¡°Es normal que los padres de un asesino sientan culpa, pero no est¨¢ justificada, no pueden moldear a sus hijos¡±
Vicente Garrido, psic¨®logo y catedr¨¢tico en Criminolog¨ªa de la Universidad de Valencia, cree que el seguimiento del crimen de Daniel Sancho y de su familia es parte del inter¨¦s en conocer la naturaleza humana
Es ¡°totalmente normal¡± que media Espa?a siga el crimen de Daniel Sancho, que se ha confesado asesino del colombiano Edwin Arrieta en Tailandia. Lo dice a trav¨¦s de una entrevista hecha mediante correo electr¨®nico y llamada telef¨®nica Vicente Garrido (Valencia, 65 a?os), psic¨®logo y catedr¨¢tico en Criminolog¨ªa de la Universidad de Valencia, autor de True Crime. La fascinaci¨®n del mal (Ariel). No ve morbo en este seguimiento, sino ¡°inter¨¦s por entender la naturaleza y humana¡± y tampoco cree que se minusvalore a la v¨ªctima y a sus allegados cuando se intenta comprender qu¨¦ siente la familia del asesino.
Pregunta. ?Se han estudiado los efectos psicol¨®gicos en los familiares de los asesinos?
Respuesta. Hay una cierta investigaci¨®n sobre este campo, aunque no es muy abundante, por varias razones. La primera es que muchas familias no quieren colaborar; se encierran en su propio dolor y no quieren volver a revivir la experiencia traum¨¢tica que acompa?¨® en todo el proceso que sigui¨® al descubrimiento del crimen de su hijo, esposo o hermano. Otra raz¨®n es que hay asesinos cuyas familias forman parte de un mundo marginal y no desean colaborar con ning¨²n proyecto que tambi¨¦n les pueda exponer a ellos. Y una tercera es que, a diferencia de los familiares de las v¨ªctimas, hay menos inter¨¦s entre los investigadores por ocuparse de las familias de los asesinos, ya que los medios y los objetivos en materia de proyectos acad¨¦micos no les prestan casi atenci¨®n.
P. ?Qu¨¦ conclusiones se sacan de estas investigaciones?
R. La mayor parte de lo que sabemos se refiere a aquellas familias m¨¢s integradas socialmente, con hijos que han cometido cr¨ªmenes y no tienen antecedentes delictivos importantes, que han tenido la voluntad y el deseo de compartir sus experiencias. En general podemos decir que el problema fundamental al que han de hacer frente esas familias es el estigma de tener un hijo o esposo asesino (utilizo el masculino por su mayor prevalencia, pero esto ha de aplicarse para ambos sexos). El estigma es mayor para los padres porque la gente tiende a extender la responsabilidad del crimen a los padres del asesino, dada la opini¨®n extendida de que un hijo es dependiente de la crianza que estos le han proporcionado en su infancia y juventud. Junto al estigma, y por esta misma raz¨®n, los propios padres pueden sentirse terriblemente culpables, repasando su historia compartida y pregunt¨¢ndose qu¨¦ hicieron mal para que su hijo obrara de ese modo. Una consecuencia de todo lo anterior es el aislamiento social y el desarrollo de una desconfianza y suspicacia acerca de quienes se acerquen a ellos (temiendo siempre que les condenen por tener un hijo asesino), as¨ª como problemas psicol¨®gicos asociados con la ansiedad y la depresi¨®n. Por supuesto, hay grandes variaciones en todo este proceso, y mientras que unas familias pueden normalizar su vida, otras pueden arrastrar mucho m¨¢s tiempo, y quiz¨¢s para siempre, esas disfunciones vitales.
P. ?Se sabe hasta qu¨¦ punto influye esta crianza?
R. Si estamos hablando de gente con historial delictivo, ah¨ª las familias difieren. En familias integradas cuyo hijo mata una sola vez, sin antecedentes, esa sensaci¨®n de culpa la comprendo, pero lo que nos dice la criminolog¨ªa es que no est¨¢ justificada, porque es algo que no puedes predecir. Las familias no son como maestros torneros que moldean el 100% de la personalidad de los hijos. Claro que marcan y son importantes, pero los seres humanos son libres y toman sus decisiones.
P. Con el crimen de Daniel Sancho, la poblaci¨®n espa?ola est¨¢ muy pendiente del asesino y su familia, ?le estamos quitando importancia a la v¨ªctima?
R. Es del todo normal que en Espa?a nos interese mucho m¨¢s el asesino que la v¨ªctima, porque es hijo y nieto de un actor venerado, mientras no conocemos nada del otro se?or. Por supuesto que es un ser humano, pero podr¨ªa ser cualquier otro. Nos interesa este crimen porque en teor¨ªa alguien as¨ª no deber¨ªa cometerlo. Es una gran sorpresa. Otra cuesti¨®n habr¨ªa sido si desde peque?o este chico hubiera dado quebraderos de cabeza a su padre y desde que tiene 14 a?os hubi¨¦ramos le¨ªdo noticias de que estaba en tribunal de menores por robar y dar palizas. Eso nos hubiera sorprendido y afectado menos. Nadie sab¨ªa nada sobre ese potencial de violencia ni que ten¨ªa relaciones complicadas. Es como si un d¨ªa descubres que los GEO han entrado a la panader¨ªa de abajo, regentada por una abuelita, por ser un dep¨®sito de drogas. Te quedar¨ªas muerto. Pues eso nos ha pasado: que el nieto de Curro Jim¨¦nez haya descuartizado a un hombre nos alucina. Tambi¨¦n nos interesa saber de Edwin porque queremos entender el crimen, si lo estaba extorsionando o es un rollo que se ha inventado [Sancho].
