El virus que bloquea el mundo
C¨®mo en menos de tres meses el pat¨®geno SARS-Cov-2 ha ralentizado la econom¨ªa global, ha agudizado las tendencias al repliegue, ha modificado las costumbres cotidianas, ha reavivado miedos ancestrales y ha puesto en cuesti¨®n a los l¨ªderes del planeta
El mundo miraba a otro lado. Eran los ¨²ltimos d¨ªas de 2019 y los primeros de 2020 y los motivos de inquietud abundaban. Eran reales, pero no los correctos.
Al ordenar la ejecuci¨®n del general Qasem Soleimani, hombre fuerte del r¨¦gimen iran¨ª, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, aviv¨® los temores a un nuevo incendio en Oriente Pr¨®ximo, incluso a un conflicto global. Los incendios en Australia lanzaban una alerta de otro tipo: la urgencia del cambio clim¨¢tico. Las grandes econom¨ªas ofrec¨ªan signos de debilidad. En Europa, los preparativos del Brexit, sumados a la fortaleza de los movimientos nacionalistas, el miedo a la inmigraci¨®n y el descontento con las ¨¦lites gobernantes reflejaban una crisis m¨¢s profunda de un sistema bajo tensi¨®n.
Pero la crisis que hace temblar a parte de la humanidad en este inicio de d¨¦cada ven¨ªa de otro lugar y era otra cosa. Finalmente el big one ¡ªla gran crisis, el gran terremoto, la amenaza agazapada que podr¨ªa cambiarlo todo¡ª no apareci¨® bajo forma de atentado masivo, guerra ni recesi¨®n econ¨®mica. No ten¨ªa el rostro de Vlad¨ªmir Putin ni de un oscuro terrorista del moribundo Estado Isl¨¢mico. Era algo distinto: un agente min¨²sculo ¡ªunos 125 nanometros, es decir, 0,000125 mil¨ªmetros¡ª localizado quiz¨¢ en un mercado de una populosa ciudad en China, aunque el origen exacto sigue envuelto en una nebulosa.
Y este virus, t¨¦cnicamente SARS-Cov-2, causante de la enfermedad Covid-19, ha puesto en jaque a Gobiernos que se consideraban invulnerables y poderosos; ha gripado la m¨¢quina que hace funcionar la globalizaci¨®n ¡ªel comercio, los viajes, la industria¡ª; ha colocado la econom¨ªa en el momento m¨¢s cr¨ªtico desde la crisis financiera de 2008; ha despertado en muchos ciudadanos miedos at¨¢vicos y les ha recordado que son mortales, y empieza a alterar nuestras costumbres, posiblemente de forma duradera. El balance supera los 100.000 casos en todo el mundo y los 3.500 muertos. Y deja a poblaciones enteras en zonas acomodadas de pa¨ªses desarrollados, sin memoria reciente de situaciones similares m¨¢s que por alusiones literarias o f¨ªlmicas, en un estado de semiexcepci¨®n. La noticia, este s¨¢bado, de que el Gobierno italiano se prepara para sellar la regi¨®n de Lombard¨ªa y 11 provincias en las regiones de Piamonte, Emilia Roma?a y V¨¦neto es una evidencia tanto de la preocupaci¨®n que la plaga suscita en las autoridades como de su car¨¢cter excepcional. Si se aplican las medidas, unos 16 millones de personas ver¨¢n restringidos sus movimientos hasta el 3 de abril.
Observar c¨®mo la irrupci¨®n del coronavirus ha ocurrido en un periodo tan breve ¡ªun abrir y cerrar de ojos en la escala del tiempo acelerado de la informaci¨®n 24 horas y el flujo turbio de las redes¡ª y c¨®mo ha trastocado desde las agendas globales a las personales, tiene una doble utilidad. Primero, es como si se extendiese un producto revelador sobre el planeta: muestra ¡ªy amplifica¡ª sus debilidades y sus fallas. Y segundo, posee la capacidad de acelerar procesos en curso: desde el frenazo en la globalizaci¨®n a la tendencia a levantar fronteras en las democracias occidentales.
Todo comienza en diciembre en China, en un mercado ¡ªhasta donde se ha podido saber¡ª y el origen del virus se encuentra probablemente en un murci¨¦lago desde el que se contagi¨®, acaso por medio de otro animal, al ser humano. He aqu¨ª, de entrada, dos elementos determinantes. Uno, bien visible, rotundo, colosal: China. Otro, invisible, microsc¨®pico: los virus llamados zoon¨®ticos, es decir, trasmisibles de animales a humanos, que causan algunas de las enfermedades m¨¢s destructivas de las d¨¦cadas recientes.
China representa el 17% de la econom¨ªa mundial; el 11% del comercio, el 9% del turismo, el 40% de la demanda de algunas materias primas. Es el pa¨ªs m¨¢s poblado: 1.400 millones. Es la f¨¢brica del planeta, un experimento de turbocapitalismo gobernado por un r¨¦gimen autoritario, la potencia que ya no es solo econ¨®mica y disputa a EE UU la hegemon¨ªa mundial, el gran triunfador de la ¨²ltima etapa de globalizaci¨®n de los bienes y servicios iniciada hace una treintena de a?os.
