Con Franco, nada
El hombre que reconstruy¨® las relaciones M¨¦xico-Espa?a tras la llegada de la democracia cuenta c¨®mo fueron aquellos d¨ªas
Una ma?ana de enero de 1977, el presidente de M¨¦xico, Jos¨¦ L¨®pez Portillo, me manifest¨® su firme decisi¨®n de reestablecer relaciones diplom¨¢ticas con Espa?a. Yo desempe?aba entonces la subsecretaria de Gobernaci¨®n en el reci¨¦n inaugurado Gobierno.
Entre los a?os 1974 y 1976, integrante como era del Comit¨¦ Ejecutivo Nacional del PRI, me hab¨ªa ocupado, por encargo de Jes¨²s Reyes Heroles, presidente del partido, de mantener y desarrollar relaciones pol¨ªticas con los principales dirigentes de la Junta Democr¨¢tica de Espa?a organizada en Par¨ªs durante aquellos a?os. Sus principales l¨ªderes (Santiago Carrillo, Jos¨¦ Vidal Beneyto, Rafael Calvo Serer, Ra¨²l Morodo) viajaban por el mundo y explicaban c¨®mo percib¨ªan y de qu¨¦ manera podr¨ªan inducir el inevitable aunque dificultoso tr¨¢nsito espa?ol hacia la democracia.
Vinieron a M¨¦xico varias veces. La ¨²ltima, en 1975, poco antes de la muerte de Franco, cuando L¨®pez Portillo se encontraba en plena campa?a electoral. Nac¨ªa entonces una estrecha relaci¨®n pol¨ªtica entre el PRI y la Junta Democr¨¢tica, concebida esta ¨²ltima, quiz¨¢, como primera semilla de lo que meses despu¨¦s supondr¨ªa el complejo proceso de la transici¨®n espa?ola hacia la democracia.
Viaja a Par¨ªs y recu¨¦rdales a nuestros queridos amigos que M¨¦xico guard¨® fidelidad Jos¨¦ L¨®pez Portillo
De manera paralela fui conducto para establecer, tambi¨¦n en Par¨ªs, un mecanismo permanente de comunicaci¨®n pol¨ªtica entre M¨¦xico y el ¨²ltimo Gobierno de la Rep¨²blica espa?ola en el exilio. Por esa raz¨®n, el jefe del Estado mexicano me orden¨® que hablara con el presidente del Gobierno espa?ol en el exilio, Jos¨¦ Maldonado, con el fin de examinar la posibilidad de encontrar f¨®rmulas jur¨ªdicas y pol¨ªticas adecuadas que permitieran a M¨¦xico y a Espa?a reanudar sus relaciones diplom¨¢ticas.
M¨¦xico las manten¨ªa inc¨®lumes con el Gobierno republicano espa?ol en el exilio. La Uni¨®n Sovi¨¦tica y la Yugoslavia de Tito, pa¨ªses durante muchos a?os amigos de la Rep¨²blica Espa?ola, ya ten¨ªan hace tiempo sus embajadores respectivos en Madrid.
M¨¦xico era el ¨²nico pa¨ªs que se mantuvo fiel a la legitimidad representada por esos ilustres exiliados que hasta el ¨²ltimo d¨ªa de sus vidas estuvieron convencidos de los valores ¨¦ticos y pol¨ªticos inherentes a los principios jur¨ªdicos de la Rep¨²blica vencida por una sublevaci¨®n que desencaden¨® la devastadora Guerra Civil.
Pacto de referencia
Enrique Pe?a Nieto visit¨® Espa?a el pasado 9 de junio. En una cena organizada en el Palacio Real, alab¨® los Pactos de la Moncloa como referente pol¨ªtico:
¡°Espa?a nos brind¨® un gran ejemplo de concordia, de capacidad para anteponer los intereses de la Naci¨®n, y lograr acuerdos fundamentales para acelerar su desarrollo (...)
