Sexo con mascarilla y rastreo de clientes
El coronavirus condena a la ruina a las prostitutas y revive el debate sobre la legalizaci¨®n en Alemania
¡°Esto nunca va a volver a ser como antes. La gente est¨¢ muy tocada econ¨®micamente y encima me expongo a contagiarme. Llevo sin facturar desde el 13 de marzo¡±. Mia trabaja como masajista er¨®tica en Berl¨ªn. El coronavirus ha supuesto para ella y tambi¨¦n para miles de prostitutas en Alemania una ruina. ¡°Algunos clientes llaman para ver c¨®mo estoy, pero de quedar, nada¡±, asegura preocupada en la terraza de un caf¨¦ berlin¨¦s. Las restricciones que siguieron a la propagac...
¡°Esto nunca va a volver a ser como antes. La gente est¨¢ muy tocada econ¨®micamente y encima me expongo a contagiarme. Llevo sin facturar desde el 13 de marzo¡±. Mia trabaja como masajista er¨®tica en Berl¨ªn. El coronavirus ha supuesto para ella y tambi¨¦n para miles de prostitutas en Alemania una ruina. ¡°Algunos clientes llaman para ver c¨®mo estoy, pero de quedar, nada¡±, asegura preocupada en la terraza de un caf¨¦ berlin¨¦s. Las restricciones que siguieron a la propagaci¨®n del virus en Alemania supusieron el cierre de hoteles, burdeles y la prohibici¨®n de la prostituci¨®n en la calle. El descenso de contagios ha permitido la apertura gradual de una vida p¨²blica, que en Alemania se acerca ya mucho a la normalidad. Pero mientras en pa¨ªses vecinos como Austria y Holanda se ha reanudado la actividad, la prostituci¨®n en Alemania ha quedado en un limbo. Adem¨¢s, ha resucitado el debate pol¨ªtico en torno a la legalizaci¨®n, en un pa¨ªs en el que est¨¢ regulada y que a menudo se considera el gran burdel de Europa.
Mia lleva seis a?os en Berl¨ªn, en los que no le ha ido mal trabajando como masajista er¨®tica. Hasta que lleg¨® la pandemia y la actividad se fren¨® casi en seco. ¡°En cuesti¨®n de un mes, todo se ha ido a la mierda. Tengo una situaci¨®n muy complicada. Ahora esto parece El Vaticano; est¨¢ todo muerto¡±. Como otras trabajadoras, Mia teme que las autoridades ahora ¡°utilicen el coronavirus como excusa para hacer limpia, cerrar locales y restringir la prostituci¨®n¡±.
Hoy, la Frobenstrasse, al oeste de Berl¨ªn, est¨¢ m¨¢s vac¨ªa de lo habitual y las pocas mujeres que hay caminan todo el rato para que no les pare la polic¨ªa. Las pensiones de la zona que han abierto han subido el precio y solo permiten la entrada de dos personas por habitaci¨®n. Al no haber viajes de trabajo, tampoco hay hombres de negocios, ni turistas dispuestos pagar. La mayor¨ªa de prostitutas han parado de trabajar, pero quienes no tienen otra fuente de ingresos han seguido, aunque a un ritmo mucho menor, fuera de los burdeles y a menudo a precios baj¨ªsimos. Algunos clientes, seg¨²n cuentan las trabajadoras piden incluso ¡°descuento-corona¡±. En una zona de prostituci¨®n del oeste de Berl¨ªn, Isabelle explica que lleva tres meses parada porque no quiere arriesgarse a que le pongan una multa. Cuenta tambi¨¦n que muchas prostitutas del Este se han vuelto a sus pa¨ªses, pero que en el caso de los transexuales, es m¨¢s dif¨ªcil porque muchos no tienen a d¨®nde volver.
