcos y construcciones industriales, como la Real Bodega de la Concha de Acero. ?Porque ya hab¨ªa bodegas de dise?o en el siglo XIX! Los andaluces dicen que es de Eiffel y no de una empresa andaluza¡±. Por no hablar de Lucio del Valle, que dise?¨® un faro met¨¢lico r¨¦cord del mundo de altura durante 70 a?os, que se construy¨® en Reino Unido; Fernando Villamil, creador de un torpedero r¨¢pido de gran capacidad al que llam¨® destructor (nombre gen¨¦rico que conserva); P¨¦rez Santano, un telegrafista que hace un sistema de morse d¨²plex o Leonardo Torres Quevedo, inventor en Guadalajara del dirigible autodirigido m¨¢s utilizado por los aliados en la I Guerra Mundial. ¡°Es muy doloroso¡±.
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