El espejo de Ana Bella
V¨ªctima de malos tratos, esta sevillana cre¨® una fundaci¨®n que ha ayudado a 1.200 mujeres
Hay en Sevilla una mujer de ojos verdes, sonrisa manifiesta, verbo encendido y un nombre propio del barroco literario ¡ªAna Bella Est¨¦vez Jim¨¦nez de los Galanes¡ª que no cesa de repetir, y de demostrar, que es posible salir ¡°en positivo¡± de una feroz situaci¨®n de violencia machista. Ana Bella lo sabe bien. Por la experiencia propia y por la de muchas de las 1.200 mujeres que han pasado por la fundaci¨®n que cre¨® en 2006 para auxiliar a supervivientes como ella.
La idea surgi¨® despu¨¦s de que anularan el grupo de ayuda al que asist¨ªa. ¡°El Ayuntamiento de Sevilla suprimi¨® el presupuesto y, al principio, ced¨ª mi casa para que continuaran nuestras reuniones, pero luego ped¨ª un pr¨¦stamo personal de 6.000 euros al Santander para comprar un peque?o local. Me puse a estudiar para poder hacer los estatutos, porque no sab¨ªa mucho al respecto, pregunt¨¦ a otras asociaciones y, finalmente, tres personas me ayudaron a registrarla¡±. Ese mismo a?o la iniciativa de la Fundaci¨®n Ana Bella gan¨® 25.000 euros en un certamen de proyectos de inclusi¨®n social y con ese dinero organizaron una empresa de catering solidario para dar trabajo a las v¨ªctimas. ¡°As¨ª nos sent¨ªamos ¨²tiles y valoradas¡±, aclara.
Escucharla ahora, tan optimista y entregada a una red de apoyo para mujeres que han sido maltratadas, complica imaginarla vejada y sometida durante 11 a?os por el hombre con el que se cas¨® nada m¨¢s cumplir los 18. Despu¨¦s de terminar el bachillerato, Ana Bella, que quer¨ªa ser licenciada en traducci¨®n, se fue de vacaciones con su padre a Marbella. Una ma?ana entr¨® en una galer¨ªa de arte y en un rinc¨®n vio a un hombre pintando. Despu¨¦s de unos minutos de conversaci¨®n, ¨¦l le regal¨® un cuadro. D¨ªas m¨¢s tarde, Ana Bella le envi¨® una carta agradeci¨¦ndole el detalle. ?l la ley¨® y enseguida fue a buscarla. Que era el amor de su vida, le dijo. Y ella le crey¨®. Que el hecho de que ¨¦l tuviera 42 a?os y ella 18 no ser¨ªa obst¨¢culo para que fueran felices. Y ella pens¨® que el romance promet¨ªa. Que dejara todo y se fuera con ¨¦l. Y ella, a pesar de la oposici¨®n de toda su familia, se fue.
"La idea de la fundaci¨®n surgi¨® en 2006 cuando el ayuntamiento de Sevilla dej¨® sin subvenci¨®n a mi grupo de ayuda."
Pronto, sin embargo, comenzaron los gritos, los insultos y los golpes. Los celos y el control: ¡°No salgas sola. No hables con otros hombres. No contestes las llamadas de tus amigos. No leas. No veas la tele. No te separes m¨¢s de tres metros de m¨ª. P¨®rtate bien. Si te pego es porque te amo¡±. Hab¨ªa periodos de calma. Luego de ratos de mal humor. Pero la tensi¨®n y la desesperaci¨®n eran constantes. Por esto o por aquello, montado en su propio coraje, con el rostro encolerizado y la boca llena de ofensas, ¨¦l no dudaba en descargar toda su furia contra ella. Por eso Ana Bella no tard¨® en convertirse en un c¨²mulo de miedo y sollozos. Y en medio de todo eso nacieron sus cuatro hijos.
Una tarde, mientras estaba sentada en la sala de espera del hospital al que sol¨ªa acompa?ar a su suegra, vio en la pared un cartel del Instituto de la Mujer. ¡°Rompamos el silencio¡±, dec¨ªa, y se?alaba un tel¨¦fono al que pod¨ªan llamar las mujeres maltratadas para pedir ayuda. Lo memoriz¨® y no tard¨® en marcarlo una madrugada, a escondidas. Enseguida, con sigilo, subi¨® a sus hijos al coche y se dirigi¨® a una casa de acogida. Lloraba y temblaba mientras conduc¨ªa por la carretera. Su hija mayor, que entonces ten¨ªa 11 a?os, estir¨® la mano para encender la radio: ¡°T¨² que eres tan guapa y tan lista / t¨² que te mereces un pr¨ªncipe, un dentista¡¡±. Y de repente, al ritmo de ese estribillo de pop, Ana Bella vislumbr¨® una nueva vida.
Permaneci¨® tres meses, con sus cuatro hijos, en la casa de acogida. Con asistencia psicol¨®gica y jur¨ªdica. Sinti¨¦ndose protegida. Luego ocho m¨¢s en un piso tutelado mientras el juicio de separaci¨®n tomaba su cauce. No le fue f¨¢cil ir al juzgado a declarar. Estaba envuelta por el miedo y la verg¨¹enza. Pero sab¨ªa que deb¨ªa hacerlo. Por ella y por sus hijos. Por salir de ese laberinto para volver a la vida independiente.
