Covid en Venezuela: el terremoto que est¨¢ por llegar
La escasa fiabilidad de los datos dificulta el monitoreo de la pandemia. Los expertos temen que lo peor est¨¦ por ocurrir
Venezuela ya estaba inmersa en una crisis de salud p¨²blica antes de que se desatara la pandemia de coronavirus. Sufr¨ªa el deterioro paulatino de las capacidades del que hace d¨¦cadas fue uno de los sistemas de atenci¨®n m¨¢s s¨®lidos de Sudam¨¦rica, la falta de acceso a bienes b¨¢sicos como el agua o la energ¨ªa necesarias para garantizar una higiene m¨ªnima, la malnutrici¨®n y, en general, el empobrecimiento de un pa¨ªs que hab¨ªa perdido 70% de su PIB en siete a?os, con m¨¢s de cinco millones de emigrados. As¨ª que, cuando lleg¨® el virus, todos anticipa...
Venezuela ya estaba inmersa en una crisis de salud p¨²blica antes de que se desatara la pandemia de coronavirus. Sufr¨ªa el deterioro paulatino de las capacidades del que hace d¨¦cadas fue uno de los sistemas de atenci¨®n m¨¢s s¨®lidos de Sudam¨¦rica, la falta de acceso a bienes b¨¢sicos como el agua o la energ¨ªa necesarias para garantizar una higiene m¨ªnima, la malnutrici¨®n y, en general, el empobrecimiento de un pa¨ªs que hab¨ªa perdido 70% de su PIB en siete a?os, con m¨¢s de cinco millones de emigrados. As¨ª que, cuando lleg¨® el virus, todos anticipaban lo peor: si la situaci¨®n se parec¨ªa siquiera un poco a los tsunamis observados en Italia o Espa?a, con sistemas de salud p¨²blica robustos y sociedades cohesionadas, ?qu¨¦ cat¨¢strofes esperaban a Venezuela?
Un a?o despu¨¦s, Venezuela registra a d¨ªa de hoy unos 120.000 casos con algo m¨¢s de 1.200 muertes. Oficialmente, claro. Existen razones de peso para desconfiar de estas cifras. Pero tampoco se reportan situaciones de emergencia extrema, al menos no las esperadas. La respuesta a qu¨¦ ha pasado, o m¨¢s bien a qu¨¦ no ha pasado y por qu¨¦, no es sencilla ni definitiva.
La falta de datos fiables se une a varias hip¨®tesis no excluyentes entre s¨ª. Desde la pobreza como aliado inesperado (porque se viaja menos, los venezolanos tienen menos contactos y se reduce la propagaci¨®n del virus) hasta el posible efecto del sistema de cuarentenas semanales alternas implementado por el Gobierno de Nicol¨¢s Maduro. Otro argumento dice que la epidemia busca un segundo pico en Venezuela y el desborde est¨¦ a la vuelta de la esquina.
Los casos que faltan por contar
Una epidemia fragmentada territorialmente con dos picos diferenciados: el primero, alrededor de agosto; el segundo, en la actualidad, tras las fiestas de diciembre. Este escenario describe la epidemia tanto en Venezuela como en otros pa¨ªses de la regi¨®n. Sirve para Colombia y, ajustando los meses, tambi¨¦n para Per¨² o Bolivia. Pero todos esos pa¨ªses cuentan muchos m¨¢s casos per c¨¢pita que Venezuela, seg¨²n los datos acumulados: Colombia, m¨¢s de dos millones para una poblaci¨®n solo un tercio mayor a la venezolana; Per¨², 1,15 millones para una poblaci¨®n similar a la venezolana. Estos n¨²meros multiplican por diez o por veinte los 120.000 contabilizados por Caracas. Quiz¨¢s los picos venezolanos tienen su cresta cortada por un registro deficiente.
