La estrategia de Dani Alves: hacer dudar de la v¨ªctima con la credibilidad bajo m¨ªnimos
El jugador, que dio varias versiones de lo sucedido frente a la coherencia de la joven, trata de se?alar flaquezas en el relato de ella como ¨²nica v¨ªa para ser absuelto de violaci¨®n
¡°Empez¨® el partido perdiendo, pero perdiendo por goleada. A lo largo de un a?o ha tenido que remontar. Veremos lo que pasa¡±. El comentario es de un abogado que ha presenciado la ¨²ltima sesi¨®n del juicio del caso Alves. En ¨¦l, tres mujeres han defendido con discursos vibrantes (el de la fiscal), s¨®lidos (el de la acusaci¨®n particular) y solemnes (el de la defensa) sus posiciones, discrepantes, en el juicio por violaci¨®n a Dani Alves, acusado de a...
¡°Empez¨® el partido perdiendo, pero perdiendo por goleada. A lo largo de un a?o ha tenido que remontar. Veremos lo que pasa¡±. El comentario es de un abogado que ha presenciado la ¨²ltima sesi¨®n del juicio del caso Alves. En ¨¦l, tres mujeres han defendido con discursos vibrantes (el de la fiscal), s¨®lidos (el de la acusaci¨®n particular) y solemnes (el de la defensa) sus posiciones, discrepantes, en el juicio por violaci¨®n a Dani Alves, acusado de agredir sexualmente a una joven de 23 a?os en los lavabos de la discoteca Sutton de Barcelona. A las 10 de la noche del mi¨¦rcoles, el primer gran juicio de la ley del solo s¨ª es s¨ª qued¨® visto para sentencia. En los pasillos en penumbra del Palacio de Justicia, el veterano penalista considera que, pese al desastre inicial (provocado por el propio Alves y sus diferentes versiones), existe alguna posibilidad de que el tribunal lo acabe absolviendo ¡°pese a que todo el mundo lo da por condenado¡±.
El estrech¨ªsimo camino de Alves para salir airoso de un proceso en el que lo tiene casi todo en contra pasa por desacreditar la narraci¨®n de la v¨ªctima. Es una estrategia habitual en delitos como las agresiones sexuales, que casi siempre ocurren lejos de miradas ajenas: en el lavabo de la zona VIP no hab¨ªa c¨¢maras ni otros testigos, y lo que pas¨® all¨ª ¡°no podemos saberlo porque no est¨¢bamos dentro¡±, como dijo la fiscal Elisabeth Jim¨¦nez, que defendi¨® con br¨ªo la ¡°absoluta credibilidad¡± de la v¨ªctima. Desde su primera declaraci¨®n, ha dado siempre las mismas explicaciones tanto de lo que ocurri¨® en la zona VIP (donde, a trav¨¦s de un camarero, un amigo de Alves las invit¨® a ella, una amiga y su prima a tomar una copa) como del incidente en el ba?o.
La coherencia de la v¨ªctima contrasta con los bandazos que ha dado Dani Alves a lo largo de un a?o de instrucci¨®n. El 20 de enero de 2023, tres semanas despu¨¦s de la agresi¨®n, el futbolista fue detenido y llevado a declarar ante la jueza de instrucci¨®n Anna Mar¨ªn. Esa declaraci¨®n fue un error grosero, casi letal, que no solo lo condujo a prisi¨®n provisional, sino que ha lastrado sus posibilidades de defensa hasta el mismo d¨ªa del juicio. Tal vez estuvo mal asesorado, tal vez fue temerario, tal vez se cre¨ªa impune a la acci¨®n de la justicia espa?ola o tal vez, como sostiene su abogada, In¨¦s Guardiola, se le priv¨® del acceso completo a las actuaciones y se le impidi¨® prepararlas en condiciones.
El pecado original de Alves en el proceso penal es que dio hasta tres versiones de lo ocurrido, que fue cambiando sobre la marcha a medida que le presentaban indicios (como los restos biol¨®gicos que la noche de los hechos, el 31 de diciembre de 2022, los mossos recogieron de Sutton). Primero dijo que no conoc¨ªa a la denunciante; despu¨¦s, que coincidi¨® con ella en el ba?o, pero no ocurri¨® nada y, finalmente, que la chica se le ¡°abalanz¨®¡± mientras hac¨ªa sus necesidades en el retrete y le practic¨® una felaci¨®n. Minti¨®. Lo reconoci¨® cuatro meses m¨¢s tarde, en abril, cuando intentaba a toda costa convencer a la jueza para abandonar la c¨¢rcel de Brians 2 y quedar en libertad, con medidas cautelares, a la espera de juicio. Aleg¨® un motivo: no quer¨ªa que su mujer, la modelo Joana Sanz, se enterase de lo que para ¨¦l no fue una violaci¨®n, pero s¨ª una infidelidad. En aquella declaraci¨®n (que ha repetido en el juicio), Alves sostuvo que hubo una ¡°atracci¨®n sexual mutua¡± mientras bailaban en la zona VIP y que el sexo en el ba?o fue consentido.
