Karmele Marchante: ¡°El amor me jodi¨®, como a todas¡±
La periodista y activista feminista public¨® hace unos meses su biograf¨ªa, ¡®No me callo¡¯, en la que hace un repaso a toda su vida, que va mucho m¨¢s all¨¢ de su paso por los plat¨®s en los programas del coraz¨®n
La casa donde creci¨® Karmele Marchante era una de esas casas donde los trapos se lavan dentro y no fuera, y donde la Guerra Civil sal¨ªa a relucir solo para rezar por sus ca¨ªdos, por Dios y por Espa?a. Su madre quiso ser maestra, pero su padre, el abuelo de Marchante, no lo permiti¨®. Y no se crio con ella, ni con su padre, coronel de infanter¨ªa, sino en Tortosa (Tarragona) con su abuela hasta los 12 a?os, que no la llamaba Karmele sino Mari Carmen, y tambi¨¦n con Lupe, la chica que trabajaba en ese hogar que contaba con tres cocinas, tres ba?os, abarcaba una manzana completa y daba a varias calles. No tuvo ni una amiga, ¡°cero¡±, y sus padres ¡°eran un punto en el mapa¡±, exactamente en Toledo, donde se mudaron cuando naci¨® su hermana Charito, dej¨¢ndola a ella con su abuela. Lo cuenta en un sal¨®n del Hotel Palace en Madrid, un sitio que eligi¨® ella porque es parte de su vida: porque ah¨ª se re¨²nen las del Club de las 25 (un colectivo feminista del que fue cofundadora en 1997), porque ah¨ª ha pasado noches ¡°de amor y sexo o solo de sexo, que el amor no hace falta siempre¡±, porque para ella siempre ser¨¢ ese lugar lleno de periodistas y pol¨ªticos y bullicio y ¡°conversaciones que interesaban¡±.
En las escaleras de ese hotel sigui¨® la noche del golpe de Estado y en esas mismas escaleras habla de todo lo que se le ha cruzado en la vida hasta ahora, hasta sus 76 a?os. De todo: sexo, amor, misoginia, violencia, pol¨ªtica, feminismo y amigas ¡ª¡±una de las cosas m¨¢s valiosas e importantes de mi vida¡±¡ª. ¡°Cero reparos¡± a la hora de contar tiene esta mujer a la que casi todo el mundo conoce, pero poca gente sabe qui¨¦n es, como ¡°cero reparos¡± tuvo al escribir su autobiograf¨ªa, No me callo, que public¨® con Penguin el pasado noviembre.
Pregunta. ?Por qu¨¦ decidi¨® contar su vida as¨ª, abierta en canal?
Respuesta. Hay gente que me quiere y gente que me odia. Y gente que me conoce como persona y que me conoce como personaje. Una de las misiones que me propuse es que me conocieran como persona y mostrar lo que he hecho durante toda mi vida, que no soy solo mis ¨²ltimos a?os profesionales.
P. Se refiere a los de la prensa rosa, ?le han perjudicado?
R. Mucho. Estamos en una sociedad del espect¨¢culo que escribi¨® Vargas Llosa en un momento en el que estaba todav¨ªa bien de la cabeza. Todo es fugaz, solo queda lo ¨²ltimo. Es as¨ª con todo, conmigo, y ha sido negativo para m¨ª.
P. Leyendo el libro da la sensaci¨®n de que no encaja en ese mundo.
R. No, porque nunca fue mi mundo, me di cuenta tarde, no al principio, cuando entr¨¦.
Marchante estudi¨® en la Universidad de Navarra y en la Escuela Oficial de Periodismo de Barcelona. Trabaj¨® en la UNESCO, fue una de las fundadoras del grupo LAMAR (Lucha Antipatriarcal de Mujeres Antiautoritarias y Revolucionarias) y de la revista Ajoblanco, dirigi¨® otra, Star, ambas de la contracultura de aquel momento. Estuvo en la preparaci¨®n de las primeras Jornadas Feministas a nivel estatal en Madrid y Barcelona. Colabor¨® para Tiempo e Intervi¨² durante a?os. Entrevist¨® a Adolfo Su¨¢rez, a la plana mayor de las FARC, el M19 y el narcotraficante Fabio Ochoa. Pas¨® por Informe Semanal en Televisi¨®n Espa?ola, Radio Nacional de Espa?a y la COPE. Consigui¨® una beca Fulbright en Washington¡ Y todo cambi¨® cuando se sent¨® en el plat¨® de T¨®mbola, en 1997.