¡°A los 30 a?os me vi sin dinero, sin trabajo y sin casa. Lo ¨²nico que ten¨ªa era un documento que dec¨ªa: ¡°Ana Bella, v¨ªctima de violencia de g¨¦nero¡±. ?Y lo romp¨ª! Si despu¨¦s de todo lo que me pas¨® estaba viva y estaba sana, me di cuenta de que era una superviviente y no una v¨ªctima. Podr¨ªa haberme quedado llorando. ?Pero no me dio la gana! Encontr¨¦ un trabajo estable en una empresa telef¨®nica y me apunt¨¦ en la UNED para estudiar Derecho. Pero trabajando y con cuatro hijos, ?iba a tardar diez a?os para ser abogada! As¨ª que, si quer¨ªa ayudar a otras mujeres que estuvieran viviendo lo que yo viv¨ª, ten¨ªa que hacer otra cosa: una fundaci¨®n que nos permitiera crear una red¡±, cuenta ahora.
Para disfrutar de su nueva vida, Ana Bella Est¨¦vez Jim¨¦nez de los Galanes quiso volver a bailar. As¨ª que se apunt¨® a clases de salsa y bachata ¡ª¡°me lo paso bomba¡±¡ª. Con ese mismo entusiasmo recorre foros nacionales e internacionales invitando a las mujeres a denunciar la violencia machista y a que se den cuenta de que haber sufrido malos tratos no las anula como personas.
"Todo lo que has contado lo sufre mi prima, que es ahora la novia de tu exmarido", le comentaron un d¨ªa.
Su labor de concienciaci¨®n adquiere mayor importancia porque, casi 10 a?os despu¨¦s de que entrara en vigor la Ley de Medidas de Protecci¨®n Integral de Violencia de G¨¦nero, m¨¢s de seiscientas mujeres han sido asesinadas. 54 el a?o pasado, de las cuales solo 11 hab¨ªan puesto una denuncia, seg¨²n los datos del Ministerio de Sanidad. Desde 2010, las denuncias han ca¨ªdo casi un 3% al a?o (no pasan de 130.000). Y, de acuerdo con la Agencia de Derechos Fundamentales de la UE, un 22% de las mujeres espa?olas dicen haber sufrido violencia. Menos que otros pa¨ªses de la Uni¨®n, como Dinamarca (52%) o Francia (44%), pero se debe a que en Espa?a ha ca¨ªdo el n¨²mero de denuncias. De las 22 mujeres asesinadas en lo que va de 2014, solo 6 la hab¨ªan realizado. A pesar de la cifra, para Ana Bella, 2014 no es un a?o especial. ¡°Ahora hay m¨¢s informaci¨®n y cada vez hay m¨¢s mujeres que reconocen que sufren violencia de g¨¦nero. Pero, por desgracia, este n¨²mero de asesinadas ha sido com¨²n en otros a?os¡±.
Por eso Ana Bella ha ido a contar varias veces su caso en la televisi¨®n. ¡°Sin voz distorsionada y sin la cara encubierta. Yo salgo sin miedo para decir que puedes salir adelante. Que la denuncia es el primer paso para evitar m¨¢s muertes y convertirse en parte de la soluci¨®n del problema y para que la sociedad no nos trate como v¨ªctimas sino como supervivientes¡±.El pasado lunes 7, los ministros de Justicia, Interior y Sanidad acordaron pedir al Congreso una revisi¨®n de la Ley Integral contra la Violencia de G¨¦nero. Sostuvieron que es necesario intensificar la respuesta gubernamental ante este tipo de agresiones, con personal especializado que analice cada caso, as¨ª como redefinir el cuestionario que valora el riesgo de sufrir agresiones machistas.
Ahora Ana Bella, ocupada en sus m¨²ltiples tareas (y en bailar salsa), ha intentado olvidarse del hombre que la maltrat¨® durante m¨¢s de una d¨¦cada. No hace mucho, sin embargo, se sent¨® frente al ordenador para leer los mensajes que recibe a diario a trav¨¦s de Facebook. De entre todos, uno fue el que m¨¢s llam¨® su atenci¨®n. Una mujer acababa de escribirle: ¡°Todo lo que t¨² has contado en tus charlas y en los medios (los gritos, los insultos, los celos, el control, los golpes) lo est¨¢ sufriendo mi prima. Porque mi prima es ahora la novia de tu exmarido¡±. La sorpresa fue may¨²scula. ¡°?Claro, porque me hab¨ªa olvidado de que pod¨ªa haber otra mujer en mi lugar!¡±, dice ahora. ¡°Yo no pod¨ªa ayudar a esa chica personalmente. Pero alguien de nuestra fundaci¨®n se puso en contacto con ella y con la familia y, al igual que yo, pudo dejarlo y salir de esa situaci¨®n justo a tiempo. Sali¨® porque todas podemos hacerlo. Que se miren en este espejo¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.