La ¨²ltima generaci¨®n mutilada
M¨¢s de 200 millones de mujeres y ni?as de 30 pa¨ªses viven hoy las secuelas de alg¨²n tipo de mutilaci¨®n genital. Asha Ismail es una de ellas y hoy trabaja desde su ONG para conseguir un sue?o: que la suya sea la ¨²ltima generaci¨®n que tenga que pasar por ello
Si la historia de Asha te ha hecho pensar y t¨² tambi¨¦n quieres ayudar a esta causa para cambiar el mundo
Cuando el desaf¨ªo de una madre es conseguir la felicidad de sus hijos no es extra?o encontrar a mujeres que se dejen la vida en ello. Hayat Traspas Ismail naci¨® en Somalia hace 30 a?os, estudi¨® Ciencias Pol¨ªticas y hoy reside feliz en Espa?a con un trabajo y una familia. Hayat es el espejo m¨¢gico donde Asha Ismail ¡ªsu madre¡ª puede verse crecer con los derechos que ella nunca tuvo.
Hayat y Asha son las fundadoras de la ONG Save a Girl Save a Generation, una organizaci¨®n que lucha contra la mutilaci¨®n genital femenina (MGF) y que est¨¢ dirigida tanto por mujeres a las que se les nego? el derecho a defender sus libertades, como por mujeres que hoy pueden hacerlo gracias al despertar de una lucha colectiva. Hayat significa vida y es la primera generaci¨®n familiar que no ha sufrido una ablaci¨®n. Es el estandarte y la sonrisa de un proyecto que habla de transformaci¨®n cultural, de sacrificios, de sinergias familiares y colectivas y que sirve de inspiraci¨®n a toda una ola de mujeres que est¨¢n rompiendo el silencio: ¡°Las chicas somal¨ªes me preguntan hoy ¡®?qu¨¦ se siente al ser completa?¡¯. Hasta entonces no se lo hab¨ªan planteado. Cuando lo han compartido entre ellas han descubierto que todo esto es una injusticia com¨²n¡±, dice Hayat en una de sus conferencias.
Su madre, Asha Ismail (Garissa, Kenia, 1968), fue una de esas ni?as modeladas y forzadas a construir una vida con un hombre que ni siquiera amaba. Huy¨® a Espa?a en 2001 y hoy trabaja con su hija para proteger a las futuras generaciones de esta tradici¨®n consolidada en culturas que hoy conviven con toda naturalidad con la nuestra. M¨¢s de 18.000 ni?as viven en riesgo de someterse a esta pr¨¢ctica en Espa?a estando en tr¨¢nsito o acogida. Asha utiliza su relato como herramienta de trabajo, sabe que su flaqueza es la desmemoria y que sus cicatrices son el mejor recuerdo para combatir el olvido.
¡°Siempre me emociono, perdonadme¡±, nos previene durante la entrevista. Es su manera de prepararnos tambi¨¦n como v¨ªctimas, de avisarnos de que su experiencia vivida es una violaci¨®n de derechos humanos y como tal, nos afecta a todos, no solo a ella, no solo a ?frica. La MGF es la consecuencia de un relato social, no tan lejano y extra?o, construido a la medida del hombre y donde hay un sacrificio f¨ªsico de las mujeres. Las ni?as deben ser sometidas al ritual para permanecer v¨ªrgenes al deseo de sus futuros due?os. El dato es demoledor: 5 de cada 100 mujeres viven por todo el mundo con esa herida eterna, el estigma de haber sido modeladas para un proyecto de vida que no es el suyo.
Despertar conciencias
Dentro de Asha sigue vibrando la energ¨ªa rebelde de esa ni?a que sub¨ªa por los ¨¢rboles de Garissa para robar los mangos del vecino, esa adolescente que retaba al patriarcado comiendo en el sal¨®n de los hombres en las comidas familiares, o esa mujer que recuerda a sus padres con eterno cari?o, a pesar de toda aquella angustia consentida.
Pero dentro de Asha tambi¨¦n quedan las huellas de los cambios que quebraron su inocencia. De la ilusi¨®n por convertirse en una mujer pura, en el centro de atenci¨®n familiar... a la frustraci¨®n de no entender el dolor que le inflig¨ªa ¡°por amor¡± su propia familia.