?Por qu¨¦ algunos virus se desbordan e infectan a los humanos?
David Quammen desde Montana (Estados Unidos)
El segundo elemento son los virus que pasan de animales a seres humanos. Las enfermedades causadas por ellos incluyen desde la gripe de 1918, que mat¨® a 50 millones de personas seg¨²n algunas estimaciones, al sida, del que han muerto 32 millones de personas, pero tambi¨¦n el ¨¦bola, el SARS, la gripe aviar y la Covid-19. Siempre han existido, pero, como explica David Quammen, autor de Spillover. Animal infections and the next human pandemic (Desbordamiento. Infecciones animales y la pr¨®xima pandemia humana), vivimos ¡°una era de enfermedades zoon¨®ticas emergentes¡±.
¡°Hay muchos virus viviendo en animales, plantas y bacterias en los ecosistemas. Probablemente millones. Algunos pueden infectar a los humanos, adem¨¢s de las criaturas en las que est¨¦n. ?Por qu¨¦ algunos virus se desbordan e infectan a los humanos?¡±, dice Quammen en una conversaci¨®n telef¨®nica desde Montana. ¡°Es porque estamos entrando en contacto con estos animales, plantas y criaturas. Perturbamos ecosistemas diversos. Destruimos la selva tropical. Construimos pueblos y minas en estos lugares. Talamos ¨¢rboles. Nos comemos los animales que viven en estos bosques. Capturamos animales salvajes y los enviamos a mercados en China. Con estas acciones nos exponemos a estos virus¡±.
Es un enigma cu¨¢ndo el SARS-Cov-2 empez¨® a circular y cu¨¢ndo supieron de los primeros casos. La ¨²nica fecha segura, por ahora, es la del 31 de diciembre. Ese d¨ªa, el Gobierno chino confirm¨® los primeros casos de una neumon¨ªa de origen desconocido. Todo fue r¨¢pido desde entonces. El 7 de enero, investigadores chinos identificaron el nuevo virus. Cuatro d¨ªas m¨¢s tarde, se declar¨® el primer muerto: un hombre de 61 a?os, cliente del mercado de Wuhan, ciudad de 11 millones de habitantes en el centro de China. Y 10 m¨¢s tarde se declararon los primeros casos en Jap¨®n, Corea del Sur y Tailandia y las autoridades chinas impusieron el aislamiento de Wuhan. La crisis ya no era china: se transform¨® en asi¨¢tica. El 30 de enero, la Organizaci¨®n Mundial de la Salud decret¨® la ¡°emergencia sanitaria global¡±.
Muchos de los dilemas que surgir¨ªan en las semanas siguientes, cuando los recuentos diarios de enfermos hubiesen dejado de ser un asunto lejano fuera de Asia, ya estaban all¨ª. ?Es posible aislar el mal y derrotarlo? ?O hay que conformarse con gestionarlo lo mejor que se pueda para atenuar su impacto? ?Sirven las cuarentenas? Y otra pregunta fundamental: para gestionar una epidemia como esta e imponer medidas dr¨¢sticas a la poblaci¨®n, ?est¨¢n mejor equipados los Estados autoritarios o los democr¨¢ticos?
El Gobierno chino fue criticado al principio por su opacidad, y el descontento se reflej¨® en las cr¨ªticas tras la muerte, el 7 de febrero, del doctor Li Wenliang, reprendido por dar la alarma en diciembre y primer m¨¢rtir de la pandemia. Despu¨¦s, sus medidas de choque para frenar la enfermedad recabaron el aplauso de las autoridades sanitarias internacionales.
¡°La pregunta es: ?qui¨¦nes est¨¢n mejor protegidas? ?Las dictaduras o las democracias?¡±, dice la profesora Anne-Marie Moulin, m¨¦dica y fil¨®sofa en el Centro Nacional de Investigaciones Cient¨ªficas franc¨¦s. ¡°Est¨¢ claro que un pa¨ªs autoritario, con poblaciones acostumbradas a medidas absolutas, puede parecer m¨¢s favorable a la defensa contra las epidemias. Pero una democracia en la que la informaci¨®n circula y en la que los ciudadanos se sienten solidarios, tambi¨¦n puede ser un pa¨ªs m¨¢s vigilante y que est¨¢ mejor organizado, y en el que llamar para avisar de que hay un caso no parezca una denuncia. ?Sabe lo que habr¨ªa que hacer? Tomar dos pa¨ªses con la misma epidemia: uno autoritario y que no respete las libertades y otro que las respete, y ver qu¨¦ ocurre. Es una experiencia que nunca ha ocurrido, as¨ª que debemos conformarnos con las especulaciones¡±.
