Las balas perdidas de la Camorra
El tiroteo que hiri¨® a una ni?a de cuatro a?os en el centro de N¨¢poles a plena luz del d¨ªa pone al descubierto el caos en la seguridad de la ciudad
El viernes por la tarde un hombre corpulento vestido de negro se baj¨® de una Benelli con el casco puesto en la plaza Nazionale de N¨¢poles. Sac¨® un arma, la carg¨® penosamente y se la puso en la cabeza a un tipo que ech¨® a correr aprovechando que la pistola se hab¨ªa encasquillado. En la persecuci¨®n, el sicario, sin quitarse el casco, dispar¨® diez veces al bulto y dej¨® malherido a Salvatore Curco, de 31 a?os y cercano a un clan de la Camorra, que encaj¨® cinco proyectiles. El asesino ni se inmut¨® cuando pas¨® dos veces junto al cuerpo de una ni?a de 4 a?os a la que acaba de perforar los pulmones con munici¨®n de guerra del calibre 9. Est¨¢ todo grabado. Pero cinco d¨ªas despu¨¦s, el sicario sigue libre, la polic¨ªa cree que le protegen en su barrio. Sucedi¨® a plena luz del d¨ªa en el centro de N¨¢poles, incapaz de garantizar la seguridad de sus ciudadanos.
La mesa del bar Elite donde merendaban Noemi y su abuela (herida tambi¨¦n en un gl¨²teo) est¨¢ vac¨ªa el lunes por la tarde. ¡°Pas¨® todo muy r¨¢pido. Se desat¨® el p¨¢nico¡±, se?ala Salvatore Laezza, el propietario. El lugar, a pocos metros de la estaci¨®n central, forma parte de una zona tranquila que divide dos barrios carcomidos hist¨®ricamente por la camorra. Algo que, en realidad, sucede en casi cada rinc¨®n de la ciudad, seg¨²n la propia fiscal¨ªa antimafia.
Unas 80 familias criminales pugnan por el control del centro de la urbe, seg¨²n la Direcci¨®n de Investigaci¨®n Antimafia
El centro de N¨¢poles, controlado por unas 80 familias criminales (seg¨²n datos de 2018 de la Direcci¨®n de Investigaci¨®n Antimafia), se ha convertido en una suerte de salvaje oeste con varias guerras en curso entre los clanes que se disputan su control. Son los Mazzarella contra los Rinaldi. Los Giuliano-Sibillo, los Amirante o los Ferraiuolo. Los c¨¦ntricos barrios de Sanit¨¤ y Forcella se declararon una guerra que dura m¨¢s de una d¨¦cada. Y en Quartieri Spagnoli, oculto entre el ir y venir de los turistas y las trattorias de mantel de papel, se dirime un conflicto interno por el control del territorio y de las ganancias del pizzo (el impuesto que cobran a los comerciantes), explica un alto mando de la polic¨ªa del centro de la ciudad.
El problema de seguridad en N¨¢poles ya no es solo de quien decide empu?ar un arma, despachar gramos de coca en una esquina o extorsionar a las pizzer¨ªas (Di Matteo y Sorbillo, dos de las m¨¢s conocidas, recibieron hace pocos meses un aviso en forma de bomba y r¨¢faga de disparos). Tomar un caf¨¦ al aire libre puede ser peligroso, como recuerdan Raniero Madonna y Gino Monteleone, organizadores de la manifestaci¨®n de repulsa que se celebr¨® el domingo en la misma plaza y que reuni¨® a un millar de personas. Tambi¨¦n recoger a los ni?os en el parvulario. Hace dos meses, a las 13.30 hubo un tiroteo a las puertas de una guarder¨ªa. La iron¨ªa quiso que el centro p¨²blico estuviera dedicado a la memoria de Annalisa Durante, una ni?a de 14 a?os asesinada en 2005 por error cuando unos sicarios trataban de liquidar a un sobrino del capo del centro hist¨®rico de la ciudad, Ciro Giuliano. Las cifras ya no permiten hablar de casualidades.
Unas 200 v¨ªctimas inocentes, entre heridos y muertos, han sufrido las consecuencias de esta falta de control en la regi¨®n de Campania desde los a?os 80. Pero en los ¨²ltimos a?os, la fragmentaci¨®n de los clanes y la falta l¨ªderes fuertes en las organizaciones ¡ªquienes disparan son cada vez m¨¢s j¨®venes¡ª han aumentado la sensaci¨®n de que todo el mundo est¨¢ expuesto a una bala perdida.