Los datos que se conocen de pruebas diagn¨®sticas practicadas apuntalan la duda. Bloomberg recog¨ªa a principios del mes de enero que Venezuela hab¨ªa practicado 485.000 pruebas tipo PCR o molecular. De los varios tipos disponibles, estos tests son considerados como los m¨¢s precisos en el diagn¨®stico de infecciones activas. La alternativa m¨¢s usada, las pruebas de ant¨ªgenos (m¨¢s r¨¢pidas pero menos precisas), apenas se han usado en Venezuela en los ¨²ltimos meses. En octubre, la Organizaci¨®n Panamericana de la Salud (brazo regional de la OMS) entreg¨® 340.000 pruebas de ant¨ªgeno y 35 equipos lectores para ampliar la capacidad de diagn¨®stico en el pa¨ªs. Dos meses despu¨¦s, el director de Emergencias de la organizaci¨®n, Ciro Ugarte, revelaba que solo se hab¨ªan aplicado 1.600 de estos test, de los cuales 400 hab¨ªan dado positivo.
Esta infrautilizaci¨®n de pruebas r¨¢pidas es la cu?a definitiva en el de por s¨ª fr¨¢gil acuerdo que se produjo entre Nicol¨¢s Maduro y Juan Guaid¨® en junio de 2020, con la propia OPS como mediadora, encaminado a construir una respuesta unificada y no politizada a la pandemia en un pa¨ªs sumido en una prolongada crisis institucional. Ahora, el entorno de Juan Guaid¨® denuncia que el r¨¦gimen no cumpli¨® su parte.
Mientras tanto, la positividad conocida de las PCR ronda el 24%, si se compara el n¨²mero de positivos obtenidos a principios de enero (115.000) con las pruebas PCR conocidas (485.000). Este ¨ªndice multiplica por cinco la recomendaci¨®n de la OMS para garantizar un diagn¨®stico eficaz. Seg¨²n la entidad, cualquier resultado general por encima de un 5% (o, en lo m¨¢s extremo, de un 10%) se debe leer como un indicador de que las cantidad de pruebas realizadas es insuficiente.
Todo hace suponer que el cuello de botella est¨¢ en otro lado. El m¨¢s obvio es el log¨ªstico: la centralizaci¨®n del proceso de prueba y diagn¨®stico en solo dos laboratorios da una idea del problema. La propia vicepresidenta, Delcy Rodr¨ªguez, reconoci¨® demoras. El 4 de septiembre inform¨® sobre 10 nuevos fallecidos, pero dijo que en realidad hab¨ªan muerto 15 d¨ªas atr¨¢s y estaban esperando los resultados. Esto confirm¨® lo que desde el comienzo han advertido m¨¦dicos y epidemi¨®logos: Venezuela sigue la epidemia en diferido.
Los ¨²nicos dos laboratorios, ubicados en la capital, analizan las muestras de todo el pa¨ªs, que deben enviarse v¨ªa a¨¦rea o terrestre, retrasando los diagn¨®sticos en las zonas m¨¢s apartadas hasta m¨¢s de un mes; en muchos casos llegan luego del fallecimiento del paciente. Como referencia, en Colombia estas medias est¨¢n por debajo de dos semanas (en torno a 8-12 d¨ªas dependiendo del momento de la pandemia) y ya en estos niveles se consideran inaceptablemente largas por parte de los expertos.
Se a?ade tambi¨¦n la sospecha natural en un contexto autoritario como el venezolano, con antecedentes de manipulaci¨®n de datos. Donald Trump hizo famosa la idea (nunca llevada a cabo por su Gobierno) de que las pruebas eran un problema para los pol¨ªticos en el poder porque sacaban a relucir los casos. En octubre, Maduro dio por finalizada la pandemia, en la antesala a la campa?a electoral por las parlamentarias del 6 de diciembre. ¡°Venezuela logr¨® aplanar la curva de contagios¡±, dijo el mandatario a principios de ese mes. Y el reporte de casos empez¨® a disminuir.
