Carles Soler, experto en reinserci¨®n de violadores: ¡°Las penas m¨¢s largas no son m¨¢s disuasorias, a veces empeoran las cosas¡±
El pionero en la aplicaci¨®n de programas para delincuentes sexuales en Catalu?a explica que la reincidencia se reduce ¡°si parte de la rehabilitaci¨®n se hace en contacto con la sociedad¡±
A finales de los 90, Carles Soler recibi¨® el encargo que abri¨® el camino hacia la rehabilitaci¨®n de los presos condenados por agresi¨®n sexual. Inspirados en el modelo de Canad¨¢, los programas de tratamiento arraigaron en las c¨¢rceles catalanas y contribuyeron, entre otras cosas, a reducir las tasas de reincidencia. Hoy, el 5,8% de los agresores sexuales vuelve a cometer el mismo tipo de delito frente al 30% de la poblaci¨®n reclusa en general, seg¨²n datos del Gobierno catal¨¢n. Psic¨®logo de formaci¨®n, ahora investigador en el Centro de Estudios Jur¨ªdicos y Formaci¨®n Especializada (CEJFE) de la Generalitat, Soler admite que la rehabilitaci¨®n no siempre funciona y agrega que condenas m¨¢s largas y severas no son, por s¨ª mismas, una garant¨ªa de reinserci¨®n; a veces, dicen los estudios, producen un efecto indeseado. El rechazo social con el que topa el agresor una vez que ha cumplido su condena es otro de los factores de riesgo que intentan minimizar.
Pregunta. Las tasas de reincidencia ser¨¢n bajas, pero la puesta en libertad de un agresor sexual no rehabilitado genera una gran alarma social.
Respuesta. Y es normal, porque el da?o a la v¨ªctima y a su entorno es muy grave. Es dif¨ªcil entender que alguien cometa un acto tan brutal. Pero a veces confundimos la gravedad del delito con la frecuencia con la que se da.
P. ?Qu¨¦ explica el nivel de reincidencia de los violadores?
R. Ocurre, en general, con los delitos violentos como las agresiones sexuales u homicidios: la reincidencia es m¨¢s baja que en los delitos contra la propiedad. La mala noticia es que, en los delincuentes sexuales de alto riesgo, la tasa de reincidencia puede llegar al 50%. La buena noticia es que tenemos programas que reducen ese riesgo de forma notable.
P. ?Qu¨¦ convierte a un agresor sexual en uno de alto riesgo?
R. Hay muchos factores. Cuantas m¨¢s veces haya cometido la agresi¨®n, m¨¢s riesgo hay. Tambi¨¦n influye la edad: cuanto m¨¢s joven empieza, peor. O la versatilidad delictiva: el individuo que un d¨ªa viola pero al d¨ªa siguiente trafica con drogas. Todos esos son factores que llamamos est¨¢ticos, que no cambian. Pero hay otros sobre los que s¨ª se puede incidir. Y uno muy importante es el aislamiento social, cuando el delincuente sexual piensa que ser¨¢ rechazado por la sociedad porque todos le consideran un monstruo.
P. Ese violador en serie, ?qu¨¦ porcentaje representa?
R. Puede estar alrededor del 10%. Pero es solo uno de los muchos perfiles que encontramos. Est¨¢ el adulto que comete un ¨²nico delito, el ped¨®filo que pasa a la acci¨®n, la persona que por raz¨®n de su trabajo, por ejemplo porque es un monitor y est¨¢ en contacto con menores, se aprovecha de la situaci¨®n...
P. ? Cada uno de esos perfiles necesita un acercamiento distinto?
R. Hay aspectos comunes que trabajamos con todos, como la prevenci¨®n de reca¨ªdas. El agresor ha de ser consciente de qu¨¦ situaciones pueden hacer bajar su autocontrol y actuar como un disparador. Pero despu¨¦s hay que examinar qu¨¦ necesita cada uno.
P. Los programas individuales para agresores sexuales en las c¨¢rceles catalanas, ?c¨®mo funcionan?
R. Cuando el agresor es condenado, se le somete a un estudio a fondo por parte de psic¨®logos, juristas, trabajadores sociales que deciden su clasificaci¨®n penitenciaria y eval¨²an, tambi¨¦n, el riesgo de reincidencia. Como son condenas largas, la mayor¨ªa de ellos son clasificados en r¨¦gimen ordinario. Se van trabajando aspectos como el autocontrol, las adicciones... Pero el programa espec¨ªfico para agresores sexuales se les ofrece cuando se acerca el cumplimiento de la cuarta parte de la pena y pueden empezar a disfrutar permisos.
