Acampadas frente al Ministerio de Trabajo: ¡°La ayuda a domicilio es un nicho de vulnerabilidad y pobreza¡±
Un grupo de auxiliares protesta por sus condiciones laborales, tres de ellas han pasado 14 d¨ªas durmiendo al raso
Tres mujeres duermen al raso desde hace 14 d¨ªas en la arquer¨ªa frente al Ministerio de Trabajo, en Madrid. Dos tienen 61 a?os y 66 una tercera, reci¨¦n jubilada. Son auxiliares del servicio de ayuda a domicilio. Por all¨ª han pasado m¨¢s compa?eras, los fines de semana alcanzan la decena, pero ellas son las ¨²nicas que no han fallado ni un d¨ªa. Les pesan los a?os de trabajo a sus espaldas, y no es una frase ret¨®rica: es en la espalda donde se concentra la mayor¨ªa de sus problemas porque atienden a varias personas en situaci¨®n de dependencia cada d¨ªa, las levantan de la cama, las ba?an, les dan de ...
Tres mujeres duermen al raso desde hace 14 d¨ªas en la arquer¨ªa frente al Ministerio de Trabajo, en Madrid. Dos tienen 61 a?os y 66 una tercera, reci¨¦n jubilada. Son auxiliares del servicio de ayuda a domicilio. Por all¨ª han pasado m¨¢s compa?eras, los fines de semana alcanzan la decena, pero ellas son las ¨²nicas que no han fallado ni un d¨ªa. Les pesan los a?os de trabajo a sus espaldas, y no es una frase ret¨®rica: es en la espalda donde se concentra la mayor¨ªa de sus problemas porque atienden a varias personas en situaci¨®n de dependencia cada d¨ªa, las levantan de la cama, las ba?an, les dan de comer. Cargan much¨ªsimo peso. No ingresan ni mil euros al mes. Se cansaron de llamar a una puerta detr¨¢s de otra durante a?os y que nada cambiara. La decepci¨®n las llev¨® a coger sus sacos de dormir y montar un campamento en el que reivindican que haya una evaluaci¨®n de riesgos laborales en las casas en las que trabajan, que se les reconozcan enfermedades profesionales espec¨ªficas, poder jubilarse a los 60, que la ayuda a domicilio sea un servicio p¨²blico (gran parte tiene gesti¨®n privada). Est¨¢n expectantes porque este lunes se re¨²nen con la vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda D¨ªaz.
La noche es el peor momento. Se dispara la sensaci¨®n de alerta. El ritual comienza siempre de la misma manera: para contener la entrada de aire fr¨ªo, colocan maletas, mochilas, cualquier bulto que tengan a mano, delante del pl¨¢stico con el que han forrado las rejas que unen los arcos, del que cuelgan carteles con sus peticiones. Extienden esterillas y ponen encima las colchonetas que las separar¨¢n, apenas unos cent¨ªmetros, del suelo. Cogen mantas y se acuestan vestidas, con el bolso dentro de los sacos de dormir y un silbato a mano, por si tuvieran que pedir ayuda. Montaron la protesta en noviembre, pese al clima, porque Teresa Villar, de 66 a?os, se jubil¨® en octubre. ¡°As¨ª nos asegur¨¢bamos de que alguien siempre estuviera disponible, para no depender solo de las vacaciones que puedan cogerse las compa?eras¡±, explica esta mujer que pas¨® 12 a?os como trabajadora del servicio de ayuda a domicilio en C¨¢ceres. ¡°Yo en enero vuelvo a tener vacaciones¡±, advierte Eva Miguel, de 61. Ella viene de Gij¨®n, junto a Carmen Diego, de la misma edad.
Las tres forman parte de la Plataforma Unitaria de Sociosanitarias de Atenci¨®n a Domicilio, un grupo que aglutina a compa?eras en cinco provincias del pa¨ªs, cuentan. ¡°Estamos abandonadas¡±, se queja Carmen Diego. ¡°La jornada laboral es muy parecida en todos sitios. Empiezas de siete a ocho. Llegas a una casa, levantas a la persona de la cama, la pones en una silla de ruedas, la llevas al ba?o, del ba?o al v¨¢ter, de ah¨ª a la duchvicea, la secas, la vistes, de nuevo a la silla de ruedas, y se puede quedar en el dormitorio o en el sal¨®n. Son cinco movilizaciones. Si es muy dependiente, en media hora ya cogiste 375 kilos, suponiendo que la persona pese 75¡å, dice. ¡°Recoges el ba?o, haces la cama, la comida. Todo eso en una hora, fichas al entrar y al salir, y al mismo tiempo escuchas a esa persona, que te traslada sus angustias. Es una realidad muy dura. Te dan 10 minutos para ir a otra casa, cuando en realidad tardas 20 en llegar, te quitas la ropa y sales corriendo. Y vuelta a empezar. Yo tengo seis servicios¡±, explica, y a?ade: ¡°Cobro 747 euros por 35 horas a la semana y llevo 29 a?os en esto¡±.
