Los sanitarios se baten en las UCI: ¡°Es la guerra de nuestra generaci¨®n¡±
Miles de profesionales atienden a los 1.600 pacientes graves que desbordan las unidades de cuidados intensivos. Se enfrentan a un enemigo todav¨ªa desconocido en un escenario in¨¦dito
¡°Jam¨¢s he vivido nada parecido. La UCI es un trabajo muy intenso, pero ahora no damos abasto, no puedes ni ir a mear¡±. Un m¨¦dico intensivista del hospital de Getafe de Madrid, la comunidad m¨¢s golpeada por la crisis del coronavirus, plasma un escenario b¨¦lico. Las unidades de cuidados intensivos (UCI) son hoy espacios que se desbordan, repletos de pacientes grav¨ªsimos, sedados e intubados. Atravesados por cables. Solos. Incluso hasta su muerte. Y con el mismo diagn¨®stico: Covid-19.
Una avalancha que se antoja imparable. Ayer ingresaron en estas sofisticadas ¨¢reas de atenci¨®n 471 pacientes en toda Espa?a (un 41% m¨¢s que el d¨ªa anterior), hasta sumar 1.612. M¨¢s de 700 est¨¢n en Madrid en UCI que duplican su capacidad.
Entre los enfermos se mueve un enjambre de hombres y mujeres que se cuentan por miles (suele haber una enfermera por cada dos pacientes) con la angustia y el cansancio envueltos en batas, viseras y dobles guantes. Un uniforme que seca la boca y moja el cuerpo. Que marca la cara. Nunca se han enfrentado a un enemigo semejante ¡ªa¨²n muy desconocido y contagios¨ªsimo¡ª ni con un horizonte tan lejano. Los pacientes a su cargo tardan en recuperarse, permanecen una media de dos semanas o tres. As¨ª lo vive la decena de responsables y sanitarios de estas unidades cruciales para la supervivencia.
¡°Te falta el ox¨ªgeno¡±
¡°El trabajo es inmenso, agotador, estresante, est¨¢s con la bata, la mascarilla y el gorro, te falta el ox¨ªgeno y las gafas se te empa?an. No hab¨ªa vivido nunca algo as¨ª. Es tit¨¢nico. Me gustar¨ªa que fuera una pel¨ªcula y ver el final¡±. Mar¨ªa Antonia Estecha, 57 a?os, jefa de servicio de la UCI del Hospital Virgen de la Victoria de M¨¢laga, lleva dos semanas desbordada, trabajando a destajo, tratando a pacientes cr¨ªticos mientras evita ser contagiada, y consciente de que lo peor est¨¢ por venir.
Una UCI, con sus camas hipertecnificadas y enfermos en situaci¨®n l¨ªmite, siempre es un escenario dram¨¢tico. Ahora m¨¢s: ¡°Todos tienen la misma patolog¨ªa: una neumon¨ªa grave que obliga a una intubaci¨®n de emergencia y conexi¨®n al ventilador¡±, cuenta Gabriel Heras, intensivista de un hospital de Madrid. ¡°Requiere mucho tiempo y recursos humanos y t¨¦cnicos. Adem¨¢s, se ha comprobado que los enfermos responden muy bien a la oxigenaci¨®n boca abajo. Para poner as¨ª a un paciente intubado, sedado, son necesarias cuatro o cinco personas. Est¨¢n indicadas 16 horas. Lo ponemos boca abajo a las tres y les damos la vuelta a las siete de la ma?ana¡±.
Esa maniobra, distintiva en esta crisis, es doblemente delicada. Puede durar media hora, dice la doctora Estecha, con enfermeros, celadores y auxiliares alrededor. ¡°El m¨¦dico est¨¢ a la cabeza del enfermo, porque si se te va el tubo, muere¡±. Adem¨¢s, en este manejo se corre el riesgo de generar aerosoles muy contagiantes. ¡°La situaci¨®n es brutal. Estamos saturados y sometidos a un nivel de estr¨¦s muy alto. El miedo a contagiarse es constante¡±, conf¨ªa una enfermera de la UCI de La Paz de Madrid, uno de los centros con mayor presi¨®n. ¡°No les hacen pruebas, que deber¨ªan, se enfrentan a enfermos con la carga viral muy alta. Les angustia mucho la falta de equipos de protecci¨®n¡±, cuenta Guadalupe Font¨¢n, del Consejo General de Enfermer¨ªa.
¡°Las UCI estaban trabajando en puertas abiertas, con familiares, est¨¢ demostrado que los pacientes mejoran, incluso aunque est¨¢n sedados. Eso no se puede hacer ahora¡±, prosigue Font¨¢n. ¡°As¨ª que se pide a las familias que env¨ªen audios y se los ponemos para que los oigan¡±.
La losa de que en tu turno alguien muera en completa soledad. La angustia de contagiarte y contagiar a los tuyos. Ver que el material escasea. Pacientes que tardan en reaccionar y que te llevas a casa. Todo eso pesa, dicen. Agust¨ªn V¨¢zquez, enfermero en el Gregorio Mara?¨®n, se mueve ahora entre puertas cerradas. Al otro lado, los pacientes aislados. No recuerda este silencio desde el 11-M y sabe que durar¨¢. Entrar significa cinco minutos de equipamiento. ¡°Primero nos ponemos guantes, luego la bata, la mascarilla, el gorro, las gafas, parecidas a las de esquiar, una visera que recuerda al casco de los antidisturbios. Luego otros guantes, se abre la puerta y nos metemos con el carrito, que ahora todo est¨¢ fuera en el pasillo, parece la guerra. Trabajar con doble guante es un esfuerzo tremendo, imag¨ªnate canalizar una arteria as¨ª. Siempre hay alguien fuera vigilando por si nos mareamos, para salir avisamos y hacemos el proceso inverso de desvestirnos, cada vez que nos quitamos algo nos limpiamos con alcohol gel. Y lo hacemos por parejas para que nada falle¡±.