P. ?En qu¨¦ consiste?
R. Son dos sesiones por semana durante cuatro meses, en grupo, para fomentar ciertas din¨¢micas. Intentamos que sean un traje a medida. Es importante el trabajo previo y que, despu¨¦s, sigan teniendo supervisi¨®n y tratamiento en semilibertad. En las sesiones, trabajamos la autobiograf¨ªa. Los presos nos explican c¨®mo fue la cadena de conductas y pensamientos que les llevaron a cometer la agresi¨®n. Intentamos ayudarles a detectar esas se?ales y a reflexionar sobre qu¨¦ har¨¢n si se vuelven a encontrar ante una situaci¨®n similar. La mayor¨ªa [un 75%, seg¨²n los datos de la Generalitat] aceptan seguir el programa.
P. ?Qu¨¦ les lleva a decir que s¨ª?
R. Su objetivo, al principio, es optar a obtener permisos. Pero debemos romper un t¨®pico. Tendemos a separar a los delincuentes en dos bandos: los que asumen lo que han hecho y buscan ayuda y los que solo quieren salir. Hay m¨¢s matices, m¨¢s ambivalencias. Los agresores se han pasado todo el proceso penal negando o minimizando los hechos para lograr la absoluci¨®n. Cuanto m¨¢s tiempo pasa, m¨¢s f¨¢cil es trabajar la motivaci¨®n: empiezan a ver que hay una v¨ªctima que ha sufrido mucho, se van haciendo responsables de lo que han hecho. Pero a nadie, y menos dentro de la prisi¨®n, le gusta reconocer que ha violado a mujeres o abusado de ni?os. Los estudios nos demuestran que los delincuentes no tienen una forma de juzgar los delitos distinta del com¨²n de la poblaci¨®n. Para ellos, lo que han hecho est¨¢ mal, y si asumen toda la responsabilidad, se sienten muy inc¨®modos.
P. ?Justifican, de un modo u otro, sus actos?
R. S¨ª, son mecanismos de defensa y son habituales. Algunos niegan los hechos, otros los minimizan. Recuerdo un caso muy grave, en el que un delincuente que hab¨ªa secuestrado a la v¨ªctima y la ten¨ªa atada, dec¨ªa que le daba de comer y estaba pendiente de ella, con lo que as¨ª minimizaba el da?o. Muchos se presentan como v¨ªctimas del alcohol, o de un trastorno mental, o de circunstancias dif¨ªciles. O alegan que de peque?os hab¨ªan sido abusados.
P. ?Sufrir una agresi¨®n en la infancia es un factor de riesgo?
R. Es otro t¨®pico. Encaja con el sentido com¨²n, pero no es un factor determinante. La clave es saber c¨®mo el ni?o abusado vive y procesa esa experiencia traum¨¢tica.
P. ?Para los violadores, aceptar lo que han hecho es asomarse a un abismo?
R. S¨ª. Necesitan un relato que puedan soportar. No podemos esperar un 100% de reconocimiento o de autocastigo. Han de encontrar un equilibrio que, en el mejor de los casos, pasa por que acepten el pasado y reconozcan que han hecho da?o a otras personas.
P. Los programas, las terapias... ?son capaces de cambiar a un agresor sexual?
R. Las teor¨ªas del desistimiento indagan qu¨¦ le pasa a la gente que abandona la actividad delictiva. ?Son capaces de hacer un viaje que cambia su forma de verse, su identidad, su manera de entender las relaciones interpersonales? La evidencia apunta a que es posible, pero es necesario un cambio en el relato que hacen de s¨ª mismos. Con los agresores sexuales, el cambio no es espectacular, vemos que siempre queda una parte de justificaci¨®n de s¨ª mismos.
P. Tarde o temprano, haya funcionado o no el programa de rehabilitaci¨®n, el agresor cumple condena y sale a la calle.
R. S¨ª, por eso es interesante que, antes de su libertad definitiva, pueda seguir parte del tratamiento en r¨¦gimen abierto, en tercer grado o durante la condicional. Tenemos m¨¢s ¨¦xito en la reducci¨®n de la tasa de reincidencia si una parte de la intervenci¨®n la hacemos fuera de prisi¨®n, en contacto con el medio social, porque es ah¨ª donde van a aparecer las situaciones de riesgo y los problemas.