Desde la Asociaci¨®n de profesionales de servicios er¨®ticos y sexuales (Besd) piden la reapertura gradual de la actividad y han propuesto un plan higi¨¦nico muy detallado. La propuesta incluye el uso de mascarilla ¡ªquedan descartados los servicios orales¡ª y desinfectante para manos. Las habitaciones deben limpiarse y airearse. No puede haber m¨¢s de dos personas juntas a la vez y los clientes deben entregar sus datos personales y dejarlos si prefieren en un sobre sellado, para poder rastrear los contactos en caso de contagio. El plan ha despertado cierto escepticismo incluso entre las trabajadoras, que lo consideran inviable. ¡°Cuando haces un masaje, te pones encima, por mucha mascarilla¡¡±, piensa Mia.
El par¨®n ha contribuido a revivir un debate, cerrado en falso con la legalizaci¨®n. En el Bundestag, 16 parlamentarios conservadores y socialdem¨®cratas han firmado una carta en la que piden que no se reabran los burdeles y se adopte en Alemania el modelo n¨®rdico de criminalizaci¨®n del cliente. ¡°Los actos sexuales no son compatibles con la distancia social¡±, argumentan los pol¨ªticos, que piden cursos de formaci¨®n profesional para que las prostitutas puedan acceder a otros empleos, en lugar de que se reanude la actividad.
¡°No sab¨ªan ni que ten¨ªan que lavarse las manos¡±
De facto, la pandemia ha dejado en suspenso la legalidad de la actividad y la polic¨ªa persigue a las prostitutas en la calle y en la Red. ¡°Primero los clientes dejaron de venir y luego la polic¨ªa empez¨® a poner multas en la calle¡±, explica un escort, que prefiere no desvelar su identidad y que forma parte de un colectivo de trabajadores del sexo transexuales en Berl¨ªn. Estos meses ha vivido de los ahorros que ten¨ªa para unas vacaciones y de un trabajo a tiempo parcial en un supermercado. Asegura que la situaci¨®n es especialmente complicada para la gente que trabaja en la calle. ¡°Muchas no saben ni leer ni escribir, ni tienen acceso a Internet. Nadie vino a explicarles lo que estaba pasando. No sab¨ªan ni que ten¨ªan que lavarse las manos¡±, a?ade en un parque al oeste de Berl¨ªn, donde se han reunido para merendar y conmemorar el d¨ªa de la prostituta.
Las trabajadoras del sexo deben estar en teor¨ªa oficialmente registradas en Alemania a partir de 2017, lo que a algunas les ha permitido acceder a ayudas p¨²blicas durante el coronavirus. El problema es que el registro oficial, en el que los ¨²ltimos datos hablaban de unas 33.000 personas apuntadas, representa apenas la punta del iceberg de un negocio para el que no hay cifras oficiales, m¨¢s all¨¢ de estimaciones que hablan de cientos de miles de prostitutas.
Las dificultades a la hora de mantener la distancia f¨ªsica, debido a la propia naturaleza de la actividad, han desviado parte de la actividad a la Red. El problema, para algunas trabajadoras es que el salto tecnol¨®gico no siempre es f¨¢cil y es necesario disponer de equipos. Hablar alem¨¢n cobra adem¨¢s m¨¢s relevancia en los servicios online, lo que para muchas extranjeras se convierte en un obst¨¢culo insalvable. ¡°Yo nunca he hecho online, porque cuando trabajas con una persona, t¨² controlas la experiencia, pero a trav¨¦s de la pantalla, pierdes el control de c¨®mo esa persona vive tu sexo y es otro tipo de consentimiento¡±, piensa Emma, que ha emigrado a Berl¨ªn desde Estados Unidos. ¡°Adem¨¢s, necesitas una buena conexi¨®n a Internet, tienes que saber editar, subir im¨¢genes¡ es otro negocio¡±, a?ade esta mujer, a la que sus compa?eras de piso y su familia le han ayudado a pagar la comida durante estas semanas.
El futuro de la profesi¨®n es a¨²n incierto, pero lo que muchas tienen claro es que el trabajo no va a volver a ser como antes. ¡°La gente va a tener miedo al contagio y muchos clientes no son tan j¨®venes y les da miedo contagiar a sus familias. Hasta que no haya una vacuna, no se va a poder trabajar bien¡±, piensa Mia.
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