Santificaci¨®n expr¨¦s en el Vaticano
Juan Pablo II ser¨¢ canonizado el domingo tras recorrer el costoso proceso en tiempo r¨¦cord Franciso ha incluido a Juan XXIII en la ceremonia, pese a no haberse acreditado otro milagro

El curr¨ªculo del cardenal portugu¨¦s Saraiva Martins expuesto en la p¨¢gina oficial de la Santa Sede es un relato breve, y eso que no se actualiza desde enero de 2012. Si hubiese que ponerle un t¨ªtulo, le har¨ªa justicia uno del tipo ¡°Siempre estuvo aqu¨ª¡± o ¡°La curia soy yo¡±. Lleg¨® a Roma en 1954, cuando a¨²n reinaba P¨ªo XII, y seis pont¨ªfices despu¨¦s ¡ªJuan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo I, Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco¡ª todav¨ªa sigue ah¨ª, ahora ya como prefecto em¨¦rito ¡ªtiene 82 a?os¡ª de la Congregaci¨®n de las Causas de los Santos, tambi¨¦n conocida como ¡°la f¨¢brica de santos¡±.
Benedicto XVI orden¨® comenzar el protocolo sin esperar a que pasaran los preceptivos cinco a?os tras la muerte
Desde tan elevado lugar de la curia, no en vano es donde se emiten los certificados de santidad, el cardenal Saraiva Martins dirigi¨® en mayo de 2005 los primeros pasos de la beatificaci¨®n expr¨¦s de Karol Wojtyla, fallecido solo un mes antes, despu¨¦s de 27 a?os de papado, de los que m¨¢s de dos ¨Cexactamente 822 d¨ªas¡ª se los pas¨® visitando 129 pa¨ªses. Tras una larga enfermedad retransmitida en directo, el papa polaco muri¨® el 2 de abril de 2005, y de sus funerales ¡ªaquel sencillo ata¨²d para un pont¨ªfice bajo cuya sonrisa supo ocultarse todo el poder y la corrupci¨®n del Vaticano¡ª se recuerda sobre todo un clamor en forma de frase repetida: ¡°?Santo s¨²bito!¡±. Un grito que fue capaz de conmover a su sucesor, el hasta entonces cardenal alem¨¢n Joseph Ratzinger, quien nada m¨¢s vestirse de blanco como Benedicto XVI orden¨® a Saraiva Martins que pusiera en marcha el mecanismo para elevar a Juan Pablo II a los altares. Lo que se concretar¨¢ en la ceremonia del pr¨®ximo domingo, en la que tambi¨¦n ser¨¢ canonizado Juan XXIII.
¡ªBuenas tardes.
¡ªBuenas tardes, si¨¦ntese, si¨¦ntese¡
Los cardenales son los pr¨ªncipes de la Iglesia y, aun despu¨¦s de la llegada de Jorge Mario Bergoglio y sus zapatos negros de suela gastada, muchos de ellos siguen viviendo en consonancia. El apartamento de Jos¨¦ Saraiva Martins (Gagos do Jarmelo, 1932) est¨¢ justo en la esquina de la plaza de San Pedro, el conserje de la finca viste con el uniforme del Vaticano, sobre el dintel figura su escudo y su leyenda ¡ªVeritas in Charitate¡ª y, nada m¨¢s llamar a un gran timbre dorado, abre la puerta una de las monjas portuguesas que lo atienden. El cardenal Saraiva Martins responde a las preguntas con simpat¨ªa y a veces subraya las frases con una sonrisa socarrona que parece decir: si yo le contara¡ Sobre la mesa hay una carpeta de pl¨¢stico con las tapas negras que solo abrir¨¢ al final de la conversaci¨®n.
¡ªLos procesos de beatificaci¨®n y canonizaci¨®n suelen ser mucho m¨¢s largos. ?Por qu¨¦ ha sido tan r¨¢pido en el caso de Juan Pablo II?
¡ªLas reglas dicen que no se puede comenzar el proceso hasta cinco a?os despu¨¦s de la muerte. Pero en esta ocasi¨®n ha sido tan breve porque, el 3 de mayo de 2005 [justo un mes despu¨¦s del fallecimiento de Karol Wojtyla], Benedicto XVI dispens¨® de la necesidad de esperar. Y el 9 de mayo, el prefecto de la Congregaci¨®n de las Causas de los Santos, que era yo, firm¨® un decreto pidiendo comenzar r¨¢pidamente el proceso. Todo fue muy veloz.

¡ªSeg¨²n las reglas de la Santa Sede, se necesita un milagro para la beatificaci¨®n y otro para la canonizaci¨®n, teniendo en cuenta que este segundo milagro debe suceder despu¨¦s de la beatificaci¨®n. Entonces, ?por qu¨¦ el papa Francisco ha decidido hacer santo tambi¨¦n a Juan XXIII, al que no se le reconoce el segundo milagro?