P. ?Qu¨¦ opciones hay?
R. Uno de los programas es Cercles [C¨ªrculos, en castellano], en el que un grupo de voluntarios se re¨²ne con un interno en tercer grado. No hay una polic¨ªa que vigile al agresor, pero s¨ª unas personas que llevan a cabo un control social informal, a las que puede recurrir en caso de necesidad. Recuerdo un interno que hab¨ªa roto con su pareja y llam¨® a uno de los voluntarios, que activ¨® al coordinador. El agresor tuvo una alternativa a lo que habr¨ªa hecho en otras situaciones, que es ir a un bar, tomarse unas cervezas y empezar a dar vueltas por la calle, que es lo peor que podr¨ªa haber hecho.
P. ?Funciona Cercles?
R. Hemos visto que s¨ª, que reduce mucho la reincidencia, tanto aqu¨ª como en Canad¨¢, Estados Unidos o Reino Unido. En Cercles se trabaja la gesti¨®n del tiempo libre, el exceso de confianza en que no se reincidir¨¢. Y factores que aumentan mucho el riesgo, como el aislamiento o el rechazo social. Si los delincuentes, al salir, encuentran el rechazo de la gente, el lugar donde encontrar¨¢n una c¨¢lida acogida ser¨¢ el grupo de delincuentes. Se retroalimentar¨¢n, y eso es lo que no queremos.
P. Una de las funciones m¨¢s delicadas en prisi¨®n es evaluar el nivel de riesgo de los internos. ?C¨®mo lo hacen?
R. Como en otras disciplinas, como la medicina. Cogemos una muestra de internos para ver las diferencias entre los que reinciden y los que no. En 2015 publicamos un estudio para constatar si funcionaba y ahora lo volveremos a hacer. Vamos ajustando la herramienta, pero siempre existe un margen de error. Como cuando vas al m¨¦dico. Pero tener un sistema de evaluaci¨®n da transparencia, te permite saber por qu¨¦ se han tomado las decisiones.
P. La responsabilidad de los profesionales debe de ser enorme.
R. Es una presi¨®n grande, s¨ª, porque la sociedad espera de ti que esos presos no vuelvan a delinquir. Pero la decisi¨®n no es de una sola persona. La toma un equipo, despu¨¦s la junta de tratamiento de la c¨¢rcel, y despu¨¦s es validada o no por el Departamento de Justicia. Al final, ante un tercer grado por ejemplo, la Fiscal¨ªa puede recurrir, hay un juzgado de vigilancia penitenciaria... Hay muchos ojos mirando.
P. Las condenas, ?cuanto m¨¢s largas, mejor?
R. No. Es cierto que, si quienes cometen delitos graves no fueran condenados penalmente, la sociedad perder¨ªa la confianza en la justicia. Pero no debemos perder de vista que el sistema nos dice que el principal objetivo es que esa persona no vuelva a delinquir. Y hay mucha evidencia cient¨ªfica que indica que penas m¨¢s largas para los agresores sexuales no son m¨¢s disuasorias, sino que a veces empeoran las cosas porque entorpecen la rehabilitaci¨®n. Las condenas ya son, en general, largas, un a?o m¨¢s o menos no marca la diferencia.
P. ?Por qu¨¦?
R. No s¨¦ si recuerda Cadena perpetua. No me gustan las pel¨ªcula de prisiones, pero esta s¨ª. Cuando Morgan Freeman sale en libertad, trabaja en una tienda y pide permiso al jefe para ir al lavabo. Est¨¢ institucionalizado. Intentamos que las prisiones sirvan para que el interno no vuelva a delinquir. Pero estar encerrado durante muchos a?os, limitando las personas con las que te relacionas, en un lugar donde los horarios est¨¢n decididos y tienes poco margen de decisi¨®n.... Todo eso hace que, si alguna vez fuiste capaz de vivir en sociedad, lo olvides.
P. Con los agresores sexuales hay una reacci¨®n muy visceral.
R. S¨ª. Pero las pol¨ªticas de mano dura en prisi¨®n, lo hemos de decir, no funcionan. Alargar las condenas porque s¨ª o abrir una p¨¢gina web donde queden registrados los delincuentes sexuales del barrio... Los estudios nos dicen tozudamente que eso no funciona y, a veces, empeora las cosas.
P. Buena parte de la pol¨¦mica por la ley del solo s¨ª es s¨ª viene, precisamente, por la rebaja de penas que ha supuesto para algunos agresores.
R. Una de las noticias que se han resaltado es que uno de los componentes de la Manada de Pamplona hab¨ªa pedido una rebaja de 15 a 13 a?os y medio. Lo que quiero decir es que el hecho de estar un a?o m¨¢s en prisi¨®n no cambiar¨¢ su conducta ni, desde luego, reducir¨¢ el riesgo de que reincida.
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