Los altos precios quiebran las ollas comunes que alimentan a 250.000 personas en Lima
La soluci¨®n comunal de emergencia que resurgi¨® en los barrios pobres de la capital desde el primer a?o de la pandemia atraviesa una crisis por la falta de apoyos
La alimentaci¨®n diaria de unas 250.000 personas en pobreza o abandono en Lima depende de unas 2.400 ollas comunes autogestionarias, que reaparecieron en 2020 debido a la masiva p¨¦rdida de empleos por la cuarentena de la covid-19 y una ca¨ªda de la econom¨ªa de 11 puntos, el peor retroceso en 30 a?os. Las redes comunitarias para combatir el hambre dependen de las donaciones de alimentos -del Estado o privados- y de la recuperaci¨®n de perecibles que los mercados d...
La alimentaci¨®n diaria de unas 250.000 personas en pobreza o abandono en Lima depende de unas 2.400 ollas comunes autogestionarias, que reaparecieron en 2020 debido a la masiva p¨¦rdida de empleos por la cuarentena de la covid-19 y una ca¨ªda de la econom¨ªa de 11 puntos, el peor retroceso en 30 a?os. Las redes comunitarias para combatir el hambre dependen de las donaciones de alimentos -del Estado o privados- y de la recuperaci¨®n de perecibles que los mercados desechan. Ante el alza del gas y de los precios de alimentos, muchas est¨¢n cerrando, dejando en el hambre a miles de personas que no tienen otra opci¨®n para alimentarse, reporta la Red de Ollas Comunes de Lima.
La presidenta de la Red de Ollas Comunes de Lima Metropolitana, Fortunata Quesada, revel¨® en una conferencia de prensa que desde diciembre no reciben donaciones del programa de alimentaci¨®n escolar que administra el Ministerio de Desarrollo e Inclusi¨®n Social (Midis). Adem¨¢s, el presupuesto del Gobierno para los insumos para esos colectivos autogestionarios es de 14 millones de d¨®lares que, precisa Quesada, solo alcanzan para un mes.
Seg¨²n el ministerio, en Per¨² existen unas 2.900 ollas comunes, de las cuales m¨¢s de 2.400 operan en la capital. Sin embargo, las l¨ªderes de las organizaciones comunales aseguran que muchas est¨¢n cerrando por falta de insumos y es necesario actualizar el n¨²mero real. En las ollas comunes, un promedio de 10 a 20 mujeres se organizan para buscar donaciones de insumos o en efectivo, recuperar alimentos en los mercados, cocinar, distribuir el men¨² en la comunidad a un precio simb¨®lico, y con ese dinero comprar el gas o los ingredientes que les faltan.
¡°Aqu¨ª no existe el pollo desde que subi¨® el a?o pasado, m¨¢ximo compramos el espinazo y lo cocinamos como picante o con estofado, con eso adornamos el plato. ?Huevos? Solo si llegan por medio de una donaci¨®n¡±, explica Reyna Franco, tesorera de la olla Mujeres Unidas ubicada en la asociaci¨®n de vivienda Andy y su Pueblo en la periferia norte de Lima. Franco sabe que lo que cocinan no nutre suficiente. ¡°Somos conscientes de que no es la alimentaci¨®n que deber¨ªa de ser. Desde el a?o pasado el plato consiste en legumbres (frijoles o lentejas) con arroz y una papa cocida; y desde hace casi tres meses no podemos comprar gas porque est¨¢ muy caro: cocinamos con le?a¡±, explica la tesorera.
Mujeres Unidas prepara alimentos cada d¨ªa para 35 familias y cobra 0.25 centavos de d¨®lar por el plato de almuerzo. En el primer a?o de la pandemia, las ollas de Lima preparaban desayuno y almuerzo, pero desde 2021 la mayor¨ªa cocina solo al mediod¨ªa, por la escasez. Los precios del men¨² llegan hasta 1.25 centavos de d¨®lar, dependiendo de la olla, y casi todas entregan raciones de solidaridad a madres solteras, ancianos en abandono o personas con discapacidad. A ellos les llaman ¡°casos sociales¡±.
