¡°Somos el ¨²ltimo eslab¨®n. Si se rompe, el paciente muere¡±
La jornada de un m¨¦dico intensivista de la Comunidad Valenciana, una de las regiones con las UCI m¨¢s saturadas
Cuando abre la puerta de la UCI del hospital La Fe de Valencia, el m¨¦dico intensivista Ricardo Gimeno se pregunta qu¨¦ le deparar¨¢ el d¨ªa. Si llegar¨¢ un paciente con cara de terror, esa cara que no hab¨ªa visto antes del coronavirus. Si tendr¨¢ que echar mano de su optimismo para hacerle observar a una joven enfermera derrumbada lo crucial que es su tarea. O si ocurrir¨¢ lo peor: incumplir esa promesa ¡ª¡±saldr¨¢s de esta¡±¡ª que le hizo a un enfermo antes de intubarlo. A su izquierda, las 34 camas de la unidad. ...
Cuando abre la puerta de la UCI del hospital La Fe de Valencia, el m¨¦dico intensivista Ricardo Gimeno se pregunta qu¨¦ le deparar¨¢ el d¨ªa. Si llegar¨¢ un paciente con cara de terror, esa cara que no hab¨ªa visto antes del coronavirus. Si tendr¨¢ que echar mano de su optimismo para hacerle observar a una joven enfermera derrumbada lo crucial que es su tarea. O si ocurrir¨¢ lo peor: incumplir esa promesa ¡ª¡±saldr¨¢s de esta¡±¡ª que le hizo a un enfermo antes de intubarlo. A su izquierda, las 34 camas de la unidad. Todas ocupadas por enfermos cr¨ªticos de coronavirus. Cada uno es una inc¨®gnita. Y una tremenda exigencia. ¡°Con ellos pasas de la alegr¨ªa a la pena porque empeoran muy r¨¢pido y al rev¨¦s¡±, relata Gimeno, jefe de secci¨®n, de 46 a?os, ¡°la mayor¨ªa son j¨®venes o de mediana edad, y sanos, esto no es una enfermedad de abuelos. Hace 15 d¨ªas estaban perfectos y ahora se enfrentan al peor lance de su vida. Es muy frustrante¡±.
El doctor se encuentra en un territorio, la Comunidad Valenciana, especialmente asolado por la tercera ola de la pandemia. El viernes inundaba el 80,5% de las camas p¨²blicas de cr¨ªticos (y siete de cada 10 de las de hospitalizaci¨®n), seg¨²n datos oficiales auton¨®micos. Ocupa el segundo lugar, por detr¨¢s de La Rioja, en presi¨®n de UCI con el 58% de las camas cubiertas del total de las que se pueden habilitar en la regi¨®n (p¨²blicas y privadas). En ese escenario, Gimeno mantiene el tipo, reparte ¨¢nimos, pero se siente muy cansado: ¡°Son ya muchos meses de batalla y no ves el final¡±.
En La Fe, la UCI se expande: los pacientes covid ocupan dos tercios de la unidad de Reanimaci¨®n. Y los no infectados por coronavirus, infartados o accidentados, est¨¢n ingresados en la de Recuperaci¨®n Postanestesia (URPA). En total, el doctor contabilizaba 78 el pasado viernes. Sabe que se est¨¢n habilitando m¨¢s camas de cr¨ªticos en zonas quir¨²rgicas dentro de este hospital, el m¨¢s grande de la comunidad. Otros centros est¨¢n en situaci¨®n dram¨¢tica, como el de Alcoy, localidad con 2.700 casos por 100.000 habitantes, que ha preparado la cafeter¨ªa para enfermos leves o el de Elche, que ha hecho lo mismo con la capilla.
Gimeno teme un colapso mayor, porque las UCI a¨²n no han notado totalmente el brutal empuje de los contagios (6.122 este s¨¢bado). Y eso que es la segunda comunidad con m¨¢s pacientes cr¨ªticos, 695, seg¨²n los ¨²ltimos datos. En los chats de los intensivistas, el mensaje que m¨¢s lee es: ¡°No s¨¦ d¨®nde vamos a meter a los pacientes¡±. Buscar sitio es m¨¢s f¨¢cil pero no tanto encontrar especialistas. Necesitan ser apoyados por m¨¦dicos de otras disciplinas, como anestesistas, internistas o neum¨®logos. ¡°Podemos acondicionar espacios, s¨ª, pero hace falta personal de enfermer¨ªa acostumbrado¡±, se lamenta el doctor. ¡°Padecemos bajas constantes de m¨¦dicos y enfermeras, o por enfermedad o por ser contactos directos. Cada d¨ªa nos preguntamos, ¡®hoy somos 10, ma?ana, ?cu¨¢ntos vamos a ser?¡¯ No hay suficiente personal y tampoco personal entrenado¡±, dice.
