¡°En la guerra no hay horarios. Aqu¨ª, tampoco¡±
EL PA?S entra en la UCI del hospital Vall d¡¯Hebron de Barcelona, la mayor de Espa?a, con 200 camas habilitadas
A ambos lados de un pasillo abarrotado de enfermeras con prisa y carros de utillaje sanitario, la vida se aferra a la vida. A pecho descubierto, enredados en decenas de cables y espiados por varios monitores que retratan sus constantes vitales, 13 pacientes con coronavirus libran su batalla. No hay brotes verdes en la unidad de cuidados intensivos del hospital Vall d¡¯Hebron, la m¨¢s grande de Espa?a con unas 200 plazas habilitadas. Ni camas libres, ni estad¨ªsticas que valgan. Cada box es una luch...
A ambos lados de un pasillo abarrotado de enfermeras con prisa y carros de utillaje sanitario, la vida se aferra a la vida. A pecho descubierto, enredados en decenas de cables y espiados por varios monitores que retratan sus constantes vitales, 13 pacientes con coronavirus libran su batalla. No hay brotes verdes en la unidad de cuidados intensivos del hospital Vall d¡¯Hebron, la m¨¢s grande de Espa?a con unas 200 plazas habilitadas. Ni camas libres, ni estad¨ªsticas que valgan. Cada box es una lucha sin cuartel por volver a respirar. Y los pacientes graves siguen llegando.
En una de esas salas de puertas acristaladas y presi¨®n negativa (para evitar la salida de part¨ªculas virales a las zonas comunes de la UCI), un hombre de mediana edad batalla en silencio. Apenas un suave pitido intermitente de un monitor lejano se cuela en el box. Boca arriba, ajeno al trasiego de las enfermeras tras el cristal, sigue luchando. Un equipo de ventilaci¨®n mec¨¢nica respira por ¨¦l. ¡°La neumon¨ªa por Covid-19 es pr¨¢cticamente la patolog¨ªa ¨²nica en los 13 espacios de UCI habilitados en Vall d¡¯Hebron. Los pacientes que ingresan aqu¨ª tienen, adem¨¢s de la neumon¨ªa, una insuficiencia respiratoria aguda y el 90% de los casos necesita intubaci¨®n y ventilaci¨®n mec¨¢nica. Tenemos gente desde los 30 a?os hasta los 70 muy avanzados¡±, se?ala Ricard Ferrer, jefe de cuidados intensivos de Vall d¡¯Hebron. Este martes, 168 pacientes con la Covid-19 y una decena de enfermos con otras dolencias permanec¨ªan ingresados en las unidades de cr¨ªticos del centro hospitalario.
Vall d¡¯Hebron tiene 168 pacientes con Covid-19 y una decena de enfermos con otras patolog¨ªas ingresados en su UCI
All¨ª donde se mantiene el pulso por la vida, un orden perfecto se impone al caos de una pandemia. Aunque el pasillo est¨¢ revuelto, todo est¨¢ en su sitio y nada escapa a la improvisaci¨®n. Asegurada con un equipo de protecci¨®n individual (EPI) blanco con rayas verdes, una enfermera aguarda de puertas para adentro de un box. Una compa?era, al otro lado, le ayuda a quit¨¢rselo con instrucciones a viva voz. El contagio acecha y han de hacer turnos de dos horas en los boxes para optimizar los escasos equipos de protecci¨®n. ¡°M¨¢s de dos horas con el EPI no aguantas. Sudas. Vamos con triple guante y para poner una v¨ªa, no palpas bien la vena¡±, admite Elia Olivera, enfermera especialista en UCI. La escasez de material ha agudizado el ingenio y la lavadora de broncoscopios se utiliza ahora para lavar a conciencia las gafas del EPI. ¡°Como no hay otra cosa, toca reciclar¡±, bromea la auxiliar al mando de esta labor.
