El horror en los ojos
La m¨¦dica Paula Farias conoci¨® la geograf¨ªa del miedo en Irak, Kosovo... y en Madrid, al inicio de la pandemia
Paula Farias llega al caf¨¦ y mira. Su silencio condensa la experiencia de mirar el horror en los ojos. Es m¨¦dica (de M¨¦dicos sin Fronteras), y como doctora fue tambi¨¦n marinera de Greenpeace. Es escritora como su padre, Juan Farias. De su experiencia en Kosovo nacieron su libro Dejarse llover y la pel¨ªcula Un d¨ªa perfecto, de Fernando Le¨®n de Aranoa. Vio el horror en los ojos tambi¨¦n en Congo, Angola, Rep¨²blica Centroafricana, Palestina, Irak, Afganist¨¢n (donde sucede ...
Paula Farias llega al caf¨¦ y mira. Su silencio condensa la experiencia de mirar el horror en los ojos. Es m¨¦dica (de M¨¦dicos sin Fronteras), y como doctora fue tambi¨¦n marinera de Greenpeace. Es escritora como su padre, Juan Farias. De su experiencia en Kosovo nacieron su libro Dejarse llover y la pel¨ªcula Un d¨ªa perfecto, de Fernando Le¨®n de Aranoa. Vio el horror en los ojos tambi¨¦n en Congo, Angola, Rep¨²blica Centroafricana, Palestina, Irak, Afganist¨¢n (donde sucede Fantasmas azules, su pr¨®xima novela), Sud¨¢n, Darfur¡ En Darfur qued¨® embarazada de su hijo Matzeos, que al nacer, recuerda, le mir¨® con una cara que dec¨ªa ¡°a la guerra ya no¡¡±.
A esa geograf¨ªa del miedo suma ahora el coraz¨®n de Madrid, donde naci¨® en 1968 y donde ha vivido en la pandemia ¡°d¨ªas de oscuridad como nunca¡±. Acostumbrada a pisar escombros sobre la sangre y a dar consuelo, su voz es como un susurro para atenuar el miedo. ¡°El miedo es una sensaci¨®n de vulnerabilidad que te bloquea. La oscuridad es la violencia extrema, no tener que darle a tu hijo para comer, ni un techo, morir porque no hay un servicio sanitario que te atienda. La he vivido en la piel de los que han estado rezando para que no se acabara el ox¨ªgeno, en los m¨¦dicos y enfermeras que han visto morir a personas que no han podido despedirse¡ El mundo se divide en el que ve que alguien se ahoga, se tira al agua y lo saca, y el que ve que alguien se ahoga y se inventa una historia para no tirarse a salvarlo. Hay que decidir qui¨¦n quieres ser: el que se tira al agua o el que ve c¨®mo se hunde el otro. Eso es la acci¨®n humanitaria, salvar al que se ahoga. Luego ya se ver¨¢ qu¨¦ pas¨® con la ropa¡±.
?Y aqu¨ª? ¡°Ha pasado lo mismo: gente que se ha tirado al agua sin saber qu¨¦ iba a pasar despu¨¦s. Y mucha otra gente que no lo ha hecho. En ellos se refleja esa frialdad del que quiere justificar por qu¨¦ no se ha tirado al agua¡ Durante esos d¨ªas oscuros hubo quien pudo haber tomado decisiones que salvaran vidas pero pensaron en la estrategia, en qu¨¦ pasar¨¢ luego con mi ropa, con mi silla¡¡±.
El dolor, asegura, tiene un color determinado. ¡°He visto mucha gente que ha muerto con el horror en los ojos, solos, sin poder despedirse, sin ox¨ªgeno porque no hab¨ªa para todos, porque no hab¨ªa una cama de UCI. Miles de esas personas ahora probablemente no morir¨ªan¡±. En aquellos primeros d¨ªas, ella y sus compa?eros corr¨ªan de un sitio a otro, viendo d¨®nde estaban los nudos, tratando de solucionarlos.
?C¨®mo ha visto la relaci¨®n de las autoridades con el dolor? ¡°Han sabido mantenerse al margen¡±, apunta. Aquellos aplausos del principio fueron, para ella, poes¨ªa ef¨ªmera.
?Llega la calma? ¡°Ya estamos en calma, a a?os luz de lo que fueron los meses malos; le queda mucho recorrido al virus, pero ya no hay oscuridad. Si te pones enfermo vas al hospital y te pueden atender, ya no te cierran la puerta de urgencias, hay ox¨ªgeno para todos¡±. En ning¨²n momento Paula Farias dej¨® de mirar a los ojos, como si observara en silencio el recorrido de las im¨¢genes de horror que van guiando sus palabras.