Carmen Diego tiene tendinitis cr¨®nica en el hombro y en 2019 se le rompi¨® una v¨¦rtebra en el trabajo. ¡°La L3 [tercera lumbar]. En la mutua me mandaron antiinflamatorios. Despu¨¦s de ocho d¨ªas en que no pod¨ªa aguantar el dolor me hicieron un esc¨¢ner y ya ah¨ª se vio¡±. Eva Miguel tiene ¡°dos hernias discales, cervicalgia [dolor cervical] cr¨®nica, la espalda es una contractura entera, lumbalgia, ci¨¢ticas a causa de las hernias discales¡±. ¡°Es sangrante¡±, resume. Ingresa ¡°862 euros por una jornada completa¡±, lleva 32 a?os en la ayuda a domicilio. Dicen que muchas compa?eras tienen problemas de ansiedad y depresi¨®n.
Se desconoce el n¨²mero exacto de auxiliares de ayuda a domicilio en Espa?a. La Asociaci¨®n de Directoras y Gerentes de Servicios Sociales estima que son unas 100.000 en el sistema de atenci¨®n a la dependencia. ¡°La ayuda a domicilio no es un nicho de empleo, es un nicho de vulnerabilidad y pobreza¡±, se queja Villar. ¡°No puedes estar manejando cargas de cientos de kilos hasta los 67 a?os¡±, contin¨²a. Ella tiene hernias discales. Cuenta que ha notado algo de mejor¨ªa a ra¨ªz de dejar el trabajo, ya no anda ¡°a pasito de geisha¡±.
¡°La ley de prevenci¨®n de riesgos laborales exige que haya una evaluaci¨®n del lugar de trabajo, en nuestro caso, los domicilios¡±, prosigue Villar. Asegura que la mayor¨ªa no est¨¢n adaptados, que las sillas a veces no entran por las puertas, que pr¨¢cticamente no hay gr¨²as. ¡°No se hacen evaluaciones porque empresas y administraciones aducen que se trata de domicilios particulares. En el Ministerio de Trabajo nos dicen que la ley nos ampara, pero que entran en colisi¨®n el derecho a la inviolabilidad del domicilio y a la intimidad con el derecho a la vida y a la integridad f¨ªsica¡±, contin¨²a. ¡°Alegan que hay complicaciones t¨¦cnicas, pero no explican cu¨¢les son esas complicaciones. Yo sospecho que se debe a que a las empresas, a las mutuas y a la propia Administraci¨®n les supondr¨ªa m¨¢s gastos¡±. Villar argumenta que los usuarios ya ceden parte de su intimidad cuando solicitan una prestaci¨®n a trav¨¦s de la ley de dependencia. ¡°Permiten acceso a sus datos de salud, a su situaci¨®n econ¨®mica, dejan que un trabajador social entre en su domicilio y realice una evaluaci¨®n. ?Por qu¨¦ no puede entrar un t¨¦cnico tambi¨¦n?¡±.
Las tres coinciden en que, si hay una fractura durante las horas de trabajo, se cubre como accidente laboral, pero aseguran que muchos problemas f¨ªsicos no se relacionan con su empleo, sino que pasan por enfermedades comunes, como los problemas con el t¨²nel carpiano o las hernias. ¡°Por eso necesitamos que se nos reconozcan enfermedades profesionales espec¨ªficas; no tendr¨ªamos periodos de carencia en el caso de las bajas, por ejemplo, y tendr¨ªamos una indemnizaci¨®n por los da?os causados si quedas incapacitada¡±, sigue Villar.
Su sensaci¨®n de abandono aument¨® durante la pandemia. Fueron el segundo sector m¨¢s contagiado, seg¨²n los estudios de seroprevalencia realizados durante las primeras oleadas. Pero en febrero, cuando el Gobierno reconoci¨® a trabajadores de centros sanitarios o sociosanitarios la covid-19 como enfermedad profesional, a ellas se las dej¨® fuera. Por ello no se benefician de la ampliaci¨®n indefinida del periodo en el que quedar¨ªan cubiertos ante la Seguridad Social si padecieran en el futuro alguna enfermedad derivada del coronavirus (con un accidente de trabajo, el periodo es de cinco a?os). No fueron consideradas de primera l¨ªnea.
Una portavoz del Ministerio de Trabajo, que dirige Yolanda D¨ªaz, explica que en el departamento se han reunido ¡°en cuatro ocasiones con diferentes representantes del colectivo de trabajadoras del servicio de ayuda a domicilio y de empleadas dom¨¦sticas¡± y que son ¡°sensibles a las demandas que plantean sobre cuestiones que llevan d¨¦cadas sin resolverse¡±. Han creado un grupo de trabajo y est¨¢n estudiando la situaci¨®n. Fuentes del Ministerio de Inclusi¨®n se?alan que en la mesa de di¨¢logo social se est¨¢n analizando ¡°con criterios objetivos¡± qu¨¦ colectivos deben ser considerados como profesiones con penosidad, algo que permitir¨ªa que se jubilen antes sin que su pensi¨®n se vea resentida. Y las de Derechos Sociales remiten al plan de choque en dependencia, que contempla la necesidad de una mejora en las condiciones laborales.
Pero ellas est¨¢n cansadas de ¡°titulares vac¨ªos¡±, de no sentirse ¡°defendidas por los agentes sociales¡±. Seguir¨¢n acampadas hasta que firmen con Trabajo un calendario de reuniones. Dos de ellas est¨¢n en periodo de vacaciones y lo disfrutan en el campamento. No hay vuelta atr¨¢s. Exigen una respuesta.