No hay prueba alguna de que exista una intencionalidad en el bajo n¨²mero de pruebas practicadas, pero la sospecha es leg¨ªtima y se alimenta tanto por el bajo uso de las pruebas de ant¨ªgenos recibidas en octubre como de la manera que tienen las voces oficiales de presentar los datos. Seg¨²n la l¨ªnea gubernamental, en Venezuela ya se han realizado m¨¢s de 2,6 millones de pruebas. La diferencia con las 485.000 PCR es abismal, e incluso con la suma de ¨¦stas y las de ant¨ªgeno llegadas supuestamente en octubre. Con toda probabilidad, pues, esta cifra deber¨ªa incluir otros tests: los de tipo serol¨®gico.
La situaci¨®n no ha cambiado en este segundo pico: cuando se comparan las cifras informadas versus las proyectadas, Venezuela est¨¢ reportando incluso por debajo de las estimaciones matem¨¢ticas m¨¢s bajas, destaca Jos¨¦ F¨¦lix Oletta, exministro de Salud y miembro de la Sociedad Venezolana de Salud P¨²blica. El Imperial College de Londres se?ala que para estos d¨ªas, en los que se est¨¢ viendo el rebrote de casos luego de la apertura de navidades, podr¨ªan estar registr¨¢ndose entre 1.500 y 6.000 casos, una horquilla cautelosamente amplia por la natural incertidumbre de este tipo de modelos, pero en cualquier caso muy por encima de los reportes actuales. En las ¨²ltimas semanas solo se han informado entre 500 y 600 casos al d¨ªa. De hecho, en casi un a?o de pandemia nunca se han registrado m¨¢s de 1.281 casos, el pico del 13 de agosto pasado.
A ello se a?ade que la falta de confianza en las instituciones p¨²blicas dificulta el tratamiento y el registro de casos. Seg¨²n Oletta, mucha gente no acude a los centros de salud y se trata en casa. ¡°No es solo el Gobierno sino la gente la que oculta la enfermedad¡±, comenta. ¡°Gran parte se queda en casa sin notificar, por temor a ser llevados a la fuerza a los centros de aislamiento en precarias condiciones¡±. Tambi¨¦n por la pol¨ªtica de hospitalizar incluso a los asintom¨¢ticos. Una medida de esto la ofrece la alta demanda de bombonas y medidores de ox¨ªgeno que hay actualmente.
Muertes que pasan desapercibidas
Si se observa la divisi¨®n de casos por gravedad, tanto la actual como la acumulada, las cifras son aparentemente razonables. Por ejemplo: de los algo m¨¢s de 8.000 casos considerados oficialmente como activos al 3 de febrero, apenas 102 estaban en cuidados intensivos. Alrededor de un 1,2%. La divisi¨®n entre muertes y casos confirmados tambi¨¦n arroja un resultado que est¨¢ dentro del promedio regional: alrededor de 1%. Lo llamativo es que estos indicadores se han mantenido estables durante toda la pandemia.
En la mayor¨ªa de pa¨ªses, ambas divisiones produc¨ªan porcentajes artificialmente altos en la primera ola: no porque el virus fuese entonces m¨¢s letal, sino simplemente porque el n¨²mero de casos estaba peor reportado que el de muertes. Dicho en lenguaje llano, es menos probable que se pase por alto un deceso que una infecci¨®n sin apenas s¨ªntomas. A medida que mejora la capacidad diagn¨®stica por PCR y ant¨ªgenos, la imagen que tenemos de la epidemia por los datos se vuelve m¨¢s ajustada a la realidad. Pero en Venezuela pareciera que nunca ha dejado de serlo. Seg¨²n estimaciones del Imperial College, a un pa¨ªs con la estructura de edad de Venezuela le corresponde una letalidad de algo menos del 0,5%. La observada es del doble. Pero hay muchos indicios para desconfiar tambi¨¦n de este c¨¢lculo.
