El insoportable peso del proceso penal para las v¨ªctimas de violaci¨®n
El interrogatorio del fiscal por una agresi¨®n sexual en grupo en Sabadell revela las carencias del sistema para proteger a las mujeres durante al enjuiciamiento de estos delitos. Abogadas, psic¨®logas, magistradas y una superviviente explican qu¨¦ se puede cambiar
A. intu¨ªa a lo que se enfrentaba cuando entr¨® en la sala de vistas de la Audiencia de Barcelona para declarar como v¨ªctima de una agresi¨®n sexual en grupo. Su abogado la hab¨ªa preparado para un interrogatorio intenso, que la har¨ªa revivir el horror del 3 de febrero de 2019, cuando fue violada tres veces, de forma consecutiva, en una antigua nave industrial de Sabadell....
A. intu¨ªa a lo que se enfrentaba cuando entr¨® en la sala de vistas de la Audiencia de Barcelona para declarar como v¨ªctima de una agresi¨®n sexual en grupo. Su abogado la hab¨ªa preparado para un interrogatorio intenso, que la har¨ªa revivir el horror del 3 de febrero de 2019, cuando fue violada tres veces, de forma consecutiva, en una antigua nave industrial de Sabadell. Tambi¨¦n el fiscal se hab¨ªa reunido con ella poco antes. Pero esa mentalizaci¨®n no impidi¨® que, llegado el momento, la voz de A., que declara protegida por una mampara, se quebrara.
Las im¨¢genes del juicio, que fue p¨²blico, mostraron c¨®mo ese mismo fiscal, que pide elevadas penas de prisi¨®n ¡ªde 37 a 41 a?os¡ª y conoce el asunto porque lo impuls¨® desde el principio, llev¨® a cabo un interrogatorio ¨¢spero, con escasa empat¨ªa hacia la v¨ªctima e interrupciones: ¡°?Est¨¢ segura de eso?¡±, ¡°?intent¨® escapar de la habitaci¨®n?¡±, ¡°?recuerda la iluminaci¨®n de la sala?¡±. Dicen sus compa?eros, que le apoyan tras las cr¨ªticas recibidas, que solo pretend¨ªa blindar la acusaci¨®n, que no est¨¢ acostumbrado a grandes juicios.
Los especialistas en violencias sexuales no dudan de la buena fe del fiscal, pero creen que su deslucida actuaci¨®n muestra las dificultades del proceso penal para hacer aflorar la verdad y proteger, al mismo tiempo, a las v¨ªctimas de delitos sexuales. Estas soportan a menudo una carga excesiva y viven como una segunda violencia un sistema que las hace recordar una y otra vez el horror vivido.
La declaraci¨®n de una v¨ªctima de violaci¨®n como A. suele ser la principal prueba de cargo en el juicio, la ¡°columna romana¡± de la acusaci¨®n, cuenta Laia Serra, abogada especializada en violencias sexuales e investigadora. Y ese es el origen del problema. El proceso penal se vuelca sobre las espaldas de la mujer, lo que puede derivar en un proceso de victimizaci¨®n secundaria. ¡°Se le pide tanta informaci¨®n y tan detallada que recibe una presi¨®n innecesaria. Hay datos, como los metros del local o si el agresor eyacul¨®, que se podr¨ªan saber con otras pruebas¡±, se?ala Serra.
El remedio: que las investigaciones previas sean m¨¢s s¨®lidas, buscar maneras de evitar que las mujeres tengan que repetir una y otra vez el relato y, llegado el juicio, que su declaraci¨®n no deba ser extenuante. ¡°Nuestro proceso penal est¨¢ construido sobre la base de asegurar garant¨ªas para los acusados, pero no ha pensado tanto en garantizar los derechos de las v¨ªctimas¡±, ahonda Altamira Gonzalo, abogada especializada en violencia machista y vicepresidenta de la asociaci¨®n de Mujeres Juristas Themis.
