Vida loca y social

He descubierto una forma de socializar manteniendo cierto grado de sofisticaci¨®n, y sin necesidad de salir de casa clandestinamente para arrastrarse una al quiosco, ni de ponerse en la tele programas de petardeo. Decido abrir mi correo electr¨®nico a todo el mundo. No rechazar. Cualquier tipo de anuncio de lo que sea que entre por esa puerta, a m¨ª me vale. S¨®lo cribo las ofertas informativas, que suelen consistir en alaridos alarmantes. Y he aqu¨ª el resultado.

Puedo so?ar con lucir una bata de estar por casa toda cuajada de pedrer¨ªa y arrastrarla arriba y abajo, cual esposa repudiada en un torre¨®n mientras Jane Eyre se hace con el castillo y con el se?or. O bien optar por un sencillo mono de una pieza con lazo en la cintura, en caso de que me la encuentre. O hacerme con unas bambas ic¨®nicas, aligeradas para el confinamiento. O mejorar mi guardarropa con un toque retro, aunque no tan medieval como nuestro momento.

Y lo mejor de todo. La firma a la que suelo comprar por Internet mi lencer¨ªa me ofrece un sujetador (quienes le¨ªsteis mi primer art¨ªculo de este confinamiento recordar¨¦is que lo llevo todo el santo d¨ªa) dise?ado para madres lactantes y sexy en la intimidad.

Creo que me lo voy a comprar. Pasar la aspiradora en ropa interior y con las cazuelas del sost¨¦n colgando es la nueva meta tonta de mi vida, de esta vida, convertida en una versi¨®n tarumba de Melanie Griffith limpiando en Working Girl (nunca debisteis titularla Armas de mujer, est¨²pidos).

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