¡ªVer¨¢. En primer lugar, el Papa tiene la potestad de dispensar la existencia de un milagro. Y esto es as¨ª porque entre los milagros y la santidad no hay un v¨ªnculo intr¨ªnseco, digamos metaf¨ªsico. Se puede ser santo, haber vivido la fe de forma heroica, y no haber hecho ning¨²n milagro.
¡ªEntonces, ?por qu¨¦ lo exigen?
¡ªPorque es una especie de sello que Dios pone para confirmarnos que esa persona es santa. Por ejemplo, si usted pide algo por intercepci¨®n del padre P¨ªo y Dios hace el milagro, ya sabemos que entre Dios y el padre P¨ªo hay una comuni¨®n. Si falta ese sello, la carta, o sea, la santidad, sigue existiendo, pero es m¨¢s dif¨ªcil que llegue a su destino¡
La f¨¢brica de santos tiene un solo patr¨®n, el Papa. Solo ¨¦l tiene el poder de decidir qui¨¦n finalmente merece ser elevado a los altares. Una potestad que sirve adem¨¢s para dibujar el modelo de Iglesia que cada pont¨ªfice desea. Un ejemplo muy claro es la decisi¨®n de Francisco de impulsar el proceso de beatificaci¨®n del arzobispo salvadore?o ?scar Arnulfo Romero, asesinado en 1980 mientras oficiaba misa. Su causa fue frenada durante a?os por la Congregaci¨®n para la Doctrina de la Fe, la antigua Santa Inquisici¨®n, a la que hasta anteayer no gustaba especialmente ¡ªo sea, nada¡ª ¡°la opci¨®n preferencial por los pobres¡± de monse?or Romero y todav¨ªa menos sus cr¨ªticas ¡ªlas mismas que le costaron la muerte¡ª al Ej¨¦rcito salvadore?o.
No deja de ser curioso que quienes durante a?os m¨¢s batallaron contra la Teolog¨ªa de la Liberaci¨®n fueran precisamente el cardenal Joseph Ratzinger como prefecto de la Congregaci¨®n para la Doctrina de la Fe y el papa Juan Pablo II. El propio Ratzinger se lo acaba de contar al periodista polaco Wlodzimierz Redzioch, quien ha publicado un libro ¡ªAccanto a Giovanni Paolo II (Junto a Juan Pablo II)¡ª en el que amigos y colaboradores de Karol Wojtyla cuentan sus virtudes. ¡°El primer gran desaf¨ªo que afrontamos juntos¡±, recuerda el papa em¨¦rito, ¡°fue la Teolog¨ªa de la Liberaci¨®n que se estaba difundiendo en Am¨¦rica Latina. Tanto en Europa como en Am¨¦rica del Norte se ten¨ªa la opini¨®n com¨²n de que se basaba en ayudar a los pobres y que, por tanto, se trataba de una causa que se deb¨ªa apoyar. Pero era un error¡±.
Las malas lenguas del Vaticano, que siguen existiendo a pesar de los continuos ataques de Jorge Mario Bergoglio al vicio del ¡°chismorreo¡±, atribuyen la canonizaci¨®n conjunta de los dos papas a una maniobra de Francisco para quitarle protagonismo a Wojtyla y d¨¢rselo a Juan XXIII, un pont¨ªfice m¨¢s a su estilo, un obispo bonach¨®n a quien se sigue recordando ¡ªsobre todo en Italia¡ª como ¡°el Papa bueno¡±. Se quiere ver tambi¨¦n un gesto de Francisco a favor de todas aquellas congregaciones o di¨®cesis cuyos candidatos a la santidad oficial, habiendo vivido las virtudes que marca la Iglesia, no disponen de un aparato econ¨®mico ni medi¨¢tico tan potente como el del papa polaco.
El proceso normalmente es lento y caro. Solo el primer documento a favor del nuevo beato cuesta 6.000 euros
No hay que olvidar que se trata de una carrera dif¨ªcil, larga y, sobre todo, cara. Se estima que, hasta ahora, una causa de beatificaci¨®n no costaba menos de medio mill¨®n de euros. Y no hab¨ªa descuentos. Quien no lograba reunir el dinero suficiente se quedaba compuesto y sin santo. De ah¨ª que, a instancias de Bergoglio, el pasado mes de enero se aprobaran unas nuevas tarifas para que, seg¨²n el cardenal Angelo Amato, prefecto de la Congregaci¨®n de las Causas de los Santos, ¡°las congregaciones y las di¨®cesis no vivieran en la angustia de no saber cu¨¢nto iba a costarles el proceso¡±. Eso s¨ª, aunque se supone que las tarifas son m¨¢s claras y m¨¢s baratas, siguen sin ser p¨²blicas. Los principales gastos se van entre las tasas del Vaticano ¡ªsolo la presentaci¨®n del primer documento a favor de un nuevo beato (la ¡°positio¡±) cuesta 6.000 euros¡ª y los honorarios del postulador.