Que la v¨ªctima explique las circunstancias de la agresi¨®n, por duro que sea, forma parte de las reglas del juego procesal: el juicio se rige por el principio de contradicci¨®n, y la testigo debe contestar a las acusaciones, pero tambi¨¦n a las defensas. Pero las expectativas sobre los recuerdos que puede aportar son demasiado elevadas. Lo corrobora la literatura cient¨ªfica. Psicolog¨ªa del testimonio, de Margarita Diges y Jos¨¦ Joaqu¨ªn Mira, apunta que las vivencias traum¨¢ticas, como una violaci¨®n, generan una memoria fragmentada. ¡°La v¨ªctima no puede recordar de la manera en que el fiscal quiere¡±, dice Serra.
El desconocimiento sobre los procesos mentales que experimentan las v¨ªctimas es general en los operadores jur¨ªdicos, opina tambi¨¦n Alba Alfageme, psic¨®loga especialista en violencias sexuales y profesora de la Universidad de Barcelona. ¡°Piensan que las contradicciones, los olvidos o los recuerdos espont¨¢neos restan credibilidad. Sabemos que no es as¨ª¡±. Tanto Alfageme como Luc¨ªa Avil¨¦s, magistrada y fundadora de la Asociaci¨®n de Mujeres Juezas, defienden que ¡°no hay que dejar que recaiga todo el peso en la mujer¡±. Invitan a jueces y fiscales a ¡°flexibilizar¡± sus planteamientos ¡ªen especial, su forma de conducir las preguntas¡ª y reclaman mayor formaci¨®n en t¨¦cnicas de interrogatorio.
Elena (nombre figurado) recuerda las ganas de huir del juicio a su violador ¡ª¡±lo ¨²nico que quer¨ªa era salir de all¨ª¡±¡ª, que tuvo lugar en 2013. Desde que puso la denuncia hasta que testific¨® en el juicio, tuvo que relatar lo vivido casi una decena de veces. ¡°Mientras lo explicas, te vienen recuerdos: el cuchillo en el cuello, mi hija en la habitaci¨®n de al lado¡¡±. Antes del juicio, le dolieron los comentarios de los Mossos d¡¯Esquadra (su agresi¨®n tuvo lugar en Catalu?a) sobre si en su pa¨ªs, que pide no revelar, ¡°se acuestan t¨ªos con sobrinos¡±. Y despu¨¦s de la condena, de 13 a?os y medio de c¨¢rcel, le duele que ¨¦l est¨¦ en la calle y que nadie la avisara aunque tiene orden de protecci¨®n. En definitiva, se?ala que las instituciones le han ido fallando a lo largo de todo el proceso.
Solo el 8% de las mujeres que fueron agredidas sexualmente fuera del ¨¢mbito de su pareja denunciaron al agresor, seg¨²n la Macroencuesta de Violencia contra las Mujeres de 2019. Organizaciones como la Federaci¨®n de Asociaciones de Asistencia a V¨ªctimas de Violencia Sexual y de G¨¦nero, FAMUVI, alertan de que esos porcentajes no van a mejorar mientras no lo hagan los procesos que afrontan las denunciantes. ¡°Mientras no solucionen este problema y dejen de poner el foco en ellas, las mujeres no se atrever¨¢n a hacerlo¡±, se?ala Mariti Pereda, su presidenta.
?Qu¨¦ se puede hacer para que la v¨ªctima se sienta un poco m¨¢s c¨®moda en el juicio? Para empezar, coinciden las fuentes consultadas, hay que explicarle previamente el porqu¨¦ de las preguntas para que las afronte con m¨¢s recursos. Un error que destacan en el caso de Sabadell es que se le preguntase a la v¨ªctima si estaba ¡°segura¡± de sus manifestaciones, puesto que as¨ª se desconcentra, pierde el hilo. No hay que cuestionar, dicen, sino dar la oportunidad de explicarse. Hacer pedagog¨ªa y dar tiempo a las v¨ªctimas para responder son medidas, recuerda Avil¨¦s, que ya podr¨ªan ponerse en marcha sin necesidad de cambiar ninguna ley, pero ¡°en l¨ªneas generales no se aplican¡±.
