Carme Guil, magistrada: ¡°Las v¨ªctimas de violencia de g¨¦nero tambi¨¦n han de poder decidir si quieren dialogar con sus agresores¡±
La presidenta en Espa?a de los magistrados europeos por la mediaci¨®n afirma que el veto legal supone ¡°infantilizar¡± a quienes han sufrido malos tratos y agresiones sexuales
La magistrada catalana Carme Guil preside, desde junio, la secci¨®n espa?ola del Grupo Europeo de Magistrados por la Mediaci¨®n (GEMME Espa?a), que promueve, entre otras cosas, la ¡°justicia restaurativa¡±, una forma de resoluci¨®n de conflictos en el ¨¢mbito penal que da a v¨ªctimas y agresores un espacio de encuentro alternativo al sistema judicial. Pese a ...
La magistrada catalana Carme Guil preside, desde junio, la secci¨®n espa?ola del Grupo Europeo de Magistrados por la Mediaci¨®n (GEMME Espa?a), que promueve, entre otras cosas, la ¡°justicia restaurativa¡±, una forma de resoluci¨®n de conflictos en el ¨¢mbito penal que da a v¨ªctimas y agresores un espacio de encuentro alternativo al sistema judicial. Pese a la escasa cobertura legal, en Espa?a hay experiencias en muchos campos del delito ¡ªdesde una pelea entre vecinos hasta el terrorismo de ETA¡ª, pero hay un ¨¢mbito en el que resulta imposible porque la ley lo proh¨ªbe de forma taxativa: la violencia machista, tanto en el delito de maltrato dentro de la pareja y expareja como en las agresiones sexuales. Guil critica ese veto y defiende un cambio de rumbo: ¡°Esas v¨ªctimas tambi¨¦n han de decidir si quieren dialogar con sus agresores con ayuda de facilitadores expertos y en espacios restaurativos seguros¡±.
La pol¨¦mica ley del solo s¨ª es s¨ª, promovida por la ministra de Igualdad, Irene Montero, incluye un art¨ªculo que proh¨ªbe la ¡°mediaci¨®n¡± en supuestos de violencia sexual, en la senda de la norma de 2004 sobre violencia de g¨¦nero. Guil, que es magistrada en la Audiencia de Barcelona y antes fue fiscal, discrepa de esa prohibici¨®n, que no existe en otros pa¨ªses del entorno europeo, y la atribuye al ¡°desconocimiento de la justicia restaurativa¡±, un espacio ¡°seguro¡± y cuyo acceso es siempre ¡°voluntario¡± para v¨ªctimas y agresores. ¡°Hay prejuicios y desconfianza porque se piensa que los facilitadores de esos procesos no proteger¨¢n suficientemente a la v¨ªctima¡±.
¡°El veto traslada la idea de que a las v¨ªctimas solo se las protege con la justicia penal. Y eso es infantilizarlas, darles un trato paternalista, porque no se las deja opinar¡±, dice Guil, consciente de que defiende una posici¨®n pol¨¦mica que es rechazada por parte del movimiento feminista. ¡°?Por qu¨¦ es de peor condici¨®n una v¨ªctima de violencia de g¨¦nero que una v¨ªctima terrorista?¡±, agrega en alusi¨®n a los encuentros entre familiares de v¨ªctimas de ETA y los asesinos, como el que protagonizaron Maixabel Lasa y Luis Carrasco.
Los procesos de justicia restaurativa sobre violencia de g¨¦nero funcionan con ¨¦xito en pa¨ªses como Austria (pionero en la materia), Finlandia o el Reino Unido. Guil se?ala que hay muchos formatos posibles (no siempre son encuentros directos entre agresor y v¨ªctima), subraya que el proceso siempre es voluntario y confidencial y aclara que ¡°no sustituye al proceso penal, ni lo suspende, sino que va en paralelo¡±. ¡°Lo que pasa se queda all¨ª. Si la mediaci¨®n no es viable, el asunto regresa al ¨®rgano judicial sin m¨¢s detalles, los jueces no sabemos qu¨¦ ha pasado y el proceso no queda contaminado¡±. Hay muchas formas de aproximarse. En Austria, por ejemplo, trabajan con mediadores que ¡°intercambian mensajes entre la v¨ªctima y el victimario¡±, de manera que se despeja ¡°cualquier duda sobre el riesgo que algunos creen ver en este sistema¡±.