En la UCI no hay rastro de los h¨¦roes a los que se aplaude a las ocho. Ni capa, ni superpoderes. Si acaso, exhaustos sanitarios que esconden las ojeras y el cansancio tras una mascarilla obligatoria. ¡°En la guerra no hay horarios. Aqu¨ª, tampoco¡±, resuelve Antoni Roman, director asistencial de Vall d¡¯Hebron. Los m¨¦dicos hacen guardias de 24 horas y, luego, dos d¨ªas de descanso, para oxigenarse.
¡°Las guardias son muy duras. Yo, en mi casa, duermo en una habitaci¨®n aparte y hace un mes que no abrazo a mis hijos. El distanciamiento en casa es duro y aqu¨ª tambi¨¦n hay mucha presi¨®n, mucho trabajo, y ves a los pacientes muy solos¡±, admite Ferrer. La epidemia pasar¨¢ factura emocional a todos. ¡°Los primeros d¨ªas, estaba todo el d¨ªa llorando, pero ahora lo has normalizado. Estamos con la adrenalina por las nubes. El problema vendr¨¢ luego¡±, apunta Elia Olivera, al frente de una di¨¢fana sala de hemodi¨¢lisis reconvertida en UCI.
El equipo de Psiquiatr¨ªa del hospital ha desplegado un servicio de apoyo emocional a profesionales y familiares de pacientes ingresados. La supervisora de enfermer¨ªa de todo el servicio de intensivos, Pilar Gir¨®n, admite que cuesta gestionar el cansancio: ¡°Nunca he pensado que no puedo m¨¢s, pero s¨ª hubo una sensaci¨®n general de estar en una cueva y hasta baj¨¢bamos la mirada. Hab¨ªamos perdido la alegr¨ªa por seguir combatiendo. Pero ahora todo el mundo vuelve a estar en guardia¡±.
El tiempo en la UCI pasa lento. Los pacientes pasan, al menos, dos o tres semanas ah¨ª, en la soledad del box. ¡°El paciente va a necesitar sedaci¨®n y par¨¢lisis muscular y conexi¨®n a un respirador que requerir¨¢ un par de semanas y luego se han de quedar unos d¨ªas m¨¢s con traqueotom¨ªa hasta que recuperan fuerza muscular y capacidad de respirar por ellos mismos y los pasamos a la planta de hospitalizaci¨®n¡±, explica Ferrer. Los m¨¦dicos han desplegado un dispositivo para informar a las familias diariamente y cuando el paciente est¨¢ despierto, las enfermeras intentan hacer videollamadas con sus familiares. ¡°Si hay un fallecimiento, sientes que no haya un familiar en el acompa?amiento y sientes la soledad hacia al paciente. Enfermer¨ªa siempre acompa?a pero cuando vemos que no hay familiares, intentamos hacer un acompa?amiento m¨¢s cercano a¨²n¡±, relata Gir¨®n.
La UCI es un lugar hostil. Ni todo el mundo es candidato a entrar, ni los respiradores son la panacea, insisten los expertos. A prop¨®sito de una controvertida directriz del Sistema de Emergencias M¨¦dicas catal¨¢n, que avalaba limitar la intubaci¨®n a mayores de 80 a?os previo criterio cl¨ªnico, el director asistencial de Vall d¡¯Hebron matiza: ¡°No es una cuesti¨®n de derechos ni de discriminaci¨®n por edad. Ingresar en la UCI es una prueba tremenda, has de estar muy fuerte para pasar tres semanas all¨ª. No se trata de abandonar a nadie, sino de dar la v¨ªa de atenci¨®n m¨¢s digna, y muchas veces esa v¨ªa digna no es darle toda la maquinaria del hospital. La gente viene aqu¨ª y cree que se le puede salvar de cualquier cosa y no es verdad. Si el tratamiento no le va a ayudar, mejor no hacerlo¡±. Coincide Ferrer: ¡°La selecci¨®n de pacientes para ingreso en UCI la hacemos siempre. Por esta situaci¨®n no ha cambiado que tengamos que evaluar paciente a paciente y seleccionar solo a aquellos pacientes que se van a beneficiar de ingresar en la UCI y recibir un tratamiento invasivo y tan agresivo. El paciente debe tener capacidad de recuperaci¨®n para soportar la gravedad de la enfermedad¡±.