Asha dej¨® de correr, dej¨® de subirse a los ¨¢rboles, de jugar con los ni?os, nunca aprendi¨® a montar en bici y nunca m¨¢s en su vida tendr¨ªa el valor de coger una simple aguja para coser un bot¨®n. El miedo la paraliz¨® entonces hasta que brot¨® toda esa rabia contenida, esa insurrecci¨®n natural que generar¨ªa un nuevo reto como misi¨®n de vida: ¡°Si yo llego a tener una hija jam¨¢s le har¨¦ pasar por todo esto¡±, se dijo una y mil veces a partir de aquel d¨ªa. Ten¨ªa solo 5 a?os.
Ese momento llegar¨ªa unos a?os despu¨¦s, tras un matrimonio arreglado por su familia y el infierno de una noche de bodas dise?ada para todos menos para ella. Y nueve meses despu¨¦s: ¡°¡®?Felicidades, has tenido una ni?a!¡¯, me dijeron. Fue el momento m¨¢s duro de mi vida. Me dieron esa criatura en los brazos y yo pensando: ?por qu¨¦?, ?por qu¨¦ ten¨ªa que ser una ni?a?¡±.
El nacimiento de Hayat fue el camino para despertar una conciencia de cambio en su comunidad y para contestar todas esas preguntas sobre la MGF que nadie se atrev¨ªa ni a formular. Primero a sus hermanas: ¡°?Estamos haciendo lo correcto?¡±, luego a sus primas: ¡°?Por qu¨¦ se lo hac¨¦is a vuestras hijas?¡±, para acabar organizando fiestas donde poder convencer a los l¨ªderes de su comunidad. Asha encendi¨® a todas esas madres para rebelarse en grupo, inspirar un cambio y acabar dando sentido a su proyecto. Salvando a una ni?a, al final salvas a toda una generaci¨®n.
Tan lejos, tan cerca
Cuenta Asha que, a?os m¨¢s tarde, la primera vez que fue al ginec¨®logo en Espa?a, de nuevo se sinti¨® morir. Su maltrecha autoestima volvi¨® a tambalearse con la verg¨¹enza de verse desnuda frente a cuatro especialistas que la examinaban entre exclamaciones de asombro y sorpresa: ¡°Entend¨ª el desconocimiento que exist¨ªa y pens¨¦: ?cu¨¢ntas mujeres en mi situaci¨®n no acudir¨¢n al ginec¨®logo por eso?¡±.
Pero entonces fue distinto. Aquella ni?a peque?a que se quemaba por ser la primera en servirse con las manos del plato de arroz familiar, la adolescente que cuestionaba el papel de una mujer somal¨ª que no pod¨ªa ni re¨ªr en p¨²blico, o la mujer que se jur¨® librar de aquella pesadilla a su hija, inspiraron la decisi¨®n m¨¢s adecuada: ¡°Si los ginec¨®logos no saben, tambi¨¦n habr¨¢ que informarles¡±. Hoy, desde su ONG, dan formaci¨®n sobre los cuatro tipos de mutilaci¨®n genital a personal sanitario, a polic¨ªas, a profesores e incluso a jueces. Porque la prohibici¨®n no sirve de nada si no hay un proceso educativo detr¨¢s que modifique los arquetipos sociales, si no se inocula la libertad individual en lo m¨¢s profundo de las estructuras familiares o si desde aqu¨ª rehuimos por tab¨² o miedo el problema. ¡°Esto es global, no tiene color, esto no tiene continente ni religi¨®n y como mujeres tenemos que apoyarnos al 100%, porque lo que le pasa a una les pasa a todas¡±, nos recuerda Asha. Por eso ahora est¨¢n trabajando tambi¨¦n desde la ONG en un hogar residencial y un refugio en Nairobi, para que ni?as rescatadas de la MGF puedan crecer seguras y acceder a una educaci¨®n de calidad.
