Los retos de un pa¨ªs envejecido
La crisis y la p¨¦rdida de poblaci¨®n generan tensiones en la estructura demogr¨¢fica El gran desaf¨ªo ser¨¢ la jubilaci¨®n masiva de la generaci¨®n del ¡®baby boom¡¯
Espa?a envejece mientras pierde poblaci¨®n, y todo ello a un ritmo que rompe estad¨ªsticas en un contexto de aguda crisis econ¨®mica. En tres a?os habr¨¢ m¨¢s fallecimientos que nacimientos (solo ha sucedido en la Guerra Civil y la pandemia de gripe de 1918). No es este el ¨²nico hito demogr¨¢fico sobre el que ha advertido el Instituto Nacional de Estad¨ªstica (INE). El avance del padr¨®n a fecha de enero de 2014 muestra la mayor ca¨ªda de poblaci¨®n extranjera en un a?o: 545.980 (el 9,9%). En parte por quienes han adquirido la nacionalidad espa?ola, pero sobre todo por los expulsados por la crisis, una tendencia que ha marcado el retroceso de poblaci¨®n de los ¨²ltimos dos a?os, que la ha dejado en 46,7 millones. Y que, seg¨²n los ¨²ltimos c¨¢lculos estad¨ªsticos del INE a largo plazo, apuntan a una p¨¦rdida de 4,6 millones hasta 2051 para caer por debajo de los 42 millones de habitantes.
?Hay motivos para preocuparse? S¨ª, si a todo ello se suman los efectos de una profunda recesi¨®n, con una ca¨ªda del empleo e ingresos de la Administraci¨®n menguantes (impuestos, cotizaciones...) para sostener a una poblaci¨®n cada vez m¨¢s envejecida (pensiones, gasto sanitario), como trasladan dem¨®grafos y economistas consultados por este diario. Un problema que se agudizar¨¢ en las pr¨®ximas d¨¦cadas a medida que las generaciones de jubilados est¨¦n m¨¢s pobladas y meng¨¹e en las de activos.
En buena parte, el problema que tiene Espa?a sobre la mesa tiene que ver con la gesti¨®n de un ¨¦xito. Por una parte, por haber alcanzado una de las tasas de esperanza de vida m¨¢s altas del mundo (con datos de 2012, las espa?olas son las mujeres m¨¢s longevas de Europa con 85 a?os de expectativa al nacer). Por otra, debido a la reducci¨®n de la natalidad, en buena medida, por la incorporaci¨®n de la mujer a la actividad laboral.
Un hijo menos por motivos econ¨®micos
La evoluci¨®n de la poblaci¨®n de un pa¨ªs responde a los nacimientos (que suman habitantes) menos las muertes (que restan) y el saldo migratorio (que suma o resta). Los mayores cambios en el perfil demogr¨¢fico de Espa?a de los ¨²ltimos a?os han llegado de la mano de estos ¨²ltimos movimientos demogr¨¢ficos, el factor m¨¢s imprevisible de todos ellos, ya que est¨¢ ligados a los vaivenes econ¨®micos (igualmente impredecibles).
Las tendencias de mortalidad y natalidad son bastante m¨¢s r¨ªgidas. Las mejoras en las condiciones de vida y en la medicina han tenido un impacto que se ha traducido en una mayor expectativa de vida. Pero a pesar de la p¨¦rdida de poblaci¨®n y la mayor longevidad, el n¨²mero de defunciones seguir¨¢ creciendo por el envejecimiento poblacional.
A este respecto, hay poco que hacer. Aunque quiz¨¢s no en el tercer factor de la ecuaci¨®n: la natalidad. Es cierto que Espa?a sigue la tendencia de los pa¨ªses desarrollados de bajas tasas de nacimientos. Pero hay pa¨ªses de nuestro entorno que mantienen cifras de hijos por mujer superiores a las espa?olas. La media en Espa?a fue de 1,37 hijos en 2010, a la cola de Europa frente a los 2,2 de Islandia, o los dos hijos de las francesas, suecas, brit¨¢nicas, noruegas. Para encontrar tasas similares en Espa?a hay que retroceder a 1981, cuando la media por mujer fue de 2,03 hijos.