La debilidad de las atenuantes
La explicaci¨®n de que quer¨ªa salvar su matrimonio puede ayudarle a sortear esas contradicciones, pero su escasa fiabilidad sigue siendo una losa. ¡°Ha dado tantas versiones a lo largo del procedimiento¡ Y ahora ha a?adido lo del alcohol, que eso nos lo hab¨ªamos olvidado¡±, dijo con iron¨ªa la fiscal. Aunque pide su absoluci¨®n con el argumento de que es inocente, la defensa plantea un escenario alternativo para el caso de que el tribunal no le crea: que le rebaje la pena por reparaci¨®n del da?o y estado de embriaguez. Pero ninguna de esas dos circunstancias atenuantes ha podido demostrarlas, con demasiada contundencia, al menos en el juicio.
Los 150.000 euros de indemnizaci¨®n que exige la Fiscal¨ªa por los da?os causados a la v¨ªctima los pag¨® Alves solo cuando el juez le impuso una fianza y amenaz¨® con embargarle bienes. La defensa trata de argumentar ahora que hizo un verdadero esfuerzo reparador (criterio clave para apreciar la atenuante), puesto que est¨¢ ¡°pr¨¢cticamente arruinado¡±. Sobre la ingesta de bebidas, ¡°no tenemos ni una prueba objetiva¡±. As¨ª lo record¨® la abogada de la v¨ªctima, Ester Garc¨ªa. Nada m¨¢s all¨¢ de testigos de su entorno (su mujer dijo que lleg¨® a casa, en Esplugues, oliendo a alcohol), unos tickets del restaurante (cinco botellas de vino, una de whisky, sin que se sepa qui¨¦n tom¨® qu¨¦) y unos peritos pagados por el futbolista que acabaron reconociendo que Alves ¡°sab¨ªa lo que estaba sucediendo¡± en todo momento en Sutton.
Ante una petici¨®n de la Fiscal¨ªa de nueve a?os de c¨¢rcel (que la v¨ªctima eleva a 12), Alves se aboca a un escenario de todo o nada. O una condena severa o una absoluci¨®n, sin que sea posible ya una rebaja de la pena a trav¨¦s de un pacto que se explor¨®, sin ¨¦xito, durante meses y que hubiera sido a cambio de reconocer los hechos y pagar una indemnizaci¨®n millonaria. Pero eso no pas¨® y ahora los magistrados de la Secci¨®n 21? de la Audiencia de Barcelona deben dictar sentencia sobre un caso que ha generado enormes expectativas, no solo por ser Alves una figura de fama mundial, sino por las consecuencias para la aplicaci¨®n de la ley del solo s¨ª es s¨ª. Y por el mensaje que, socialmente, se derive del contenido de esa resoluci¨®n.
Para dictar sentencia, coinciden todas las partes consultadas por este diario, ser¨¢ esencial qu¨¦ valoraci¨®n hagan de la declaraci¨®n de la v¨ªctima. Si es fiable, persistente y s¨®lida y si no aprecian ¨¢nimo espurio, ¡°es prueba de cargo suficiente¡±, seg¨²n la jurisprudencia, como tambi¨¦n record¨® en su informe final Garc¨ªa, una abogada con mucho oficio defendiendo a v¨ªctimas de agresiones sexuales.
Las im¨¢genes de la discordia
El problema con el relato de la v¨ªctima no es de incoherencia, como pasa con Alves, sino de otra naturaleza. Lo que cuenta sobre lo que pas¨® en la zona de baile no se corresponde, en muchos pasajes, con lo que muestran las im¨¢genes de las c¨¢maras de vigilancia de la discoteca. Aunque con dos reservas. La primera es que el juicio del caso Alves se ha celebrado con medidas especiales para proteger la identidad de la v¨ªctima, cuya imagen y nombre revelaron la madre y personas del entorno del jugador a trav¨¦s de un v¨ªdeo difundido en redes sociales. Su declaraci¨®n se ha celebrado a puerta cerrada y, aunque se exhibieron a las partes dos horas de grabaciones, tampoco se mostraron a los periodistas, por lo que seguir el juicio ha sido como leer una novela de la que se hayan desgajado dos cap¨ªtulos clave. La segunda es que defensa y acusaci¨®n discrepan en la interpretaci¨®n de algunos fragmentos concretos; por ejemplo, sobre si es la chica la que pone la mano sobre el pene del jugador mientras bailan o es ¨¦l quien se la coge sin permiso.