¡°Cuando entran en el juzgado, las v¨ªctimas se quejan de que nadie las tiene en cuenta. En estos procesos, seg¨²n nos dice la experiencia europea, se sienten escuchadas y atendidas. Tienen la posibilidad de preguntar, de explicar c¨®mo les ha afectado lo ocurrido, de contar c¨®mo han cambiado sus vidas¡±. La justicia restaurativa, dice la magistrada, ¡°neutraliza el sentimiento de culpa y verg¨¹enza y aumenta su autoestima¡±. ¡°Una legislaci¨®n que solo atiende a la protecci¨®n de la v¨ªctima dictando ¨®rdenes de alejamiento [en su parte penal] no mira por su inter¨¦s. La v¨ªctima necesita dejar de serlo, y en estos procesos puede lograrlo¡±. Guil advierte de que la justicia restaurativa no est¨¢ para ¡°vaciar los juzgados penales¡±, sino para ¡°concienciar de que la soluci¨®n para la v¨ªctima no siempre es poner una denuncia o buscar la sanci¨®n de su agresor¡±.
Menos reincidencia
Para los maltratadores, sean presuntos o condenados, someterse a esos procesos ¡°disminuye el riesgo de reincidencia¡±. A diferencia de las sentencias dictadas de conformidad con las partes antes del juicio ¡ªen las que el acusado acepta los hechos a cambio de una rebaja de pena¡ª, en la justicia restaurativa ¡°hay una reflexi¨®n, una responsabilizaci¨®n y una aceptaci¨®n del da?o causado¡±. ¡°Eso es un motor de cambio que beneficia a toda la comunidad. Es bastante m¨¢s profundo y hay m¨¢s garant¨ªas de que el causante del da?o no vuelva a hacerlo. Si entra en prisi¨®n y ya est¨¢, no integra que deba cambiar nada y acaba sinti¨¦ndose v¨ªctima del sistema¡±.
Navarra, Pa¨ªs Vasco y Catalu?a llevan la delantera en experiencias restaurativas y cuentan con ¡°servicios p¨²blicos dentro de la administraci¨®n de justicia¡±. Los jueces, adem¨¢s, ¡°derivan cada vez m¨¢s asuntos¡± a la justicia restaurativa. Pero no acaban de sentirse c¨®modos, explica Guil, por la falta de un paraguas legal. El sost¨¦n normativo es el art¨ªculo 15 del estatuto de la v¨ªctima del delito, que se?ala que esta ¡°podr¨¢ acceder a servicios de justicia restaurativa¡± para obtener ¡°una adecuada reparaci¨®n material y moral¡± del da?o sufrido. Guil pide una ¡°legislaci¨®n b¨¢sica¡± que las instituciones europeas piden desde hace a?os: una recomendaci¨®n del Consejo de Ministros de la UE (2018) y la Declaraci¨®n de Venecia (2021) apuntan en esa direcci¨®n.
¡°Los medios materiales y humanos se destinan todav¨ªa a una respuesta penal punitivista¡±, dice Guil, que ve resistencias a la hora de legislar y pide ¡°un cambio de paradigma¡±. ¡°No decimos que el sistema penal deje de existir. Pero s¨ª que la respuesta que ahora se ofrece, que se limita a castigar, para las v¨ªctimas es insuficiente. Si no consigo que el autor del delito desista de volverlo a hacer, o si no consigo que el ciudadano que ha sufrido un delito se sienta mejor y m¨¢s seguro, no estoy haciendo bien mi trabajo¡±.
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