Cuarentena en un cinco estrellas
El hotel Mar¨ªa Cristina de San Sebasti¨¢n acoge a enfermos leves con coronavirus
Puestos a permanecer aislados para no contagiar el virus, que sea en un cinco estrellas, ?no? Si¨¦ntase por un momento como Sophia Loren o Robert De Niro, p¨®ngase en la piel de Ella Fitzgerald o Mick Jagger. El lujoso hotel Mar¨ªa Cristina de San Sebasti¨¢n, ha vaciado sus habitaciones de hu¨¦spedes y dado alojamiento a enfermos leves de Covid-19. All¨ª est¨¢n desconectados del exterior pero enchufados a un espacio envidiable. Paradojas de la vida.
Qui¨¦n no ha fantaseado con alo...
Puestos a permanecer aislados para no contagiar el virus, que sea en un cinco estrellas, ?no? Si¨¦ntase por un momento como Sophia Loren o Robert De Niro, p¨®ngase en la piel de Ella Fitzgerald o Mick Jagger. El lujoso hotel Mar¨ªa Cristina de San Sebasti¨¢n, ha vaciado sus habitaciones de hu¨¦spedes y dado alojamiento a enfermos leves de Covid-19. All¨ª est¨¢n desconectados del exterior pero enchufados a un espacio envidiable. Paradojas de la vida.
Qui¨¦n no ha fantaseado con alojarse en un hotel top... a coste cero. He aqu¨ª el edificio que a comienzos del siglo pasado fue buque insignia de la nobleza y la aristocracia burguesa veraneante en la ciudad, un exponente de la belle ¨¦poque, purificado con glamur desde que comenz¨® a alojar a estrellas de Hollywood, leyendas del jazz y rockeros de primera fila. Inaugurado en 1912 por la reina que le da nombre ¡ªMar¨ªa Cristina fue alcaldesa honoraria de San Sebasti¨¢n¡ª, hoy es un hotel medicalizado.
?Menuda suerte!, piensan muchos que desear¨ªan la de esa veintena de infectados por el coronavirus que estuvieron ingresados en el Hospital Donostia y, tras mejorar su estado de salud y presentar s¨ªntomas leves de la enfermedad, han cruzado una imaginaria alfombra roja hasta el ¨²nico cinco estrellas de la ciudad. No est¨¢n pasando unas vacaciones, pero son unos pacientes privilegiados. Cada d¨ªa reciben la visita de un m¨¦dico, les miden las constantes vitales, les toman la temperatura y el nivel de oxigenaci¨®n de la sangre. As¨ª durante al menos dos semanas de cuarentena. El mismo protocolo sanitario que hubieran tenido que seguir en una cl¨ªnica o en su domicilio. Pero hay una notable diferencia entre estar recluido en un dormitorio cualquiera de Osakidetza, y cumplir la clausura envuelto en una decoraci¨®n cl¨¢sica pero moderna, con tonos malvas y grises aterciopelados, rodeado de muebles art d¨¦co que no llegaron a conocer Lauren Bacall, Alfred Hitchcock o Gregory Peck ¡ªque estuvieron en el Zinemaldia antes de la remodelaci¨®n del hotel en 2011 para celebrar su centenario¡ª, ni Coco Chanel ni Mata Hari.
?Les dar¨¢n la oportunidad a estos invitados/pacientes de conocer los espacios m¨¢s lujosos del hotel? Como la suite 415-416 que lleva el nombre de la legendaria Bette Davis, aquel ¡°volc¨¢n ben¨¦volo¡±. En 1989 se recluy¨® aqu¨ª cinco d¨ªas, recogi¨® el Premio Donostia y pocos d¨ªas despu¨¦s falleci¨® en Par¨ªs. La pomposa habitaci¨®n que lleva su nombre est¨¢ adornada con ic¨®nicas fotograf¨ªas de la actriz y mira al r¨ªo Urumea desde lo alto de la cuarta planta. El dormitorio lo preside ¡°una cama tama?o King Luxury Collection envuelta en s¨¢banas de algod¨®n fresco y cubierta con un edred¨®n de plumas y una selecci¨®n de almohadas suaves¡±. Lo ¨®ptimo para sobrellevar un confinamiento.
?Sabr¨¢n estos invitados que en una de las fachadas a¨²n se pueden observar unos balazos? Es el rastro del enfrentamiento que se produjo en el 36, en los albores de la contienda nacional, entre un grupo de militares sublevados que tomaron el hotel y las tropas leales a la Rep¨²blica.
La Historia envuelve a este Mar¨ªa Cristina que, de puertas adentro, se ha visto sometido a un fin¨ªsimo lifting para acomodar a unos elegidos convalecientes. Ellos, como el resto, no podr¨¢n salir a la calle. Al otro lado de la puerta giratoria solo hay calles vac¨ªas, una urbe silenciosa que obedece con sacrificio la orden de confinamiento. No cabe atravesar el paseo de La Concha, hoy m¨¢s postal que nunca, ni acercarse al puerto, menos a¨²n adentrarse por el barrio koxkero de la Parte Vieja. No hay posibilidad de degustar los pintxos, ni de trepar al viejo polvor¨ªn, un lugar con un encanto especial situado en la subida al castillo del monte Urgull que recuerda las guerras napole¨®nicas de finales del XIX, una atalaya excepcional que ofrece unas vistas de ensue?o de San Sebasti¨¢n.
Esta ciudad tiene una curiosa inclinaci¨®n por abreviar algunos de sus lugares m¨¢s representativos: la catedral del Buen Pastor es el Buenpas; la plaza de la Constituci¨®n, la Consti; el Boulevard, el Bule; la plaza de la Trinidad, la Trini; el Peine del Viento de Chillida, el Peine, la playa de la Zurriola, la Zurri¡ Pero el hotel Mar¨ªa Cristina es para todos el Mariacristina, con todas sus letras, no admite simplificaci¨®n. Cuando deje de ser sanatorio y se abra de nuevo al p¨²blico ya habremos dicho adi¨®s a la pandemia. Se podr¨¢ elegir entre una habitaci¨®n cl¨¢sica con vistas al jard¨ªn, una doble deluxe o una premium con cama extragrande y vistas al r¨ªo... Por unos 500 euros la noche, o m¨¢s.
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