La violencia ha dejado m¨¢s de 200 v¨ªctimas colaterales en la regi¨®n desde los a?os 80
En el bar Elite, donde Noemi recibi¨® el disparo, toma caf¨¦ Carmela Sermino. Su marido muri¨® en 2007 mientras celebraba el fin de a?o en su casa, un noveno piso de un edificio de 12 plantas. Pasadas las once de la noche, mientras ten¨ªa a su hija de 18 meses en brazos y brindaban, una bala disparada desde una zona de la calle controlada por el clan Gionta le entr¨® por la aorta pocos minutos antes de las campanadas. El asesino de Giuseppe Veropalumbo no apareci¨®. Solo su arma, en el fondo del mar. Desde entonces pelea por recibir la consideraci¨®n legal de familiar de una v¨ªctima inocente. ¡°Es eterno. Tienen que pasar los tres grados del juicio, detener al asesino, demostrar que nadie hasta un cuarto grado de parentesco en tu familia ha pertenecido a la Camorra¡¡±. La situaci¨®n en N¨¢poles ¡°est¨¢ fuera de control¡±, se?ala Carmela. Y no es la ¨²nica.
El padre de Noemi piensa exactamente igual y ha anunciado que abandonar¨¢ la ciudad si la ni?a se recupera. Un drama para una ciudad que trata de recomponer su imagen y cuya respuesta pol¨ªtica no tranquiliza. El alcalde, Luigi De Magistris, acusa al ministro del Interior, Matteo Salvini, de no hacer nada. Y el l¨ªder de la Liga, que ha convertido la seguridad en su ¨²nica bandera pol¨ªtica, ha sido incapaz de hilar dos frases a la altura de las circunstancias. ¡°Ojal¨¢ se disparasen y se matasen entre ellos sin tocarle los huevos a la gente que no tiene nada que ver¡±, lanz¨® el lunes antes de pasar por el hospital donde est¨¢ ingresada la peque?a. Ah¨ª se reun¨ªa poco despu¨¦s un grupo de madres del barrio de Sanit¨¤ y su portavoz, Monica Natale, le respond¨ªa. ¡°Se equivoca gravemente: eso es justo lo que estaban haciendo y tenemos a una ni?a de cuatro a?os aqu¨ª dentro debati¨¦ndose entre la vida y la muerte¡±. Quiso dec¨ªrselo a ¨¦l. Pero Salvini ya hab¨ªa salido escopeteado hacia otro mitin, motivo por el que, en realidad, hab¨ªa venido a N¨¢poles.
"No ha cambiado nada tras la muerte de mi hijo en 2015"
El caso de Noemi trae a la memoria el de otros tantas v¨ªctimas inocentes de las guerras de la Camorra. A algunos, adem¨¢s, les colgaron el estigma de mafiosos durante un tiempo. Luigi Galetta (2015), de 20 a?os; Ciro Colonna (2016), de 19 a?os; Maikol Giuseppe Russo (2015), 27 a?os. O el caso m¨¢s sonado de Genny Cesarano, un chaval de 17 a?os que recibi¨® varios disparos en 2015 durante una balacera delante de la Bas¨ªlica del c¨¦ntrico barrio de Sanit¨¤.
Hoy en aquel lugar hay una estat¨²a que recuerda el suceso, pero su padre, Antonio Cesarano, no necesita nada para pensar en ello a cada segundo. ¡°Despu¨¦s de Genny ha habido otras cuatro v¨ªctimas inocentes. Aqu¨ª se dispara cada d¨ªa. ?Tiene que haber una tragedia para que se hable de esto? La reacci¨®n tiene que ser de la sociedad civil. Estamos todos en peligro. Hoy arrestan a uno y ma?ana lo hace otro. Es una cuesti¨®n de fondo¡ La ma?ana del domingo est¨¢bamos 1.000 personas, pero luego se vuelve a la normalidad. Y esto no es normal¡±, se?ala. ¡°Aunque me desga?ite, alguien tiene que comprometerse a fondo con esto. Nos encontramos en una fase horrenda. No basta dinero, mesas¡ hacen falta leyes m¨¢s duras para estos chacales¡±.
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