En otro distrito de Lima Norte, San Mart¨ªn de Porres, tres mujeres han tenido que desalojar una capilla que les prestaron para la olla com¨²n Cerro La Milla al inicio de la pandemia. ¡°Necesitan el espacio para las misas presenciales que est¨¢n volviendo, pero adem¨¢s la parroquia ya no puede donar alimentos¡±, explica Rosmery Ricalde, preocupada por el hambre de ni?os y adultos mayores vulnerables que dependen de la olla com¨²n. ¡°La necesidad existe, y hemos estado entregando alimentos a algunas familias sin costo alguno. En todo este tiempo nunca hemos comido carne (de res), pollo o pescado, sino menestras (legumbres) como ch¨ªcharos secos, agua de hierbas y rara vez un huevo frito¡±, describe Ricalde, quien asisti¨® el viernes pasado a la conferencia de prensa de la Red de Ollas Comunes en Lima Norte.
La dirigente cuenta que desde que empezaron con la olla han tenido que subir el precio del plato porque ya no alcanzaba para comprar y seguir preparando. ¡°Hay demasiada necesidad en mi parroquia. Como sea, vamos a empezar de nuevo con la olla¡±, asegura. Otra de las dirigentes de la misma olla com¨²n, Mar¨ªa Salazar, comenta que a ra¨ªz de la pandemia muchas personas a quienes les dio covid-19 o perdieron a sus familiares que los manten¨ªan econ¨®micamente no est¨¢n en condici¨®n de trabajar, por ello dependen de estas redes comunales para sobrevivir. ¡°Nosotras tambi¨¦n tenemos casos especiales de familias a quienes no les cobramos el men¨²: son ni?os con discapacidad o mam¨¢s con problemas de salud mental. No todos tenemos un trabajo porque se nos han cerrado las puertas. La alimentaci¨®n y la salud mental han sido muy afectadas en estos a?os, pero adem¨¢s, han subido la luz, la le?a, el gas¡±, a?ade Salazar, de 47 a?os.
El pasado jueves, miles de mujeres de las ollas comunes y las personas que se alimentan en ellas iban a marchar por el centro de Lima para pedir al Ministerio de Desarrollo e Inclusi¨®n Social que retome la entrega de alimentos y busque una v¨ªa para que las municipalidades distritales no condicionen pol¨ªticamente la distribuci¨®n de v¨ªveres a la ollas. En la v¨ªspera, uno de los viceministros del sector entreg¨® a las dirigentes un cronograma de distribuci¨®n de alimentos en algunos distritos a partir de mayo, as¨ª que la Red ha dado una tregua de 15 d¨ªas al Gobierno, inform¨® Quesada en Am¨¦rica Televisi¨®n.
La presidenta de la organizaci¨®n explic¨® adem¨¢s que una ley aprobada al inicio de la pandemia obstaculiza que reciban alimentos de las municipalidades, pues se?ala que deben donar a ¡°personas vulnerables¡± y no hay obligaci¨®n de que los entreguen a las ollas. Por ello buscan la modificaci¨®n de la ley. Igualmente, requieren una norma que las autorice a recuperar los alimentos que desechan los mercados. La concejal de la Municipalidad de Lima, Jessica Huam¨¢n, dijo a este diario que, en la reuni¨®n del mi¨¦rcoles con el Ministerio de Desarrollo e Inclusi¨®n Social, ha quedado pendiente el incremento del presupuesto anual para las ollas comunes, pues depende del Ministerio de Econom¨ªa y Finanzas.
Si el monto no aumenta en las pr¨®ximas semanas, las mujeres de las ollas se manifestar¨¢n ante ese ministerio. Huam¨¢n, quien es nutricionista, se?ala que en este ¨²ltimo a?o las personas que comen de las ollas comunes est¨¢n en la tercera escala -de un total de cuatro- de la inseguridad alimentaria, es decir: disminuyen la cantidad de raciones por d¨ªa y el tama?o de la porci¨®n que comen. En una conferencia con la prensa extranjera, el exministro de Econom¨ªa Pedro Francke apunt¨® que las exoneraciones de impuestos a los combustibles y alimentos de primera necesidad, aprobadas este mes, no van a expresarse en el precio final que pagan los consumidores. Adem¨¢s, precis¨® que el 40% de la canasta de consumo de las personas pobres es alimentos, y en marzo los precios de esos productos subieron un 10% respecto del a?o anterior.
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