El Netflix de la ropa llega a Espa?a
Varias empresas ofrecen alquilar ropa para vestir en el d¨ªa a d¨ªa, una tendencia surgida en EE UU que utilizan sobre todo las mujeres y favorece la econom¨ªa circular
Cada vez m¨¢s j¨®venes apuestan por tener pocas cosas en propiedad y, en su lugar, pagar por lo que se usa un tiempo, algo que se hace con la m¨²sica y las pel¨ªculas (que ya se disfrutan en streaming y no en formato f¨ªsico) y tambi¨¦n con los veh¨ªculos (en las grandes ciudades hay muchas marcas de alquiler de coches y motos por minutos). Ahora, esta tendencia llega tambi¨¦n a la ropa que se puede usar a diario: desde hace unos meses, varias empresas ofrecen alquilar ropa para el d¨ªa a d¨ªa, una iniciativa surgida hace una d¨¦cada en EE UU que utilizan sobre todo las mujeres y que favorece la econom¨ªa circular y reducir los residuos que provoca la industria de la moda. ¡°Somos como un Netflix del armario¡±, resume Mar¨ªa Jos¨¦ Gonz¨¢lez, de Pislow, una de las compa?¨ªas que ofrece este servicio.?
El sistema es sencillo: se paga una cuota al mes -que puede ir desde los 30 a los 150 euros- a cambio de recibir en casa una caja con tres, cuatro o cinco prendas de todo tipo. En casi todas las empresas, la primera caja es sorpresa y a partir de ah¨ª se puede elegir en base a los gustos de la clienta. Esos vestidos, blusas y pantalones se pueden usar durante un mes y, despu¨¦s, se devuelven a la marca, que env¨ªa otra caja con nuevas prendas y se encarga de llevar la ropa usada a la tintorer¨ªa y dejarla lista para que se la pueda poner otra persona.
¡°Los nuevos consumidores, sobre todo a partir de la generaci¨®n Z, quieren llevar un look determinado pero tan solo una vez o pocas veces. Esto viene impulsado sobre todo por Instagram, donde mucha gente cuelga fotos con su estilo de vestir y repetir modelo no gusta al narcisismo de este tipo de consumidor¡±, se?ala Jos¨¦ Luis Nueno, profesor de Marketing del IESE Business School y consultor de canales de distribuci¨®n. ¡°Esto se suma a un grave problema del comercio electr¨®nico, lo que se denomina wardrobing [juego de palabras entre armario y robar]: consumidores que compran ropa para pon¨¦rsela una vez y luego la devuelven. Las marcas no quieren acabar con una pila de ropa usada en un inventario, y por ello est¨¢n empezando a valorar los servicios de alquiler¡±, a?ade Nueno. El profesor se?ala que esta idea arranc¨® hace una d¨¦cada en EE UU con Rent the runway (algo as¨ª como "alquila la pasarela"), una marca que ya factura 140 millones de d¨®lares anuales, y ahora est¨¢ llegando a varios pa¨ªses Europeos, entre ellos Espa?a.
Pepa Bueno, directora de la Asociaci¨®n de Creadores de Moda de Espa?a (ACME), que aglutina a m¨¢s de 70 dise?adores, considera que esta nueva tendencia es una vuelta a la moda de siempre. ¡°Con el fast fashion [moda r¨¢pida] se empieza a usar la ropa de usar y tirar, pero tradicionalmente esto no ha sido as¨ª, es un fen¨®meno nuevo. La ropa tradicional era de buena calidad, no se tiraba, se usaba muchas veces y luego se daba a un amigo o un familiar, incluso las piezas importantes siempre se han heredado. Sin saberlo, era econom¨ªa circular¡±, dice Bueno.
Hace poco m¨¢s de un a?o, Ra¨²l Gonz¨¢lez (33 a?os) y su esposa, la mexicana Mercedes Garc¨ªa (30 a?os), montaron una de estas nuevas empresas, Ecodicta, con sede en Madrid pero que funciona solo online. ¡°Est¨¢bamos viviendo en M¨¦xico y ten¨ªamos que acudir a muchos eventos y comprar ropa continuamente. Ve¨ªamos que el armario crec¨ªa y eso no se pod¨ªa traer de vuelta. Por eso pensamos en este modelo, que ya funcionaba en EE UU¡±, dice Gonz¨¢lez. Mandan cajas con tres, cuatro o cinco prendas por 30, 40 o 50 euros mensuales. ¡°Las clientas usan bastante esa ropa, de 5 a 7 veces al mes. As¨ª, cada prenda puede llegar a unas 20 usuarias. Competimos con el fast fashion ahorrando tiempo y costes¡±, a?ade. ?Qu¨¦ tipo de mujeres lo usan? ¡°Un perfil de tipo ejecutivo o profesional que requieren estar cambiando de ropa continuamente. Otro perfil es la ¡®fashionista¡¯ que quiere recibir ropa nueva cada mes. El tercero es de la millennial que quiere ropa pero est¨¢ concienciada de que hay que hacer algo por el medio ambiente¡±.