Se trata de la persona, normalmente sacerdote, que intenta mover Roma con Santiago para que su aspirante a beato o santo obtenga el debido reconocimiento por parte de la Santa Sede. Pero, como todo en la vida y en la muerte, tambi¨¦n en la carrera para santo hay clases. No es lo mismo defender la causa de Juan Pablo II que, por poner un ejemplo, la de don Baltasar Pardal Vidal (1886-1963), un sacerdote catequista que fund¨® en Galicia las escuelas La Grande Obra de Atocha y el instituto secular Hijas de la Natividad de Mar¨ªa. El postulador de Karol Wojtyla se llama Slawomir Oder, y sus diferentes libros sobre el proceso se pueden encontrar estos d¨ªas en los escaparates de las librer¨ªas de Roma, donde entre los vol¨²menes dedicados a Wojtyla y los que loan a Bergoglio apenas queda sitio para la literatura mundana.
Por cierto que el postulador Oder meti¨® la pata hace algunos a?os cuando public¨® un libro utilizando algunas de las informaciones sobre Juan Pablo II ¡ªtestimonios, secretos, an¨¦cdotas¡ª obtenidas durante su investigaci¨®n. Uno de los que puso el grito en el cielo fue el secretario personal de Karol Wojtyla y actual arzobispo de Cracovia, Stanislaw Dziwisz, el mismo que ahora acaba de publicar los apuntes personales de Juan Pablo II, a pesar de que este dej¨® bien claro que, tras su muerte, deb¨ªan de ser quemados. Si para los creyentes un Papa es el vicario de Cristo en la tierra, tras su muerte corre el riesgo de que sus m¨¢s cercanos colaboradores se repartan su t¨²nica o se la vendan al mejor postor.

Las Hijas de la Natividad de Mar¨ªa, en cambio, tienen que alternar las obras de caridad ¡ª¡°tenemos un colegio donde vienen ni?os de clase baja o media-baja donde muchos padres no pueden ni pagar el comedor¡±, dice sor Pastora Vega¡ª con ahorrar el dinero suficiente para ¡°sostener¡± a su postulador, un miembro de la curia vaticana que vive en la residencia de Santa Marta. ¡°No es barato, no¡±, dice la hija de la Natividad de Mar¨ªa, refiri¨¦ndose al proceso de canonizaci¨®n de don Baltasar, ¡°hay que pagar las gestiones, los viajes a Roma, las instancias ante el Vaticano, las conferencias y las publicaciones que hacemos para que se conozca bien la obra del fundador. Y luego est¨¢ el problema de los milagros¡±.
Cuenta la religiosa que una cosa es que don Baltasar haya hecho curaciones ¡ª¡°que las ha hecho y muchas¡±¡ª y otra que los m¨¦dicos ¡°se atrevan a certificar que, cient¨ªficamente, se ha tratado de un milagro¡±. El postulador de Juan Pablo II, sin embargo, no tuvo problemas. Sobre su mesa se acumularon hasta 251 supuestos milagros, si bien la curaci¨®n de la monja francesa Marie Simon-Pierre, aquejada de p¨¢rkinson, y m¨¢s tarde la de la costarricense Floribeth Mora, v¨ªctima de un aneurisma cerebral, fueron las tenidas en cuenta oficialmente. Con sus luces ¡ªun papa espont¨¢neo, viajero, carism¨¢tico, que por primera vez conden¨® a la Mafia¡ª y sus muchas sombras ¡ªla negativa a investigar la pederastia, su ataque a la Teolog¨ªa de la Liberaci¨®n, el desgobierno de una curia voraz que termin¨® amarg¨¢ndole la vida a Benedicto XVI¡ª, Juan Pablo II termin¨® de convertirse en leyenda subido a su propia cruz. Aunque pens¨® en renunciar, dej¨® que la enfermedad lo consumiera delante de las c¨¢maras, lentamente, en riguroso directo. Dice el cardenal Saraiva Martins:
¡ªSu heroicidad ya se manifest¨® en toda su crudeza durante el atentado de Ali Agca, pero sobre todo se hizo patente en los ¨²ltimos a?os de su enfermedad. Yo estaba all¨ª, a su lado, y vi sufrir a ese hombre.
Y solo entonces, Saraiva Martins se inclina y abre su carpeta de pl¨¢stico negro para mostrar una a una, como un tesoro, las fotograf¨ªas de toda una vida a la sombra de los papas.
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