Briviesca celebra el Orgullo rural
El municipio de 6.600 habitantes acoge este fin de semana la campa?a que trata de luchar contra la intolerancia a la diversidad LGTBI en los pueblos
Briviesca (Burgos, 6.600 habitantes) ha pasado de ser un municipio en el que las personas LGTBI se sent¨ªan inc¨®modas a ser un emblema del Orgullo rural. La campa?a ¡°Hay ganas de un Orgullo de pueblo¡± llega este fin de semana a la localidad con sesiones sobre el sexilio, la condena a vivir en grandes ciudades de aquellas personas que sufren en sus pueblos de origen la intolerancia hacia su identidad u orientaci¨®n sexual, y contenidos audiovisuales que ilustran la diversidad LGTBI.
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Briviesca (Burgos, 6.600 habitantes) ha pasado de ser un municipio en el que las personas LGTBI se sent¨ªan inc¨®modas a ser un emblema del Orgullo rural. La campa?a ¡°Hay ganas de un Orgullo de pueblo¡± llega este fin de semana a la localidad con sesiones sobre el sexilio, la condena a vivir en grandes ciudades de aquellas personas que sufren en sus pueblos de origen la intolerancia hacia su identidad u orientaci¨®n sexual, y contenidos audiovisuales que ilustran la diversidad LGTBI.
Javier Santaolalla es el impulsor del proyecto que dio al municipio burgal¨¦s la visita del Orgullo rural. ?l explica que hasta que no sali¨® de su pueblo no sinti¨® la libertad de poder expresarse tal y como era. ¡°Alguna vez hay comentarios o frases negativas, pero cuando regres¨¦ de Madrid vi que Briviesca estaba preparada, con una mente m¨¢s abierta e incluso celebraba un Orgullo propio¡±, dice.
Emma, una chica trans del pueblo, evidencia este cambio de perspectiva. Ha crecido en un ambiente sano, sin ser se?alada por c¨®mo se identifica, algo que s¨ª han sufrido muchas personas en otros n¨²cleos peque?os.
Jes¨²s Barrio era un ni?o condenado a las collejas y a la incomprensi¨®n hasta que vio la serie Aqu¨ª no hay quien viva. A los 32 a?os, asegura que en su pueblo, Melgar de Arriba (Valladolid, 150 habitantes), y en Sahag¨²n (Le¨®n, 2.400), donde iba al colegio, le hac¨ªan ¡°la vida imposible con insultos ca?eros¡±, porque desde peque?o se le notaba ¡°que era gay y ten¨ªa pluma¡±. Fue gracias a los personajes homosexuales de la serie, Mauri y Fernando, cuando descubri¨® una ¡°referencia de que pod¨ªa tener una vida normal¡±. En su pueblo era considerado ¡°un bicho raro¡± y ahora, en una ciudad m¨¢s grande, Valladolid, se siente por fin aceptado.
Este gallego de nacimiento y castellano de adopci¨®n relata que creci¨® rodeado de una ¡°homofobia normalizada¡± que le hac¨ªa hasta temer los ¡°grupitos¡± por miedo a agresiones verbales o f¨ªsicas. ¡°No ten¨ªamos referentes y en la televisi¨®n los homosexuales estaban ridiculizados¡±, expresa. En 2007 se mud¨® a Valladolid para estudiar Artes Dram¨¢ticas. As¨ª encontr¨® la ¡°libertad¡± que le ha permitido, con el tiempo, reconciliarse con Melgar y volver de visita con su novio con la cabeza alta. ¡°Lo primero es el empoderamiento propio y aceptarte como eres, hay que trabajar mucho para que los ni?os LGTBI se vean reflejados desde pronto y no tengan miedo¡±, apunta.
Barrio padeci¨® el tener que esconder que le gustaba alg¨²n chico para eludir el escarnio y ahora ha escrito el libro El club de los olvidados (Ediciones En Huida) para ayudar a aquellos que, como ¨¦l, tuvieron que marcharse para ser lo que eran sin exponerse a miradas de incomprensi¨®n.