M¨¢s de 300 miembros del personal sanitario han fallecido en el pa¨ªs, seg¨²n el registro que mantiene el gremio m¨¦dico. La cifra representa una de cada cuatro muertes confirmadas, pero al principio se reportaban m¨¢s muertes en este grupo que fallecimientos totales, lo que indicaba m¨¢s claramente que algunas muertes no estaban en la cuenta oficial. Es natural y esperable que la primera l¨ªnea de batalla contra el virus se vea afectada de manera desproporcionada, pero esta cifra es dif¨ªcil de creer. La proporci¨®n luce desajustada, a¨²n con la exposici¨®n de este personal y la crisis de los hospitales, lo que har¨ªa pensar que hay muertos por la covid que no se est¨¢n contando. Si se supone que las muertes m¨¦dicas est¨¢n mejor contabilizadas que las del conjunto de la poblaci¨®n, aqu¨ª tenemos otra pista m¨¢s de subregistro.
Seg¨²n el monitoreo paralelo que hacen los m¨¦dicos a partir de las notificaciones de las muertes por infecciones respiratorias agudas (IRA) hay unas 5.000 a partir de la pandemia. No ser¨ªa correcto atribuir todas estas muertes a la covid, pero con base en experiencias de otros pa¨ªses s¨ª parece razonable asignarle m¨¢s de las contabilizadas oficialmente. El hecho de que en las actas de muertes solo pueda incluirse una referencia expl¨ªcita a covid si hay una PCR positiva encajar¨ªa con esta diferencia entre muertes IRA y muertes oficiales covid.
La explicaci¨®n del contexto
M¨¢s all¨¢ de las cifras, a pie de calle y en primera l¨ªnea sanitaria en Venezuela no se ha reportado un desborde de proporciones an¨¢logas al que se vivi¨® en otros pa¨ªses del continente. S¨ª han habido saturaciones dram¨¢ticas espec¨ªficas, pero sin llegarse al punto de colapso en el sistema funerario y de gesti¨®n de cad¨¢veres.
Una paralizaci¨®n completa inicial decretada por el r¨¦gimen de Maduro, as¨ª como grandes dificultades para la movilizaci¨®n de las personas ¡ªque todav¨ªa persisten porque el pa¨ªs sigue dependiendo de los env¨ªos de combustible de Ir¨¢n¡ª son un factor determinante en la lenta expansi¨®n de la pandemia en el pa¨ªs. A esto se suma la cuarentena temprana con cierre de fronteras y la promoci¨®n, tambi¨¦n temprana, del uso de mascarillas que en otros pa¨ªses ha generado resistencia, opina Mar¨ªa Eugenia Grillet, bi¨®loga y epidemi¨®loga. ¡°En Venezuela hemos salido cuando hay gasolina y como somos los vectores del virus, si nos movemos poco, el virus se mueve poco¡±.
Grillet prefiere hablar de ¡°fases¡± de la epidemia, antes que de olas: dice que si bien el pa¨ªs lleg¨® a un pico de casos y muertes entre mediados de agosto y septiembre, la curva de aumento nunca tuvo una ca¨ªda abrupta como en Europa. Y a¨²n as¨ª, Nicol¨¢s Maduro decret¨® en octubre que Venezuela ya hab¨ªa superado la epidemia. Lo hizo como pre¨¢mbulo electoral. Mientras, el pa¨ªs entr¨® en lo que Grillet considera un segunda fase: ¡°Vamos a tener una subida mayor ahora, porque el virus ya est¨¢ en todas partes¡±.
Con tantos focos activos de contagio, el efecto de las medidas es mucho m¨¢s incierto. El pico resultante en enero ya es parejo a los peores momentos registrados en el pasado. Aun con la deficiencia de pruebas, de la dudosa calidad y fiabilidad de los datos de Venezuela, una ola se atisba a ras de suelo.