El mapa de la edad | Las calles con m¨¢s ni?os y m¨¢s mayores de Espa?a
En los dos extremos de la pir¨¢mide de poblaci¨®n de Espa?a se encuentra el 20% de los habitantes. Dos de cada diez personas tienen menos de 10 a?os (un 10,4%) o m¨¢s de 75 (el 9%), seg¨²n los datos del Instituto Nacional de Estad¨ªstica. Su distribuci¨®n por secci¨®n censal -¨¢reas administrativas donde viven unos 1.500 vecinos- permite encontrar en el mapa las zonas donde se concentran las nuevas familias o los pueblos donde peligra el relevo generacional.?
La mitad de los menores de diez a?os vive en el 33% de las secciones censales, muchas de ellas en las periferias de grandes ciudades. Son zonas que han ganado poblaci¨®n en los ¨²ltimos diez a?os y donde lo que eran ensanches desangelados tienen ya vida propia. Entre las secciones donde hay m¨¢s (en porcentaje sobre el total), se encuentran las calles cercanas a los Jardines H¨¦rcules, en el distrito Bellavista de Sevilla. Tambi¨¦n destacan cinco secciones de Madrid ciudad y sobre todo del ensanche de Las Tablas.
El mapa de d¨®nde viven los mayores de 75 es casi un negativo del mapa de los ni?os. Los centros de las capitales de provincias parecen puntos blancos, porque son pocos los mayores que residen all¨ª. Hay 697 secciones en las que no hay nadie de entre 0 y 9 a?os: el recorrido entre ?vila y Salamanca, por ejemplo, est¨¢ salpicado de municipios donde no reside nung¨²n ni?o.
En muchas de estas zonas el grupo de edad mayoritario es el de los mayores de 75 a?os. Son peque?os municipios, sobre todo de Castilla y Le¨®n y Galicia. Es el caso de O Irixo, en Ourense: una de sus dos secciones censales es donde m¨¢s mayores viven (teniendo en cuenta solo los municipios de m¨¢s de 500 habitantes).
La calle con m¨¢s ni?os | Los vecinos cl¨®nicos de ¡®Villacarrito¡¯
Jardines de H¨¦rcules, Bellavista, Sevilla
Los vecinos de Jardines de H¨¦rcules, en el barrio de Bellavista, han bautizado la zona como Villacarrito. El 30% de los habitantes de este distrito residencial formado por promociones de vivienda libre y VPO tienen menos de 10 a?os. La construcci¨®n hace 15 a?os del complejo de torres redondas de ladrillo rojo, atravesada por parques y con m¨²ltiples espacios comunes de ocio, ha contrarrestado el peso de una poblaci¨®n que ten¨ªa m¨¢s de 65 a?os.
¡°Para tener ni?os este barrio es el mejor¡±, dice Quico S¨¢nchez, responsable de un supermercado y que se mud¨® a Jardines de H¨¦rcules en 2006. Tiene 44 a?os y dos ni?os de 10 y 3. Su perfil es pr¨¢cticamente un calco del de los 4.500 vecinos de la urbanizaci¨®n. Parejas j¨®venes con trabajos asentados y con capacidad adquisitiva como para invertir en su primera vivienda. Se mudaron aqu¨ª con 30 a?os, al comienzo de la promoci¨®n de los pisos, alrededor de 2005. ¡°A los pocos a?os empezaron a nacer los primeros ni?os y sin darnos cuenta hab¨ªa atascos de carritos por la calle¡±, cuenta S¨¢nchez.
La lluvia en Sevilla hace que hoy no sea una un d¨ªa normal en Villacarrito. ¡°Esto siempre est¨¢ lleno de cr¨ªos¡±, se?ala el dependiente de una tienda de chucher¨ªas. Ana Castillo es un de las madres que desaf¨ªa el mal tiempo. Baja la rampa de una de las torres de la calle Ares cerrando el pl¨¢stico del cochecito de su hija de tres a?os: ¡°Aqu¨ª me siento arropada, no paro de ver parejas similares¡±.
