La segunda ola devora el sur de Italia
La mitad meridional del pa¨ªs, a salvo durante marzo y abril, sufre el impacto econ¨®mico y social del coronavirus derivado de la falta de recursos y de un plan estrat¨¦gico
Una vieja tradici¨®n napolitana nacida durante la II Guerra Mundial invita a dejar pagado un caf¨¦ en el bar por si el siguiente no puede hacerlo. La costumbre, conocida como caff¨¨ sospeso (porque queda suspendido en la cuenta hasta que alguien lo necesita), se ha aplicado con los a?os a otros ¨¢mbitos de la vida social napolitana, acostumbrada a afrontar sola los problemas que el Estado no logra resolver. Nadie imagin¨®, sin embargo, hasta d¨®nde llegar¨ªa la solidaridad en tiempos de la pandemia.
Una fila de personas sin recursos hac¨ªa cola entre los bancos de la iglesia San Savero, ...
Una vieja tradici¨®n napolitana nacida durante la II Guerra Mundial invita a dejar pagado un caf¨¦ en el bar por si el siguiente no puede hacerlo. La costumbre, conocida como caff¨¨ sospeso (porque queda suspendido en la cuenta hasta que alguien lo necesita), se ha aplicado con los a?os a otros ¨¢mbitos de la vida social napolitana, acostumbrada a afrontar sola los problemas que el Estado no logra resolver. Nadie imagin¨®, sin embargo, hasta d¨®nde llegar¨ªa la solidaridad en tiempos de la pandemia.
Una fila de personas sin recursos hac¨ªa cola entre los bancos de la iglesia San Savero, en el c¨¦ntrico barrio de Sanit¨¤, para realizarse una prueba PCR gratuita este martes por la ma?ana, cuatro d¨ªas despu¨¦s de que empezase el confinamiento en Campania (la regi¨®n de N¨¢poles). Lo hab¨ªan pagado otros vecinos, con la ayuda de una farmacia del barrio y de algunos m¨¦dicos. ¡°Il tampone sospeso¡±, lo han llamado. La mayor¨ªa de los que desfilan se ha quedado sin trabajo o nunca lo tuvo (la tasa de desempleo en N¨¢poles, de 31,39%, es el triple que la media italiana). Muchos tienen s¨ªntomas de covid-19, pero la sanidad p¨²blica no considera necesario hac¨¦rsela y no pueden permitirse acudir a un laboratorio privado.
La segunda ola de la pandemia ¡ªeste martes murieron 731 personas en todo el pa¨ªs, la cifra m¨¢s alta desde hace siete meses¡ª ha liquidado el espejismo en el que vivi¨® el sur de Italia en los meses de marzo y abril, cuando los contagios fueron casi irrelevantes respecto a un norte devastado, pero m¨¢s rico. El temor era que sucediese, exactamente, lo que ha sucedido ahora en la zona m¨¢s pobre. Hoy los hospitales est¨¢n desbordados y el Ministerio de Sanidad reconoce en un informe interno que el sistema sanitario de la regi¨®n no estaba preparado para la segunda ola. Campania, Sicilia o Calabria, que ha tenido tres responsables para la sanidad distintos en 10 d¨ªas, apenas logran mantenerse en pie.
Serena Russa, de 26 a?os, se seca las l¨¢grimas de los ojos tras la desagradable prueba nasal. Desempleada, y madre de dos hijos; su marido, que va detr¨¢s de ella en la cola, no ha trabajado nunca en 30 a?os. Viven con los 500 euros de la renta ciudadana que aprob¨® el Movimiento 5 Estrellas (M5S) cuando lleg¨® al Gobierno. ¡°No tenemos nada. Si no fuera por esto, ni siquiera podr¨ªamos saber ahora si estamos contagiados¡±, se?ala. Fuera de la iglesia, muchas de las personas que esperan turno ir¨¢n luego a alguno de los almacenes que despachan alimentos b¨¢sicos o a alguno de los comedores de Caritas en N¨¢poles, que han visto c¨®mo en estos meses aumentaba un 41% la gente que requer¨ªa sus servicios por primera vez. En un territorio acostumbrado a subsistir buceando en los pantanos de la econom¨ªa sumergida, (las estimaciones del estudio de Intesa Sanpaolo la sit¨²a en el sur en el 29,8% del PIB), la posibilidad ahora de acceder a las ayudas del Gobierno se vuelve casi imposible. Las noticias que llegan desde Roma nunca son buenas.