P. ?Cu¨¢l fue el motivo de aceptar ese trabajo?
R. El dinero, en aquel momento y luego durante mucho tiempo.
P. ?Le pesa ahora?
R. S¨ª. Si se pudiese volver atr¨¢s, ojal¨¢ se pudiese, no lo har¨ªa.
P. ?Algo que salvar de aquella ¨¦poca?
R. Algunas. Mar¨ªa Teresa Campos entre ellas. Y quiero hablar de ella porque siempre se habla de los grandes comunicadores varones, pero no se habla de las grandes comunicadoras mujeres. Ella lo ha sido: innovadora, creadora de formatos copiados luego por muchas cadenas y programas. Una gran profesional de la que me molest¨® siempre mucho que se la llamara la reina de las marujas. A ella tambi¨¦n. Ten¨ªa poder y autoridad y rompi¨® muchos techos de cristal. De ella y con ella aprend¨ª much¨ªsimo.
P. ?C¨®mo era entonces ese mundo para las mujeres?
R. Dif¨ªcil. El feminismo no era lo que es ahora y te encontrabas con situaciones muy dif¨ªciles: no te escuchaban, te ignoraban, tus opiniones no contaban o no te hac¨ªan ni caso. Me cruc¨¦ en Televisi¨®n Espa?ola con un jefe, mis¨®gino, que si eras mujer nunca te miraba a la cara, jam¨¢s. Me odiaba a muerte por ser feminista. ?Sigue ocurriendo? S¨ª, pero no de forma tan extendida como antes. Hay cosas que ya no pasan o no tanto como antes.
P. ?Eso aplicar¨ªa tambi¨¦n a su infancia? En el libro narra c¨®mo sus padres estuvieron desaparecidos cuando era ni?a, c¨®mo sus dos hermanos murieron, uno muy pronto y la otra tras un atropello cuando usted ten¨ªa 16 a?os, las palizas de su padre y c¨®mo convert¨ªa su vida cada verano, que era cuando le ve¨ªa, en un infierno. Llega a contar que un d¨ªa le sac¨® una pistola, y c¨®mo su madre nunca reaccion¨® frente a eso.
R. Soy incapaz de acordarme de qu¨¦ discut¨ªamos, eran tantas y tan seguidas¡ ?l era una persona iracunda. En una de esas me sac¨® una pistola, me dijo que estaba cargada, que si no le ped¨ªa perd¨®n iba a disparar y le dije que lo hiciera, que perd¨®n no le iba a pedir. Lo que m¨¢s me doli¨® de eso es que mi madre no hizo nada. Nunca hizo nada. A ¨¦l nunca se lo perdon¨¦. Con ella, muchos a?os despu¨¦s, pude hablar de esto y nos reconciliamos. Me pidi¨® perd¨®n arrepentida por todo lo que no hab¨ªa hecho, me explic¨® que eran las circunstancias, que en aquel momento pensaba que callar ante mi padre era lo que pensaba que ten¨ªa que hacer y que todo lo que hizo o lo que no hizo fue pensando en lo que crey¨® que era por mi bien.
P. ?Dir¨ªa hoy que su padre fue un maltratador?
R. Claro que s¨ª. Entonces [1969] era lo normal, no se cuestionaba socialmente la autoridad paterna y la violencia no era vista como ahora. Si fuese hoy, lo denunciar¨ªa.
P. Tiene otro recuerdo grabado de su adolescencia, ?verdad?
R. El d¨ªa que me vino la regla. Mi madre simplemente me dijo que fuese con ella al ba?o a lavarme y a ponerme unos pa?os que ya era mujer, y mi padre que con eso ya ten¨ªa que tener cuidado con los hombres y no dejarme tocar nunca. Ninguna explicaci¨®n m¨¢s.
P. Form¨® parte de una generaci¨®n a oscuras.
R. De todo. Nadie jam¨¢s nos explic¨® nada: ni de la regla, ni de la vida, ni del sexo o la masturbaci¨®n, ni del amor, ni de nada. Y no se nos ocurr¨ªa preguntar porque no sab¨ªamos ni que nada de eso exist¨ªa.