Castillo compr¨® su piso en 2004, y se mud¨® definitivamente en 2011 para estar cerca de su trabajo como matrona en el Hospital Viamed que se ha instalado en los bajos de la urbanizaci¨®n. La mayor¨ªa de los servicios que presta el centro m¨¦dico est¨¢n relacionados con la pediatr¨ªa y la ginecolog¨ªa. ¡°Cuando llegamos era un barrio de nueva creaci¨®n, no hab¨ªa nada, pero poco a poco se han ido abriendo comercios, supermercados de alta gama, restaurantes¡ Todo va dando valor a?adido¡±, indica Manuel Montero, presidente de la Asociaci¨®n de Vecinos Jardines de H¨¦rcules. Su perfil: padre de dos ni?os de 20 d¨ªas y seis a?os, se mud¨® a la urbanizaci¨®n hace 15.
La buena comunicaci¨®n es otro gran aliciente : ¡°Es como estar en la ciudad, sin estar en ella¡±, dice Pilar Mena, periodista, dos hijos de 10 y 12 a?os. Compr¨® su piso en 2005 porque no le llegaba para pagar uno en el centro. ¡°Muchos nos mudamos como una opci¨®n temporal, los pisos eran muy asequibles y de buena calidad¡±. Pero el confort de la zona la ha disuadido de volver al casco hist¨®rico. ¡°Tenemos varias l¨ªneas de autobuses que en 15 minutos te dejan en el centro, un apeadero del Cercan¨ªas, un carril bici con conexi¨®n casi directa a Sevilla¡¡±.
En?Villacarrito casi todo oscila en torno a los ni?os. Un colegio privado en la avenida que bordea los jardines (y dos p¨²blicos cerca), guarder¨ªas, academias de ingl¨¦s, tiendas de ropa de beb¨¦, una jugueter¨ªa que ha abierto un segundo local, libreras de material escolar¡ Hasta las farmacias notan el peso de la clientela infantil. ¡°Llevo dos a?os y nunca hab¨ªa visto tanta venta de productos infantiles¡±, cuenta Ana, de la farmacia Jardines de H¨¦rcules, mientras despacha a una madre.
La buena fama del barrio ¡ªtranquilo, seguro, bien comunicado, con servicios p¨²blicos¡ª es lo que atrajo a Luismi y Luc¨ªa que regresaron en 2015 del extranjero y oyeron hablar muy bien de la urbanizaci¨®n. En dos meses dar¨¢n un nuevo vecino a Villacarrito. Viven de alquiler por una renta mucho m¨¢s asequible que en el centro. Un piso de dos dormitorios ronda los 600 euros, los de tres y cuatro llegan a los 900, con garaje y pista de p¨¢del o piscina seg¨²n la asociaci¨®n.
Anselmo y Charo son de los pocos de m¨¢s de 60 a?os que pasean por el barrio. Pero la imagen tiene trampa, tras las piernas de ¨¦l asoma una ni?a de dos a?os. ¡°Es nuestra nieta. Nuestra hija vive desde hace cuatro a?os en una de las VPO. Venimos dos o tres veces a la semana, tiene parques y es muy seguro¡±, dice la abuela. ¡°Estamos encantados¡±.
La calle con m¨¢s mayores | Aqu¨ª se nace con la maleta hecha
Zona sur de O Irixo, Ourense
En un d¨ªa laborable de invierno cuesta hallar en O Irixo (Ourense) rastro de vida humana. Sus habitantes, donde los mayores de 65 a?os son legi¨®n, se refugian en casas que aun no han sido cerradas, dif¨ªciles de distinguir entre tanto abandono. ¡°Est¨¢ todo lleno de maleza, no nos dejan ni cortar le?a como antes. Ahora hay que pedir permiso y luego no hay quien te compre la madera si no es tirada de precio. Aqu¨ª no hay forma de hacer dinero¡±, se queja Manuel Gonz¨¢lez, quien a sus 66 a?os es un jovenzuelo en este envejecido municipio del interior de Galicia. 1.400 vecinos en 120 kil¨®metros cuadrados, una superficie que triplica la de la ciudad de A Coru?a. En 1991 ten¨ªa 2.500 habitantes, 4.000 menos que en los a?os treinta.
