Esta batalla la vamos a ganar
El 80% de los pacientes que son infectados por el virus, incluso los ancianos, se curar¨¢n
Estos d¨ªas suenan tambores de guerra por todas partes. Nuestra sociedad se ha alzado en armas para luchar contra el virus. Hasta el ej¨¦rcito se viste de blanco, como la paloma de la paz, para desinfectar los lugares p¨²blicos. Como en toda guerra la v¨ªctima es el pueblo y los primeros en caer son los m¨¢s fr¨¢giles.
Siempre he odiado las comparaciones de la enfermedad con una batalla. Es un s¨ªmil muy arriesgado y en ocasiones incluso perverso. Cuando la batalla est¨¢ destinada a ser perdida, como ocurre en los pacientes con enfermedades irreversibles, esta comparaci¨®n indirectamente culpabiliza a quien sufre, ya que convierte al enfermo en un perdedor que no ha luchado con suficiente ah¨ªnco. Nada m¨¢s alejado de la realidad. El objetivo de la medicina es darles a?os a nuestros pacientes, llenar de vida esos a?os y llegado el momento conseguir acompa?ar para dar una buena muerte. La muerte no siempre es una derrota.
Dicho esto, estoy en condiciones de afirmar que en esta ocasi¨®n el s¨ªmil belicista se ajusta bastante a la realidad. No estamos frente a un proceso de enfermar que tenemos que afrontar, sino a la invasi¨®n de un agente externo que va a trastocar la expectativa de vida de muchas personas. Por eso, pese a que siempre he odiado los t¨¦rminos b¨¦licos en esta ocasi¨®n afirmo que ¡°Esta batalla la vamos a ganar¡±. El precio que paguemos como individuos y como sociedad depender¨¢ de c¨®mo afrontemos este reto.
No podemos dejarnos arrastrar por el miedo. Con frecuencia el miedo hace mucho m¨¢s da?o que el afrontamiento de la realidad. Estamos acostumbrados a ocultar nuestros miedos y a ocultarlos con capas sucesivas de maquillaje que nos alejan de la realidad. Los miedos ocultos se convierten en fantasmas que se amplifican y consiguen aterrorizarnos. La mejor manera de afrontar esos terrores es mirar a los ojos al monstruo. Incluso en las circunstancias m¨¢s adversas, hay personas que tienen la entereza de mirar a los ojos a lo que m¨¢s tememos. En cuidados paliativos lo vemos mucho. Ocultar nuestros miedos y trasladarlos al terreno de lo inaccesible es la mejor manera de sufrir en solitario.
A diario, muchos de mis pacientes me dan un ejemplo de valent¨ªa y entereza. Cuando comparten sus emociones me trasmiten que no es la enfermedad o la muerte lo que m¨¢s temen. Sobre todo, temen que sufran sus seres queridos. La mayor¨ªa de las veces, cuando se comparte con los seres queridos, el miedo se transforma en cari?o y la guerra en paz.
Los ej¨¦rcitos se crecen aterrorizando al enemigo con m¨²ltiples estrategias, desde canciones de guerra a maquillajes agresivos. Se presentan, as¨ª como invencibles. En esta ocasi¨®n sabemos que el enemigo tiene sus debilidades. No debemos enga?arnos, pero es bueno que conozcamos que a pesar de todo hay algunas buenas noticias.
Tenemos que saber que el 80% de los pacientes que son infectados se curan en su domicilio. Tenemos que tomar conciencia de que la mayor¨ªa de los mayores tambi¨¦n se curan. Vemos como ingresan los pacientes en los hospitales aterrorizados al saber que tienen la infecci¨®n, olvidando que la gran mayor¨ªa de las personas que ingresan ser¨¢n dados de alta, incluso la mayor¨ªa de los enfermos mayores de 80 a?os se curar¨¢n. En Espa?a tenemos un gran Sistema Sanitario y en Andaluc¨ªa no nos ha cogido por sorpresa. Llevamos a?os prepar¨¢ndonos para esto y tenemos que confiar en un Sistema Sanitario P¨²blico que sabr¨¢ estar a la altura de las necesidades de nuestra poblaci¨®n.
Todo en la vida tiene un riesgo, pero si seguimos las recomendaciones de las autoridades y permanecemos en casa reduciendo los contactos, minimizamos el peligro. Sabemos que, lav¨¢ndonos bien las manos, manteniendo la distancia de seguridad de uno a dos metros y desinfectando, con agua y un tap¨®n de lej¨ªa, los objetos matamos el virus.
En esta batalla hay algo esencial. Cuid¨¢ndonos contribuimos a parar la epidemia y a minimizar los da?os. Durante estos d¨ªas todos los medios de comunicaci¨®n nos insisten en la importancia de una dieta sana y el ejercicio f¨ªsico, pero se insiste poco en tres aspectos que pienso que son tan importantes o m¨¢s que la dieta y el ejercicio f¨ªsico.
El primero de ellos es la importancia de socializar. Tenemos que aprovechar estos d¨ªas para buscar nuevas v¨ªas para comunicarnos. Todo lo que sea comunicar con nuestros seres queridos y con quienes nos rodea nos fortalece. Cada uno seg¨²n sus posibilidades tiene que mantenerse comunicado. Aprovechemos, ahora que tenemos tiempo, para aprender a utilizar las nuevas herramientas de comunicaci¨®n.
El segundo es que aquellos que sufren una enfermedad cr¨®nica tomen conciencia de que tenemos una magn¨ªfica oportunidad para fortalecernos aprendiendo a manejar mejor nuestros problemas. El llamado confinamiento es una oportunidad para convertirnos en pacientes activos.
El tercero y creo que m¨¢s importante es reforzar nuestra mirada interior. Los momentos dif¨ªciles son los mejores para reflexionar sobre el sentido de nuestra vida y compartirlo con los seres queridos. Creo que estas fechas son un momento propicio para reflexionar y escribir. Escribir esos recuerdos que no queremos que se pierdan, esos consejos que siempre callamos y esos cuentos que ya no se cuentan. Invito a estimular la actividad creativa. Cualquier actividad creativa ayuda a florar lo que llevamos dentro y tiene un poder sanador para la persona y para la sociedad. Creemos algo y compart¨¢moslo. Cuando pienso c¨®mo podr¨ªa ayudar a mis pacientes en estos momentos les aconsejar¨ªa afrontar sus miedos con la actitud de aquellos con enfermedades cr¨®nicas avanzadas que han sabido afrontar la adversidad mirando en su interior. Podemos hacer mucho para vencer a la epidemia. Los sacrificios van a ser muy importantes. Hay muchas personas que podr¨¢n morir por el coronavirus y otras muchas con el coronavirus. El valor de una sola vida es incalculable, pero no nos podemos dejar aterrorizar, porque el miedo nos paralizar¨¢. En estos momentos dif¨ªciles hay quienes continuamente buscan culpables y cultivan el odio. El miedo y el odio caminan juntos, un¨¢monos a quienes siembran un futuro de esperanza. Recordemos ese viejo proverbio que dec¨ªa que no hay nada mejor para recuperar el ¨¢nimo, que animar a los dem¨¢s.
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Manuel Ollero es Jefe de servicio de Medicina Interna del Hospital Virgen del Roc¨ªo.
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