Soledad de los viejos de fondo
Duelen mucho los muertos y m¨¢s que nada duelen las atrocidades a que se han visto sometidos los ancianos en parte de las residencias
Sal¨ª de la exposici¨®n de Rembrandt, en el Thyssen, y, tras un paseo por el ?dem del Prado (los magnolios han crecido tanto que parecen cubanos), di con el pebetero municipal en homenaje a las v¨ªctimas de la covid-19. Ira es poco. La llama (est¨²pida forma paramilitar de recordar a los muertos: el monumento deber¨ªa representar el vac¨ªo, la ausencia) era alimentada, en aquel momento, por una campechana bombona de butano; pero un obrero se afanaba en facilitar la llegada de gas natural al asunto. Ah¨ª se quedar¨¢, inane, entre el bramido del tr¨¢fico (que volver¨¢ a ser infernal), en la intersecci¨®n de Cibeles con Alcal¨¢.
Duelen mucho los muertos y m¨¢s que nada duelen las atrocidades a que se han visto sometidos los ancianos en parte de las residencias. A su carnicer¨ªa se a?ade, me cuentan, un da?o colateral del que apenas se habla: el desamparo psicol¨®gico en que se encuentran los supervivientes. A tanto estr¨¦s se han visto sometidos, a tanto aislamiento, que ahora muchos ¡°bajan los brazos y se dejan morir¡±, me dice un amigo m¨¦dico que vive de cerca el problema. Se rinden. Dejan de comer. Meses sin ver a los suyos. Sin entender. Y para preservarles la salud se los condena a la soledad. El retiro impuesto se parece a un secuestro por decreto. El personal de las residencias ha trabajado y sigue haci¨¦ndolo m¨¢s all¨¢ del l¨ªmite, les han salvado la vida (trabajando contra todo tipo de elementos), pero el objeto de sus desvelos, en muchas ocasiones, se da por vencido. Los viejos se sienten in¨²tiles y no comprenden lo que ocurre.
Si tengo angustia yo, que soy una vieja at¨ªpica, independiente, en una vivienda en la que me siento bien atendida por los amigos, ?qu¨¦ no sufrir¨¢n esas personas que han experimentado, pr¨¢cticamente inmovilizadas, los vaivenes de este hurac¨¢n? Faltan pol¨ªticas racionales (cualquiera que sea el organismo pertinente) que no est¨¦n motivadas por el p¨¢nico que ahora sienten nuestros representantes p¨²blicos ante el temor a una nueva oleada de la pandemia, que se lleve por delante a los que quedan. Nuevas pol¨ªticas, que sean pol¨ªticas trazadas con y por humanidad. Y crear espacios en donde los viejos puedan trabajar su propio miedo y aprender poco a poco a adaptarse a lo que vendr¨¢, sabiendo que a¨²n los necesitamos. Que no tengan que soportar la media hora que se les deja compartir con sus familiares como una nueva dentellada a sus rutinas. Que puedan, entre ellos, intercambiar aunque sea miradas, aunque sea gestos de ¨¢nimo. Si eso no se organiza, se olvidar¨¢n de vivir, en sus habitaciones, sin m¨¢s contacto humano que el profesional imprescindible (geriatras aterrados por la situaci¨®n, me cuentan). A salvo del coronavirus, pero a solas con su abismo.
Por un viejo con covid-19 fallecido por falta de cuidados se pueden pedir responsabilidades penales; por uno muerto de soledad, no. Sacad las conclusiones.
As¨ª que ni pebetero ni hostias.
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