Con la esperanza en un f¨¢rmaco
La familia de Miguel Pajares tiene la mente puesta en el suero experimental
Enfundarse un traje de protecci¨®n RNBQ lleva, al menos, 30 minutos. Las siglas hacen referencia al riesgo radiactivo, nuclear, bacteriol¨®gico y qu¨ªmico. El riesgo, en este caso, tiene nombre: ¨¦bola. Un virus que no solo ha cambiado la vestimenta del personal sanitario del hospital Carlos III. Ha modificado la rutina. Desde la llegada de los religiosos Miguel Pajares y Juliana Bonoha, el jueves, los pasillos del centro se muestran vac¨ªos. No hay m¨¢s pacientes. No hay visitas de familiares ni amigos.
La actividad se concentra en la sexta planta y el trabajo se divide en tres turnos: ma?ana, tarde y noche. En cada uno participan cuatro enfermeros y cuatro auxiliares. Los m¨¦dicos cumplen horarios, de ocho de la ma?ana a tres de la tarde y de tres de la tarde a ocho de la ma?ana. Todos, a su vez, siguen turnos rotativos de dos horas, b¨¢sicamente por los cambios de indumentaria, explica el enfermero Manuel Torres, parte del equipo y delegado del Centro Sindical Independiente y de Funcionarios (CSI-F). El color del traje da una pista sobre el grado de proximidad que tienen con Pajares, el ¨²nico infectado por el virus, y Bonoha, que sigue en observaci¨®n por haber tenido contacto con personas contagiadas.
El RNBQ, de color blanco, es el de mayor protecci¨®n; incluye una especie de escafandra y cuenta con un equipo de respiraci¨®n aut¨®nomo. No es recomendable usarlo m¨¢s de dos horas porque es pesado y, al ser herm¨¦tico, provoca calor. Cuando se lo quitan, descansan dos horas y despu¨¦s se lo vuelven a poner. Lo utilizan aquellos que deben tocar a los pacientes o acercarse a menos de un metro y medio, como m¨¦dicos y enfermeros. Pero no son los ¨²nicos. Los celadores tambi¨¦n cuando, por ejemplo, tienen que sacar a los enfermos de las camas para que puedan cambiarles las s¨¢banas.
El otro traje, de color amarillo, tiene un menor nivel de protecci¨®n; al contar con mascarillas y gafas, no es completamente herm¨¦tico. Lo emplean quienes no deben acercarse demasiado a los pacientes, seg¨²n Torres. Con el sistema de videoc¨¢maras que se ha instalado en las habitaciones de presi¨®n negativa ¡ªque no permiten la salida del aire¡ª no es necesario entrar tantas veces. Un televisor en el exterior da informaci¨®n sobre los signos vitales de los pacientes.
Los familiares no han pisado el hospital, pero esperan que funcione el tratamiento con ZMapp, el mismo f¨¢rmaco que se est¨¢ administrando en Estados Unidos de manera experimental. "Sabemos que sigue igual, estable, que est¨¢ tranquilo. Solo esperamos que todo salga bien, pero todav¨ªa no sabemos si el tratamiento est¨¢ dando resultados", cuenta Emilio Pajares, de 69 a?os, el menor de los hermanos del misionero de la orden de San Juan de Dios.
La familia del religioso ha creado un grupo en WhatsApp para mantener a todos informados acerca de la evoluci¨®n. El hospital ¡ªcuenta Bego?a Mart¨ªnez, prima de Pajares¡ª se comunica primero con la orden. "Esa tambi¨¦n es su familia", dice.
El ZMapp es un suero que empez¨® a administrarse en Estados Unidos de manera experimental con los dos contagiados: Kent Brantly, de 33 a?os, y Nancy Writebol, de 59. Desde el s¨¢bado est¨¢ a disposici¨®n de los m¨¦dicos del hospital Carlos III, despu¨¦s de ser autorizado por Sanidad.
"Tambi¨¦n hay que tener en cuenta que, en este caso, se trata de una persona mayor que ha venido arrastrando problemas cardiacos", explican fuentes sanitarias. Pajares tiene 75 a?os.
Los dos estadounidenses evolucionan favorablemente en Atlanta (Georgia), seg¨²n las autoridades, aunque no est¨¢ confirmado si se debe al tratamiento experimental. "Me siento m¨¢s fuerte cada d¨ªa", escribi¨® Bradley desde su habitaci¨®n, en una carta publicada por su familia.
David Writebol, marido de la estadounidense infectada, todav¨ªa est¨¢ en Liberia a la espera de conocer si ¨¦l tambi¨¦n est¨¢ contagiado, seg¨²n revel¨® a la cadena CBS. Writebol controla su temperatura "a diario" y espera superar el umbral de los 21 d¨ªas ¡ªque se considera que tarda el organismo en sufrir los primeros s¨ªntomas¡ª para reencontrarse con su esposa en Estados Unidos. Esta, seg¨²n su familia, conserva la memoria clara y el sentido del humor "intacto".
Estados Unidos decidi¨® que todos los misioneros que, como Brantly y Writebol, han trabajado con pacientes de ¨¦bola cumplir¨¢n un periodo de cuarentena cuando regresen. Seg¨²n adelant¨® la agencia Associated Press, los trabajadores han accedido a permanecer aislados durante al menos tres semanas como medida de precauci¨®n, aunque ninguno tiene s¨ªntomas.
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