Para Guardiola, que en su informe final describi¨® con detalle las im¨¢genes, estas hablan por s¨ª solas: ¡°Frota sus nalgas contra las partes ¨ªntimas de Alves, realiza un sinf¨ªn de movimientos de car¨¢cter sexual y exterioriza su atracci¨®n mutua; estamos ante un acto expl¨ªcito de consentimiento¡±. Tras ese acercamiento, el jugador la invit¨® a pasar a la suite (una zona con ba?o, sof¨¢s y un televisor a la que tienen acceso los clientes de la mesa seis, donde se encontraban) para mantener relaciones. La joven accedi¨® a ello y ya no retir¨® su consentimiento, siempre seg¨²n la defensa. La v¨ªctima admite que entr¨® el ba?o de forma voluntaria, pero aleg¨® que ¡°no sab¨ªa d¨®nde iba¡± y que lo hizo para ¡°hablar con ¨¦l¡± porque luego se sinti¨® ¡°colapsada¡± y empez¨® a tener ¡°miedo¡± del jugador. Tambi¨¦n atribuy¨® a Alves el ¡°tonteo¡± en la zona de baile y cont¨® c¨®mo ella se sinti¨® desde el primer momento ¡°inc¨®moda¡± por la situaci¨®n. Todo esto consta en su declaraci¨®n ante el juzgado de instrucci¨®n y fue ratificado, seg¨²n las partes presentes en el juicio, durante la vista oral.
De los 16 minutos que ambos pasaron en el lavabo hay dos versiones irreconciliables. La v¨ªctima dice que quiso salir enseguida y que Alves cerr¨® la puerta y se lo impidi¨® antes de someterla a una humillante y violenta agresi¨®n: intent¨® obligarla a que le practicara una felaci¨®n, la insult¨®, la abofete¨® y la penetr¨® vaginalmente sin su consentimiento hasta eyacular. El futbolista cont¨® que se besaron, que ella le practic¨® una felaci¨®n mientras estaba sentado en la taza del v¨¢ter y que, desde esa misma posici¨®n, la chica se le subi¨® encima y tuvieron sexo ¡°consentido¡±. ¡°En ning¨²n momento me dijo que parara, est¨¢bamos los dos disfrutando y ya¡±, dijo ¨¦l en el juicio.
La fiscal afe¨® cualquier reproche moral a la v¨ªctima. ¡°Juzgarla por bailar, por haber aceptado subir a un reservado, es tremendamente injusto [¡] Ella no iba predispuesta a tener ninguna relaci¨®n sexual del tipo que ¨¦l pretend¨ªa¡±. El consentimiento tiene que ser expreso, puede retirarse en cualquier momento y no hay que ser para nada una v¨ªctima perfecta. Todo eso lo concedi¨® Guardiola en su r¨¦plica (¡±por suerte, ha quedado atr¨¢s la idea de que el comportamiento de una mujer puede contribuir a la consecuci¨®n del delito¡±), pero apunt¨® a que su declaraci¨®n ¡°no se sostiene y ha quedado vac¨ªa de toda verosimilitud¡± y, por tanto, no sirve como prueba de cargo suficiente.
Lo que viene a decir la defensa es que, si no dijo la verdad en la primera parte de los hechos (la que viene contrastada por im¨¢genes) bien pudo mentir sobre lo que pas¨® en el ba?o. Garc¨ªa reproch¨® que ¡°no se le puede exigir memoria fotogr¨¢fica¡± a una v¨ªctima y que recuerde cada detalle (por ejemplo, si se besaron o no, algo que la chica admiti¨® esa noche, pero despu¨¦s ha negado). ¡°Im¨¢genes de terror, quiz¨¢ no se ven¡± en la zona VIP, terci¨® la fiscal, ¡°pero la agresi¨®n sexual sigue existiendo¡±. Para la defensa, la flaqueza va m¨¢s all¨¢ de un detalle concreto y es una enmienda a la totalidad.
Hay elementos perif¨¦ricos que ayudar¨¢n a inclinar la balanza. La defensa, por ejemplo, sostiene que la disposici¨®n de las huellas halladas en el ba?o solo es compatible con la descripci¨®n que hace Alves y pone en duda las secuelas f¨ªsicas y psicol¨®gicas de la v¨ªctima. La acusaci¨®n cuenta con decenas de testigos que atendieron a la joven la misma noche de los hechos, y que coinciden a la hora de explicar su estado de shock. ¡°Me ha hecho mucho da?o, se ha corrido dentro¡±, repiti¨® la joven, en un estado de agitaci¨®n que todos (porteros, responsables de Sutton, mossos) pudieron corroborar. Pero el debate esencial al que se van a enfrentar los magistrados, con pleno acceso a todos los documentos, es ese: la credibilidad. El objetivo de la defensa no es otro que generarles una ¡°duda razonable¡± para que, en virtud del principio in dubio pro reo (en caso de duda, hay que dictar sentencia absolutoria) den una inesperada e improbable victoria a Alves.