Asha es una mujer valiente que ret¨® al c¨®digo dominante desde sus principios. Que haci¨¦ndose preguntas comprometidas despert¨® la conversaci¨®n, tejiendo una red colectiva que iniciar¨ªa un cambio muy poderoso e inspirador. Hoy Hayat y sus nietas comparten misi¨®n y sonrisa con ella y son parte de esa generaci¨®n que ha roto la tradici¨®n para crecer en libertad sin mirar atr¨¢s. Son la generaci¨®n de la esperanza.
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Contenido adaptado del v¨ªdeo de Asha
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200 millones de mujeres y ni?as han pasado por la mutilaci¨®n genital en todo el mundo. Asha Ismail es una de ellas. Hoy dirige la asociaci¨®n Save a Girl Save a Generation para concienciar, educar y erradicar la ablaci¨®n en las nuevas generaciones.
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De ni?a, la mujer somal¨ª es ense?ada a obedecer, a ser ama de su casa. Ya te dicen c¨®mo comportarte, c¨®mo sentarte, c¨®mo tienes que vestir, c¨®mo tienes que re¨ªr. Te ense?an todo eso porque te est¨¢n preparando para alg¨²n futuro que ellos consideran el mejor futuro para ti. Ese futuro es casarse, tener un marido; eso es importante. Y para tener marido tambi¨¦n hay que asegurar la virginidad.
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Sab¨ªa que exist¨ªa la palabra ¡°gudniin¡± pero no sab¨ªa en qu¨¦ consist¨ªa. Era secreto total. Yo me enter¨¦ el d¨ªa que me toc¨® a m¨ª. Yo despert¨¦ a mi madre aquella ma?ana: ¡°Mami, mami, ?ya?¡±. Se levant¨®, me ba?¨® y entonces me mand¨® a comprar cuchillas.
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Cuando entr¨¦ y me quitaron la ropa interior ah¨ª un poquito me asust¨¦. Y cuando grit¨¦, me metieron un trapo en la boca.
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?Por qu¨¦ lo hacen, algo que nos hace tanto da?o? Las madres lo hacen como un deber. Lo hacen incluso por amor. Porque ninguna madre har¨ªa da?o a su hija.
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Cuando existe una mutilaci¨®n genital femenina existe un matrimonio forzado porque la finalidad de asegurar esa virginidad es intentar quitar esa necesidad sexual para que conserve la virginidad hasta que encuentre ese marido, y ese marido no lo encuentra ella, la mayor¨ªa de las veces lo encuentra la familia para ella.
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Llega mi matrimonio y me tengo que casar con este se?or que nunca lo hab¨ªa visto. Mi vida cambi¨® por completo porque lo que pas¨® fue una violaci¨®n.
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Me qued¨¦ embarazada y tuvimos relaci¨®n solo esa noche. Y el momento m¨¢s duro de mi vida fue cuando me dieron esa criatura en los brazos y yo pensando ¡°?por qu¨¦?, ?por qu¨¦ ten¨ªa que ser una ni?a?, ?en qu¨¦ mundo la he tra¨ªdo para que pase por todo lo que yo he pasado? Porque eso era el destino¡±.
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Empec¨¦ a convencer a mis hermanas, primas, vecinas, amigas, que todas se unieron a m¨ª al decir ¡°que s¨ª Asha¡±, tenemos una cosa en com¨²n, que esto no era justo y no lo ¨ªbamos a hacer a nuestras hijas.
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Y finalmente fundo como asociaci¨®n, en 2007, Save a Girl Save a Generation, porque salvando solo a una ni?a, salvas a toda una generaci¨®n. Y ya empezamos a formar m¨¦dicos, polic¨ªas, jueces¡.Hemos intentado formar en todos los sectores y seguimos ofreciendo ese servicio para cambiar esa norma social.
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Yo cuento mi vida, mi experiencia, mi vivencia, para invitar a otras mujeres que se atrevan a contar su historia. No tienen nada de qu¨¦ avergonzarse pero s¨ª que ayudar¨ªa a muchas m¨¢s a rechazar esa tradici¨®n. Y creo que tenemos que ser nosotras. Nosotras las supervivientes, las que digan ¡°ya est¨¢ bien¡±. Y no repetir, no repetir lo mismo.
Este contenido ha sido elaborado por Yoigo.