Pese a todo el cansancio con el que sale del turno de noche, solo insiste en esto: ¡°Nos falta material, mascarillas de alta eficacia, viseras y batas impermeables desechables. Gafas necesitar¨ªamos m¨¢s, ahora las desinfectamos y las volvemos a usar¡±. Quieren equipos. Armas.
En esta guerra cuyo campo de batalla se transforma en pocas horas, ha llegado la reorganizaci¨®n: ¡°En la UCI el trabajo de enfermer¨ªa se hace todo por hora. A una hora toca extracciones, a otra f¨¢rmacos y as¨ª. Ahora estamos en una especie de din¨¢mica b¨¦lica¡±, relata una joven enfermera del Hospital de la Princesa de Madrid, ¡°concentramos las tareas, de tal manera que entramos en el cuarto del paciente dos o tres veces m¨¢ximo por turno, para reducir los riesgos y para no usar tantos equipos¡±.
¡°Decid¨ª hacerme m¨¦dica el 11-M¡±, cuenta la anestesista Celia Gonz¨¢lez, del Hospital de Cruces, en Bilbao, ¡°esta es la guerra que nos ha tocado a nuestra generaci¨®n¡±. Sus armas son un grupo de WhatsApp donde comparten la ¨²ltima evidencia cient¨ªfica y la protocolizan. Especialistas como ella est¨¢n siendo reclutados en la UCI del Vall d¡¯Hebron, ya que tambi¨¦n conocen la ventilaci¨®n mec¨¢nica, explica Ricard Ferrer, el jefe de la unidad. All¨ª han cambiado turnos: ¡°Trabajamos un d¨ªa intenso y dos de descanso, sin diferenciar fiestas ni fines de semana¡±. Los hospitales con menos presi¨®n se preparan: ¡°Hemos ampliado camas con respiradores de quir¨®fanos, hemos dispuesto en ellas bombas de percusi¨®n de medicamentos, hemos preparado al personal y est¨¢ previsto reclutar a m¨¦dicos de otras especialidades si es necesario¡±, relata Jos¨¦ Carlos Ige?o, jefe de la UCI del Hospital San Juan de Dios en C¨®rdoba.
Nuevos soldados para luchar contra el enemigo invisible.
El miedo a la escasez de recursos sanitarios
El gran temor que sobrevuela en estas unidades de ¨¦lite de la pandemia, gira en torno a los recursos. O m¨¢s bien, a la falta de ellos. Y por tanto c¨®mo afectar¨¢ al triaje, la evaluaci¨®n del techo terap¨¦utico al que se somete al enfermo afectado de la grave neumon¨ªa que causa el coronavirus. ¡°A cada paciente se le da el soporte que necesita¡±, dice Ricard Ferrer, jefe de la UCI del Vall d¡¯Hebron, ¡°lo que sucede es que la intubaci¨®n no es adecuada para personas mayores, es tan invasiva que si aplicas esta t¨¦cnica no podr¨¢s retirarla. Con las personas m¨¢s fr¨¢giles se aplican unas c¨¢nulas nasales de alto flujo, que aportan ox¨ªgeno caliente y humidificado al organismo¡±.
Otro m¨¦dico intensivista del hospital de Getafe, en Madrid, coincide: ¡°Ingresas a los pacientes que crees que se van a beneficiar con tu intervenci¨®n, y a algunos no porque no se van a recuperar o porque por su fragilidad y su pron¨®stico no es razonable someterlos a la agresividad del tratamiento¡±. Pero advierte que hoy se mantienen criterios m¨¢s estrictos. ¡°Hace unos d¨ªas ingres¨¢bamos a pacientes de edad avanzada y hac¨ªamos una prueba para ver si respond¨ªan. ?ramos m¨¢s laxos. Ahora, no. Y esto va a ir a peor¡±. Por su parte, Gabriel Heras, director del Proyecto HU-CI e intensivista en un hospital de Madrid, advierte: ¡°He le¨ªdo a profesionales italianos diciendo que no pod¨ªan atender a mayores de 65 a?os, algo que suena brutal, pero si tienes un solo respirador y hay que elegir, a quien tenemos que priorizar es a las personas con m¨¢s posibilidades de supervivencia. No hemos llegado a ese punto, pero podemos llegar y va a ser muy doloroso. El sistema no va a poder absorber todos los casos que vienen¡±. Los profesionales temen ese punto, coincidente con la saturaci¨®n del sistema y la falta de recursos. ¡°Tengo m¨¢s angustia que miedo, porque nos enfrentamos a un enemigo invisible¡±, dice por su parte la anestesista Celia Gonz¨¢lez, del Hospital de Cruces en Bilbao. ¡°Los recursos son limitados y habr¨¢ un momento en que habr¨¢ que elegir¡±.
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