Si los dos modelos fueran claros y di¨¢fanos como en la Guerra Fr¨ªa, quiz¨¢ ser¨ªa m¨¢s simple. Hoy el virus circula por un planeta gobernado por Xi Jinping y Donald Trump, ¡°dos grandes rivales que parecen debilitados por la epidemia¡±, comenta Dominique Mo?si, consejero especial del laboratorio de ideas Institut Montaigne, con sede en Par¨ªs, y autor de libros como La geopol¨ªtica de las emociones. En EE UU, ¡°la crisis, al principio, estuvo tambi¨¦n bastante mal gestionada por Trump, quien la despreci¨® e hizo declaraciones improvisadas¡±, explica Mo?si. ¡°En China, se ha visto que quienes lamentaban la centralizaci¨®n excesiva del poder, el retorno a un modo imperial de gesti¨®n, usaban la crisis para criticar al poder¡±, a?ade. ¡°?Acabar¨¢ Xi Jinping debilitado? ?O podr¨¢ decir que fue sorprendido al principio, que el gusto por el secreto ralentiz¨® la capacidad para afrontar la crisis pero, a fin de cuentas, la centralizaci¨®n de un r¨¦gimen autoritario permiti¨® contenerla?¡±.
El 2 de febrero se registr¨® el primer muerto fuera de China, en Filipinas, y dos semanas despu¨¦s, el primero fuera de Asia, un turista chino de 80 a?os en Par¨ªs. Hoy son m¨¢s de 400 los muertos fuera de China, con dos focos cr¨ªticos, Ir¨¢n e Italia, y una onda expansiva que pone patas arriba lo que hace cuatro d¨ªas parec¨ªa s¨®lido.
Se anulan competiciones deportivas y congresos internacionales ¡ªsuena fuera de lugar hoy el escepticismo con el que muchos reaccionaron ante la decisi¨®n de suspender el Mobile World Congress en Barcelona¡ª y se cierran escuelas hasta dejar a 290 millones de alumnos en casa. En Francia, el Gobierno recomienda dejar de saludarse con un apret¨®n de manos y, peor, renunciar a la bise ¡ªlos dos besos preceptivos cada vez que se saludan¡ª, un rasgo cultural que, si desaparece, supondr¨¢ un cambio considerable para el art de vivre franc¨¦s. En Miami, un hombre va a un centro m¨¦dico para hacerse la prueba del coronavirus y, como public¨® el diario Miami Herald, sale con una factura de 3.270 d¨®lares: el SARS-Cov-2 revela los riesgos de un sistema sanitario predominantemente privado. Arabia Saud¨ª cierra la entrada a los peregrinos que van a La Meca y el santuario de Lourdes cierra los ba?os con agua de la gruta milagrosa. Marcas estadounidenses como McDonald¡¯s y Starbucks clausuran comercios en China, las l¨ªneas a¨¦reas suspenden temporalmente los vuelos a este pa¨ªs y el tr¨¢fico de contenedores en el puerto de Los ?ngeles ¡ªpunto de entrada principal de los productos chinos a EE UU y nodo de la globalizaci¨®n¡ª cae en un 25%. La ca¨ªda de entre un 15% y un 40% de la producci¨®n en algunos sectores industriales clave de este pa¨ªs ha reducido en un cuarto las emisiones de gases de efecto invernadero, seg¨²n datos del Centro de Investigaci¨®n sobre la Energ¨ªa y el Aire Limpio, una organizaci¨®n finlandesa.
El dilema es que, cuanto m¨¢s dr¨¢sticas sean las medidas y cuanto mayor el miedo, peor ser¨¢ el impacto tanto en la oferta ¡ªlas f¨¢bricas y oficinas paran, las tiendas se vac¨ªan¡ª como en la demanda. En el escenario m¨¢s optimista, la OCDE contempla una rebaja del crecimiento mundial en 2020 del 2,9% al 2,4%. Ser¨ªa el nivel m¨¢s bajo desde la crisis financiera de 2008. En el peor escenario, la econom¨ªa global crecer¨ªa un 1,5%.
Impulsado por la globalizaci¨®n, que abre fronteras a la circulaci¨®n de mercanc¨ªas, personas y tambi¨¦n virus, el SARS-Cov-2 amenaza con matarla, como si 2020 fuese a cerrar definitivamente el ciclo abierto en 1989 al caer el Muro de Berl¨ªn. ¡°La epidemia interviene en un momento en el que ya pon¨ªamos en causa la mundializaci¨®n¡±, resume el veterano polit¨®logo Mo?si. ¡°Y acelera y confirma potencialmente la idea seg¨²n la cual la mundializaci¨®n feliz era una ilusi¨®n temporal que iba a durar unos pocos a?os, mientras que afrontamos la mundializaci¨®n infeliz¡±.
En la hora del nacionalismo y el populismo, los mensajes de recelo del extranjero, como las teor¨ªas de la conspiraci¨®n, encuentran nuevas c¨¢maras de eco. Es la tentaci¨®n del repliegue: desde quedarse en casa para teletrabajar a cerrar las fronteras a los refugiados de Siria. Y todo esto, ba?ado en la sensaci¨®n de irrealidad sobre la gravedad real de algo que no vemos y que asusta m¨¢s por lo que podr¨ªa ser que por lo que todav¨ªa es. ¡°La crisis del coronavirus acelera y profundiza una cultura del miedo que ya estaba presente¡±, observa Mo?si. Y, con una nota de humor, lo compara con una comida: ¡°Es como si nos guard¨¢semos lo peor para el final¡±.