Julieta est¨¢ en el limbo
Una adolescente banglades¨ª embarazada espera en una residencia de Madrid Sus padres se han ido a Londres y ella quiere vivir con su marido mayor de edad
Hace menos de dos a?os Syedhedaye Ali se acodaba apesadumbrado sobre el mostrador de su locutorio en Carabanchel. ¡°No son novios: ella tiene 13 a?os¡±, repet¨ªa. Su hija, S., llevaba un mes fugada con su novio, Helal Kurshed, de 22, y ¨¦l le ped¨ªa que regresara a casa. Dos a?os despu¨¦s el locutorio de Syedhedaye no existe: lo ha sustituido la tienda de complementos femeninos Yudy. ?l est¨¢ en paradero desconocido, en alg¨²n lugar de Londres. Han sucedido muchas cosas en dos a?os. S. est¨¢ embarazada de dos meses y vive en una residencia de la Comunidad de Madrid de la que Helal trata desesperadamente de sacarla.
Helal es un banglades¨ª de poco m¨¢s de 1,60, con el pelo de punta y siempre un par de tel¨¦fonos en la mano. Sentado en un caf¨¦ de Lavapi¨¦s, donde trabaja en un puesto de telefon¨ªa m¨®vil, explica su largo viaje hasta el d¨ªa de hoy. El 12-12-2012 es la fecha de la huida de los dos amantes y la celebran con la profusi¨®n de emoticonos y postales de puestas de sol con las que les gusta decorar sus comunicaciones tanto en Facebook como en mensajes telef¨®nicos. Helal muestra la pantalla con los ¨²ltimos que le ha enviado S. desde la residencia, plagados de caras llorosas y declaraciones de amor en la ensalada ling¨¹¨ªstica en la que se comunican, a medio camino entre el castellano y el bengal¨ª. ¡°Me echa mucho de menos¡±, sonr¨ªe orgulloso. A continuaci¨®n, ense?a unas facturas del hotel de Saint-Denis para probar que pasaron un mes refugiados en Francia. Luego regresaron a Madrid. Helal se entreg¨® porque estaba en busca y captura, y pas¨® dos noches en el calabozo.
Entonces lleg¨® el acuerdo con la familia de S. ¡°Huimos porque quer¨ªamos estar juntos, pero yo no aceptaba una vida de fugitivo ni para m¨ª ni para ella¡±, explica. La comunidad banglades¨ª medi¨® y la familia acept¨® la boda. El 16 de febrero de 2013 se unieron por el rito musulm¨¢n y organizaron una fiesta para sus conocidos. Se mudaron juntos. Parec¨ªa el fin de los problemas, pero acababan de comenzar.
¡°Hay muchas bodas con menores entre nosotros los banglades¨ªes, pero es la actitud del padre de S. [que en realidad es padrastro] la que ha creado los problemas¡±, cuenta Helal, que culpa a su suegro de las desgracias que le han perseguido desde que se enamor¨® de la ni?a mientras era inquilino de la familia en una habitaci¨®n que ten¨ªan para alquilar. Para que la situaci¨®n de S. se regularizara a ojos de la ley espa?ola era necesario que su familia le concediera la emancipaci¨®n y se casaran oficialmente. Pero Syedhedaye no accedi¨®, descontento con la primera boda, que para ¨¦l era una soluci¨®n de circunstancias para que la ni?a pusiera fin a su huida.
Los dos amantes se fugaron a Francia y volvieron a Espa?a para casarse con permiso de la familia de ella
Y luego rompi¨® la baraja.
En diciembre Syedhedaye y Salina, la madre de la ni?a, vendieron su locutorio y se marcharon a vivir a Londres siguiendo el camino que acostumbran a recorrer los banglades¨ªes que llegan a Europa. Se llevaron con ellos a a su hijo menor, pero S. se qued¨® en Espa?a con un permiso de residencia a punto de expirar. Helal intent¨® arreglarlo con los servicios sociales, pero le advirtieron de que sin tutor legal la ni?a no tendr¨ªa papeles. Se impon¨ªa una soluci¨®n de emergencia. Desamparada, por orden judicial la tutela de S. pas¨® a la Comunidad de Madrid. Sus padres, con los que la pareja habl¨® a¨²n unas cuantas veces por Internet antes de que cortasen la comunicaci¨®n indignados por la noticia del embarazo, cambiaron de tel¨¦fono, sin demostrar demasiado temor por estar incurriendo en un delito de abandono de menores, penado hasta con tres a?os de prisi¨®n.
Ante las negativas de S. a presentarse voluntaria, el 4 de marzo la polic¨ªa acudi¨® a casa de la pareja y se llev¨® a la ni?a. La asesor¨ªa jur¨ªdica de la Fiscal¨ªa del Menor explica que el nudo legal es muy dif¨ªcil de desenredar. S. puede esperar hasta los 16 a?os ¡ªlos cumplir¨¢ en agosto¡ª para pedir al juez su emancipaci¨®n, o solicitar antes una emancipaci¨®n por matrimonio, algo que parece cuesta arriba despu¨¦s de que en octubre el Gobierno decidi¨® retrasar la edad legal de matrimonio de los 14 a los 16 a?os.
S. no entiende estas limitaciones. La cita con ella es a las puertas de su residencia. La ni?a lleva ocho a?os viviendo en Madrid, pero apenas sabe moverse por la calle. Llega con un pa?uelo que le cubre el cabello y habla entre permanentes risas, excepto cuando se toca su situaci¨®n en la residencia. ¡°Los trabajadores sociales quieren que me quede hasta que nazca mi ni?o por lo menos, pero no voy a hacerlo. Me fugar¨¦ si no me dejan estar con Helal¡±, frunce el ce?o con firmeza. A su lado, su esposo asiste con cara de circunstancias a los arranques de S. ¡°Yo no quiero m¨¢s l¨ªos ni ser un fugitivo. Me da miedo destrozar la vida de los dos. Quiero tener una familia y estar en paz. Incluso alquil¨¦ el piso de sus padres cuando se fueron para que ella estuviese c¨®moda¡±, asegura. En opini¨®n de los dos, la familia est¨¢ intentando presionarlos para que se divorcien. ¡°Pero no me voy a asustar por las dificultades¡±, asegura Helal.
S. cuenta que tiene permiso para salir de la residencia cada d¨ªa, pero con horarios restringidos, y que con la intensiva jornada de ¨¦l les cuesta verse. La ni?a estudi¨® hasta primero de la ESO; ahora no va al instituto ni tiene ning¨²n proyecto en marcha. Solo espera. Helal, que entr¨® a Espa?a por Melilla en 2009, busca ayuda legal para enfrentarse a la maquinaria de una jurisdicci¨®n que no entiende. ¡°Si estamos casados y todo el mundo lo acept¨®, ?por qu¨¦ no podemos vivir juntos?¡±. Por encima de todo, aspira a que su suegro d¨¦ se?ales de vida: que llame por tel¨¦fono y acceda a una soluci¨®n que permita a S. escapar del limbo en el que ha ca¨ªdo. El embarazo le preocupa. Helal aspira a que la joven viva el proceso con la mayor calma posible. ¡°Su cuerpo es delicado. Es una ni?a a¨²n. Yo no querr¨ªa causarle ning¨²n problema, pero ella se sent¨ªa muy sola. Esto es muy dif¨ªcil¡±.
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