Una clienta del primer perfil es Carolina Sanz, de 40 a?os y profesora de redes sociales en la Escuela de Organizaci¨®n Industrial. ¡°Me he dado cuenta de que nos ponemos muy poco la ropa que tenemos. Con este sistema, en vez de comprarme la ropa que m¨¢s se lleva, la tengo durante un mes, me la pongo varias veces y luego la devuelvo¡±, se?ala Sanz. En su caso, utiliza los dise?os para acudir a trabajar con un punto de originalidad. ¡°Ahorro mucho dinero y compro much¨ªsimo menos que antes. En un a?o, tres amigas a las que se lo he contado se han apuntado a este sistema¡±, a?ade. Elsa Gal¨¢n, de 33 a?os, se acerca m¨¢s al segundo tipo de clienta: trabaja como asesora de moda (@waysoflifebyelsa). ¡°Compro bastante ropa y hay muchas veces que tengo bastante ropa en el armario que no utilizo. Este sistema es muy interesante para no tener que comprar tantos vestidos y luego quedarme con el cargo de conciencia de no pon¨¦rmelos nunca. Adem¨¢s, es mucho m¨¢s sostenible¡±, cuenta Gal¨¢n.
Otra de estas compa?¨ªas es Ouh Lo L¨¤, con sede en Valencia aunque tambi¨¦n funciona solo online. ¡°Cada a?o se tiran 800.000 toneladas de textil en Espa?a y el 30% de la ropa que se produce a nivel mundial no se llega ni a vender. Este modelo apuesta por un consumo m¨¢s responsable y adem¨¢s ahorra dinero y tiempo¡±, dice la fundadora, Lola Ribas, de 28 a?os. Su compa?¨ªa tiene unas 3.000 mujeres inscritas -¡°senadoras, abogadas, amas de casa¡¡±- que pagan entre 49 y 89 euros por tener prendas de gama media y alta durante unos d¨ªas. ¡°Son mujeres a las que les encanta la moda o con una vida social muy ajetreada¡±, explica la creadora.
Sheila Moya (36 a?os) y Mar¨ªa Jos¨¦ Gonz¨¢lez (40 a?os) lanzaron en Barcelona Pislow, otra plataforma de alquiler de ropa que funciona a trav¨¦s de Internet. ¡°En nuestro caso, la suscripci¨®n mensual (de 39 a 109 euros) da derecho a dos prendas y un accesorio, como un bolso, unas gafas de sol o un collar¡±, cuenta Gonz¨¢lez. Su modelo incluye que, si a la clienta le gusta la prenda, en lugar de devolverla puede optar por comprarla con un descuento. Todos coinciden en que por ahora solo funcionan para mujeres porque es el p¨²blico que m¨¢s moda consume, aunque Pislow ya est¨¢ trabajando en sacar una suscripci¨®n para hombres. Adem¨¢s, algunas marcas, como Tous, est¨¢n comenzando a poner sus propias l¨ªneas de alquiler de productos en Espa?a, mientras que H&M ha lanzado un servicio similar en Suiza. ¡°En EE UU esta tendencia ya mueve 1.000 millones de d¨®lares anuales, en Espa?a habr¨¢ un gran crecimiento en los pr¨®ximos a?os¡±, concluye Nueno.
Experiencias pioneras que abrieron camino
Antes de que se pusieran en marcha estas empresas a trav¨¦s de Internet ha habido varios intentos de crear comunidades para el intercambio de ropa. Por ejemplo, The Closet Club, situado en el Rastro madrile?o. "Hemos estado funcionando cuatro a?os como un club de consumo colaborativo de ropa, donde la gente pagaba una cuota mensual de 50 euros y pod¨ªa cambiarse de look todas las veces que quisiera", explica uno de sus fundadores X¨¢come Froufre, de 42 a?os. "Sin embargo, a final de mes vamos a cerrar, porque un fondo buitre ha comprado el edificio y nos echan", a?ade. The Closet Club ten¨ªa 60 socios de entre 20 a 45 a?os y una larga lista de espera para asociarse. "Durante este tiempo ha sido rentable, aunque adem¨¢s del intercambio de ropa ten¨ªamos la faceta de club social", dice Froufre. En el Raval de Barcelona, funcionaba un local similar, la Ropateca, que cerr¨® en 2017 tras cuatro a?os de andadura.
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