Una Caperucita en cada generaci¨®n

Cada generaci¨®n de mujeres j¨®venes tiene un cuento de terror que le ense?a qu¨¦ debe temer y c¨®mo evitar el peligro. Esas historias, que siguen la narrativa del cuento infantil Caperucita Roja, se repiten cada cierto tiempo y marcan la memoria de las ni?as y adolescentes tras su difusi¨®n en los medios de comunicaci¨®n.

Casi tres d¨¦cadas atr¨¢s, la historia reciente de violencia sexual comienza con las ni?as de Alc¨¤sser. En noviembre de 1992, Antonia, Desir¨¦e y M¨ªriam desaparecen en las inmediaciones de Alc¨¤sser. Las j¨®venes, de 14 y 15 a?os, salieron de fiesta, hicieron autostop y nunca regresaron. Sus nombres trazan un hilo que conecta a trav¨¦s del tiempo lo que la investigadora Nerea Barjola llama ¡°relato del terror sexual¡±: ¡°El mensaje que subyace es que si sales sola, te pueden violar y matar. La tortura sexual, el asesinato o la desaparici¨®n de mujeres no es mala suerte, sino una consecuencia pol¨ªtica o un castigo a su transgresi¨®n¡±.

Recurriendo a la hemeroteca, se puede observar una l¨ªnea continua que nos sit¨²a en el reciente asesinato de Laura Luelmo: tras el caso de las ni?as de Alc¨¤sser en 1992, est¨¢ el de Roc¨ªo Wanninkhof, que sale de noche para ir a la feria y desaparece en 1999. Ten¨ªa 19 a?os y su crimen acaba relacionado con el de Sonia Carabantes, una joven de 17 a?os que desaparece en 2003 cuando regresaba a casa de noche. Es a?o, Sandra Palo, de 22 a?os, desaparece tambi¨¦n cuando volv¨ªa a casa tras salir a tomar algo. En enero de 2009, Marta del Castillo, de 17 a?os, sali¨® a dar una vuelta y nunca regres¨® a casa. En agosto de 2016, Diana Quer, de 18 a?os, desaparece cuando volv¨ªa tras salir de fiesta. En diciembre de 2018, Laura Luelmo, de 26 a?os, desaparece al ir a correr como hac¨ªa habitualmente.

Son los casos m¨¢s medi¨¢ticos de violencia sexual. En todos hay una conexi¨®n, seg¨²n Nerea Barjola: el cuerpo como un espacio pol¨ªtico. ¡°Contar, por ejemplo, qu¨¦ agresiones han sufrido las v¨ªctimas de violencia sexual es poner sus cuerpos sobre una mesa y dejar que la sociedad meta sus manos. Dar noticias de esta manera convierte el cuerpo de las v¨ªctimas en un cuerpo p¨²blico¡±. Un cuerpo, seg¨²n Barjola, a partir del cual se legisla o limita la libertad del resto de mujeres: ¡°Se nos dice cu¨¢l es la frontera que debemos y no debemos cruzar, como hacer autostop o volver a casa de noche solas. Y que, si la cruzamos, nos ponemos nosotras en peligro¡±.

La investigadora B¨¢rbara Tard¨®n, cuya tesis doctoral explora la violencia sexual durante siglos, apunta que ¡°violencia machista¡± es ¡°una categor¨ªa pol¨ªtica¡± que la narrativa hist¨®rica ha obviado: ¡°El terror sexual, que dice Barjola, se ha producido a lo largo de la historia de la Humanidad. En ¨¦pocas antiguas, sin medios de comunicaci¨®n, exist¨ªan instrumentos disciplinarios para las mujeres, para controlar su libertad sexual y sus cuerpos, como por ejemplo la propia iglesia, lugar en el que se socializaba¡±.

Barjola, que ha publicado una tesis sobre la cobertura medi¨¢tica del asesinato de Alc¨¤sser, Microf¨ªsica sexista del poder, se?ala las consecuencias de estos relatos: ¡°Apelan directamente a las mujeres j¨®venes que se pueden sentir identificadas con las asesinadas. Tienen la funci¨®n de proponer reglas de conducta, como no volver solas a casa porque supone un peligro sexual¡±, explica.

La identificaci¨®n es un elemento clave en estos casos, se?ala la psic¨®loga cl¨ªnica Marta Redondo, especialista en conducta y salud: ¡°El comportamiento tiene que ver con procesos de aprendizaje. Las conductas vistas en otros y las consecuencias observadas a partir de esas conductas [salir sola y ser asesinada] impactan en nuestra propia conducta¡±. Redondo se?ala que en los casos mediatizados de violencia sexual a menudo ¡°se pone el acento en algunos aspectos que aumentan el miedo y la percepci¨®n de amenaza¡±: ¡°La alarma y el miedo gu¨ªan nuestra atenci¨®n, que est¨¢ preparada para seleccionar los elementos que le resultan amenazantes. Y si adem¨¢s nos identificamos con un modelo concreto que ha sufrido esos peligros [mujer, joven y que sale sola], m¨¢s f¨¢cil es que nuestra conducta acabe siendo modificada¡±.