¡°Se acaba juzgando la conducta de las v¨ªctimas y no los hechos, y eso redunda en la revictimizaci¨®n¡±, zanja Alfageme. Y eso a pesar de que, seg¨²n explic¨® el abogado de A., Jorge Albertini, para ella el interrogatorio fue m¨¢s bien ¡°una catarsis¡± y ¡°una terapia¡±. Albertini admite que hubo ¡°preguntas dolorosas¡±, pero aplaude la intervenci¨®n del fiscal.
Herramientas
El funcionario ha recibido el apoyo de sus compa?eros. La presidenta de la conservadora Asociaci¨®n de Fiscales, Cristina Dexeus, asegura que en los casos de violaci¨®n ¡°a veces la ¨²nica prueba de cargo es la declaraci¨®n¡±, y por eso el fiscal es puntilloso, aunque siempre le mueve ¡°la protecci¨®n del m¨¢s d¨¦bil¡±. Existe tambi¨¦n, dice, un factor humano: el talante de cada fiscal. Pero para las expertas eso debe ser secundario: ¡°No es un tema de empat¨ªa o de tono, sino de tener herramientas profesionales para dirigir un interrogatorio: descifra su lenguaje visual, no la cortes, d¨¦jala que se explique¡±, dice Serra.
Altamira Gonzalo ve adem¨¢s necesario un relevo generacional: ¡°A partir de unas edades, estamos educados en una mentalidad de desigualdad absoluta. Y esta manera de pensar se traslada en pleitos y sentencias¡±.
El testimonio sin cortes de Roc¨ªo Carrasco
En la misma semana, dos testimonios muy distintos estaban en las pantallas. Adem¨¢s del proceso de Sabadell, millones de personas han podido ver en sus casas los cap¨ªtulos de un documental en el que Roc¨ªo Carrasco, famosa desde la cuna, ha denunciado la violencia psicol¨®gica que, seg¨²n su testimonio, ejerci¨® sobre ella su exmarido, sobre el que no pesa ninguna condena de este asunto. M¨¢s all¨¢ de las diferencias entre un plat¨® y un juzgado, la magistrada Luc¨ªa Avil¨¦s pide fijarse en el formato de la declaraci¨®n de Carrasco: ¡°Se le da un espacio para que pueda contar de manera libre su verdad, nadie la corta. Hay preguntas muy concretas, sin injerencias¡±.
Las salas Gesell, ya instaladas en algunos juzgados principalmente para el testimonio de menores, funcionan de forma parecida. El testigo habla con un psic¨®logo en una sala desde donde no puede ver a nadie pero s¨ª ser visto por todos los actores jur¨ªdicos: juez, fiscal, secretario judicial, abogados. El psic¨®logo hace las preguntas, pocas, y se prima el relato continuado. Incluso se le pueden pasar las preguntas de las partes. El borrador de la futura ley de libertad sexual, cuya tramitaci¨®n empez¨® hace m¨¢s de un a?o, prev¨¦ medidas judiciales de protecci¨®n y acompa?amiento ¡°reforzado¡± para las v¨ªctimas, como ¡°declarar en salas especiales acondicionadas¡± o facilitar la grabaci¨®n de su testimonio, para que ¡°sea reproducida durante el juicio oral¡±. Avil¨¦s defiende que estas salas u otras para declarar por teleconferencia ¡ªun procedimiento cuyo uso ha impulsado la pandemia de la covid¡ª, pueden evitar la victimizaci¨®n secundaria. La abogada Laia Serra no lo comparte: ¡°El relato de la mujer ha de tener la m¨¢xima inmediaci¨®n con el tribunal. Solo con mascarilla ya se pierde. Es la ¨²ltima oportunidad para acceder a la verdad¡±.