No es la caza lo que preocupa en el pueblo
A los pueblos les tratan, a efectos administrativos, como si fueran ciudades, mientras les despojan de las tradicionales ventajas de no serlo
Da la impresi¨®n, siguiendo las informaciones pol¨ªticas, de que la gente de pueblo se pasa la vida viendo los toros o saliendo a cazar. Los acercamientos al mundo rural en temporada de campa?a electoral ¡ªfuera de ella apenas existen¡ª siempre rozan el chiste, pero el campo est¨¢ ya para pocas bromas. Lo que se perdi¨® con la crisis muchas veces no ha vuelto y eso que la crisis no fue tan dura en algunas zonas rurales, porque el que poco ten¨ªa, poco perdi¨®. All¨ª se vive de otra forma, nadie suele enriquecerse ni pegar pelotazos. Al rev¨¦s, acogieron a aquellos que volvieron expulsados de las inh¨®spitas ciudades y les proporcionaron un desahogo.
Pero las Administraciones recortaron servicios sanitarios, escolares, asistenciales, como si los que all¨ª viven, por ser pocos fueran inferiores o tuvieran menos necesidades. Bien al contrario. Necesitan medios de transporte que han ido perdiendo, a mayor abundancia del aislamiento, profesionales m¨¦dicos, escuelas y sobre todo, una buena red de atenci¨®n a la dependencia para los viejos ¡ªen los pueblos no se andan con tanto eufemismo¡ª que brilla por su ausencia en la mayor parte de esa Espa?a, m¨¢s que vac¨ªa, maltratada. S¨ª, hay muchas ancianas que viven con una m¨ªnima ayuda oficial, personas de m¨¢s de 100 a?os que se han muerto siendo ¡°dependientes leves¡±, jubilados con pensiones de miseria, trabajadores que no pueden tomar vacaciones pero que pagan impuestos por una casucha de aperos, los que dicta un catastro que no es capaz de casar un propietario con su propiedad ni aunque se lo proponga. Y vengan los envejecidos en esas tierras cogiendo el coche 20 veces a la ciudad y vuelta para solucionar los desaguisados de la Administraci¨®n. Choc¨¢ndose con m¨¢quinas que no entienden, respondiendo, como Daniel Blake, que ni tienen ordenador ni sabr¨ªan usarlo, pidiendo favores a la vecina¡ Y los hijos lejos.
A los pueblos les tratan, a efectos administrativos, como si fueran ciudades, mientras les despojan de las tradicionales ventajas de no serlo. Al bar de la plaza, que languidece a diario, le cobran tasas por poner una m¨²sica que suena en el silencio, llenan de normas y de mandangas los espacios que antes eran de libertad rural: los chicos ya no pueden ni ir a la piscina sin compa?¨ªa adulta en un minipueblo donde se conocen todos.
Est¨¢n equiparando la vida rural a la de la ciudad en sus desventajas. Pero nadie vigila los desastres urban¨ªsticos que all¨ª se cometen, ni se investigan con ah¨ªnco ciertos cr¨ªmenes contra la naturaleza. En el orden humano, los gais siguen siendo invisibles o mal mirados, las mujeres padecen a oscuras la violencia machista, cuando no se las acusa de provocarla. La cultura, ay la cultura. Los pocos cines que hay por esos lares tienen una programaci¨®n indigerible¡ Un chiste entero.
Cuando la gente de pueblo votaba izquierda una y otra vez se les acusaba de paniaguados, cautivos, miserables que se vend¨ªan por un trozo de PER. Ahora se barrunta que acabar¨¢n tildados de paletos por caer de bruces en la urna de Vox, oh ignorantes sin remedio. Hay que fastidiarse. Pues quiz¨¢ haya alguna sorpresa. Para empezar, no parece que sea la caza lo que m¨¢s les preocupa, ni los toros ni las vaquillas ni los encierros, por m¨¢s cerriles que algunos se manifiesten a la vista de unos cuernos. Divertimentos para hombres, cuando son las mujeres las que est¨¢n vaciando los pueblos, hartas de tantas cosas, ¨¢vidas de una mejor¨ªa. Es la econom¨ªa, amigo, y la salud y la dependencia, los hijos y las cosechas lo que les preocupa. Como a todo el mundo.
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