P. Le pregunto por el amor.
R. Pues el amor me jodi¨®, como a todas. He tenido cosas buenas y cosas malas, pero las malas han sido pat¨¦ticamente malas. Mi primer marido era un vikingo island¨¦s, literalmente. Fue un amor arrasador, hasta que acab¨® metido en una secta y diciendo que ve¨ªa pimientos verdes en el techo y un buen d¨ªa vino su padre a Barcelona y se larg¨®. Ahora predica en las Islas Feroe. El segundo fue el que se lo llev¨® todo. Era un meapilas de derechas, pero me enga?¨® a m¨ª como a todos mis amigos, cay¨® bien enseguida. Al cabo de tres meses yo me di cuenta de que aquello no funcionaba, no trabajaba y se hac¨ªa la v¨ªctima, a m¨ª me daba pena y en vez de dejarlo y quit¨¢rmelo de encima, puse mis finanzas en sus manos con un poder notarial. Me lo quit¨® todo, nunca consegu¨ª recuperar nada. Y ah¨ª tienes un ejemplo m¨¢s.
P. De qu¨¦.
R. De c¨®mo somos las mujeres ante el amor y c¨®mo nos ciega. So?amos, tenemos todav¨ªa metidos los mitos del amor rom¨¢ntico, confiamos en demas¨ªa, nos entregamos por completo y ah¨ª es por donde nos pillan. En mi caso fue por dinero. Eso que ahora veo como violencia econ¨®mica, afectiva, no lo vi. Por muy feminista que fuera.
P. Hubo otro m¨¢s.
R. Otro amor loco, s¨ª. Uno de esos hombres a los que llamamos interesantes. Viajado, inteligente, con un muy buen trabajo. Nos re¨ªamos, nos drog¨¢bamos. Amor y sexo. Y un d¨ªa se me cay¨® todo encima cuando me enter¨¦ de que ten¨ªa otra mujer porque la otra s¨ª se estaba dando cuenta de que algo estaba pasando. Las se?ales estaban ah¨ª, pero yo no las ve¨ªa. Me cost¨® tres a?os de terapia y amigas decir un d¨ªa: soy una mujer de izquierdas y feminista y no voy a seguir con esto, vete.
P. ?Se ha sentido alguna vez culpable de todo aquello?
R. Alguna vez, s¨ª. He pensado ¡°esto te pasa por idiota¡±. Con ese ¨²ltimo fui siete a?os idiota. Pero no es eso, es la idea del amor que aprendemos sobre todo las mujeres, que lo es todo. Hace que sea muy dif¨ªcil identificar y salir de esas situaciones. Creo que tambi¨¦n la falta de cari?o durante toda mi infancia me hizo convertirme en alguien que siempre busc¨® como loca el afecto, a costa de muchas cosas, de mucho dolor a veces.
P. ?Cree que esa infancia en una familia como la suya, franquista, conservadora, la hizo rebelarse contra todo, tambi¨¦n en pol¨ªtica?
R. Puede ser. Todo empez¨® desde muy joven. A la Constituci¨®n, por ejemplo, votamos no [el grupo al que pertenec¨ªa, LAMAR, Lucha Antipatriarcal de Mujeres Antiautoritarias y Revolucionarias]. La estudiamos y vimos que era patriarcal y machista. Y lo es. De hecho aquel d¨ªa, el 6 de diciembre del 78, nos pill¨® viajando a un congreso en Bruselas de la Internacional Feminista donde estaba, entre otras, Simone de Beauvoir. Siempre he sido votante de izquierdas. Mucho a Izquierda Unida. Y luego a Podemos.
P. ?Y ahora?
R. No me alejo de Podemos, tengo muchas amigas ah¨ª, apoyo a Irene Montero. Tambi¨¦n creo que desde la ¨¦poca de Clara Campoamor, nunca a una mujer pol¨ªtica se le ha tratado tan mal. Quiz¨¢s a Emilia Pardo Baz¨¢n, a la que hac¨ªan aquellas caricaturas tan horribles porque estaba gorda y porque so?aba con Benito P¨¦rez Gald¨®s.
P. En el libro escribe que a cierre de esas l¨ªneas, a usted solo la reconforta una pol¨ªtica.
R. S¨ª. Yolanda D¨ªaz. Lo que yo quisiera es que toda la izquierda se uniera con Yolanda. Y que se dejen de memeces. En pol¨ªtica y en el feminismo. Ahora mismo, dividir la izquierda, como dividir el feminismo, es mezquino.
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