El silencio de Roma sin turistas
La imagen de la capital italiana confinada choca con las escenas habituales de otros a?os por estas fechas. En 2019, recibi¨® en Semana Santa casi un mill¨®n de visitantes
La c¨¦ntrica Plaza Navona de Roma, tras un mes de confinamiento, est¨¢ tan poco transitada que la hierba ha empezado a abrirse paso entre los m¨ªticos sampietrini, el adoquinado caracter¨ªstico de la capital italiana, y parece que de un momento a otro un incipiente manto verde va a cubrir todo suelo. Los graznidos de las gaviotas, que en ocasiones normales podr¨ªan calificarse como molestos pasan a ser atronadores cuando es lo ¨²nico que se escucha. El bullicio y el caos tan representativos del centro de la ciudad han desaparecido. En algunas calles, a la hora de la comida, se percibe el ruido de los cubiertos que sale de alguna ventana abierta. Roma vac¨ªa, sin turistas, parece a¨²n m¨¢s eterna, como congelada en el tiempo. Las calles desiertas, que adem¨¢s nunca han estado tan limpias, parecen una postal demasiado perfecta como para ser real. Las papeleras est¨¢n vac¨ªas y por las avenidas solo transitan peque?os camiones de la basura que no tienen nada que limpiar y repartidores de comida a domicilio, en bicicleta o en moto. Las iglesias y monumentos como el imponente Pante¨®n est¨¢n cerrados a cal y canto. Tambi¨¦n los hoteles.
La imagen de la Roma confinada, sobre todo en estos d¨ªas festivos, al menos en el centro, porque en los barrios la panor¨¢mica es bien distinta, choca completamente con las escenas habituales de otros a?os por estas fechas. En 2019, la capital recibi¨® en Semana Santa, seg¨²n el ayuntamiento, casi un mill¨®n de visitantes, un 3,8% m¨¢s que el a?o anterior. Confturismo, la patronal tur¨ªstica italiana, calcula que entre marzo y mayo de este a?o el pa¨ªs perder¨¢ 30 millones de turistas y m¨¢s de 7.400 millones de euros.
La ausencia de visitantes ha cambiado radicalmente la estampa del centro de la ciudad, donde no se ve pr¨¢cticamente un alma. En la plaza Campo dei Fiori un hombre pasea en bicicleta un radiocasete con m¨²sica de Fabrizio De Andr¨¦ a todo volumen y rompe el silencio sepulcral. Se intuyen sonrisas debajo de las mascarillas del par de personas que est¨¢n paseando al perro en ese momento por la zona.
En Navona, el ruido del agua de la fuente inunda toda la plaza. Tres personas hacen deporte y otras tantas cruzan de un lado al otro con bolsas de la farmacia en la mano. ¡°Nunca hab¨ªa visto la ciudad as¨ª, parece magia¡±, exclama Saverio, jubilado que siempre ha vivido en el centro.
Giovanni La Gorga ha salido a comprar algo de comer, es pinchadiscos y vive en la V¨ªa della Pace. Dice que fue el primero en poner m¨²sica desde el balc¨®n de su casa. Hace dos a?os, con el benepl¨¢cito del ayuntamiento, lanz¨® un proyecto para protestar as¨ª contra el exceso de turismo y la degradaci¨®n del centro de la ciudad. Ahora sigue haci¨¦ndolo para amenizar el confinamiento. ¡°Casi no se asoma nadie porque aqu¨ª ya no vive nadie¡±, explica mientras se?ala a las ventanas cerradas de los edificios en los que cuenta que residen ¡°solo unas pocas personas¡±. ¡°Quedamos cuatro gatos, los habitantes del centro se han mudado a otras zonas y han montado alojamientos tur¨ªsticos en sus apartamentos¡±, lamenta. ¡°El centro se ha dedicado solo al turismo y ha perdido su identidad. Este momento nos llevar¨¢ a reflexionar y llegar¨¢n cambios¡±, dice. Y a?ade: ¡°Ya no hay caos, ahora solo podemos volvernos locos de soledad¡±.
En el municipio I de la capital, que engloba el centro hist¨®rico y otras zonas aleda?as, los habitantes pasaron de 185.000 en 2016 a 110.000 en 2018, seg¨²n los ¨²ltimos datos del ayuntamiento. En el mismo periodo de tiempo, se abrieron en la misma zona 3.300 alojamientos tur¨ªsticos nuevos.
Noor regenta un negocio de alimentaci¨®n para turistas detr¨¢s de Plaza Navona. Ante la escasez de clientes, ha decidido cerrarlo durante el confinamiento, pero el s¨¢bado antes de Pascua lo abri¨® ¡°por si alguien necesitaba comprar algo para pasar estos d¨ªas de fiesta¡±, aunque no ha entrado nadie. ¡°Este mismo d¨ªa el a?o pasado vend¨ª 800 euros y se agotaron gran parte de las botellas de vino y hoy, ni un solo euro¡±, deplora.
La fontana de Trevi, casi siempre oculta entre la turba de turistas, est¨¢ completamente vac¨ªa tambi¨¦n. ¡°Por aqu¨ª ya solo vienen periodistas y fot¨®grafos para retratar esta desolaci¨®n¡±, dice un polic¨ªa local que vigila el monumento y prefiere no dar su nombre. A su alrededor, como en todas las calles del centro, la imagen es irreal. Pr¨¢cticamente todos los negocios est¨¢n cerrados, en algunas tiendas de ropa los maniqu¨ªes de los escaparates se han quedado vestidos con abrigos de invierno y jers¨¦is de lana, aunque fuera, la primavera ha llegado con fuerza y el calor ya es pegajoso. En otras tiendas se acumula el correo en el suelo.
En la V¨ªa del Corso, Gueri cierra el quiosco que regenta a las tres de la tarde por ser festivo. ¡°Viene poca gente, solo los que viven aqu¨ª¡±, apunta. Y relata que estos d¨ªas est¨¢ vendiendo m¨¢s publicaciones extranjeras de lo habitual. ¡°La gente quiere informarse y saber lo que pasa en el mundo¡±, dice.
A pocos metros de all¨ª, en la Plaza del Pueblo, Etilio Tirillo espera fuera de su taxi, bajo un sol de justicia a alg¨²n cliente que no acaba de llegar. Ha forrado el interior del coche con pl¨¢sticos, lleva guantes y mascarillas y desinfecta el veh¨ªculo cada semana. En Semana Santa sol¨ªa comenzar una ¨¦poca dorada para el sector. ¡°Hemos reducido turnos, en todo el mes trabajar¨¦ unos seis d¨ªas y solo hasta las siete de la tarde, calculo que al d¨ªa haremos un 95% menos de desplazamientos¡±, se?ala.
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