26 mujeres enamoradas de sacerdotes escriben al Papa para que quite el celibato
Las firmantes afirman que su situaci¨®n es ¡°un continuo tira y afloja que despedaza el alma¡±
El papa Francisco ha recibido una carta firmada por 26 mujeres que han vivido, viven o desear¨ªan vivir una relaci¨®n con un sacerdote y querr¨ªan hacerlo sin tener que esconderse ni sentirse culpables, sin que la Iglesia siga obligando a sus parejas a elegir entre ellas, Dios o la doble moral de un amor escondido: ¡°Nosotras amamos a estos hombres y ellos nos aman a nosotras. No se puede romper un v¨ªnculo tan fuerte y hermoso¡±. Se trata de la vieja discusi¨®n sobre el celibato sacerdotal, que ahora resurge ante la esperanza de que Jorge Mario Bergoglio reconsidere una tradici¨®n eclesi¨¢stica que ha apartado a unos 100.000 curas de la Iglesia cat¨®lica desde la d¨¦cada de los 70.
Durante a?os se las llam¨® ¡°las rivales de Dios¡±. Ahora, un grupo de ellas ha decidido escribir al Papa para contarle la angustia de un amor prohibido. De las 26, solo una firma con su apellido y adjunta un n¨²mero de tel¨¦fono para dar autenticidad a la iniciativa. El resto solo deja constancia de su nombre de pila. ¡°Querido papa Francisco¡±, empieza la carta difundida por el diario La Stampa, ¡°somos un grupo de mujeres de todas las partes de Italia. Cada una de nosotras tiene o ha tenido una relaci¨®n de amor con un sacerdote. Se sabe muy poco del devastador sufrimiento al que est¨¢ sometida una mujer que vive junto a un sacerdote la fuerte experiencia del enamoramiento. Queremos, con humildad, depositar a sus pies nuestro sufrimiento con el fin de que algo pueda cambiar, no solo para nosotras, sino para el bien de toda la Iglesia¡±.
Ellas llaman a su situaci¨®n ¡°un continuo tira y afloja que despedaza el alma¡±. Pero no es solo su alma la que se resiente. En una ¨¦poca ya larga de crisis vocacionales, el amor mundano est¨¢ causando m¨¢s bajas en la Iglesia que la falta de fe. No hay estad¨ªsticas actualizadas ni los c¨¢lculos son f¨¢ciles, pero seg¨²n los datos de la asociaci¨®n de presb¨ªteros con familia Vocatio, ¡°solamente en Italia los sacerdotes casados son 8.000 o 10.000 y en todo el mundo la cifra supera los 100.000¡±. Hasta l¡¯Osservatore Romano intent¨® un c¨¢lculo de los sacerdotes que hab¨ªan pedido dispensa entre 1970 y 1995 y la cifra rond¨® los 46.000. Los a?os en que se solicitaron m¨¢s dispensas fueron 1976 y 1977, entre 2.500 y 3.000, y en la actualidad el Vaticano concede unas 700 al a?o. La carta de las 26 mujeres no habla, en cualquier caso, de n¨²meros, sino de sufrimiento.
¡°Cuando, destrozados por tanto dolor, nos decidimos a un alejamiento definitivo, las consecuencias no son menos devastadoras y a menudo queda una cicatriz de por vida tanto en ellos como en nosotras. Las ¨²nicas alternativas son el abandono del sacerdocio o la condena perpetua a una relaci¨®n secreta. En el primero de los casos, la grave situaci¨®n con la que la pareja tiene que chocar se vive con gran sufrimiento por parte de los dos: porque tambi¨¦n nosotras deseamos que la vocaci¨®n sacerdotal de nuestros compa?eros pueda ser vivida plenamente, que puedan seguir sirviendo a la comunidad. La segunda opci¨®n, el mantenimiento de una relaci¨®n secreta, conlleva una vida escondi¨¦ndose continuamente, con la frustraci¨®n de un amor incompleto que ni siquiera puede so?ar con un hijo, que no puede existir a la luz del sol. Puede parecer una situaci¨®n hip¨®crita, permanecer c¨¦libes teniendo una mujer al lado, en silencio, pero desgraciadamente no pocas veces nos vemos obligadas a esta dolorosa elecci¨®n¡±.
El celibato se puede discutir porque no es un dogma, sino una tradici¨®n eclesi¨¢stica" Pietro Parolin Secretario de Estado del Vaticano
Las 26 firmantes piden una reuni¨®n con el Papa, tal vez alentadas por unas declaraciones de Pietro Parolin, el nuevo secretario de Estado del Vaticano, quien admiti¨® que ¡°el celibato se puede discutir porque no es un dogma, sino una tradici¨®n eclesi¨¢stica¡±. No obstante, Jorge Mario Bergoglio siempre se mostr¨® a favor del celibato, si bien sigui¨® manteniendo amistad con algunos de sus colaboradores que optaron por colgar los h¨¢bitos por amor. En Sobre el cielo y la tierra, un libro de conversaciones publicado junto al rabino Abraham Skorka ¨Ccon el que viajar¨¢ a Tierra Santa el pr¨®ximo fin de semana--, el entonces arzobispo de Buenos Aires dejaba claro que lo prefer¨ªa incluso ¡°con todos los pros y los contras que conlleva, porque en diez siglos de experiencias hay m¨¢s puntos positivos que errores; la tradici¨®n tiene un peso y una validez¡±.
El anterior obispo de Buenos Aires incluso pon¨ªa el ejemplo de c¨®mo actuar ante un caso real: ¡°Si uno viene a verme y me dice que ha dejado embarazada a una mujer, yo lo escucho, intento tranquilizarlo y poco a poco le hago entender que el derecho natural est¨¢ antes que su derecho como sacerdote. Y, como consecuencia, debe dejar el ministerio y hacerse cargo del hijo, incluso en el caso de que decida no casarse con la mujer. Porque de la misma forma que aquel ni?o tiene derecho a tener una madre, tambi¨¦n tiene derecho a tener un padre con una cara. Ahora¡±, continuaba Bergoglio, ¡°si un cura me dice que se ha dejado llevar por la pasi¨®n, que ha cometido un error, lo ayudo a corregirse¡ La doble vida no nos hace bien, no me gusta, significa dar sustancia a la falsedad¡±.
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