El doctor pasa las horas sudando bajo el EPI, cambi¨¢ndose bata y guantes entre cada enfermo ¡ªlas infecciones, tan comunes en estas unidades, se han multiplicado por tres, asegura¡ª d¨¢ndoles la vuelta, intub¨¢ndolos, recibiendo a varios hombres y mujeres grav¨ªsimos al tiempo que requieren maniobras tan urgentes como delicadas. ¡°Eso exige much¨ªsima concentraci¨®n y se pueden cometer errores¡±. Y tras la visita, toca llamar a los familiares. A veces, para incumplir las promesas dadas de recuperaci¨®n. Otras, para repartir esperanzas. Continuamente escucha de alguien de esa familia que se ha contagiado en las comidas navide?as o por el miembro m¨¢s joven: ¡°?Qu¨¦ mala suerte! Si lo hubiera sabido¡¡±. ¡°Pero ya lo sab¨ªan y esta enfermedad es una loter¨ªa. Hemos tenido a pacientes muy j¨®venes, muy muy malitos¡±, se?ala.
¡°Como m¨¦dico, es lo peor que he vivido en mi vida¡±, dice, ¡°y a la vez lo m¨¢s apasionante, porque es un reto que te hace estar al 200%¡±. El pico de primavera, con todos confinados, fue s¨²bito pero cedi¨® pronto. ¡°Y solo hab¨ªa pacientes covid, no llegaban ictus, no hab¨ªa accidentes de tr¨¢fico, la gente no ven¨ªa al hospital¡±, recuerda. Ahora atisba el mismo colapso, pero con enfermos ingresados por dolencias distintas. ¡°Los intensivistas somos muy vocacionales y nos duele no atender lo suficientemente bien, de una manera ¨®ptima, a los otros enfermos, los que sufren sepsis o infartos. Es injusto¡±. Desde el inicio de la crisis, este lamento, no el de enfrentarse a pacientes grav¨ªsimos, porque ya lo hac¨ªan, sino el de no poder cuidar con mayor esmero t¨¦cnico y humano, est¨¢ en los labios de estos especialistas.
Gimeno ha hecho cuatro guardias esta semana. En una de ellas tuvo que ir a recoger en otro hospital a un joven sanitario con oxigenaci¨®n extracorp¨®rea dada su gravedad. Han muerto dos pacientes. ¡°Y eso con toda la gente en la calle, haciendo tardeos. Siento rabia porque la situaci¨®n se ha ido de las manos¡±, dice, ¡°no necesitamos que las autoridades se metan en nuestras casas¡±. En la suya a veces el consuelo ¡ªllora en casa, cuando un paciente por el que tanto ha luchado muere¡ª llega con sus hijos, que le preguntan c¨®mo est¨¢. C¨®mo est¨¢n los pacientes. O de su mujer, tambi¨¦n intensivista.
A?ora regresar al trabajo ordenado, colectivo, de antes de la pandemia. ¡°Ahora no podemos estar juntos, por las medidas de seguridad, pero intentamos que haya cohesi¨®n en el equipo. Nos repetimos que somos la ¨²ltima esperanza, el ¨²ltimo eslab¨®n y si se rompe, el paciente se muere¡±. Dentro de la an¨®mala cotidianidad de la pandemia, de cuando en cuando hay alegr¨ªas. Los que se van de alta. O los que regresan, pero andando. ¡°Te da mucha fuerza cuando los pacientes de la primera ola vienen al hospital y pasan a saludarnos¡±. Y tambi¨¦n momentos en el que asoman las l¨¢grimas de emoci¨®n: ¡°Ayer [por el jueves] despert¨¦ a un paciente intubado desde el 4 de diciembre. Le di recuerdos de parte de su hija y de su mujer. Y vi c¨®mo se pon¨ªa a llorar¡±.
La end¨¦mica escasez de personal del sistema sanitario
La covid-19 vino a destapar las verg¨¹enzas del sistema sanitario ¡ªcon una end¨¦mica escasez de personal y precariedad¡ª y ahora, en la tercera ola, amenaza con colapsarlo de nuevo. ¡°Estamos desbordados, con un agotamiento tremendo¡±, contin¨²a el doctor, ¡°nadie se puede imaginar lo que estamos viviendo¡±. Y no tanto, dice, por los exigentes pacientes que ha tra¨ªdo la covid: ¡°No nos est¨¢n cuidando nada. Y la poblaci¨®n tampoco. Sufrimos un desgaste profesional intens¨ªsimo. Los pol¨ªticos repiten que hay que cuidar a los que cuidan pero nuestros gerentes no lo hacen, luchamos a contracorriente¡±.
El m¨¦dico asegura que es un comentario com¨²n entre colegas esos signos de fatiga que padecen. ¡°Dormimos mal y nos notamos m¨¢s irascibles, cada vez menos tolerantes. Es un cansancio acumulado ya en todos nosotros, que se nota en el d¨ªa a d¨ªa, tres 11 meses de esfuerzo¡±.
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