El barrio de Sanit¨¤, en el coraz¨®n de la vieja N¨¢poles, tiembla con cada nuevo anuncio del Ejecutivo. Las ayudas no llegan y la perspectiva de salir del confinamiento, decretado la semana pasada, es m¨¢s bien borrosa. Las tiendas, como la cadena de ropa de Claudio Brillantina, que lleva 40 a?os en la ciudad, han tenido que cerrar justo cuando hab¨ªa comprado el g¨¦nero de la temporada. ¡°Tengo cuatro comercios. Invert¨ª 300.000 euros en ropa y la tengo todav¨ªa en las cajas. Si no me dejan abrir antes de Navidad se ir¨¢n al traste todos los sacrificios de estos a?os. Tendr¨ªan que haber cerrado antes y poder salvar la ¨¦poca que viene ahora¡±.
Los que pueden abrir no est¨¢n mejor. Una calle m¨¢s abajo, la pizzer¨ªa La Taverna de Tot¨°, de Franceso Rej, se ha deshecho de todo el personal y se ha convertido en una empresa de reparto a domicilio. ¡°Seguimos abiertos por la ilusi¨®n, porque nos gusta este trabajo. Pero perderemos dinero cada d¨ªa¡±, explica mientras saca dos margaritas del horno de le?a.
Italia ha dividido el pa¨ªs en tres colores distintos en funci¨®n de la gravedad de la situaci¨®n en cada regi¨®n. Una suma de 21 indicadores que maneja el Ministerio de Sanidad determina qui¨¦n entra y qui¨¦n sale de los niveles m¨¢s restrictivos. Casi la mitad del pa¨ªs, 26 millones de personas de seis regiones, debe quedarse en su casa si no tiene motivos justificados (la calle de N¨¢poles no da exactamente esa idea el martes).
Las regiones que se han visto superadas por la segunda ola se encuentran mayoritariamente en el sur. La ciudad de N¨¢poles ha rebajado sensiblemente el incremento de los casos, pero la ¨²ltima semana el crecimiento continu¨® siendo del 22%. El Ministerio de Sanidad envi¨® a un grupo de inspectores a la regi¨®n para realizar un informe sobre la situaci¨®n que concluy¨® que la coordinaci¨®n entre los hospitales, la sanidad territorial y los centros de referencia ¡°es casi inexistente¡± en Campania, seg¨²n se?ala el documento.
Ox¨ªgeno en los coches
Los da?os en el sistema sanitario en una regi¨®n que ha tenido ya 118.285 contagios son evidentes. El hospital de Cotugno, el segundo m¨¢s grande de N¨¢poles, lleva d¨ªas con largas colas en las urgencias de pacientes que no pueden ser atendidos en el interior del pabell¨®n. Muchos necesitan ox¨ªgeno y solo reciben los cuidados dentro de sus veh¨ªculos. Vincenzo De Falco, coordinador de enfermeros en una de las secciones covid del centro, cree que la situaci¨®n es extrema, pero inevitable en estos momentos. ¡°Las colas de coches se explican porque las personas que vienen no saben ad¨®nde ir. Llaman a las ambulancias, pero no llegan a sus casas. Tienen fiebre, tos, hambre de ox¨ªgeno. Llegan con niveles de saturaci¨®n muy malos, pero dentro de las emergencias hay ya gente y no tenemos sitio. As¨ª que hay que hacerlo fuera. Hoy todav¨ªa sucede¡±, apunta. El exterior del hospital, donde cuatro coches aguardan en fila, lo confirma.
El Cardarelli, el enorme hospital asomado a uno de los balcones de la ciudad que dan al Vesubio, tiene otros problemas. La semana pasada dio la vuelta al mundo un dur¨ªsimo v¨ªdeo de un paciente con covid de 84 a?os que muri¨® en el ba?o de las urgencias. Uno de los m¨¦dicos de esa ¨¢rea, Pino Visone, delegado sindical de la CGIL, explica que la situaci¨®n del fallecido era muy compleja ¡ªten¨ªa un cuadro de m¨²ltiples dolencias¡ª y pudo haber sucedido en cualquier hospital del mundo. Sin embargo, se?ala que el centro sanitario, que jam¨¢s rechaza a ning¨²n paciente, pasa por unos momentos de extrema dificultad. La sanidad p¨²blica de la Campania es v¨ªctima de un plan de recortes lineal que ha durado 10 a?os. ¡°Daban igual las necesidades de cada ¨¢rea. Se elimin¨® personal y recursos hasta llegar al objetivo¡±, apunta el doctor Visone, que se?ala c¨®mo las urgencias est¨¢n superadas por al menos 10 veces su capacidad normal.
Los problemas se extienden al material de trabajo. Campania, la regi¨®n con mayor riesgo por habitante de Italia de superar el umbral de la pobreza (por delante de Sicilia, Calabria y Basilicata), sufre las carencias. Las botellas de ox¨ªgeno (hay unas 6.000 en toda N¨¢poles) empiezan a faltar y los farmac¨¦uticos alertan de que se ofrecen en el mercado negro. Nadie querr¨ªa que la vieja tradici¨®n del caff¨¨ sospeso tuviera tambi¨¦n que cubrir esta carencia.
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