Teniendo como referencia los Pactos de la Moncloa, la democracia mexicana ha sido capaz de impulsar grandes transformaciones, a partir del di¨¢logo, los acuerdos y el Pacto por M¨¦xico.
Al igual que lo hiciera Espa?a, hoy M¨¦xico se est¨¢ transformando por la v¨ªa de la democracia y sus instituciones".
El presidente mexicano ¡ªdisc¨ªpulo y amigo del ilustre jurista republicano espa?ol Manuel Pedroso en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Aut¨®noma de M¨¦xico¡ª consideraba imprescindible inaugurar las relaciones diplom¨¢ticas con la nueva Espa?a apenas iniciada su vida democr¨¢tica, pero, por otro lado, no quer¨ªa romper con el Gobierno de la Rep¨²blica Espa?ola en el exilio.
Hab¨ªan transcurrido casi cuarenta a?os de solidaridad y afinidad pol¨ªtica con quienes perdieron la guerra y era preciso hallar una f¨®rmula indolora capaz de facilitar a M¨¦xico la inauguraci¨®n de relaciones con la naciente democracia sin herir el decoro y la dignidad de los republicanos.
¡°Viaja a Par¨ªs", me dijo el jefe del Estado, "y recu¨¦rdales a nuestros queridos amigos que, durante cuatro d¨¦cadas ininterrumpidas, M¨¦xico guard¨® fidelidad absoluta a la legitimidad representada por ellos al amparo de una convicci¨®n radical, condensada en la c¨¦lebre frase del presidente mexicano Adolfo L¨®pez Mateos, repetida por ¨¦l cada vez que la prensa nacional o internacional le inquir¨ªa en torno al momento en que considerar¨ªa oportuna la reanudaci¨®n de relaciones entre ambos pa¨ªses: ¡®Con Espa?a todo, con Franco nada¡¯. Diles eso. Lo entender¨¢n muy bien...¡±.
Se trataba de crear condiciones id¨®neas para llegar a un acuerdo pol¨ªtico fraternal capaz de relevar a M¨¦xico de su compromiso hist¨®rico con los republicanos. Un acuerdo seg¨²n el cual M¨¦xico, muerto Franco, quedara en libertad de construir una nueva relaci¨®n con la Espa?a ya gobernada entonces por Adolfo Su¨¢rez en las v¨ªsperas del Congreso Constituyente cuya tarea abrir¨ªa el camino de la compleja transici¨®n en puerta.
Durante varios d¨ªas, durante muchas horas, convers¨¦ con integrantes del Gobierno republicano en el exilio. Ellos comprend¨ªan las razones mexicanas y no representar¨ªan ning¨²n obst¨¢culo. ¡°Hacia M¨¦xico solo tenemos sentimientos de gratitud y de amor¡±, me dijo el presidente Jos¨¦ Maldonado en presencia de Fernando Valera, Jos¨¦ Giral y varios ministros de su Gobierno.
L¨®pez Portillo los invit¨® a venir a M¨¦xico. Regres¨¦ a Par¨ªs a recogerlos. Viajamos juntos y no me despegu¨¦ de ellos hasta el momento estremecedor del discurso en el que, al cabo de una cena de gala ofrecida en su honor en la residencia oficial de Los Pinos, el presidente Maldonado, con la voz entrecortada por la emoci¨®n, con su inconfundible acento asturiano, agradec¨ªa a los mexicanos su apoyo permanente y su solidaridad invariable con la legitimidad republicana a lo largo de ocho lustros.
Semanas despu¨¦s, el ¨²ltimo Gobierno republicano espa?ol declaraba por s¨ª y ante s¨ª: ¡°Las instituciones de la Rep¨²blica en el exilio ponen t¨¦rmino a la misi¨®n hist¨®rica que se hab¨ªan impuesto. Quienes las han mantenido hasta hoy se sienten satisfechos porque tienen la convicci¨®n de haber cumplido con su deber¡±.?
Rodolfo Echeverr¨ªa fue embajador de M¨¦xico en Espa?a entre 1994 y 1998.
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