Carne cultivada en el laboratorio
El poder disruptivo de la carne cultivada no procede, sin embargo, de la capacidad de imitaci¨®n que alcance sino de su potencial como alternativa ecol¨®gica a la ganader¨ªa industrial intensiva
Algunos de los avances con mayor potencial disruptivo no han llegado con redoble de campanas. Cuando el qu¨ªmico Leo Baekeland present¨® en 1907 la baquelita, la primera sustancia pl¨¢stica totalmente sint¨¦tica, nadie pod¨ªa imaginar que al cabo de un siglo el pl¨¢stico ser¨ªa el material m¨¢s ubicuo y polivalente de nuestra civilizaci¨®n, hasta convertirse en ...
Reg¨ªstrate gratis para seguir leyendo
Si tienes cuenta en EL PA?S, puedes utilizarla para identificarte
Algunos de los avances con mayor potencial disruptivo no han llegado con redoble de campanas. Cuando el qu¨ªmico Leo Baekeland present¨® en 1907 la baquelita, la primera sustancia pl¨¢stica totalmente sint¨¦tica, nadie pod¨ªa imaginar que al cabo de un siglo el pl¨¢stico ser¨ªa el material m¨¢s ubicuo y polivalente de nuestra civilizaci¨®n, hasta convertirse en un problema ambiental tan grave como para tener que limitar su uso. Aunque pas¨® casi inadvertido, el pasado diciembre se produjo otro de esos saltos disruptivos: una agencia reguladora aprob¨® por primera vez la carne cultivada en laboratorio como un producto de consumo saludable y seguro. En concreto, la agencia alimentaria de Singapur autoriz¨® la venta de carne de pollo cultivada en biorreactores a partir de c¨¦lulas madre de animales vivos. Una carne con las mismas propiedades organol¨¦pticas que la de los pollos de granja, pero obtenida sin sufrimiento animal y libre de hormonas, antibi¨®ticos o contaminaci¨®n bacteriana.
No se equivoc¨® el profesor Mark Post cuando en 2013, al presentar en Londres la primera hamburguesa de ternera cultivada en laboratorio, vaticin¨® que en un plazo de entre 10 y 20 a?os este tipo de carne estar¨ªa en la estanter¨ªa de los supermercados. Singapur ha dado el primer paso. La ciencia ficci¨®n sol¨ªa presentar la alimentaci¨®n del futuro como un c¨®ctel de pastillas, pero cada vez est¨¢ m¨¢s claro que la humanidad no va a renunciar tan f¨¢cilmente al placer del sabor. El gusto de la carne cultivada es muy parecido al de la carne convencional. La textura todav¨ªa no, porque adem¨¢s del tejido muscular, un buen bistec o una pechuga tienen tambi¨¦n nervios, vasos sangu¨ªneos y grasa. Por mucho que las c¨¦lulas cultivadas procedan de un cerdo de pata negra, nunca ser¨¢ un aut¨¦ntico jam¨®n sin la grasa que lo acompa?a. Pero todo se andar¨¢. De momento, el pollo cultivado da para hacer Nuggets rebozados que apenas se distinguen del pollo convencional.
El poder disruptivo de la carne cultivada no procede, sin embargo, de la capacidad de imitaci¨®n que alcance sino de su potencial como alternativa ecol¨®gica a la ganader¨ªa industrial intensiva. En los ¨²ltimos 50 a?os se ha doblado la poblaci¨®n del planeta, pero el consumo de carne se ha triplicado. Garantizar prote¨ªnas de origen animal para todos los habitantes de la Tierra plantea un problema ambiental de primer orden. La ganader¨ªa provoca el 7% de los gases de efecto invernadero y un tercio de las tierras ¨²tiles se destina ya al cultivo de forrajes y grano para la cr¨ªa de animales. Se estima que por cada kilo de carne de ternera se necesitan 10 kilos de grano y forrajes y 15 litros de agua. Adem¨¢s, el sistema de crianza intensivo a?ade al proceso un sufrimiento animal que cada vez produce m¨¢s rechazo.
La carne de laboratorio se cultiva con sueros fetales bovinos y nutrientes vegetales. Pero es una tecnolog¨ªa todav¨ªa experimental. Cuando alcance la madurez, podr¨¢ producir carne en gran cantidad con menos energ¨ªa y menos agua a un coste m¨¢s bajo. La primera hamburguesa presentada en Londres hab¨ªa costado 250.000 euros, pero ese era el precio de la innovaci¨®n. Si el avance tiene potencial disruptivo, los costes caen r¨¢pidamente. El proyecto Genoma Humano cost¨® 2.700 millones de d¨®lares de 2003; en 2010 secuenciar un genoma a¨²n costaba 50.000 d¨®lares pero en 2015 ya se pod¨ªa hacer por unos 1.000 y en 2020 el gigante tecnol¨®gico BGI anunci¨® una tecnolog¨ªa capaz de secuenciar 700 genomas a la vez y bajar el precio hasta los 100 d¨®lares. Algunos expertos vaticinan que la carne de laboratorio copar¨¢ el 30% del mercado dentro de 20 a?os y ser¨¢ m¨¢s barata que la actual carne de granja. El pollo sint¨¦tico aprobado en Singapur pertenece a la compa?¨ªa Eat Just de California, entre cuyos inversores figura el fondo soberano del propio Singapur, muy interesado en este tipo de tecnolog¨ªas porque este peque?o y ultramoderno pa¨ªs, de 5,7 millones de habitantes, solo es capaz de producir el 10% de la comida que necesita.