P. ?C¨®mo asume una familia una noticia as¨ª?
R. Si hablamos de familias bien integradas [y no integradas en el mundo criminal] en las que no hab¨ªa previsi¨®n alguna de que el hijo podr¨ªa alguna vez matar, la primera cuesti¨®n que se plantea es la de la inocencia: debe ser un error, se ha producido una terrible equivocaci¨®n, etc. Si no hay duda al respecto, el siguiente paso es encontrar una explicaci¨®n que les otorgue alg¨²n sentido para procesar ese hecho; esto, en lo fundamental, consiste en encontrar alg¨²n tipo de excusa o justificaci¨®n: ?hab¨ªa bebido y no supo lo que hac¨ªa? ?Fue idea de otra persona y su hijo simplemente no tuvo el coraje de hacerle frente? ?Su hijo reaccion¨® de forma excesiva? Las posibilidades aqu¨ª son muchas, dependiendo de las caracter¨ªsticas del hecho y de los participantes. Finalmente, aunque pueda mantenerse una cierta racionalizaci¨®n del crimen, si queda del todo acreditado que su hijo mat¨®, no hay m¨¢s remedio que separar el crimen de la persona: su hijo cometi¨® un grave error, pero ¨¦l ¡°no es as¨ª¡±, y por ello (en familias unidas), aunque se comprende el dolor de la familia de la v¨ªctima, se mantiene dispuesta a ayudar en todo lo posible tanto antes como despu¨¦s del juicio.
P. ?Qu¨¦ consecuencias puede tener para el entorno del asesino?
R. La afectaci¨®n es profunda, y alcanza tanto las relaciones sociales como la propia salud mental de los familiares m¨¢s directos (padres, pero tambi¨¦n hermanos y abuelos). Dichos esto, hay muchos factores que pueden modular esos efectos. Por ejemplo, la edad: cuando m¨¢s mayor sea el asesino, se entiende que los padres son menos responsables, ya que es de sentido com¨²n entender que un hombre adulto ha de tomar sus propias decisiones en la vida. Tambi¨¦n influye mucho el tipo de crimen: no es lo mismo matar a alguien en una pelea de bar que despu¨¦s de haberle violado, por ejemplo. Y por supuesto, la v¨ªctima: el estigma de la familia se acrecienta si la v¨ªctima es particularmente vulnerable e inocente (ni?os y j¨®venes en especial). El estigma operar¨¢ de modo diferente en una comunidad cerrada que en una gran ciudad, porque en este ¨²ltimo caso el anonimato es sin duda mayor, y cambiando de barrio se pueden obviar miradas de desprecio y mensajes subterr¨¢neos de condena. En una comunidad cerrada la reacci¨®n depender¨¢ de c¨®mo sea aceptada la familia y la responsabilidad que la gente crea que tienen los padres en lo que ha hecho el hijo.
P. ?Cree que alguna familia puede imaginar o sospechar algo as¨ª de su hijo?
R. Si hablamos de familias bien integradas, y si no hay una enfermedad mental previa que haya puesto de relieve actos agresivos o amenazas graves de dar muerte a alguna persona (como puede suceder en esquizofr¨¦nicos paranoicos no estabilizados), lo cierto es que no. Y hay buenas razones para esto, ya que el homicidio en un pa¨ªs como Espa?a (no dir¨ªa lo mismo si uno vive en la zona de un cartel de M¨¦xico) es un hecho muy poco frecuente. Pero, sobre todo, la raz¨®n es que si se quiere a una persona no podr¨¢ prever ni en un mill¨®n de a?os que va a ser un asesino; simplemente no lo contemplar¨¢ en absoluto. Esta creencia proviene de dos ideas relacionadas, aunque falsas. La primera es creer que se conoce profundamente a un hijo; por supuesto, esto es cierto muchas veces, pero no lo es en otras muchas, lo que conduce a que en realidad la familia no llega a comprender los elementos esenciales que conforman la vida del hijo. La segunda es pensar que las circunstancias nunca ser¨¢n tan grandes o apremiantes como para que una persona se vea ¡°obligada¡± en su mente a tomar esa dr¨¢stica decisi¨®n. Desde fuera el crimen se ve como algo monstruoso y, sobre todo, absurdo, pero la historia es bien distinta para el asesino: quien toma una decisi¨®n as¨ª (salvo casos de criminales endurecidos o psic¨®patas) busca en el homicidio una ¡°bala de plata¡± que termine de una vez y con rapidez con una situaci¨®n que le est¨¢ angustiando y cada vez estrecha m¨¢s su imaginaci¨®n; o bien que le confiera un dinero o bienes que ans¨ªa y no tiene ni tiempo, ni ganas ni posibilidades de obtenerlo por otra v¨ªa... y con rapidez. Dicho lo anterior, la personalidad del homicida y sus valores jugar¨¢n un papel esencial: hay gente que puede matar para robar unos pocos euros, o para vengarse de un insulto. Lo que une a todos es que aquello que quieren conseguir puede m¨¢s en su voluntad que los frenos morales que obstaculizan el matar.
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