Granujas sin frontera: vacunas y listos
Lo peor, con todo, son las execrables autojustificaciones, no admitir el error y no plantearse dimitir
De norte a sur y de este a oeste. La organizaci¨®n con ¨¢nimo de lucro que aglutina a la legi¨®n de jetas que han decidido inocularse la vacuna anti covid, obviando fases y protocolos sanitarios, se extiende por todo el Reino de Espa?a. Estos granujas sin fronteras, amparados bajo las siglas de casi todo el arco pol¨ªtico patrio, ejercen responsabilidades p¨²blicas en la Comunidad Valenciana, Pa¨ªs Vasco, Andaluc¨ªa, Catalu?a, Extremadura, Murcia, Ceuta¡ Son alcaldes, concejales y consejeros auton¨®micos del PSOE, PP, PNV, JxCat. No son los ¨²nicos que, en una muestra insuperable de insolidaridad, ego¨ªsmo y, sobre todo, estulticia, se han comportado como las ratas que abandonan la nave cuando su instinto les alerta del inminente naufragio. Familiares de los susodichos, funcionarios de distinto pelaje, profesionales de variadas procedencias, personal sanitario jubilado y, ?vete a saber cu¨¢ntos m¨¢s y con qu¨¦ filiaci¨®n!, han pensado que su vida es m¨¢s valiosa y sienten ser acreedores de proteger su salud m¨¢s que el resto de los espa?oles, incluidos los m¨¦dicos y enfermeras que les atender¨¢n si caen enfermos o que aquellos de sus compatriotas m¨¢s vulnerables por edad, por padecer patolog¨ªas cr¨®nicas o por estar sometidos a tratamientos activos que degradan sus sistemas inmunol¨®gicos. En la Comunidad Valenciana, seg¨²n datos facilitados por la Conselleria de Sanidad, se estima que son casi doscientos los pol¨ªticos y asimilados a los que se ha inoculado la primera dosis de la vacuna sin acreditar ni cumplir con los requisitos exigidos en estas primeras fases de la campa?a de vacunaci¨®n nacional.
Haber vivido casi un siglo de vida y sufrido las consecuencias de una guerra civil, una guerra mundial, una dictadura y varias crisis econ¨®micas, autoriza a mi padre a decir, con pesar y escepticismo, que as¨ª, con paisanaje de esta catadura moral, ¡°Espa?a no va a ning¨²n lado¡±. Suscribo su diagn¨®stico, repetido por ¨¦l hasta la saciedad estos meses, al ritmo que mi progenitor se informa sobre la aparici¨®n de nuevos brotes, las cifras de positivos y fallecidos, y el incumplimiento de las m¨¢s b¨¢sicas recomendaciones para evitar el contagio.
Lo peor, con todo, no es que vayan de pillos, de listos por la vida, aquellos que debieran dar ejemplo c¨ªvico en el m¨¢s cr¨ªtico instante de nuestra historia reciente. Lo m¨¢s execrable son las autojustificaciones tras la pillada. El no admitir el error, disculparse y hacer mutis por el foro con la cara roja y las orejas gachas. Lo inaudito y estomagante es ese reivindicarse en el puesto y no plantearse, como en el chiste , que ¡°dimitir¡± no es un nombre ruso.
En uno de los muchos perfiles escritos sobre la nueva vicepresidenta de EE.UU, Kamala Harris, se relataba que siendo esta senadora por California asisti¨® a la comparecencia ante la C¨¢mara Alta del juez conservador Brett Kavanaugh, aspirante patrocinado por Donald Trump para ocupar una plaza vitalicia en el Tribunal Supremo. El magistrado hab¨ªa recibido una denuncia p¨²blica por agresi¨®n sexual presentada por una profesora universitaria. La entonces senadora se dirigi¨® al juez aspirante y le dijo: ¡°Usted sabe muy bien lo que ha hecho y estamos esperando a que nos lo diga¡±.
La existencia de un registro obligatorio donde se debe anotar cada dosis suministrada ha permitido que afloren los primeros casos; no ser¨¢n los ¨²nicos. Como Harris, ellos saben lo que han hecho y quedamos a la espera de que lo admitan.
La respuesta de las direcciones de los partidos pol¨ªticos no puede ser tibia ni ambigua con aquellos de sus representantes cuyo comportamiento en mitad de una pandemia les inhabilita para seguir ejerciendo ninguna responsabilidad p¨²blica.
El presidente de la Generalitat y secretario general de los socialistas valencianos, Ximo Puig, ha dado la orden de que los vacunados irregularmente no puedan acceder a la segunda dosis del procedimiento inmunol¨®gico que, al fin y al cabo, es la que garantiza un elevado grado de inmunidad frente al coronavirus. La respuesta ante esta decisi¨®n no ha sido un¨¢nime; se han alzado voces cuestionando la legalidad de la misma y advirtiendo del derroche: no inocular la segunda dosis anula la eficacia de la primera, por lo que deber¨¢n ser vacunados de nuevo cuando les llegue, entonces s¨ª, ¡°su¡± momento.
La suspensi¨®n de militancia de los alcaldes y concejales decidida por el PSPV-PSOE se nos antoja un acierto -no pueden ser cesados en el cargo sino dimiten a voluntad- mucho m¨¢s contundente para combatir la alarma y el cabreo social generados que la actuaci¨®n del resto de partidos que se han visto afectados por similares conductas de sus cargos p¨²blicos. Esperemos que en futuras convocatorias electorales sus nombres no figuren en ninguna candidatura.
En cuanto a las llamadas ¡°dosis sobrantes¡± que est¨¢n en el origen de los comportamientos inadmisibles destacados, solo decir que se trata de una terrible negligencia por parte de los gestores sanitarios responsables de velar por el ¨¦xito del plan de vacunaci¨®n en todos sus aspectos; incluida la adquisici¨®n de las jeringuillas adecuadas para aprovechar las seis dosis por vial de las vacunas de Pfizer y evitar los culillos excedentes. Hablar de dosis sobrantes con casi cien muertos al d¨ªa, miles de positivos semanales y los servicios sanitarios asistenciales desbordados es un sacrilegio. El sacrilegio de no haber entendido que la vacuna es la ¨²nica herramienta que nos salvar¨¢ de la hecatombe.
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