Vivir bajo un volc¨¢n (una experiencia siciliana)
Al pie del Etna se convive con las lluvias de ceniza como si fueran nevadas y se establece otro sentido de la vida y una relaci¨®n distinta con el tiempo: siempre se sabe que algo puede estar a punto de pasar
¡°?No ven all¨ª la puntita de un tejado que asoma entre las rocas? Es la estaci¨®n de esqu¨ª que hab¨ªa aqu¨ª, qued¨® sepultada en la colada de 2002¡±. Esto nos contaban este verano en el Etna, en Sicilia, el mayor volc¨¢n activo de Europa, donde identifican las coladas por a?os, como los vinos, son sucesos peri¨®dicos. Del estilo de las placas ¡°Hasta aqu¨ª lleg¨® la inundaci¨®n de 1983¡±, en Bilbao, pero sin dramatismo, son cat¨¢strofes que se integran de forma natural en el paisaje, en la vida de cada d¨ªa. Porque se sabe que van a suceder y no hay nada que hacer, solo convivir con ello. Se comprueba si se pasa unos d¨ªas viviendo bajo el volc¨¢n, durmiendo encima de ¨¦l. Uno se levanta por la ma?ana y lo primero que hace es mirar el humo que sale del cr¨¢ter. Se pregunta de qu¨¦ humor estar¨¢ hoy. Qu¨¦ estar¨¢ tramando. Es algo vivo. Es una sensaci¨®n muy rara. A veces es una amenaza y otras hace compa?¨ªa. Este mismo martes ha habido una erupci¨®n.
El volc¨¢n produce pensamientos trascendentales, pero al mismo tiempo es fuente de h¨¢bitos puramente pragm¨¢ticos. Si hay una erupci¨®n de dimensiones aceptables se cierra rutinariamente el aeropuerto de Catania. De vez en cuando cae ceniza, como si nevara, y todo se vuelve negro. De hecho ya es un paisaje oscuro, pero en esas ocasiones cae una carbonilla que cubre varios cent¨ªmetros y hay que barrer, palear, quitarla de las carreteras. Hay se?ales de tr¨¢fico de ir a 20 que dicen: ¡°En caso de erupci¨®n volc¨¢nica, reduzca su velocidad¡±. Y la reduces, claro, porque patina. La gente limpia la ceniza en torno a su casa y la deja en bolsas de basura, y pasan a recogerla. Est¨¢s cenando en un restaurante, retumba la tierra y una se?ora comenta sin inmutarse: ¡°El Etna ya est¨¢ refunfu?ando¡±. Se forman de repente algunas tardes grandes columnas gaseosas que no sabes si son nubes tropicales o gases tel¨²ricos.
El escritor siciliano Gesualdo Bufalino dec¨ªa que el Etna es un gigante bueno: ¡°Tiene un aire de familiar inocencia y no ha matado nunca a nadie, salvo por accidente fortuito o imprudencia suicida¡±. Aunque lo cierto es que algunas de sus erupciones s¨ª han causado muertos en las ¨²ltimas d¨¦cadas. Est¨¢ siempre haciendo ruido y humeando, pero no es explosivo, solo que a veces se pone muy serio y fluyen lentos e inexorables r¨ªos de lava durante d¨ªas, o semanas, o meses, que amenazan a los pueblos cercanos. En ese sentido su estilo se parece al volc¨¢n que vemos ahora asombrados en La Palma. Ellos est¨¢n m¨¢s acostumbrados. Por eso en las alturas de la monta?a siciliana (3.357 metros en la ¨²ltima medici¨®n, porque va cambiando) todo es extra?amente provisional. No sabes cu¨¢nto va a durar, aunque lleve all¨ª miles de a?os. Hay un bosque de pinos que de repente desaparece un centenar de metros, barrido por una lengua de magma solidificado, y sigue en el otro lado. Luego la vida empieza a crecer otra vez encima, hay ¨¢rboles peque?itos sobre las rocas. La carretera discurre sobre la lava, de momento, hasta la pr¨®xima colada, que ya se ver¨¢ por d¨®nde va. Es un suelo cambiante, m¨®vil.
Esta continua inestabilidad del mundo, de la que no somos tan conscientes los que no vivimos en volcanes o sitios raros, tiene un ejemplo perfecto en un caso muy curioso: la isla Ferdinandea. Es una isla que aparece y desaparece, entre Sicilia y Pantelleria. La ¨²ltima vez emergi¨® la noche del 10 de julio de 1831, con una erupci¨®n submarina. Nada, sali¨® una cosa de cuatro kil¨®metros cuadrados y sesenta metros de alto. Pronto fue tambi¨¦n met¨¢fora perfecta de las tonter¨ªas humanas, porque el reino de las Dos Sicilias, Inglaterra y Francia se pelearon inmediatamente por su soberan¨ªa. Un almirante ingl¨¦s desembarc¨® en agosto y plant¨® all¨ª la bandera. Los otros pa¨ªses hicieron lo mismo. Finalmente, fue paradigma perfecto de la fugacidad de las peripecias terrenas: a los seis meses se volvi¨® a hundir, con banderas y todo. Hasta la pr¨®xima, porque ah¨ª sigue bajo la superficie.