Sociedades m¨¢s asfixiantes
La activista LGTBI y alcaldesa del peque?o pueblo de San Pelayo (Valladolid, 50 residentes), Virginia Hern¨¢ndez, destaca que el sexilio se ha convertido en algo recurrente, pero que la diversidad sexual ha empezado a abordarse desde hace poco tiempo en el medio rural. ¡°Las sociedades rurales tradicionales han sido hist¨®ricamente m¨¢s asfixiantes que las ciudades con las sexualidades. En las ciudades eres m¨¢s impersonal, pasaba tambi¨¦n con el que no iba a misa¡±, enumera la regidora. Pide no generalizar porque insiste en que las agresiones hom¨®fobas o tr¨¢nsfobas, entre otras, se dan m¨¢s en las urbes que en los pueblos, con Briviesca como ejemplo positivo actual.
Hern¨¢ndez sostiene que el sexilio tambi¨¦n se apoya, aparte de en la intolerancia, en la falta de opciones para relacionarse: ¡°Si un chico hetero de 15 a?os tiene dificultades en pueblos de 300 habitantes, m¨¢s, con quienes no tienen con quien socializar con personas LGTBI¡±. A su juicio, los ¡°discursos reaccionarios de ciertos pol¨ªticos¡± han legitimado posturas intolerantes o agresivas que antes permanec¨ªan escondidas y han impulsado la violencia contra el colectivo.
¡ªPap¨¢, soy una mujer con pene.
¨DY yo un ping¨¹ino del Himalaya.
Ariel Gallardo, de Carmona (Sevilla), hoy se r¨ªe de lo que su padre le respondi¨® cuando ten¨ªa 25 a?os y se sincer¨®. Esas palabras le causaron gran frustraci¨®n y marcaron su juventud. ?l no se siente hombre o mujer: ¡°Uso la revoluci¨®n gramatical del g¨¦nero neutro ante un espacio no manchado por estereotipos¡±. Destaca que lo m¨¢s duro de todo consisti¨® en ¡°el conflicto cuerpo-identidad¡±, que le acab¨® generando una enorme ansiedad porque la gente rebasaba sus l¨ªmites y lo admit¨ªa ¡°con complacencia¡±. Ese da?o lo solvent¨® en Madrid, donde trabaja en una inmobiliaria, en la que no se cuestiona c¨®mo se siente: ¡°En Sevilla ¨¦ramos cuatro gates¡±.
La psic¨®loga y sex¨®loga Ana Lombard¨ªa reconoce que la falta de informaci¨®n y los tab¨²es propician que las personas LGTBI se sientan obligadas a buscar un destino donde pasar inadvertidas, sin discriminaciones. Pero matiza que a veces ¡°en los espacios peque?os se da m¨¢s tolerancia¡±. Y contin¨²a: ¡°La aceptaci¨®n ha evolucionado, pero no todo lo necesario, muchos siguen yendo a Chueca porque necesitan c¨ªrculos cerrados¡±. Lombard¨ªa cree clave informar y educar el entorno. ¡°Los grupos sociales son muy importantes y se debe naturalizar la situaci¨®n y explicar que eres la misma persona, independientemente de tu orientaci¨®n sexual¡±, agrega. La autora de Hablando con ellos. La sexualidad de los hombres hetero (Oberon), insta tambi¨¦n a que las personas LGTBI dejen espacio para resolver dudas con paciencia y resolver conflictos que puedan surgir para no confrontar.
Ese trabajo personal y social, coincide Leo L¨®pez, gaditano de 33 a?os, es la base para crecer con una identidad sexual ¡°no normativa¡±. L¨®pez naci¨® mujer, pero lleva un a?o con tratamiento hormonal porque ¡°desde peque?a se sent¨ªa chico¡± y su familia tuvo que ir normalizando una realidad que Leo no ve¨ªa respetada, sobre todo en su pueblo, S¨®ller (Mallorca), donde pasaba los veranos y pronto supo que no podr¨ªa vivir como persona LGTBI. La paz la hall¨® en el barrio madrile?o de Chueca, tras dar muchos tumbos, donde a trav¨¦s de la introspecci¨®n vio que no deb¨ªa escapar de s¨ª mismo: ¡°Pensaba que cambiando de trabajo o ciudad me sentir¨ªa mejor, pero era porque no lograba encontrarme y culpaba a las circunstancias¡±. Ahora, en C¨¢diz, por fin siente un hogar.