?A qu¨¦ responden estas diferencias? ¡°Es dif¨ªcil incidir en el n¨²mero de nacimientos, decidir tener hijos responde a la suma de muchas decisiones individuales¡±, apunta la investigadora del CSIC Margarita Delgado. ¡°Aunque quiz¨¢s el ejemplo est¨¦ en los pa¨ªses n¨®rdicos¡±, a?ade. Delgado destaca la utilidad que tienen medidas de apoyo ¡°estructuradas y de largo alcance¡± (ayudas econ¨®micas directas, escolares, red de guarder¨ªas p¨²blicas, bajas remuneradas, reserva del puesto de trabajo de la madre...). ¡°Seg¨²n las encuestas, en Espa?a hay un d¨¦ficit de fecundidad deseada y no satisfecha de un hijo m¨¢s, de promedio, que no se tiene por razones de tipo econ¨®mico u organizativo¡±, concluye.
Estos dos factores, que entraron en juego hace a?os, ya llevan tiempo dibujando un escenario de envejecimiento progresivo de la sociedad. Pero el inesperado aluvi¨®n de inmigrantes de la pasada d¨¦cada maquill¨® una situaci¨®n que la acelerada vuelta a casa de extranjeros expulsados por la crisis, m¨¢s la salida de nacionales en edad laboral, est¨¢ dejando en evidencia en estos momentos.
Espa?a pierde poblaci¨®n y se tendr¨¢ que acostumbrar a contar con menos habitantes. ?Es malo perder poblaci¨®n? Ni bueno ni malo, responde Margarita Delgado, investigadora del Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas (CSIC). ¡°?Qu¨¦ m¨¢s da un mill¨®n m¨¢s o menos? Lo que importa es la estructura demografica de un pa¨ªs¡±, responde. Es decir, contar con poblaci¨®n suficiente para sostener el gasto de sus generaciones m¨¢s ancianas.
La gran paradoja que se da en este momento es que, de no sufrir Espa?a la crisis tan cruenta que mantiene a casi seis millones de personas en el paro, el pa¨ªs no deber¨ªa de tener problemas para sostener a la poblaci¨®n pensionista, seg¨²n los dem¨®grafos. La generaci¨®n del baby boom (la explosi¨®n demogr¨¢fica que se produjo en Espa?a entre los a?os 1958 y 1977) est¨¢ (o deber¨ªa estar) en pleno ejercicio profesional, con el pico de poblaci¨®n entre la treintena y los 50 a?os, como refleja la pir¨¢mide de poblaci¨®n. ¡°Espa?a nunca ha tenido tanta gente en disposici¨®n de trabajar y tan formada¡±, apunta Antonio Abell¨¢n, especialista en envejecimiento del CSIC. Pero la crisis, al apartar a buena parte de ellos del mercado laboral, ha limitado su capacidad de generar riqueza y aportar recursos para el mantenimiento del sistema con garant¨ªas (social, sanitario).
Por ello, dem¨®grafos como Andreu Domingo, subdirector del Centro de Estudios Demogr¨¢ficos de la Universidad Autonoma de Barcelona, rechazan que se emplee la estructura demogr¨¢fica como excusa para los recortes. ¡°Los principales riesgos, que los hay, tanto en el sistema de pensiones o los cuidados de larga duraci¨®n, no se deben al envejecimiento, sino a la falta de actividad econ¨®mica, de cr¨¦dito o la ausencia de pol¨ªticas de empleo¡±, comenta Abell¨¢n, del Instituto de Econom¨ªa, Geograf¨ªa y Demograf¨ªa del Centro de Ciencias Humanas y Sociales del CSIC.
Con todo, lo peor (en cuanto a la estructura demogr¨¢fica) est¨¢ por llegar. Y este escenario se plantear¨¢ a partir de la d¨¦cada de 2030, y sobre todo de las de 2040 y 2050, cuando empiecen a jubilarse en masa los babyboomers. Ser¨¢ entonces cuando las generaciones m¨¢s pobladas vayan dejando el mercado laboral mientras, por debajo, unas cohortes sensiblemente m¨¢s reducidas deban soportar el coste de la atenci¨®n de las pensiones y sus cuidados sociosanitarios. ¡°Los m¨¢s vulnerables son el grupo entre los 40 y quienes rebasan los 50 a?os, apunta Andreu Domingo. ¡°Lo m¨¢s complicado lo vamos a tener a partir de los pr¨®ximos 20 a?os¡±, insiste Abell¨¢n. ¡°Si los pol¨ªticos son razonables, tendr¨¢n que tomar medidas. Los pr¨®ximos a?os avanzaremos hacia un desequilibrio mayor¡±, a?ade Delgado, ¡°y la relaci¨®n entre la c¨²spide y la base ser¨¢ m¨¢s desfavorable¡±.