¡°Esto no es una gripe. Esta enfermedad no se soluciona con un respiradorRicard Ferrer, jefe de la UCI de Vall d'Hebron
Hay pacientes que se discuten. Por ejemplo, una de las mujeres que permanece intubada en uno de los boxes. Es joven, pero padece un alto grado de obesidad. Sus ri?ones han fallado y est¨¢ conectada a unos hemofiltros que permiten hacer una di¨¢lisis continua y suave. Su organismo no soportar¨ªa la intensidad de una di¨¢lisis normal. ¡°Es un caso a discutir porque es dif¨ªcil que esta mujer vaya a respirar sola¡±, se?ala Ferrer. Varias bombas de medicaci¨®n acompa?an a la paciente. Sedantes, paralizantes, noradrenalina para subir la presi¨®n arterial, sueros. En el box de al lado, otro enfermo, con mejor pron¨®stico, tambi¨¦n ha sufrido un fallo renal y precisa hemodi¨¢lisis. ¡°Esto no es una gripe. Un porcentaje importante de pacientes tambi¨¦n tiene trastorno cardiaco o renal. Esta enfermedad no se soluciona solo con un respirador¡±, zanja Ferrer.
En la mesa de control, decenas de monitores en la pared dan el parte instant¨¢neo de cada paciente. Las c¨¢maras de seguridad vigilan los boxes y un programa inform¨¢tico cronometra las dosis de tratamiento. A veces, hay lugar para sonre¨ªr. ¡°Ella es una de esas alegr¨ªas¡±, dice Ferrer se?alando a una paciente que ya ha sido extubada. Mantiene el soporte de ox¨ªgeno, pero habla y respira por s¨ª misma. Ella lo mira sin apenas pesta?ear y el m¨¦dico abre la puerta acristalada que la separa del mundo. ¡°?Qu¨¦ tal? ?C¨®mo est¨¢s de fuerza? ?Puedes levantar los brazos?¡±, le pregunta el facultativo. Ella asiente y levanta ambas extremidades. Ferrer sonr¨ªe tras la mascarilla. La paciente ha recuperado fuerza muscular y en pocos d¨ªas podr¨¢ salir de la UCI.
Los enfermos cr¨ªticos siguen llegando a Vall d¡¯Hebron y a los que est¨¢n, a¨²n les queda un tiempo de ingreso. Entremedias, alg¨²n sobresalto: una parada cardiorrespiratoria a mediod¨ªa pone en alerta a una decena de sanitarios en torno a un box. Los pacientes siguen librando sus batallas. ¡°No ten¨ªamos interiorizada la sensaci¨®n de pandemia. Es esa sensaci¨®n de embudo y de que no caiga m¨¢s agua de la que podemos asumir¡±, explica Gir¨®n.
Los m¨¦dicos piden no bajar la guardia. Las entradas en la UCI se han ralentizado pero contin¨²an. ¡°Ahora mismo me preocupan m¨¢s los pacientes no Covid-19. Hemos podido afrontar esta cat¨¢strofe pero ahora mismo, si hubiese un accidente con m¨²ltiples v¨ªctimas, ser¨ªa muy dif¨ªcil poder atenderlo. Nos coge en una situaci¨®n muy cr¨ªtica. Hay que mantener el confinamiento porque no podr¨ªamos afrontar m¨¢s pacientes que requieran UCI, por Covid-19 o por otras patolog¨ªas¡±, concluye Ferrer. Roman advierte: ¡°Esta epidemia ha venido para quedarse. El 80% de nosotros vamos a tener que revolcarnos con el coronavirus. Vamos a tener que conocerlo y sufrirlo. No ha venido para pasar y olvidarnos¡±.
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