Amigos canarios cuentan que su relaci¨®n con los volcanes es amistosa, de admiraci¨®n, de belleza, al menos hasta ahora. Al Teide le hacen coplas y en Lanzarote fr¨ªen huevos a los turistas en el suelo. En el sur de Italia no, hay un miedo latente, porque adem¨¢s hay terremotos. Dice el pr¨ªncipe de Salina, el protagonista de El Gatopardo, en su c¨¦lebre reflexi¨®n sobre Sicilia: ¡°Esta violencia del paisaje, esta crueldad del clima, esta tensi¨®n continua de cada aspecto (¡), todas estas cosas han formado nuestro car¨¢cter, que queda as¨ª condicionado por fatalidades exteriores, adem¨¢s de por una terrible insularidad de ¨¢nimo¡±. Es as¨ª, la presencia del volc¨¢n establece un sentido de la vida y una relaci¨®n con el tiempo completamente distinta: siempre se sabe que algo puede estar a punto de pasar. Puede parecer que ¡°una vida¡± es igual a ¡°siempre¡± (en tu vida ver¨¢s una erupci¨®n), pero no tiene por qu¨¦, puede ser dentro de cien a?os, pero tambi¨¦n ma?ana. ?Puede ocurrir? Sin duda. ?Va a ocurrir? S¨ª, pero no sabemos cu¨¢ndo. Este sutil juego de dilemas crea una forma de vida peculiar, de una sensibilidad especial, muy diferente de quien vive, no s¨¦, en Albacete o Stuttgart, o en cualquier ciudad que como mucho se pregunta si llover¨¢ o no. El habitante de estos lugares adquiere un inevitable sentido de la fatalidad, a veces imbuido en mitos y leyendas. Los habitantes de Stromboli llaman al volc¨¢n Iddu (?l, en siciliano), porque es una presencia casi personal, con prontos de car¨¢cter. Polifemo era siciliano. Furioso y con su ¨²nico ojo, para el historiador brit¨¢nico John Julius Norwich, enamorado de Sicilia, quiz¨¢ representa el Etna. La playa de los c¨ªclopes, al pie del volc¨¢n, est¨¢ diseminada de pe?ascos, los que se supone que arroj¨® el gigante a Ulises y sus compa?eros cuando hu¨ªan.
Esta relaci¨®n algo m¨¢gica es, parad¨®jicamente, m¨¢s realista. Es decir, esta gente sabe mejor en qu¨¦ mundo vive. Es m¨¢s consciente de vivir en un planeta. Esto le pasa a cualquiera que tenga un contacto estrecho con la naturaleza: al borde del mar, en alta monta?a, en regiones de clima extremo. La vida en una ciudad de clima templado es, en este sentido, una ilusi¨®n. Una creaci¨®n artificial maravillosa. Salvo para quien vive en la calle, claro, que tambi¨¦n es muy sensible al planeta y sus estaciones.
El Etna puede ser un gigante bueno, pero el Vesubio, en N¨¢poles, es tremendo. El d¨ªa que estalle ser¨¢ una tragedia colosal, all¨ª lo sabe todo el mundo. Entre ellos, por supuesto, las cerca de 700.000 personas que viven en las faldas del volc¨¢n (buena parte en casas ilegales) y que, en caso de erupci¨®n no se sabe muy bien c¨®mo van a salir de all¨ª, todos cogiendo el coche a la vez. Pero ser¨¢ mucho peor al otro lado del golfo, en la zona de Campi Flegrei, un supervolc¨¢n dormido donde emergi¨® Sophia Loren (que en realidad naci¨® en Roma, pero creci¨® all¨ª). Viven unas 800.000 personas, pero en pueblos enteros y parte del propio N¨¢poles construidos encima del centro del volc¨¢n, no en las faldas. Adem¨¢s est¨¢ junto al mar y una erupci¨®n podr¨ªa causar un tsunami. Los planes de evacuaci¨®n de estas zonas son un choque diab¨®lico de n¨²meros imposibles, medio mill¨®n de coches en carreteras que ya se atascan un d¨ªa normal. Prev¨¦n que se puede sacar a todo el mundo en 72 horas, pero claro, depende de c¨®mo de grave sea la cosa.
Tambi¨¦n en este lugar fascinante lo natural se funde con lo sobrenatural. All¨ª est¨¢ nada menos que el lago del Averno, la entrada del mism¨ªsimo inframundo. Y en una gruta que se puede visitar ten¨ªa su despacho la Sibila Cumana, la sacerdotisa de uno de los or¨¢culos m¨¢s famosos de la Antig¨¹edad. Se expresaba en versos y los vientos de la cueva hac¨ªan todo a¨²n m¨¢s ininteligible y misterioso: era sibilino (de ah¨ª viene la palabra).
Los sitios con volcanes suelen ser bonitos, m¨¢gicos, f¨¦rtiles, con excelentes vinos. Un buen sitio para vivir salvo por esa peque?a cl¨¢usula, la letra peque?a: un d¨ªa puede saltar por los aires. Lo gracioso y fascinante del ser humano es eso de pensar que, bueno, malo ser¨¢. Pero s¨ª tienen marcado a fuego en el inconsciente, como un instinto natural, que ma?ana la vida puede cambiar, somos poca cosa y la vida es una aventura. Es, por cierto, uno de los mensajes de la pandemia, de la vida en este mundo en general, que ten¨ªamos un poco olvidado.
Fe de errores
Fe de errores: en una primera versi¨®n del texto se dec¨ªa que Sophia Loren hab¨ªa nacido en la zona de Campi Flegrei, cerca de N¨¢poles, pero en realidad naci¨® en Roma, y luego de ni?a se traslad¨® all¨ª, al municipio de Pozzuoli, donde pas¨® su infancia y adolescencia.
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