Ese ser¨¢ el momento de mayor tensi¨®n en la estructura demogr¨¢fica, hasta que a medida que vayan falleciendo las generaciones m¨¢s pobladas, se imponga una estructura de poblaci¨®n, que no ser¨¢ ni piramidal ni con forma romboide sino una especie de ¨¢rbol con un ancho tronco que va perdiendo la copa. Y en el que apenas habr¨¢ diferencias en el n¨²mero de habitantes de las diferentes cohortes de edad.
Esto es lo que apuntan las predicciones a largo plazo, unas proyecciones estad¨ªsticas que se elaboran a partir de las tendencias demogr¨¢ficas del momento. Y que podr¨ªan variar, no tanto en los aspectos relativos a las tendencias de natalidad o mortalidad, las m¨¢s r¨ªgidas y previsibles, sino en el saldo migratorio, mucho m¨¢s vol¨¢til y directamente ligado al desarrollo econ¨®mico.
Por ello, pese a lo ¡°complicado de saber lo que suceder¨¢ en los pr¨®ximos a?os¡±, seg¨²n Domingo, la p¨¦rdida de poblaci¨®n parece clara. ¡°Habr¨¢ que acostumbrarse a poblaciones decrecientes¡±, comenta. El aumento de habitantes solo podr¨¢ llegar de la atracci¨®n de poblaci¨®n extranjera, aunque ser¨¢ cada vez m¨¢s complicado. ¡°La idea de que los inmigrantes son un yacimiento infinito de empleo desaparecer¨¢. De hecho, ya hay elevada competencia por captar los de mayor grado de formaci¨®n en el mundo¡±, a?ade.
Esta complejidad dificulta las medidas a tomar. Pese a ello, Abell¨¢n lanza algunas ideas. Por ejemplo, incrementar la edad laboral. ¡°Hasta ahora, los a?os ganados a la muerte se los damos a la juventud ¡ªformaci¨®n¡ª y la vejez ¡ªocio¡ª , no a la etapa adulta¡±. Abell¨¢n apuesta por incrementar la edad laboral por coherencia demogr¨¢fica ¡°y no solo por la sostenibilidad del sistema¡±.
No es el primero en hacerlo. Una tesis similar la defiende el exresponsable del programa de envejecimiento de la ONU, Andre Kalache, que incluso ha patentado una palabra para definir esta etapa de envejecimiento activo (y contributivo, en lo que se refiere a las arcas p¨²blicas): la gerontolescencia.
Otra de las f¨®rmulas que propone Abell¨¢n es dejar de compartimentar las etapas vitales de forma que se asigne a la juventud la formaci¨®n; a la edad adulta el trabajo; y a la jubilaci¨®n el ocio. ¡°Ganaremos fuerza de trabajo si los j¨®venes pueden empezar a trabajar antes y permitimos que se puedan seguir formando a?os despu¨¦s¡±, algo que, como ¨¦l mismo admite, parece complicado de aplicar en un momento como el actual, con tasas de desempleo juvenil que rondan el 50%. Esta entrada temprana en el mercado laboral lo combina el investigador con la mejora de la productividad que se deriva de esta formaci¨®n continua, ¡°la medida sobre la que m¨¢s ha incidido la Uni¨®n Europea¡±, explica. ¡°Cuanto m¨¢s preparada est¨¦ la gente, m¨¢s capaz ser¨¢ de producir riqueza, por lo que con menos gente trabajando se podr¨¢ sostener a mayor n¨²mero de personas no activas¡±, relata este dem¨®grafo.
Algunas de estas medidas ya se han tomado. Por ejemplo, el progresivo retraso de la edad de jubilaci¨®n. ?ngel de la Fuente, director de la Fundaci¨®n de Estudios de Econom¨ªa Aplicada (Fedea), destaca tambi¨¦n el hecho de que en la reforma de las pensiones ¡°se haya adaptado lo que se puede pagar a la situaci¨®n econ¨®mica¡± lo que considera, ¡°un buen paso para que el sistema aguante¡±. De la Fuente cree que las ratios entre la primera pensi¨®n y el ¨²ltimo sueldo descender¨¢n con el paso de los a?os. Aunque conf¨ªa en que, a medio plazo, las pagas de jubilaci¨®n seguir¨¢n yendo al alza.
La sensaci¨®n que hay en la sociedad es otra. El Eurobar¨®metro de abril de 2012 mostraba que el 68% de los espa?oles est¨¢ muy o bastante preocupado por no poder vivir con dignidad durante su jubilaci¨®n.
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