¡°No me mola nada el corona¡±
Los ni?os se hacen a la vida, confinados, en medio de una tragedia que comparten, en casa, con los adultos
Perplejos y p¨¢lidos, buscando sustitutos digitales a la reci¨¦n estrenada satisfacci¨®n de tener amigos, los ni?os se hacen a la vida, confinados, en medio de una tragedia que comparten, en casa, con los adultos. Hacen los deberes, y a trav¨¦s de las redes, que son para quienes disponen de ellas como una segunda piel, o como un alma supletoria, buscan a quienes formaban parte de su colegio, de su escuela o de su instituto.
V¨ªctor, barcelon¨¦s de 10 a?os. El confinamiento fue ¡°un impacto muy grande¡±, que ¨¦l ha atenuado recuperando las voces o las caras de la clase. ?l tiene claro el porvenir, ¡°tecnolog¨ªa, ciencias, matem¨¢ticas, redes¡±, pero ahora estudiar es lo que hace despu¨¦s de jugar, en casa o por videollamadas. ¡°La amistad es parte muy grande de la infancia. Cuando est¨¢s solo te sientes m¨¢s d¨¦bil¡±. ?Y los padres? ¡°Es una manera diferente de contar con ellos. A los amigos les cuentas cosas ¨ªntimas, a los padres les cuentas lo que pasa¡±. Hablan, con los padres, ¡°de f¨²tbol y de an¨¦cdotas. ?Es que con ellos pasas el mayor tiempo de tu vida!¡±.
¡°Estar confinado¡±, dice V¨ªctor, ¡°te ayuda a sacar lo que tienes dentro; te permite tambi¨¦n conocer a tu familia mejor. Te enteras, por ejemplo, de que tu padre ha tenido 11 trabajos en su vida o que es capaz de jugar al ajedrez conmigo¡±. Ah, otra cosa que ha sabido es que los d¨ªas se hacen ¡°muy cortos¡± en el confinamiento. De hecho, este mi¨¦rcoles le cost¨® recordar que era 8 de abril.
Arturo, que vive cerca de Barcelona, tiene 11 a?os, estudiar¨¢ ¡°ciencias de part¨ªculas y del espacio exterior¡±. En estas semanas ha buscado en la terraza de la casa un rayo de sol. ¡°He ganado tiempo y me siento como si hubieran fregado el suelo y estuviera tapado en el sof¨¢, con toda mi familia, y sin poder salir¡±. Pinta, juega a la consola, a mu?ecos, habla con un amigo por walkie-talkie, ha hecho un peri¨®dico, se ha inventado un juego de mesa¡ ¡°Y he echado de menos los parques, las casas de mis abuelas. ?Del cole? Algunas veces echo de menos la tranquilidad que hay all¨ª a veces¡±. ?Nada m¨¢s? ¡°S¨ª, las presentaciones en grupo, en clase, y tambi¨¦n a los profesores¡±. Uno de tu edad me dijo que le falta la amistad. ¡°Yo tambi¨¦n la echo de menos, pero nos vemos por videollamada¡±.
El confinamiento es una f¨¢brica de solitarios. ¡°No, no lo es, se habla mucho tambi¨¦n¡±, dice Arturo. ¡°Yo en particular, como te dec¨ªa, me siento como tapado en el sof¨¢, pero tambi¨¦n siento que el tiempo es m¨¢s largo. Adem¨¢s, percibo como que mis amigos est¨¢n tambi¨¦n atrapados, pero ah¨ª delante, en la mesa, mientras que yo estoy atado al sof¨¢, incapaz de levantarme para ir a verlos¡±. En cierto modo, un reencuentro obligatorio con los padres. ¡°Ya los conoc¨ªa. Y no, no me aburro con ellos¡±. ?Tuviste miedo? ¡°Cuando escuch¨¦ que nos afectar¨ªa a todos. Pero luego supe que ser¨ªa perjudicial sobre todo para los que tienen entre 71 y 85, sobre todo si eran asm¨¢ticos¡±. Como el cronista, por cierto. ¡°?Uy, perd¨®n, no quise decirlo!¡±.
Na?a, seis a?os, vive en el centro de Madrid. Tiene los parques cerrados, ve trabajar a sus padres, aprende idiomas con su madre, exige como un alimento la tableta, y la obtiene, ¡°se la canjeamos por tarea¡±. En este confinamiento ha perdido ya tres dientes. ¡°Este tiempo¡±, dice el padre, ¡°es como un juguete para ella, no es consciente de que pasan los d¨ªas y siempre nos tiene a nosotros¡±. Echa de menos a los compa?eros de clase, pero la timidez la hace muda, no solo con el cronista, sino tambi¨¦n con los amigos a los que los padres llaman para que se oigan las voces. Antes del confinamiento le compraron una bicicleta, a la que ahora mira como si fuera un juguete quieto. Antes, cuando sal¨ªan a la calle, le compraban juguetes. Ahora no hay juguetes. Y grita: ¡°?Maldito coronavirus!¡±. Lo ¨²nico que dice ahora, en alto, es: ¡°?Mentira, no dije eso!¡±. Y se r¨ªe con su padre.
Sim¨®n tiene siete a?os; vive en Tenerife. Activo, juega en familia, ratos de televisi¨®n, tarea, manualidades. ¡°?He hecho un coraz¨®n verde, por la esperanza!¡±. Le dio un walkie-talkie a un vecino y con ¨¦l se comunica, ha hecho amistad. ¡°Ayuda a cocinar¡±, dice la madre, ¡°ve con nosotros pel¨ªculas, de risa, no de matar¡±. ?Y t¨², Sim¨®n, c¨®mo te sientes en casa? ¡°Encerrado, juego al f¨²tbol en el garaje. Es inc¨®modo. Me siento aburrido¡±. Su diversi¨®n es el walkie-talkie, al otro lado hay un amigo.
Oliver, madrile?o de nueve a?os, juega online con los amigos, entrena al f¨²tbol (¡°ser¨¦ futbolista¡±) haci¨¦ndole caso a su padre. Y echa de menos ¡°los bares, la comida rica, el parque para jugar¡±. Pero ya no eres un ni?o, tienes nueve a?os. ¡°Ni?o dejas de ser a los 18, ahora soy un ni?o¡±. ?Y te gusta serlo? ¡°Bueno, m¨¢s o menos¡±. Hizo un trabajo, antes del confinamiento, sobre este virus que llaman corona. ?Qu¨¦ piensas ahora de este confinamiento? ¡°Ummmm¡ No me mola nada el corona¡±.
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