La Casa Consistorial y el bar de enfrente, desde cuya barra lanza Manuel su lamento, concentran la actividad en O Irixo, donde la emigraci¨®n ha sido norma a lo largo del siglo XX y hasta hoy. El primer destino de los nacidos en esta tierra fue Am¨¦rica. A mediados del siglo pasado, Europa. Y en los noventa, O Carballi?o, la cabecera de comarca, a diez kil¨®metros, donde los j¨®venes se fueron a comprar piso aunque les saliera m¨¢s caro que una casa en su pueblo, cuenta el alcalde, Manuel Cerdeira (PP). ?Por qu¨¦ se fueron entonces? ¡°No lo s¨¦, fue una tendencia de aquella ¨¦poca. Como adem¨¢s las familias fueron teniendo cada vez menos hijos, esto ha ido vaci¨¢ndose¡±, resume el regidor con resignaci¨®n. Hace un par de a?os hubo otra r¨¦plica del terremoto migratorio. A Francia y Suiza de nuevo, cuentan los vecinos.
Para revertir esta ca¨ªda en picado y evitar la desaparici¨®n, Cerdeira f¨ªa todas sus esperanzas a la futura construcci¨®n de un pol¨ªgono industrial. ¡°Desde ah¨ª fomentaremos el empleo para recuperar poblaci¨®n. Tenemos tren y buenas comunicaciones¡±, asegura. El ferrocarril s¨ª pasa, pero no para. Hace menos de una d¨¦cada el gobierno local confi¨® en una incineradora de basuras para revivir el pueblo. Pero provoc¨® protestas y al final no sali¨® adelante.
Antiguos alumnos de la escuela de San Cosme, hoy jubilados, celebraron un reencuentro el pasado agosto. Se juntaron medio centenar, llegados la mayor¨ªa de Alemania, Francia o Euskadi. Eran compa?eros de infancia de Manuel Gonz¨¢lez: ¡°Hablamos mucho de lo abandonado que est¨¢ esto. Mi hija tambi¨¦n se ha ido a Ourense. Aqu¨ª ya no regresa nadie¡±.
Algunos s¨ª cogieron billete de vuelta, pero fue para envejecer. Es el caso de Regina Fern¨¢ndez, de 84 a?os. Est¨¢ en el centro de salud esperando que la llamen para coger el sintrom de su marido, de 90. Retorn¨® hace dos d¨¦cadas de Francia, pa¨ªs en el que vivi¨® durante 37 a?os, y ahora vive en su aldea natal con sus amigas de la infancia. Por aquellos caminos, cuando era peque?a, correteaban una docena de chavales. Hoy ninguno. ¡°No hay j¨®venes porque no hay empresas. Est¨¢n todos fuera arreglando sus vidas, como hice yo. Me fui de O Irixo porque solo se pod¨ªa trabajar en el campo y no quer¨ªa. Era un trabajo muy duro y no se ganaba dinero. Los j¨®venes de ahora ya no tienen ni la opci¨®n de la agricultura¡±.
M¨¢s de la mitad de los vecinos tiene 65 a?os (800). Solo una treintena recibe atenci¨®n en casa, un servicio municipal por el que una persona les cocina y limpia a diario, con nueve vecinos en lista de espera. Otra decena recibe la comida en su casa. El resto se las apa?an solos o gracias a la solidaridad de sus vecinos, tambi¨¦n jubilados. ¡°Aqu¨ª pervive esa idiosincrasia de ayudarse entre todos. Pero a la larga habr¨¢ problemas de soledad¡±, se?ala el alcalde.
A Regina Fern¨¢ndez es precisamente su vecino Manolo quien la ha llevado en coche al centro de salud. Tambi¨¦n le quit¨® el otro d¨ªa el susto que le dio una fuerte tormenta. Se fue la luz y la bombona de ox¨ªgeno a la que debe conectarse su marido no funcionaba. Manolo le instal¨® un generador. ¡°Hay mucha soledad. Los martes, cuando hay anal¨ªticas en el ambulatorio, el Ayuntamiento pone un bus gratuito para que los mayores que viven en las aldeas de la monta?a bajen al pueblo. Pero hay quien viene solo para ver gente y hablar¡±, explica Nuria Dom¨ªnguez, de 35 a?os, madre de uno de los 13 ni?os que han empezado Educaci¨®n Infantil en el ¨²nico colegio, al que acuden en total 60 alumnos. ?Emigrar¨¢ tambi¨¦n su hijo? ¡°Para que mi ni?o se quede aqu¨ª tendr¨ªa que cambiar todo¡±, responde.